Dalila dice: “Siempre dudas de mí”, Sansón contesta: “… y siempre te quiero”. O Dalila mira a Sansón y le explica: “Tú eres todo lo que yo quiero” o Sansón es consciente de su eterna condena: “Nunca me liberaré de ti, Dalila”… Y cada frase de Sansón y Dalila va construyendo una apasionante historia de amor loco, desesperado, que roza el odio y la traición. Los dos, encadenados. Así Cecil B. DeMille, que buscaba en la Biblia sus espectáculos cinematográficos, logra que un personaje bíblico anecdótico, Dalila, se transforme en una mujer fatal absolutamente enamorada y redimida por amor…, aunque sea demasiado tarde, aunque no deje nunca de dar zarpazos. Ella es la reina de la función.
El mito de Sansón se encuentra en el libro de los Jueces del Antiguo Testamento. Y todas las “hazañas” del forzudo están reflejadas en la película de DeMille. Solo que este busca un hilo conductor que no está entre las páginas de la Biblia y es la presencia continúa en la vida de Sansón… de Dalila, y su compleja relación de sensualidad y amor. Y ese es uno de los secretos de que aún hoy Sansón y Dalila funcione. El Sansón bíblico es mucho más antipático y bestia que el héroe sensible y muy, pero que muy enamoradizo, que muestra la película. Dalila, no solo tiene más protagonismo que en el libro sagrado, sino que es una dama inteligente, manipuladora y con artes de mujer fatal… pero siempre enamorada. Una mujer con poder, y muy sexual, la cortesana filistea al lado siempre del sarán de Gaza.
¿Cómo logran DeMille y sus guionistas dar continuidad en la vida de Sansón a la bella y traicionera Dalila? En la Biblia sale que su primera esposa, filistea, la mujer que le traiciona con la adivinanza, tiene una hermana. Pues bien esa hermana en la película es Dalila, que además será testigo de la matanza del león. Y también la convertirá en cortesana, pues hay un episodio bíblico de Sansón con una meretriz… Así irá poniendo los cimientos de una historia de amor-odio… hasta los días que pasan juntos, retirados del mundo, y donde ella consigue que Sansón le dé el secreto de su fuerza. Pero además DeMille jugaba a lo sensual, lo erótico, y une el tema de los cabellos de Sansón, de su fuerza y virilidad, con los sementales. Los leones con sus melenas… y otros ejemplos peludos de la naturaleza. No solo Dalila le corta el pelo y fuerza su detención y su castigo en el molino… Sino que el héroe perderá los ojos…, ahora sí que sufrirá haber estado ciego de amor…
Sansón es engañado dos veces por amor y por dos hermanas. Pero por Dalila se siente irremediablemente atado. Sabe que nada bueno puede venir de ella, pero se entrega, cae a sus pies. Y sus sentimientos evolucionan del “tu beso es el aguijón de la muerte” al “no puedes robar lo que ya es tuyo”. Y el mito del forzudo y la bella queda inmortalizado en Technicolor. Y el Sansón de DeMille no es una mala bestia como el del Antiguo Testamento, sino un líder carismático (un danita que quiere liberar a su pueblo del yugo de los filisteos) , sensible y responsable…, que pierde las batallas por su afán de enamorarse una y otra vez de las mujeres que no le convienen. Sí, DeMille también pone en su camino a la buena danita, Miriam, y al niño fiel que lo admira, Saúl, pero Sansón seguirá otras sendas que le cegarán… Sin embargo, al final, destruirá el templo del dios pagano, recuperará el favor de su pueblo. Y bajo las piedras del templo también caerá él sepultado… y una Dalila que se sacrifica por amor… “porque yo soy la debilidad, el amor que te esclavizaría…”. Los dos estaban condenados a no culminar su amor, aunque tuvieron sus días de paraíso… y con una posibilidad de escape: “Ven conmigo a Egipto”.
Y, sin duda, fue una de las películas que marcaron mi infancia. De alguna manera creo que sentí esa historia de pasión y amor. Me dejé llevar por las hazañas del forzudo, que a pesar de vivir en un mundo de cartón-piedra y dobles nunca pierden su encanto. Y me sedujo la inteligencia y la complejidad de Dalila, que no puede evitar ser mujer fatal hasta el final. Envuelta en el tema romántico de Victor Young, recupero los rostros de Sansón y Dalila… Victor Mature (actor al que tengo gran cariño, precisamente por su Sansón, aunque luego he descubierto otras joyas en su filmografía. Es el Sylvester Stallone del cine clásico) y Hedy LaMarr (una bella actriz, de origen austríaco, que tiene varias mujeres extrañas pero atrayentes en su peculiar filmografía en Hollywood…). Pero también puede uno descubrir a una Angela Lansbury como objeto de deseo y muerte; a un niño prodigio que se convertiría en bailarín, Russ Tamblyn; a uno de los fieles de DeMille, Henry Wilcoxon, como un poderoso del ejército filisteo que se ve humillado continuamente por Sansón o a un sarán cínico y poderoso con cara de George Sanders en su paseo por secundarios ilustres.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
¡Qué coincidencia leerte sobre esta película! Justo estaba preparando una publicación sobre Hedy Lamarr, en su faceta de inventora y con ocasión del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, y buscando un enlace a «Sansón y Dalila» te encuentro… Enlazada quedas 😉
Desde luego que, aunque hoy apreciemos más todo su artificio, sigue conservando ese encanto de reinterpretar el relato bíblico a mayor gloria de las superproducciones del Hollywood de aquella época.
