Sansón y Dalila (Samson and Delilah, 1949) de Cecil B. DeMille

Sansón y Dalila

Sansón y Dalila… y sus días en un paraíso propio

Dalila dice: “Siempre dudas de mí”, Sansón contesta: “… y siempre te quiero”. O Dalila mira a Sansón y le explica: “Tú eres todo lo que yo quiero” o Sansón es consciente de su eterna condena: “Nunca me liberaré de ti, Dalila”… Y cada frase de Sansón y Dalila va construyendo una apasionante historia de amor loco, desesperado, que roza el odio y la traición. Los dos, encadenados. Así Cecil B. DeMille, que buscaba en la Biblia sus espectáculos cinematográficos, logra que un personaje bíblico anecdótico, Dalila, se transforme en una mujer fatal absolutamente enamorada y redimida por amor…, aunque sea demasiado tarde, aunque no deje nunca de dar zarpazos. Ella es la reina de la función.

El mito de Sansón se encuentra en el libro de los Jueces del Antiguo Testamento. Y todas las “hazañas” del forzudo están reflejadas en la película de DeMille. Solo que este busca un hilo conductor que no está entre las páginas de la Biblia y es la presencia continúa en la vida de Sansón… de Dalila, y su compleja relación de sensualidad y amor. Y ese es uno de los secretos de que aún hoy Sansón y Dalila funcione. El Sansón bíblico es mucho más antipático y bestia que el héroe sensible y muy, pero que muy enamoradizo, que muestra la película. Dalila, no solo tiene más protagonismo que en el libro sagrado, sino que es una dama inteligente, manipuladora y con artes de mujer fatal… pero siempre enamorada. Una mujer con poder, y muy sexual, la cortesana filistea al lado siempre del sarán de Gaza.

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Ambiciosa (Forever Amber, 1947) de Otto Preminger

ambiciosa

Entre sus obras más olvidadas y menos valoradas del director Otto Preminger se encuentra Ambiciosa. Llevaba tiempo detrás de ella y su visionado ha sido una buena sorpresa porque me lo pasé estupendamente con la ‘truculenta’ historia de Amber. Como siempre ha supuesto un placer analizar otra obra de Preminger.

La rodó entre la interesante Daisy Kenyon y La dama de armiño (un triste encargo: terminar la última película de Lubitsch cuando este había fallecido) durante los años en los que trabajó en la Fox. Ambiciosa fue otro encargo de Zanuck, el todopoderoso. Descontento por cómo iba una superproducción por la que apostaba mucho, decidió cambiar de director y actriz principal (además de proponer más revisiones y cambios de guion).

Todo empezó cuando el olfato del productor decidió que tenía que adquirir para el estudio el último éxito picante del mercado best seller (vamos, algo así como Las sombras de Grey), obviamente ahora caído en olvido. Se trataba de Forever Amber de la escritora Katheleen Winsor que situaba en el siglo XVII y en Inglaterra las aventuras de su protagonista Amber, una campesina que llegaba a lo más alto metiéndose en la cama de distintos pretendientes. Transcurre sobre todo durante el periodo de la Restauración y el reinado de Carlos II (uno de los protagonistas)… pasando por el gran incendio de Londres. Aunque la infancia de la protagonista se desarrolla durante un periodo inestable, de guerra civil y derrocamiento de la monarquía. Ella, Amber, es un bebé abandonado en la puerta de unos campesinos puritanos. Su origen es incierto…, como su vida y destino.

Así que la Fox quería un éxito similiar a Lo que el viento se llevo o Jezabel… una película donde una heroína de carácter fuerte llevara las riendas con las suficientes dosis de aventura, melodrama y sobre todo historia de amor imposible. Es decir, el estudio tiraba la casa por la ventana. Ante proyecto de tal magnitud pusieron al frente del proyecto al elegante director de melodramas John M. Stahl y se apostó como protagonista por una nueva actriz que venía del otro lado del océano, Peggy Cummins (que sería más tarde reina del cine de culto con películas como El demonio de las armas o La noche del demonio… cuánto demonio en su carrera hacia el éxito…). Pero ni Stahl estaba rodando el material que se esperaba Zanuck ni la Cummins tenía la suficiente experiencia como para llevar a cabo todos los matices de Amber.

Así que a pesar de que ya hubiese material rodado… partieron de nuevo desde cero. Quitaron a Stahl y pusieron al frente al colérico Preminger (que no le hizo ninguna gracia el encargo) y de protagonista a la sensual Linda Darnell teñida de rubio. El rodaje siguió oscilando entre la pesadilla y el horror pero la película pudo ser terminada. No fue el taquillazo del siglo, es decir, no se convirtió en digna sucesora de Lo que el viento se llevó y películas similares pero tampoco fue un resbalón en la carrera de ninguno de sus participantes.

Una película a mayor gloria de Linda Darnell, que se la valoraba más por su lozana y sensual belleza que por su calidad de intérprete (cuando varios papeles desmienten que solo fuera una actriz guapa), que se muestra versátil y dota al personaje de personalidad y matices.

Y, a pesar de que no fue en un principio del agrado de Preminger, la película tiene dos constantes que ‘pintarían’ su carrera cinematográfica: tener entre manos un material polémico que chocaba con los principios del Código Hays y tener un personaje principal que en su ‘retrato psicológico’ juega a la ambigüedad enriqueciendo los matices del personaje.

