En el límite del amor (The edge of love, 2008) de John Maybury

Ayer me apetecía una película con todos los ingredientes que parecía me iba a ofrecer En el límite del amor: romanticismo, melodrama, terceto o cuarteto amoroso, amistad, biopic de poeta maldito y trágico con sus consecuentes ramalazos de ficción, unas gotas de buena poesía, buen apartado técnico, buenas interpretaciones y una banda sonora de esas que te golpean la cabeza…

Sí, ayer me apetecía algo así una película melodramática que estuviera bien construida y me hiciera sonreír o sorberme los moquillos por unas pocas lágrimas. Y En el límite del amor, desde el primer momento, me decepcionó y me dejó fría en el asiento de mi butaca. Porque los ingredientes estaban ahí pero sin nada de química ni ritmo.

Los cuatro personajes prometían: Dylan Thomas (Matthew Rhys), Caitlin MacNamara (Sienna Miller), Vera Phillips (Keira Knightley) y William Killick (Cillian Murphy) así como sus lazos afectivos. Pero todo se quedó en nada, en una triste decepción. En un biopic (difícil género, muy difícil y controvertido) que convierte a Dylan Thomas en un personaje absolutamente antipático, en una triste caricatura, ni sus poemas pueden lucir en el largometraje.

El empleo del lenguaje cinematográfico de John Maybury no contribuía a hacer avanzar la historia o darnos más información a los espectadores sino que a veces era una sucesión de imágenes (algunas con cierta belleza o fuerza visual, otras un horror) inconexas. Imágenes sin nexo ni contexto ni un ritmo acertado. Y su empleo del lenguaje cinematográfico (ni el montaje realizado) no es adecuado porque se podrían haber suprimido infinidad de escenas y el resultado habría sido igual de decepcionante. Hay en películas —éste es un buen baremo para dirimir si un film está bien construido o no— que cada escena y secuencia tiene un sentido y un porqué (la supresión de alguna de ellas resentiría el resultado porque nos quitaría información vital para la narración), En el límite del amor esta habilidad brilla por su ausencia. Hay películas en que cada movimiento de cámara tiene un significado, en que la posición de un objeto o de un rostro tiene un sentido…, aquí a veces me preguntaba por qué se insertaba una imagen determinada.

Tampoco me convenció, ni me enganchó y me decepcionó el desarrollo de las relaciones entre estos cuatro personajes y esto también es un error de guión (de la dramaturga Sharman Macdonald, madre de Keira), de construcción de personajes y situaciones. Y es una pena porque ésa era la fuerza de esta historia. Eso era lo que me hubiera enganchado. Y esos ingredientes estaban ahí. Sin embargo, todo queda sólo en la superficie. La amistad entre Vera y Caitlin no está bien resuelta por tanto no emociona (escenas de ellas en la cama riéndose, ellas corriendo por la playa haciendo mohines, ellas sufriendo por los hombres y por su rol de madres…), el terceto con Dylan Thomas no llega ni se percibe tensión sexual y la relación de ellos tres con el soldado William ya es el despropósito. Los sentimientos no evolucionan sino que se convierten en un batiburrillo que desconcierta cada vez más al espectador. Ejemplo, William regresa de la guerra con un fuerte trauma y desencadena digamos el clímax y el drama de la historia, la ruptura del equilibrio, entre el terceto protagonista. Vera-Keira no se hace a la idea de su regreso, es fría, parece que no le ama, que no le conoce…, sin embargo, en el momento más dramático, cuando su marido tiene una fuerte crisis en la que pierde totalmente el control…, de pronto, por arte de magia ella se enamora locamente. 

No todo fue decepción como digo hubo escenas que aisladas me parecieron bellas y no me decepcionaron las interpretaciones de los actores. La historia puede seguirse y no te aburres soberanamente. Sobre todo quedé hipnotizada por la fragilidad y los ojos azules de Cillian Murphy. Tanto Sienna como Keira no sólo aparecen bellas sino que demuestran que podrían haber desarrollado muy bien a sus personajes si hubieran estado bien construidos. Y dejo en último lugar a Matthew Rhys porque su personaje era sin duda atractivo pero debido a su construcción es una caricatura muy antipática del poeta Dylan Thomas.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

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