Vaya, vaya, mi querida Hildy. Qué sorpresa encontrarme esto por aquí…
Desde que empezó a hacer adaptaciones de historias bíblicas, mitológicas, medievales y orientalistas, a DeMille le interesó mucho más emplear la Antigüedad como pretexto para mostrar carnaza (esto es, cuerpos semidesnudos o cubiertos con la menor cantidad posible de las telas más finas) que las historias en sí. Aquí, según cuentan los maledicentes, se quejó amargamente de Victor Mature alegando eso de que era la última vez que trabajaba con un actor que tenía lo senos más grandes que la protagonista. Ay, DeMille, el viejo verde del cine clásico. Pretextos, simples pretextos para estar hablando siempre de sexo. En el ensayo que estoy preparando, este apartado tiene una importancia especial: el amor como rapto, el sexo como robo, marca DeMille.
La película hace muchísimo tiempo que no la veo. Tu texto me invita a hacerlo de nuevo, aunque para mí DeMille siempre será el viejo verde…
Besos
También era una de las pelis que no me perdía de crío, obviamente entre torrija y torrija. Aunque hace tiempo que no vuelvo a ella, la habré visto cuatro o cinco veces, y siempre la he disfrutado mucho y por motivos muy parecidos a los tuyos. Lamarr me parecía una femme fatale inmadura la mar de interesante, Mature un bruto tontorrón muy querible (sí, con mirada bovina a lo Stallone) y Sanders un nihilista extemporáneo y realmente curioso.
Querida Ana, ¡pedazo de artículo en tu blog sobre Hedy LaMarr, qué interesante! y gracias mil por el enlace. Sí, Sansón y Dalila tiene mucho encanto.
Beso
Hildy
Ay, mi querido Alfredo, vaya con Cecil DeMille, ¡mira que encontrar en la Biblia la fuente del erotismo y la sexualidad! Todo fueron quejas con Mature y alabanzas con LaMarr. ¿No hay una frase de Groucho Marx sobre los pechos de Mature?
Ay, ese ensayo, qué ganas. Todavía no he podido hincar el diente a dos libros maravillosos que tienen tu firma…, pero están a punto de ser devorados.
Yo he vuelto a verla hace poco… ¡y otra vez me enganchado a ella!
Beso
Hildy
Querido, querido crítico abúlico… esas películas de la infancia que no nos abandonan. Y lo que me encanta es recuperarlas y comprobar que las sigo amando. ¡Qué reparto, qué reparto!
Beso
Hildy
Una buena anécdota sobre Victor Mature:
Un hotel se negaba a alojarle porque no se admitían actores.
Él saco de inmediato unos recortes de la cartera con críticas feroces a su trabajo interpretativo, para asegurarle al hotel que no era actor.
Jajajaja, querido Fernando, si es que era un buen tipo. Me encanta la anécdota. Y no voy a mentir, a mí hay varias películas de Mature que me gustan mucho… y me gusta cómo lo hace él. Y te digo algunas de la lista en cuestión: El embrujo de Shangai, Pasión de los fuertes, Una vida marcada, China Doll…
Beso
Hildy
El erotismo y la sensualidad que destila esta película ya lo quisiera para sí el Hollywood de los últimos años. Una película con la que crecí, que me encanta y cada vez me gusta más y más. Con una cantidad de insinuaciones a las que nunca se le extrae todo el jugo pues siempre encuentra uno detalles nuevos. Y, sin embargo, ha sido una película a la que una servidora nunca ha encontrado especialistas que hablen bien de ella. La tachan de naif y no sé cuantas cosas más, cuando lo que hace DeMille es adaptar una leyenda y contarla como si una obra de Shakespeare se tratara.