Lo primero a destacar de Ambiciosa es que es una película tremendamente entretenida. Y lo segundo es su puesta en escena y elegancia. Es una superproducción con todo lujo de detalles en peinados, vestuarios, escenarios y efectos (la niebla en el duelo, la penumbra en las escenas intimistas, el gran incendio…). Probablemente (no he leído la novela) la película tenga mejor gusto, más inteligencia y claro está menos picardía (pero sí mucha sensualidad… en parte gracias a la belleza natural de la Darnell)… pero sí un reflejo interesante del personaje femenino. Una mujer que se rebela contra el destino y que quiere tomar las riendas de su vida, una mujer que se equivoca pero vuelve a levantarse, una superviviente. Y aunque el final (abrupto) la deja totalmente sola… sabemos que, si la historia continuara, en la siguiente escena habría sabido reinventarse y salir adelante.

Desgraciadamente, aunque no está mal narrada ni construida… no existe una química eléctrica entre los dos protagonistas de una historia de amor imposible (fundamental para el éxito de estas superproducciones). El gran amor de Amber es el corsario (y caballero) al servicio del rey con rostro de Cornel Wilde. Este galán de la Fox (con carrera interesante… que también se puso detrás de las cámaras) no se sintió cómodo con el cambio de director… Su personaje es distante y frío (con algunos comportamientos algo incomprensibles) y además no le hizo ningún favor el departamento de peluquería (que hizo maravillas con Linda) que le plantó una peluca a lo príncipe de beckelar que no le favorecía lo más mínimo (ese peinado es absolutamente criminal en la cabeza del niño repelente e ilegítimo que ‘conciben’ ambos).

Sin embargo son disfrutables todos los amoríos de Amber: del corsario (su primer, intermitente, gran y desgraciado amor) a los brazos de un bandido que conoce en la cárcel, de ahí al capitán Morgan (pretendiente trágico), después a los brazos de un noble anciano insoportable y malvado (un magnífico Richard Haydn, secundario de lujo) para finalmente llegar a ser una de las ‘favoritas’ del rey Carlos II (encarnado por una maravilloso George Sanders que borda su personaje… al que siempre sigue una ‘jauría’ de perrillos). Así como los diferentes oficios de la dama: de campesina rebelde, a amante mantenida e inexperta pasando por ladrona profesional hasta llegar a ser actriz (las escenas del teatro son vitales), después noble dama para terminar de favorita del rey… Y después no sabemos pero el camino de esta superviviente será imparable…

Así Linda Darnell encarna a una de esas mujeres de la corte que se hicieron a sí mismas para alcanzar libertad e independencia, dos palabras vedadas a las damas. Sus parientas podrían ser la Leonor de Scaramouche, la Camilla de La carroza de oro, o la mismísima Lola Montès.

La película mezcla momentos intimistas como el primer encuentro entre Linda y Cornel durante la noche en una taberna o el proceso de enfermedad de Cornel (la peste) donde Amber le cuida día y noche en una casa abandonada… con otros espectaculares que transcurren en el teatro, en los bailes de la corte o escenas dramáticas como un Londres asolado por la peste o por un gran incendio. No hay ni un momento para el aburrimiento. Además de los actores nombrados (en especial un magnífico, como ya he dicho, George Sanders) nos podemos encontrar en roles secundarios a Anne Revere o Jessica Tandy.

… Otra buena película para rescatar del viejo baúl…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Una escena para recordar. El fantasma y la señora Muir (The ghost and mrs Muir, 1947) de Joseph L. Mankiewicz

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Hay películas que por una sola escena nunca caen en olvido. Y así ocurre con El fantasma y la señora Muir. Película sutil, elegante y delicada (y estos adjetivos son ciertos y están bien reflejados) donde lo fantástico forma parte de lo cotidiano proporcionando una reflexión sobre la soledad, el amor y la muerte.

… Si me dijeran que sólo me puedo quedar con un recuerdo de esta película y que lo demás no podré recuperarlo jamás, quizá tomaría la siguiente decisión: pedir que no me borraran de la memoria la despedida del fantasma, el capitán Gregg (Rex Harrison), de la señora Muir (Gene Tierney).

Esa despedida transcurre mientras ella duerme en su cama, en la habitación que ocupó el capitán. El fantasma, que se ha enamorado de la señora Muir como esta de él, es consciente de que es un amor imposible y no quiere que Lucy, su amada, renuncie a las cosas que le ofrece la vida… entre ellas enamorarse de otros hombres de carne y hueso.

Ella está dormida y tremendamente hermosa. Y él cerca de su rostro como si estuviera a punto siempre de darla un beso… le susurra que su relación hasta ahora se convertirá tan solo en un sueño. El fantasma decide, de momento, retirarse de escena… El capitán se convertirá en imagen soñada.

Después se dirige a la ventana. Esa ventana siempre con el catalejo listo para ver el mar. Y antes de desaparecer mientras sigue mirando a Lucy declara su amor de forma breve pero intensa. En unas palabras encierra todo lo que significa un amor imposible…

“Cómo te habría encantado, el Cabo Norte… los fiordos y el sol de medianoche.
Navegar entre los arrecifes en Barbados donde el agua azul se torna verde.
¡A las Malvinas, donde los vientos del sur cubren de espuma el mar!
Lo que nos hemos perdido, Lucy.
Lo que nos hemos perdido los dos.
Adiós… querida mía”.

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