El blog de Hildy Johnson

Simplemente, un blog "de cine"

El blog de Hildy Johnson

Call me by your name (Call me by your name, 2017) de Luca Guadagnino

Call me by your name

La mirada de Elio…

Una reunión familiar: un padre, una madre y un hijo adolescente. La madre coge una edición en alemán de la serie de cuentos del Heptamerón. Se sienta y elige uno para leer, mientras los tres se acomodan en el sillón. Y en ese cuento hay una frase que contiene la esencia de la nueva película de Luca Guadagnino, y viene a decir algo así como ¿qué es mejor para un hombre o una mujer, hablar o morir? O dicho, de otro modo, ¿sentir o morir? Y es que tanto Yo soy el amor, como Cegados por el sol, como ahora Call me by your name… son tres películas construidas a través de las emociones, las sensaciones, la sensualidad, la belleza, el placer… Los momentos fugaces que provocan escalofríos. Sobre personas que se atreven a llegar al límite del deseo o que tocan lo sensual, lo bello y lo placentero… aunque luego caigan derrotados, abandonen todo o les quede tan solo un recuerdo. Atreverse a vivir…, esa es la cuestión.

Call me by your name nos lleva a un verano tranquilo de los años 80 en el norte de Italia, donde un profesor universitario recibe en su hogar veraniego al alumno universitario que ultima su tesis y que además se convierte en ayudante también. El mismo ritual todos los años. Y su hijo Elio, de 17 años, espera con curiosidad y sorpresa, y un poco de hastío, quién es el inquilino del año. Esta vez llega el norteamericano Oliver, de unos 27 años… que es un auténtico torbellino, una ráfaga… suave y cortante. Y siempre con un “nos vemos” en la boca.

A partir de ese encuentro entre el adolescente y el estudiante universitario, fotograma a fotograma, se va construyendo una relación que va de la distancia, al acercamiento, sobrevolando a la amistad hasta culminar en el deseo y el amor…, “llámame por tu nombre”. Todo a través de la mirada de Elio en pleno periodo de encontrarse, perderse, de experimentar, probar, de buscarse, caerse, levantarse, de vivir un baile incesante de hormonas, de querer independizarse pero también buscar refugio… Y a través de sus ojos Oliver tiene la belleza de una figura griega, la perfección de las proporciones de Praxíteles… y su sensualidad.

Es un largo y tranquilo verano, sin sobresaltos, donde o se dejan llevar por el baile o montan en bicicleta o se pegan un baño en el mar o en la pileta de piedra. Donde es tiempo de quedar con los amigos y flirtear, oír canciones en la radio o con los cascos. Tiempo de leer, estudiar o tocar el piano. Momentos de tertulia con amigos de los padres o de escarceos amorosos. Y es el verano en el que Elio prefiere hablar de sus emociones, elige sentir… y lo prefiere a morir, a ir apagándose. Así arrastra a Oliver, que decide también hablar y sentir… Aunque sea tan solo, quizá, un paréntesis en sus vidas. Pero lo vivido, vivido está.

Y es un verano donde lo bello y lo sensual está en cada esquina: desde buscar el sentido etimológico de la palabra albaricoque, hasta encontrar bajo el mar una escultura de tiempos remotos o estremecerse con una mano que toca un hombro o emocionarse en la cama del otro, aunque esté ausente. O no quitar la vista de una cadena con la estrella de David. Escuchar una melodía de Bach al piano… o encerrar el deseo derramado en un albaricoque…

Un verano que queda atrapado en las imágenes de Guadagnino con la delicadeza de las palabras de un viejo maestro de la sensualidad y la belleza, James Ivory (que toma como punto de partida una novela de André Aciman). Y todo culmina con las palabras de un padre sabio que descubre a su hijo esa belleza efímera, pero que nunca desaparece. O mejor dicho pone palabras a lo vivido… De esa sensualidad efímera, pero que permanece… como las esculturas griegas que a lo largo de los siglos se muestran para ser deseadas. Para después recordar ese verano, después de una llamada telefónica dolorosa…, pero saber que fue mejor hablar que morir, aunque ahora, de momento, solo resbalen unas lágrimas por el rostro.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

10 comentarios en “Call me by your name (Call me by your name, 2017) de Luca Guadagnino