A riesgo de resultar exagerada, a mí me parece una película colosal, que retrata como casi ninguna otra una historia de amor desesperada, apasionante, tórrida y abrasadora. Esa Dalila interpretada por una excepcional Hedy Lamarr – dando una master class interpretativa y recoger en un mismo personaje la cara y la cruz del comportamiento humano (sin dejar de enamorar al público) y pletórica de matices – tiene una brillante coda con el personaje de George Sanders – cuyos diálogos no tienen desperdicio alguno, son de una clarividencia y brillantez dignas de aparecer en cualquier tratado filosófico -. Por no hablar de la química que tiene con Victor Mature, el cual consigue no sólo que nos lo creamos como actor sino creernos con los ojos cerrados el hecho de estar locamente enamorado de esa mujer.
A poco que nos fijemos, la película es una sutil plasmación de lo que es una relación sadomasoquista. Frases para el recuerdo: «¿Querrás domarme tú?», «¿Podría atarte a tí?», etc.
Saludos!!
¡¡Sí, es verdad!! Mi querida Hildy, estás en lo cierto. Fue mi amado Groucho el que comentó lo de las tetas de Mature. DeMille preguntó a Groucho qué le había parecido la película, y este le contestó: «bueno, hay un problema: ninguna película me puede interesar si los pechos del héroe son más grandes que los de la protagonista».
Qué tío…
Besos
¡Querida, querida Isis, qué alegría leerte! Pues sí a mí también me gusta Sansón y Dalila… y pienso que efectivamente en la historia de amor se encuentra uno de sus secretos. ¡Tienes razón hay química entre LaMarr y Mature!… Y apuntas otro matiz, es una historia de amor con gotas de sadomasoquismo. Y tiene un montón de frases y diálogos para enmarcar. ¡Viva la reivindicación de esta película!
Beso
Hildy
Ay, mi querido Alfredo, Groucho como crítico… ¡no tiene piedad!
Beso
Hildy
Quiero apuntar un detalle que podría parecer insignificante pero no creo que lo sea en absoluto. El minuto de la película en que aparece por primera vez Dalila. ¿Os lo figuráis? Exacto! minuto 13…¿Casualidad?
Besos!!
… todo apuntaba al destino trágico de este amor… hasta el minuto en el que aparece Dalila…
Beso
Hildy
El depurado “primitivismo”, colorista, avasallador y estrictamente cinematográfico que Cecil B. De Mille aplicaba a la puesta en escena en su vertiente colosalista (un estudio aparte merecerían sus dramas desatados y audaces comedias del periodo mudo), su capacidad para armonizar la desmesura, su afición y evidente talento para transformar la Historia y la Religión en puro espectáculo y melodrama, convierten películas como “SANSÓN Y DALILA” o “LOS DIEZ MANDAMIENTOS” (versión 1956) en impagables monumentos al «entretenimiento» reforzados muchas veces, como ya apunta el post, por un entramado de propuestas atrevidas pese a no estar siempre situadas en la superficie. A propósito de esto, conviene reparar en el subversivo concepto que De Mille tenía del erotismo). Por todo ello, no podemos dejar de reconocer la efectividad y sabiduría de ese (aparente) primitivismo conceptual y narrativo de su cine que le serviría para llegar siempre, sin perder virtudes, al «corazón» de todos los públicos. Podría decirse que las películas de De Mille (esas a las que nos referimos), mal que les pese a sus detractores, representan el clasicismo cinematográfico por excelencia.
Sería fácil para algunos caer en la tentación de acusar a la película que ahora nos ocupa de una arcaica concepción de la puesta en escena y dirección de actores. Pero, ¿acaso no resulta divertida la colorista e impagable forma en que Cecil B. de Mille una vez más amañaba la Biblia, adaptándola a las necesidades de un buen espectáculo cinematográfico con mucha retranca? Disfrutemos, pues, con ello y con un Victor Mature más «meat loaf» que nunca, esquivando, amando y odiando a una mórbida Hedy Lamarr entre toneladas de cartón-piedra y seda sintética. Ya lo digo: cine en estado puro, goce total.
Un abrazo.
Querida Hildy,
A pesar de que sus mejores películas envejecen formidablemente, y de que es, sin duda, uno de los mejores narradores del cine, alguien que sabía como nadie atrapar y retener el interés del espectador, aún prevalecen muchos prejuicios sobre el cine de DeMille, la mayoría, creo, vinculados antes a testimonios poco favorables sobre su persona y a su reprobable actitud contra Mankiewicz en la Caza de Brujas, que a su cine.
En DeMille siempre hubo abundantes sexo y carnalidad, de los que por otra parte está sobrado el Antiguo Testamento, los que el Hays Code y la moralidad de la época permitían, pero “Sansón y Dalila” me parece, ante todo, una fascinante historia de amor: tortuosa, sadomasoquista de doble dirección y con una conclusión que es una apoteosis de Eros y Tanatos; a la pareja protagonista sólo le falta reencontrarse a lo Perla y Lewt bajo las piedras del templo…
Mi momento favorito de la película es ese fragmento casi fantasmal en el molino, con ese breve travelling frontal hacia el rostro aterrado de la Lamarr confrontada a su obra, el rostro cegado de Sansón: una toma de extraordinaria audacia, como el plano subjetivo de un hombre ciego.
