Fionn Whitehead es Tommy en Dunkerque de Christopher Nolan… y fue quién más me llamó la atención en esta película. “Corre, Tommy, corre… y vuelve a casa” es el leitmotiv que envuelve cada uno de los fotogramas. Le conocemos corriendo… y no para. Y la historia de Tommy es tan potente, que no hacía falta más. Tommy corriendo por las calles, entre balas y bombas. Corriendo en la playa… Corriendo con una camilla. Nadando… y volviendo a correr. Sin respiro. No hacía falta más historias, ni sus tres tiempos para contarlas… tanto es así que abandono hasta los ojos de Tom Hardy en ese avión que surca el cielo. Pero lo que son las casualidades cinéfilas, busco información de Whitehead (que no será la última vez que lo veamos) en Internet y recaigo, cómo no, en Wikipedia… y leo “Nolan comparó a Whitehead con un joven Tom Courtenay” y me llevo las manos a la cabeza: hace dos días he visto por primera vez una de las obras más emblemáticas del Free cinema, La soledad del corredor de fondo de Tony Richardson… y quedo totalmente fascinada por un jovencísimo Tom Courtenay como Colin Smith… que corre y corre sin parar y deja un fascinante retrato sobre la rebeldía, sobre no someterse a nadie.
Y entonces mi cabeza vuelve a las imágenes del reformatorio donde Colin Smith pasa sus días después de haber robado el dinero de una panadería, y recuerdo otro recinto cerrado que me cuenta otra historia. Esta vez voy a un centro de acogida de niños con problemas muy graves. Su director, Claude Barras, me abre un universo en stop motion. Me cuenta La vida de Calabacín. Unos niños de ojos grandes con historias duras… No se huye de la realidad. Los momentos duros y los momentos dulces… una pista de baile y una bola de luces, la nieve, un cometa…
Muchos de esos niños son protagonistas de infancias robadas. Y los podemos imaginar de mayores en otra sala de cine. En La vida de Calabacín, a veces, huyen de su tormento, o les sirve precisamente para vomitar todo lo malo, a través de sus dibujos y sus cartas. Y es que dibujar puede crear un universo o transformar una realidad: convertir una casa triste en un mundo de color. Eso ocurre en Maudie, el color de la vida de Aisling Walsh.
Maudie cuenta una historia sobre una bella y una bestia o sobre dos adultos que no han tenido una vida fácil y terminan viviendo juntos en una pequeña casita por circunstancias complejas. Y ella empieza a pintar sus paredes y pequeños trozos de madera con coloridos alegres. Plantas, árboles, gatos, gallinas… Y los dos construyen su particular historia. Ella es Maud Dowley, una pintora canadiense, y su compañero fue Everett Lewis. Maud tenía barreras físicas; Everett, emocionales. Pero los dos supieron convivir juntos, enmarcar su vida en una ventana… En unas pinceladas de colores. Maud tiene el rostro de Sally Hawkins… y está estupenda. Pero es la bestia quien acaparó mi atención. Hay actores que han crecido conmigo… y uno de ellos es Ethan Hawke. Recuerdo perfectamente la primera vez que me fijé en él. Era el chico tímido, silencioso, incapaz de expresarse, tímido… pero que tiene todo un torrente de palabras en su interior que lucha por vomitar. Aquel que se sube a una mesa y grita “Oh, capitán, mi capitán”. Y la película de un director que suele tocarme, porque me llega: Peter Weir y El club de los poetas muertos. Veintiocho años después, Hawke se convierte en un hombre silencioso, incapaz de comunicarse. Con mucho dolor en su interior. Que daña, porque solo le han hecho daño… pero que construye su historia con Maudie y es capaz de darse cuenta, con lágrimas en los ojos, de que es mejor persona que él. Y que no puede estar sin ella… pues ella ha creído en él.
