Joan Fontaine

El otro día volví a ver Una isla en el sol donde sale una rubísima Joan Fontaine con una voz grave protagonizando un amor prohibido con Harry Belafonte. La Fontaine es una de esas actrices que ha caído irremediablemente en olvido pero que cuenta con filmografía eterna. También siempre se la cataloga por su famosa no relación con Olivia de Havilland, su hermana. Y además ambas siguen vivitas y coleando.

Su imagen más famosa y que todo el mundo asocia a su rostro es la de ingenua inocente y enamorada, un paso más en los papeles que en el periodo mudo realizaba Lilian Gish, una continuación del estereotipo. Así en el imaginario colectivo sus películas más recordadas y más distribuidas son las realizadas con el maestro del suspense: Rebeca y Sospechoso y luego una de las cimas del amor romántico, Carta a una desconocida de Max Ophüls. En estas películas Joan Fontaine muestra su rostro más dulce en personajes desvalidos y tímidos que, sin embargo, se hacen fuertes al convertirse en mujeres enamoradas.

Sin embargo Joan Fontaine, de voz grave, tuvo otras caras y otros roles que muestran su versatilidad. Ambas hermanas supieron construirse una carrera cinematográfica para la inmortalidad.

Debutó en los años 30 y tuvo una serie de intervenciones secundarias (donde podríamos destacar que fue una de las protagonistas de esa película coral que fue Mujeres de George Cukor)… su estatus de estrella y protagonista única vino de la mano de Hitchcock con la ya nombrada y mítica Rebeca en 1940. No olvidemos que Rebeca es el nombre de la ausente y que trae de cabeza a una apocada Joan Fontaine como la tímida Mrs de Winter, que carece incluso de nombre propio. El maestro del suspense la requiere para su siguiente trabajo Sospechoso donde Fontaine es una millonaria con un futuro de solterona que finalmente es cazada por un guapetón (Cary Grant) que no sabemos si es un cazafortunas asesino o un buen hombre con cara de sospechoso.

Estos papeles le dan el suficiente prestigio para trabajar con galanes como Tyrone Power o Charles Boyer. Sigue su papel de ingenua en la adaptación de la mítica novela de una de las Bronte, Jane Eyre, en Alma rebelde (película que está esperando que vuelva a revisitarla) junto a ni más ni menos que Orson Welles. Seguiría durante los años cuarenta con el papel de ingenua hasta que llegamos a 1947 ante una película de Sam Wood, que no he visto todavía (pero que voy tras ella), Abismos, pero importante en la carrera de Fontaine porque rompe con su estereotipo y se convierte en personaje sexual que seduce y no es víctima inocente. Y otra película que quiero rescatar es Sangre en las manos (Kiss the blood off my hands) donde protagoniza una triste historia de amor con mi amado Burt Lancaster.

En 1948 protagoniza otra película cumbre de su carrera, pero siguiendo el estereotipo de ingenua enamorada, se trata de Carta de una desconocida, donde un siempre elegante Max Ophüls recrea la novela de Stefan Zweig y nos deja el desolador y solitario retrato de una mujer enamorada que no deja huella alguna en el amado, un famoso músico.

En los años 50 sigue rompiendo su estereotipo en Nacida para el mal, mostrando que tras la mosquita muerta puede haber un ogro. La Fontaine pone su virginal rostro al servicio de Nicholas Ray (otra de las películas que debo recuperar de nuevo… sólo tengo vagos recuerdos).

Joan Fontaine nos sorpende con dos películas alejadas de su registros. Una totalmente comercial de cine de aventuras, Ivanhoe, donde se convierte en una Lady Rowina que compite con una jovencísima judía con el rostro de Liz Taylor por el amor de Ivanhoe (Robert Taylor). Todos sabemos, en secreto, que la pobre Fontaine ha perdido la batalla… por eso se muestra algo perdida. Y la otra de cine independiente, como decimos ahora. Una película dirigida por la actriz Ida Lupino y que plantea de una manera seria y eficaz a un hombre enamorado de dos mujeres, una de ellas es Fontaine, en El bígamo. También se pone bajo la batuta del maestro Lang en Más allá de la duda para mostrar que sigue ofreciendo otros matices junto a Dana Andrews. Así sigue su racha de amores prohibidos hasta llegar a la rubia sofisticada y abandonada de Una isla en el sol.

Los sesenta sigue siendo un rostro agradable y de prestigio que adorna distintas películas como protagonista o secundaria y pasa por el camino de muchas has been, protagoniza película de terror en 1966 llamada Las brujas, que no he tenido el gusto de ver, y se refugia en las siguientes décadas en míticas series de televisión.

¿No creeis que hay que redescubrirla de nuevo? La ingenua que fue destruyendo como pudo su estereotipo… aunque como víctima vulnerable resulte inolvidable.

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