Los Miserables (Les Misérables, 2012) de Tom Hooper

Los Miserables ha sido la primera película del año 2013 y me ha dado una de cal y otra de arena. Cuando empecé a verla sentí que no me gustaba la forma en que me la estaban contando, el lenguaje cinematográfico empleado, pero pronto me quedé encandilada con la historia, los personajes (y los actores que lo encarnaban) y con las canciones (cuántas canciones hermosas…).

… Parto confesando de antemano que no he leido la extensa novela de Victor Hugo y que tampoco he disfrutado nunca del musical en los teatros. Ni he visto ninguna de las versiones que se han hecho para cine ni para televisión. Después de una confesión, vienen otras: amo el cine musical y Tom Hooper no me encandiló con El discurso del rey (me pareció una película agradable con un buen reparto). Así después de este párrafo de confesiones, voy al grano.

¿Qué es lo que no me gustaba de la realización de Hooper? Se le escapaba la épica, se le escapaba la intimidad… su cámara bailaba pero no es Max Ophüls (por supuesto nadie se lo ha pedido ni tiene por qué serlo. Sólo lo nombro por hablar de un director que hacía bailar bien a la cámara)… para que la cámara baile tiene que merecer la pena que baile y pasee por distintos ambientes porque tiene qué mostrar. Tiene que servir para algo. Los primeros planos daban una aparente calma a una cámara imparable… pero era tan evidente el movimiento. Ahora el actor sufre, primer plano. Ahora toca la épica, muevo la cámara de un lugar a otro. Subo y bajo. Y hago doble pirueta. Los Miserables daba para números absolutamente impresionantes y se quedaron en correctos. Me viene a la cabeza el sentido de cine musical de Rob Marshall (por traer a un director de musicales del siglo XXI) incluso en su fallida Nine. El puerto donde Fantine cae y cae…, la taberna de los mesoneros, la fábrica, las barricadas, las iglesias, el cementerio, los tejados de la ciudad, las cloacas… estaba lleno de escenarios para unas coreografías donde la cámara bailara a gusto…

Pero ¿qué es lo que salva Los Miserables? Que Hooper realiza una dirección correcta (sin mucho riesgo… y con esa cámara bailarina) como la que hizo en El discurso del rey y que cuenta también con un elenco de actores brillantes y con una historia de un romanticismo exacerbado del siglo XIX donde los desherados de la tierra tienen el absoluto protagonismo. Una historia con unos personajes que se comen la pantalla y con unos conflictos universales que llegan al espectador a través de fórmulas melodramáticas y de folletín. Así la historia se sustenta por el enfrentamiento a lo largo de los años entre Jean Valjean, que sufrió terrible castigo por robar un mendrugo de pan, y el policía Javert que piensa que un criminal siempre será un criminal. A partir de esta historia surgen triángulos, dúos, y cuartetos entre personajes de los bajos fondos (y también de una especie de clase media)… El bien, el mal, la posibilidad de redención o perdón, lo revolucionario unido a lo espiritual, la lucha de un pueblo que persigue la libertad, escapar de la opresión y de la pobreza… y la consecución de la felicidad es sólo posible después de la muerte o a través de dos jóvenes enamorados y puros que durante sus vidas tienen varios protectores de los bajos fondos que hacen posible que salgan adelante. Cossette y Marius alcanzan la felicidad y el amor puro por el sacrificio de Fantine, Eponine o Valjean.

… Y canción tras canción, fui sintiendo unas ganas enormes de inmiscuirme en la palabra escrita de Victor Hugo. De profundizar y conocer más las situaciones y los personajes y el periodo histórico que cuenta y describe. También disfruté al máximo las voces e interpretaciones de Hugh Jackman, un atormentado Valjean, Anna Hathaway como una sufridora Fantine y Russell Crowe, el policía que sigue la máxima del deber por el deber y que salió también de los bajos fondos. Ellos son el triángulo que dispara la trama. Así como del otro triángulo formado por los jóvenes, la pura Cossette (Amanda Seyfried), el joven revolucionario Marius (Eddie Redmayne) y Eponine (Samantha Barks), una desheredara enamorada de la persona equivocada. El contrapunto cómico lo dan una pareja de mesoneros rastreros y malvados que saben llevar a la perfección Sacha Baron Cohen y Helena Bonham Carter… que abandonan la calle de Fleet para meterse en calles francesas…

Así fue una sensación extraña porque me vi arrastrada por unos personajes, una buena historia y unas canciones que finalmente me hicieron disfrutar bastante de Los Miserables… aunque el cómo me contaban esa historia no me convenciera del todo…

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