Una década de cine en el siglo XXI (I)

En febrero de 2010, Cahiers du cinema publicó un número especial analizando diez años de cine en el siglo XXI. Una revista variada, con varias listas de películas de la década de críticos de cine o especialistas en distintas áreas del séptimo arte, una interesante cronología y muchos artículos de análisis. Yo me lo pasé fenomenal con la lectura de esta revista porque de esa década he sido testigo ‘consciente’ y además más ‘consciente’ de mi pasión. Así me vinieron a la memoria un montón de películas, directores e intérpretes que me han hecho vibrar durante una década. Algunas de las películas eran muy valoradas entre estas páginas y otras eran nombradas veladamente. Otro aspecto importante y que repito muchas veces pero creo que nunca es suficiente es el comprobar la cantidad de realizadores, guionistas, actores, películas que me quedan por ver. Y creo que es un punto importante porque una nueva película o descubrir la filmografía de un país desconocido puede hacer que obtengas nuevas visiones o que cambies puntos de vista que creías tener claros y que te hacen enfocar de otra manera los conceptos estéticos o la manera de filmar una obra o que aprendas nuevos horizontes que no conocías… en definitiva te abre nuevos horizontes y te amplía tu particular historia del cine.

Hoy de pronto me apetece recordar esas películas que de alguna manera creo que protagonizaron de alguna manera mi primera década del siglo XXI. Las iré nombrando de manera desordenada en varios post. Sin ton ni son. Y dando quizá alguna pincelada por lo que permanecerán en mi recuerdo o no. Quizá me ría una década más tarde o quizá no.

In the mood for love de Wong Kar Wai, fíjense ustedes que me gustó pero que me quedé más con la belleza visual de alguna de sus imágenes y la banda sonora de fondo. Así como con el vestuario femenino de la protagonista, soy así de frívola. Recuerdo las escaleras por donde bajan y suben los personajes y el significado de las puertas que se cierran o se abren. Cuando la nombro, me deja cierta melancolía. 2000

Pozos de ambición de Paul Thomas Anderson no me pareció la obra de arte que podría haber llegado a ser por el aire de gran guiñol que va tomando la historia. Los dos personajes principales se van transformando de seres humanos con una historia de enfrentamiento en dos grandes y monstruosas marionetas que se destruyen de una manera que toca lo irracional. Es de esas películas que ves con emoción contenida, con imágenes para el recuerdo, y al final se te desinfla porque llega a unos extremos tan exacerbados y exagerados que ya no te puedes creer nada. Pero la historia de esos pozos petrolíferos y esos hombres que casi eran bestias me tuvo atada a la pantalla. 2007

Me sale una lágrima. El melodrama es un género que me fascina y Todd Haynes lo rescata sin censuras de por medio en Lejos del cielo con una Julianne Moore fascinante (como ya lo estuvo antes en la maravillosa El fin romance, 1999, un remake excepcional de una película de 1955, Vivir un gran amor que ambas son una adaptación de una novela de Graham Greene). Lejos del cielo es una revisitación a los años cincuenta de Douglas Sirk pero sin censura de por medio (y bastante bien que la toreaba). 2002

Cuatro meses, tres semanas, dos días me hizo ver una nueva filmografía, la rumana, que apenas conozco y descubrir una visión de una Rumanía bajo Ceaucescu ante la angustiosa historia de dos amigas y su drama personal. Cine directo, sin efectos especiales, con guión original, duro, de bajo presupuesto y que llega hondo, muy hondo. 2007

Quizá muchos me tiren piedras y ya me han dicho más de una vez que tengo que darla otra oportunidad —y esoy a punto de volver a hacerlo— pero yo Mullholland drive tan sólo la recuerdo por el cabreo monumental que me llevé al verla y la discusión que precedió a su proyección, discusión sana claro está. Aquí no aguanté el universo de David Lynch ni su forma de narrarlo. 2001

Ésta fue la década en la que me acerqué a un director que no lograba conectar con él, David Cronenberg (y quiero contar que le he visto en una entrevista hace poco y me resultó absolutamente encantador) con tres películas que me llegaron hondo. Una historia de violencia, Promesas del este y Spider. Tres películas muy diferentes entre sí pero que me calaron por personajes, imágenes y formas de contar. 2005, 2007, 2002.

Luz silenciosa de Carlos Reygadas supuso una sorpresa y he de decir que me resultó fascinante. No sólo por la historia de los menonitas y su ambiente tan desconocido para mí, no sólo por ese ‘milagro’ al que asistimos, hacía tiempo que no veía uno igual desde La palabra de Dreyer sino por la belleza de sus imágenes, una luz especial, y por esa manera de contar entre pausada y hermosa. Me fascinó. 2007

La vida de los otros de Florian Henckel Von Donnersmarck, que quieren que les diga, me sentí absolutamente hipnotizada ante la historia de este oficial de la stasi que sufre una transformación a partir de vigilar a una pareja formada por un prestigioso dramaturgo y escritor y una actriz de éxito. Mis emociones afloraron como un grifo que no se podía cerrar. 2006