Y nos vamos a personajes difíciles, con los que cuesta empatizar pero que remueven. Nunca dejan indiferentes. Por dos motivos: porque incomodan, porque logran tocar una fibra sensible de quien los mira, porque duelen o porque muestran una radiografía particular de una sociedad. Aquí me meto de lleno en el cine patrio. Una ópera prima y otra de continuidad contra carros y carretas. Eduardo Casanova, el Fidel de Aida, se pone tras las cámaras y nos pinta un extraño mundo de color de rosa. Pieles. Recopilo los wasaps que puse sobre ella a la persona que me dijo que tenía que verla: “A pesar de la perra vida, del dolor, del sufrimiento del diferente, de la poca poesía de la vida, Casanova quiere seguir creyendo que la vida puede ser de color de rosa”. “Obviamente la historia que me ha tocado ha sido la más melodramática, el niño sirena y familia”. “La secuencia del principio es la clave. Y un resumen muy heavy de la historia y de la vida: los que sufren y los que hacen sufrir”. “No, no he visto solo fealdad. He visto que contaba cosas unidas a lo sórdido, a lo cruel, a lo horrible con una mirada cubierta por unas lentes rosas”. La otra es Selfie de Víctor García León, uno de los retratos más certeros sobre la situación política y social actual. Y lo hace a través de un humor que da collejas, que duele… con un poco de negrura y mala leche, pero también unos toques de ternura. Una cámara sigue la vida de Bosco, un pijo que por circunstancias (como que a su padre, del PP, le metan en la cárcel por corrupción) termina en Lavapiés y buscándose la vida. Desubicado y sin complejos termina enamorado de una chica ciega, seguidora de Podemos. Hay bofetadas y collejas para todos.
Sí, es agosto… y una que no corre ni vuela fuera de la ciudad… busca el aire acondicionado de las amadas salas de cine o el ventilador y el abanico en el salón de su casa… y se deja llevar por destellos de cine.
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¡A mí también me recordó a Courtenay! De hecho decía por ahí que tenía cara de Free Cinema, auténtica, fuera de los cánones homogeneizadores de belleza y sugerente en sí misma. Coincido también en que en la playa está la verdadera película a haber rodado. Todo lo del barco me parece tan tópico y tan simple… Aparte del dolor de oídos ocasional que Molan podía haberse ahorrado. Creó que con 50 decibelios menos ‘Dunkerque’ me hubiera gustado un poco más…
Sí…, me sorprendió la afirmación de Nolan. Sobre todo pq acababa de ver Dunkerque y La soledad de un corredor de fondo. Y vi claramente el paralelismo entre ambos.
A Tom Courtenay lo vi hace poco, ya anciano, demostrando lo buen actor que sigue siendo en «45 años».
Beso
Hildy
Estupendas comparaciones. Leyéndote me ha venido otra a la cabeza, la del cine de los hermanos Dardenne, donde sus personajes protagonistas no paran de dar vueltas y vueltas a la ciudad en busca de algo: salvar el pellejo en el caso de Tommy, el actor Fionn Whitehead cuyo nombre ya no olvidaremos. Personajes para los que, contradiciendo a Kavafis, el viaje mejor olvidarlo cuanto antes.
Saludos.
Sí, es verdad, querido Licantropunk, en las películas de los Dardenne siempre hay alguien que no deja de correr. Y qué, buena tu observación, hay muchas personas que prefieren olvidar el viaje que les lleva finalmente a un destino.
Beso
Hildy
No he visto aún DUNKERQUE pero aprovecho de recordar 2 cintas en que se alude a la épica evacuación
-MRS. MINIVER(«Rosa de Abolengo» en Chile)con Mirna Loy filmada en plena guerra
-LA DERROTA GLORIOSA con Jean Paul Belmondo en los años 60
IVÁN
Mi querido Iván, ¿te refieres a La señora Miniver de William Wyler con Greer Garson? Sí, me gusta esa película, pero no recordaba que recogiera el episodio histórico de Dunkerque, luego me recuerdas que tengo que volver a verla. La de Belmondo no la conocía, aquí se tituló Fin de semana en Dunkerque. Me la apunto.