A “Sansón y Dalila” la incluiría sin duda en una antología de los mejores “amour fou” cinematográficos.
No menos fascinante me parece la relación entre Dalila y el sarán de Gaza, sin duda gracias a un deslumbrante George Sanders: una relación de dos personas inteligentes que adquiere las formas de una partida de ajedrez en la que el sarán es capaz de controlar todos los movimientos de Dalila, excepto el último, el de propiciar la destrucción del templo, jaque mate inapelable de la bella filistea. De hecho, en una brillantísima elección de punto de vista, es a través de la percepción del sarán, un cínico sin embargo enamorado, cómo DeMille nos revela cada uno de los distintos pliegues que va adquiriendo el tapiz de los sentimientos de Dalila hacia Sansón.
Desde mi punto de vista, el otro gran tema de la película, a menudo pasado por alto y presente en otras obras del director, es el de la lucha de un pueblo por su libertad, contra la opresión o el cautiverio.
Y es que DeMille era un océano de contradicciones: el creador de notorios cantos a la libertad era un señor profundamente reaccionario, el Elmer Gantry del celuloide tenía una adoración fetichista por los pies femeninos y filmaba las orgías con una soltura digna de Stroheim.
Y luego está el misterio o paradoja Victor Mature, o de cómo el menos versátil de los actores puede ser la mejor elección posible para ciertos papeles, pero eso daría para un curioso ensayo…
Besos,
Javier
Querido Teo, tengo un gran desconocimiento de la etapa silente de DeMille. He leído, pero no he visto. Algo que espero subsanar pronto, y más ahora que recomiendas las películas de ese periodo (apasionante, pues todos descubrían, todos aprendían a contar, todos eran pioneros y libres). Son sus películas a partir de 1930 las que voy conociendo. Totalmente de acuerdo con el sentido del espectáculo que tenía este director y sí se disfruta viendo su cine, es divertido, ameno. Sabe cómo contar las historias. Como dices «cine en estado puro, goce total». Sí, es interesante el análisis que se podría hacer de sus películas a través de cómo plasma el erotismo.
Beso
Hildy
Sí, querido Javier, das con una de las claves para que el cine de DeMille sea denostado, la parte oscura de su personalidad ha quedado por encima de sus películas. Es un director que ha quedado plasmado en un montón de documentos como antipático por sus acciones y actitud ante la vida y eso hace que muchos se acerquen a su obra con recelo. Pero das con la clave de su personalidad, como muchos seres humanos es un personaje contradictorio… igual que la vida. Y eso enriquece sus películas.
Totalmente de acuerdo en que Sansón y Dalila es una historia de amour fou fascinante. Sí, hay otra historia de amor entre el sarán y ella. ¡Otro interesante análisis de su obra nos la aportas en tu comentario… el analizar el tema de la lucha de un pueblo por su libertad, contra la opresión o el cautiverio!
Y, sí, no hay ninguna duda de que Sansón ¡tenía que ser Victor Mature!… No podía ser otro.
Fascinante tu escena favorita…
Beso
Hildy
Esta peli la ví en pantalla grande cuando niño y me acuerdo poco,excepto la belleza de Hedy Lamarr.
La asocio con otra bella y apasionada de esos años,Jennifer Jones.
Sobre Victor Mature es buena la asociación con Stallone,ridiculizados,vilipendiados,pero insustituíbles en su generación.
Memorable Mature tomándose el el pelo a sí mismo en 1966 en AFTER THE FOX,como un astro de la pantalla luchando contra el envejecimiento
Besos
IVÁN
Querido Iván, en tus comentarios siempre me descubres películas y esta vez los has hecho con After de fox. Me la apunto ya.
Y me ha resultado supercuriosa la asociación de Hedy Lamarr con Jennifer Jones… Y pensándolo…, sí, hubiera podido ser una posible Dalila (tipo Perla Chavez).
Pues si la viste de niño… y por casualidad la vuelves a ver ahora, verás cómo se disfruta un montón de nuevo.
Beso
Hildy
Yo también adoro este película. Me ha entrado leer esta reseña.
Es un placer pasar por aquí.
Alberto Mrteh (El zoco del escriba)
Qué alegría leerte de nuevo, Alberto. Qué gustazo. Sí, hay películas que forman parte de la memoria colectiva de muchos espectadores… Y Sansón y Dalila es una de ellas.
Beso
Hildy