La mejor juventud de Marco Tullio Giordano fue otra experiencia inolvidable (no hay que olvidar que es un obra larguísima que fue realizada para televisión pero terminó exhibiendose en cine en dos partes). Es la historia de una familia italiana desde finales de los años sesenta hasta la actualidad haciendo sobre todo hincapié en las vicisitudes de dos hermanos. Fascinante película-histórica-río. 2003

Sí, sí, no se extrañen voy a nombrar Memento de Christopher Nolan. Porque Memento supone una de las cumbres de ese casi género nuevo de te cuento una cosa señor espectador pero luego resulta que te estoy contando otra cosa. Y es fascinante porque Nolan juega con la memoria y con nosotros en una historia muy bien narrada. 2000

Mañana sigo recordando década y cine.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

En el límite del amor (The edge of love, 2008) de John Maybury

Ayer me apetecía una película con todos los ingredientes que parecía me iba a ofrecer En el límite del amor: romanticismo, melodrama, terceto o cuarteto amoroso, amistad, biopic de poeta maldito y trágico con sus consecuentes ramalazos de ficción, unas gotas de buena poesía, buen apartado técnico, buenas interpretaciones y una banda sonora de esas que te golpean la cabeza…

Sí, ayer me apetecía algo así una película melodramática que estuviera bien construida y me hiciera sonreír o sorberme los moquillos por unas pocas lágrimas. Y En el límite del amor, desde el primer momento, me decepcionó y me dejó fría en el asiento de mi butaca. Porque los ingredientes estaban ahí pero sin nada de química ni ritmo.

Los cuatro personajes prometían: Dylan Thomas (Matthew Rhys), Caitlin MacNamara (Sienna Miller), Vera Phillips (Keira Knightley) y William Killick (Cillian Murphy) así como sus lazos afectivos. Pero todo se quedó en nada, en una triste decepción. En un biopic (difícil género, muy difícil y controvertido) que convierte a Dylan Thomas en un personaje absolutamente antipático, en una triste caricatura, ni sus poemas pueden lucir en el largometraje.

El empleo del lenguaje cinematográfico de John Maybury no contribuía a hacer avanzar la historia o darnos más información a los espectadores sino que a veces era una sucesión de imágenes (algunas con cierta belleza o fuerza visual, otras un horror) inconexas. Imágenes sin nexo ni contexto ni un ritmo acertado. Y su empleo del lenguaje cinematográfico (ni el montaje realizado) no es adecuado porque se podrían haber suprimido infinidad de escenas y el resultado habría sido igual de decepcionante. Hay en películas —éste es un buen baremo para dirimir si un film está bien construido o no— que cada escena y secuencia tiene un sentido y un porqué (la supresión de alguna de ellas resentiría el resultado porque nos quitaría información vital para la narración), En el límite del amor esta habilidad brilla por su ausencia. Hay películas en que cada movimiento de cámara tiene un significado, en que la posición de un objeto o de un rostro tiene un sentido…, aquí a veces me preguntaba por qué se insertaba una imagen determinada.

Tampoco me convenció, ni me enganchó y me decepcionó el desarrollo de las relaciones entre estos cuatro personajes y esto también es un error de guión (de la dramaturga Sharman Macdonald, madre de Keira), de construcción de personajes y situaciones. Y es una pena porque ésa era la fuerza de esta historia. Eso era lo que me hubiera enganchado. Y esos ingredientes estaban ahí. Sin embargo, todo queda sólo en la superficie. La amistad entre Vera y Caitlin no está bien resuelta por tanto no emociona (escenas de ellas en la cama riéndose, ellas corriendo por la playa haciendo mohines, ellas sufriendo por los hombres y por su rol de madres…), el terceto con Dylan Thomas no llega ni se percibe tensión sexual y la relación de ellos tres con el soldado William ya es el despropósito. Los sentimientos no evolucionan sino que se convierten en un batiburrillo que desconcierta cada vez más al espectador. Ejemplo, William regresa de la guerra con un fuerte trauma y desencadena digamos el clímax y el drama de la historia, la ruptura del equilibrio, entre el terceto protagonista. Vera-Keira no se hace a la idea de su regreso, es fría, parece que no le ama, que no le conoce…, sin embargo, en el momento más dramático, cuando su marido tiene una fuerte crisis en la que pierde totalmente el control…, de pronto, por arte de magia ella se enamora locamente. 

No todo fue decepción como digo hubo escenas que aisladas me parecieron bellas y no me decepcionaron las interpretaciones de los actores. La historia puede seguirse y no te aburres soberanamente. Sobre todo quedé hipnotizada por la fragilidad y los ojos azules de Cillian Murphy. Tanto Sienna como Keira no sólo aparecen bellas sino que demuestran que podrían haber desarrollado muy bien a sus personajes si hubieran estado bien construidos. Y dejo en último lugar a Matthew Rhys porque su personaje era sin duda atractivo pero debido a su construcción es una caricatura muy antipática del poeta Dylan Thomas.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.