Beso
Hildy
Me hubiera gustado que viera en «Dunkerque» algo que me gustara tanto como a vosotros. Escuchar una frase ridícula cada 10 minutos me sacó totalmente de la historia e hizo que me diera todo igual. Gran decepción. Por ahí destacan la música que no pudo parecerme más espantosa. Me acordé de «La delgada línea roja» porque esta película es lo opuesto.
Sin embargo «La vida de calabacín» me pareció mágica. Recomendable para todo el mundo.
Alberto Mrteh (El zoco del escriba)
Querida Hildy
Tienes razón,por citar de memoria confundí a Greer Garson con Mirna Loy,pero es la misma cinta.
El episodio de Dunquerque aparece poco después del inicio,el Sr.Miniver que era Walter Pidgeon, es requerido a medianoche junto con otros dueños de lanchas a motor para integrar una precaria flotilla que atraviese el canal para sumarse a los esfuerzos de la evacuación.
La película de Belmondo incluía a una joven y bella Catherine Spaak y es bastante amarga,especialmente el final.
IVÁN
Mi querido Alberto, como digo a mí lo que más me llamó fue la historia del joven Tommy y muchas de las secuencias relacionadas con él (la del principio por las calles hasta la llegada a la playa, la carrera con la camilla…), pero no me parece una película redonda, aunque te reconozco que no me decepcionó tanto como a ti (la verdad es que no retiré la mirada de la pantalla ningún segundo y me mantuvo en tensión) ni me pareció ridícula pues quizá me dejé llevar más por las imágenes, por cómo me contaban visualmente la historia. ¡Todavía no he visto La delgada línea roja, es una de mis películas pendientes de Terrence Malick!
¡También me pareció mágica La vida de Calabacín y como tú… se la recomiendo a todo el mundo!
Beso
Hildy
Mi querido Iván, ¡ahora que me cuentas dónde aparece Dunkerque en la señora Miniver… y voy recordándolo… Mil gracias por el recordatorio!
Jo, me apetece, por cómo lo cuentas, la de Belmondo.
Beso
Hildy
Me ha gustado tu crónica y esa elegante y sutil miscelánea de vínculos cinematográficos. No sé el motivo, será por correr y correr, me ha venido a la memoria la maravillosa El hombre del carrito. Salvo que flaquee en mi determinación, no iré a ver lo último de Nolan por mi animadversión a ese cineasta. No sé cómo habrá aguantado el paso del tiempo, pero me gustó La soledad del corredor de fondo y su retrato no solo de la rebeldía, también de reivindicación social encubierta o no tanto. Un abrazo y me alegro de tu elegida clausura en estas fechas tan vacacionales.
Querido, querido Altaica, pues me acabas de descubrir una película, además de confesar que soy una total desconocedora de la filmografía de Hiroshi Inagaki. Así que me haces feliz, ¡una nueva búsqueda! Yo creo que ha aguantado bien el tiempo La soledad del corredor de fondo. No la había visto nunca y me llegó con mucha fuerza.
Beso desde la sala de cine
Hildy
Qué manera de moverse entre cintas… Un poco como nuestra cabeza en un mes de asueto, vagando de aquí para allá… Debo reconocer que ni Dunkerque ni la peli de Casanova, y mucho menos de la de Selfie, me han gustado demasiado. Bueno, estas dos últimas nada de nada. La de Nolan se deja ver pero me parece por completo fallida. Otro artificio puro de este señor que necesita un guionista de verdad pero ya.
Besos
Mi querido Alfredo, sí, me estoy dando una buena panzada de cine este verano. Dunkerque no me pareció una película redonda y la pongo bastantes peros… No obstante la historia de Tommy y alguna de las secuencias de las que es protagonista hicieron que me mereciera la pena verla. Las dos españolas no me dejaron indiferentes por varios motivos y Selfie me pareció una interesante radiografía del estado social y político del país desde un humor oscuro con gotas de mala leche.
Beso
Hildy