Tess (Tess, 1980) de Roman Polanski

Si miramos la filmografía de Polanski encontramos su buen hacer en adaptación de novelas (la que nos ocupa u Oliver Twist) y obras teatrales (Macbeth, La muerte y la doncella o la por mí esperada Un dios salvaje). Su cine oscila entre películas que rasgan (que rompen) y películas de una factura impecable, realización cuidada y uso intenso del lenguaje cinematográfico. Polanski se decanta por el horror de un pasado que conoce bien (El pianista), por atmósferas angustiosas de protagonistas arrastrados por la locura (Repulsión, El quimérico inquilino), por las claves del terror y la obsesión (La semilla del diablo), por el cine negro, la intriga y el thriller (Chinatown, Frenético o El escritor), por un cine donde lo erótico y lo oscuro se dan la mano (Lunas de hiel), en algunas de sus películas hay una especie de humor negro y absurdo que llega a altas dosis en algunas de ellas (El baile de los vampiros)… Su cine está plagado de grandes éxitos (La semilla del diablo) y sonados batacazos (Piratas). Sobre el cine de Polanski y su trayectoria en diversos países pulula además su propia sombra y su propia vida llena de contradicciones, mucho drama, y temas pendientes con la justicia aún sin resolver.

Pero hay algo que une prácticamente a todas las películas de Polanski, que da cohesión a su obra. Y es que sus protagonistas son individuos abocados, normalmente, a la tragedia porque una fuerza superior (bien puede ser el destino, la propia y dura historia, la situación social, elementos fantásticos, la propia mente) les sobrepasa. A sus protagonistas les sigue un destino que no pueden cambiar.

Y así ocurre en esta bellísima y olvidada película, Tess. Un melodrama victoriano, adaptación de la novela de Thomas Hardy, que en su momento no fue valorado porque supuso una ruptura temática (no tan evidente viendo su obra en retrospectiva) de su realizador. Así Polanski se decantó por una adaptación cinematográfica llena de sensibilidad (pero con todos los ingredientes de una superproducción con supermetraje) sobre un personaje femenino, Tess (con el rostro hermoso de Nastassja Kinski que expresa mil y un sentimientos), que tiene la desgracia de ser una campesina demasiado bella, demasiado pobre, con orgullo y dignidad que quiere ser libre y no sucumbir a la vanidad humana o a la ruindad. Pero un simple momento, del azar, que protagoniza su padre (al principio de la historia) le cambiará la vida para siempre y sólo la traerá desgracia y un anhelo siempre presente de querer morirse. Porque Tess luchará por ser ella misma. De no torcerse. Sin embargo la tragedia ya está escrita y nada puede hacer para cambiarla. Tess no tiene elección. No puede ser feliz.

Además se rodea de personajes masculinos mezquinos. Un falso aristócrata vividor (pero transparente) y un marido que a pesar de llamarse Ángel, de ir contra las convenciones sociales… etcétera, de pronto, revela una fuerte doble moral cuando no puede admitir ni perdonar el pasado de su mujer y la abandona a su suerte.

Y mientras Tess, siempre bella, va dando tumbos. Descendiendo a la miseria. Con ganas de morirse pero atada, no obstante, a la vida y a su familia. Siempre rechazada, siempre ocultando su pasado.

De los dos hombres que marcan su destino y que podrían haberlo cambiado. Me quedo, por transparente, con el falso aristócrata. Se le ve venir desde el primer instante. Y por lo menos cumple con su palabra (a pesar de su comportamiento negativo y reprochable), no dejar tirada a Tess. Le ofrece una vida práctica, que obstinadamente Tess rechaza (y la entiendo, no tiene por que querer ser para siempre una mantenida ociosa que se lucra de su belleza…). Él será el primero que altere y destroce el destino de Tess y la esperará al final del camino. Pero Ángel, que luego vuelve cual cordero a obtener el perdón de la amada y a destrozarla más si cabe su ya triste vida, goza de toda mi antipatía. No se puede ir de Ángel y luego ser el más puritano, y rechazar de esa manera a la persona que por lo visto amabas. Además su regreso para obtener el perdón de la amada hace que el drama de la protagonista llegue a su clímax. Tiene la desgracia de convertirse en el personaje pasivo que deja finalmente que sea la amada la que actúe y se destroce más la vida…

Y todo este drama, todo este folletín trágico que es la vida de Tess, cuenta con la sensibilidad de una mirada sorprendente, la de Polanski. El director se recrea (como Hardy) en los parajes, en la naturaleza y en la niebla… que acompañan los vaivenes espirituales de la protagonista. Sus composiciones, reposadas y hermosas, recuerdan a cuadros de grandes pintores de época como Friedrich. Así nos dejamos arrastrar por imágenes de una gran belleza y sensualidad como unas campesinas vestidas de blanco recorriendo un camino y bailando en un prado, o una mujer con una fresa en la boca…

La visión de Tess se convierte en deleite cuando todo es regado por una banda sonora exquisita y una recreación de los lugares y vestuarios muy cuidada.

Si nos vamos a lo extracinematográfico, nos encontramos al final de los créditos iniciales, una dedicatoria: A Sharon. Parece ser que Polanski conocía la novela porque diez años antes Sharon (antes de su trágica muerte) se la había recomendado. También nos encontramos con una película de tempo pausado que fue rodada integramente en Francia y no en Gran Bretaña (donde transcurre la historia)… y todo debido a los problemas que lleva arrastrando Polanski con la justicia precisamente por ser acusado por su comportamiento sexual con una adolescente. En plena vorágine con la justicia y con una situación personal cada vez más compleja realiza, en años oscuros, con sensibilidad extrema Tess, la historia trágica de una joven campesina vapuleada por el destino… y dos hombres…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.