Mona Lisa (Mona Lisa, 1986) de Neil Jordan

Hay películas que serán y son recordadas por el trabajo del actor o actriz que encara personaje querible y creíble. Y ése es el caso de Mona Lisa. Jordan contaba con historia y premisa interesante pero para mí no aprovechada aunque cuenta con algún buen momento…, y sobre todo con un Bob Hoskins grandioso que se come la pantalla a dentelladas con su George, un hombre bruto, bajito y muy vulgar, insignificante, como él se denomina, pero con un corazón enorme. Él es un hombre bueno. Ya se lo dice la prostituta “alta y negra” que se llama Simone (Cathy Tyson), y es toda una señora.

Y es que Bob Hoskins y su interpretación es suficiente razón para dejarse llevar y cautivar por una enrevesada historia con giros poco explicados y personajes que pasaban por ahí (sí, un Michael Caine de malo descafeinado). Así que no me importa en absoluto la trama de ese Londres oscuro (que podría haber formado parte de una buenísima historia) que Jordan no consigue, sí en cuanto ambiente y atmósfera. Y me quedo con los ojos de George, con sus miradas, con ese George inocente, que a pesar de haber salido de la trena y ser un tipo duro, desconoce un mundo sádico, violento y malo. Un George bestia como el solo pero capaz de querer que alguien le quiera, y llevar una vida normal donde se casa con la chica, tiene una hija y se pelea con la suegra. Él es muy simple, nos avisa. Él es hortera, con su camisa a flores y su cadena de oro. Él es impulsivo pero te desarma con su mirada, con sus sueños e ilusiones. Con sus ganas de ayudar y proteger a la señora inalcanzable que confían en él y se llama Simona, que le contrata como chófer y le confía sus penas.

George, el hombre bruto y vulgar, que acaba de salir de la cárcel después de siete años, que trata de recuperar a su hija, que vive en una caravana con un amigo que vende objetos imposibles y que se cuentan uno a otros historias de novela negra… y que se enamora, de corazón, de su cliente, de la enigmática Simone, la prostituta de lujo que va de hotel en hotel, de cliente a cliente. Y George la ama, confía en ella y la considera amiga. Y por ella se arriesga y se convierte en protagonista de novela negra. Pero de unos mundos oscuros que él mira con desagrado y pena porque no se puede creer lo que ve, más es un corazón enamorado. Quizá es aposta lo de una trama sólo insinuada, y a veces pienso que mal insinuada, porque lo que importa es nuestra conexión con George y cómo no entiende nada o finalmente entiende demasiado. Él se ha portado mal, cuenta a su hija, pero ya no y tampoco le gusta juzgar. Y aunque le rompan el corazón, él sigue siendo un superviviente. Y aunque los otros personajes no lleguen a su altura, no hace falta porque él solito es Mona Lisa. De fondo, si quieren la voz de Nat King Cole.

Y Neil Jordan ofrece historia con uno de esos finales inesperados que tanto le gustan que sólo sirve para que veamos a un George con el corazón roto por una prostituta de lujo inalcanzable que también es personaje complejo y bonito (pero qué pena peor desarrollado)…, algunas escenas entre ellos son de una sensibilidad extrema y creíble.

Aunque a George abra los ojos y vea una realidad que no le gusta, y le rompan una vez más el corazón o el alma y también los esquemas, él vuelve a levantarse, a protagonizar historias de novela negra, a comprender mejor que nadie a cada uno de los personajes, a seguir viviendo, a seguir creyendo.

Gracias, Bob.

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