El sospechoso (The suspect, 1944) de Robert Siodmak

Robert Siodmak es un realizador que lo tengo en fase de estudio y que cada vez me fascina más. Todavía me falta por descubrir parte de su obra, entre otras la deseada A través del espejo (que espero  conseguir pronto). El director me ha deleitado con distintas películas y con un dúo de cine negro que me fascina: Forajidos y El abrazo de la muerte (ambas protagonizadas por mi adorado Burt Lancaster).

Pero en mi viaje he recalado en La dama desconocida, La escalera de caracol, Pesadilla, Una vida marcada y volando entre aventuras de La reina cobra o El temible burlón. Ahora le ha tocado el turno a El sospechoso, y Siodmak sigue sin desilusionarme.

El director sigue confiando en su actriz fetiche, la bella Ella Raines (ningún director volvería a confiar en ella de igual manera), y sobre todo deja que Charles Laughton deleite con el arte de la interpretación dejando un retrato de un hombre normal, un buen hombre incluso, que a principios del siglo XX en Londres, una serie de circunstancias, el sino (como se dice en el cine negro), le convierten en un asesino.

Pero son varios los logros de esta película de dirección siempre elegante y de momentos cinematográficos clave. La construcción perfecta de una estructura y de unos personajes secundarios que darán la clave para que surja “la conciencia del asesino” como dice el incansable detective (y muy antipático, por cierto…, el público esta vez —y esto está muy feo, lo sé— está deseando que se salve el asesino…).

Entre los personajes que forman este puzle (cuando una película es buena ninguno de los personajes sobra) está la señora esposa del personaje de Laughton, una impagable Rosalind Ivan, que está estupenda como mujer-pesadilla e insoportable (de nuevo volvería a ejercer de esposa castrante en esa joya que es Perversidad de Fritz Lang). El matrimonio vecino, la adorable esposa y el marido maltratador y borracho (Molly Lamont y Henry Daniell), y como no ese inspector Huxley (Stanley Ridges) que nos regala escena cinematográficamente valiosa de recreación genial de un asesinato que no hemos visto.

La película es un delicado ejercicio donde nos presenta una triste recreación de un amor imposible. Y ese amor imposible ocurre entre una bella joven solitaria y sin trabajo y un hombre orondo casado y cansado de la cotidianeidad y miserias de su vida cotidiana. Ambos unen sus soledades y tristezas…Y ese amor es real. Pero los obstáculos sociales, de costumbres y de clase provocan un comportamiento inusual en un hombre bueno que le inducen al doble asesinato… alejando, quizá para siempre, su posible felicidad. Así una historia cotidiana, y aparentemente sencilla, se transforma en pesadilla oscura.

Así Siodmak va construyendo esos héroes cotidianos que se ven asaltados por un destino inevitable que rompe todas sus posibilidades de felicidad. La direferencia es que mientras en su dúo maravilloso de cine negro el héroe enamorado se confunde de mujer al entregarse a la femme fatale que destroza su existencia, aquí el destino del protagonista es más triste aún pues esa mujer que cambia su destino es tan buena persona como él…

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