  1. No me he creído nada de esta película, mi querida Hildy, me suena a falsedad, a impostura, a cuento políticamente correcto en plena era Trump, a discurso preparado más para el hoy que coherente con ese ayer de los 80 (todos recordamos lo que eran los 80, y las connotaciones que podía tener la homosexualidad en un país mediterráneo como Italia, o España, en pleno despertar del SIDA). Se nota, en eso, demasiado la mano de Ivory, responsable de algunos buenos títulos (me quedo con Lo que queda del día) pero también de importantes truños «de qualité», como aquel bodrio llamado Le divorce, que sepultó lo poquito que quedaba de su carrera. Esteticismo y no estética, apariencia de sentimientos y no sentimientos mismos. Ves esta película y luego ves Sim amor (Loveless) y es fácil comprobar quién trabaja de verdad las emociones y quién hace estereotipos emocionales.

    Besos

  2. ¡Mi querido Alfredo… yo me dejé arrastrar totalmente por la sensualidad y belleza que la película exuda! Y eso es lo que me arrastra al cine de Guadagnino. Creo que es lo que él busca: una celebración del placer, de lo sensual… de las figuras de Praxíteles o de un bello cuerpo humano. Y Ivory mete su sensibilidad, cotemplación… y celebración también de los sentidos.

    Pues del ruso Andrey Zvyagintsev solo he visto Elena, que fue una película que me gustó bastante. Tengo que rescatarlo.

    Beso
    Hildy

  3. Estoy en parte de acuerdo con Alfredo… la película tiene a veces un hay un deje anuncio de colonias que hace que, al menos a mí, tampoco me haya emocionado en exceso la película. Aun reconociéndola que tiene muchas virtudes (y tampoco creo que el escenario italiano, más allá de la belleza de la villa, importe en el aspecto cultural, ya que no hay relación con un paisanaje prácticamente ausente). Pero ‘Call Me by Your Name’ no me agarra de las solapas y me zarandea, como por ejemplo sí me pasaba con ‘La vida de Adèle’.

  4. Qué bueno, mi querido crítico abúlico, porque a mí La vida de Adele me pareció muy interesante, pero no me emocionó, no me tocó la tecla. Lo que me gusta de Call me by your name es que da igual que sea un amor homosexual o no, sino que lo que te llega es ese carpe diem, de aprovecha el momento, lánzate, habla, siente, disfruta de lo bello (si es que puedes)… y lo que tenga que pasar, pasará. Has aportado algo muy interesante… y creo que sí interesa que sea en Italia, en un clima Mediterráneo, en una cultura antigua, donde se puede palpar el pasado, y encontrarte con lo efímero. (Jajaja, qué profundidad, Dios mío).

    Beso
    Hildy

  5. Pues mira, me refería a Italia en el aspecto contemporáneo de la película, pero me parece muy interesante ese apunte a la conexión clásica, en buena medida más abierta a la exploración del amor y la sexualidad entre hombres, sobre todo en el mundo helenístico. Tu alusión me recuerda a aquella escena en Pompeya de ‘Te querré siempre’, la de los amantes calcinados. Quizás precisamente esa manera de expresar el lánzate y el carpe diem la que me resulta (a veces, eh) un poco plastificada.

  6. Guadagnino es discípulo directo de Bertolucci. Y en concreto esta película bebe de «La Luna» (1979). Como en Bertolucci, personajes arrebatados por sus emociones viviendo cada instante cono si fuera el último y haciendo su propia revolución interior. En mi opinión una auténtica delicia y creo que sí es importante el contexto y todo lo que comporta la cultura clásica, la arqueología y el arte. Tan importante como lo eran las ruinas de Pompeya en «te querré siempre».

  7. Sí, para mí fue también una delicia ver la película, querido Jose, y pienso también que es importante la cultura clásica, la arqueología y el arte en esta historia que nos están contando. Y me resulta muy interesante que nombres a Guadagnino como discípulo de Bertolucci. No lo había pensado. Curiosamente, La luna todavía es una de mis películas pendientes… pero ahora haré que adelante puestos.

    Beso
    Hildy

  8. Comparto completamente tus emociones al ver la película. A mí también me arrastró. Y la música de Sufjan Stevens le sienta fenomenal.
    Una película deliciosa.
    Alberto Mrteh (El zoco del escriba)

  9. Qué bueno leerte, querido Alberto, hacía tiempo que no te pasabas por aquí. Qué magia se produce cuando se comparten emociones ante una película, un cuadro o una canción (ahora me he puesto por youtube la música de Sufjan Stevens). Sí, una película bonita, muy bonita…

    Beso
    Hildy

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