Lecho de rosas (Bed of roses, 1933) de Gregory La Cava / Un marido rico (The Palm Beach Story, 1942) de Preston Sturges

Al principio decidí unir estas dos películas por un actor, Joel McCrea, pero luego me he dado cuenta de que hay otra razón poderosa para unirlas a ambas: el olvido en el que han caído tanto sus actores principales como sus directores —también guionistas—. Pese a que tanto en festivales o filmotecas e incluso ahora en el mundo dvd se trate de rescatar del olvido a sus directores y actores…, no es suficiente. Son obras minoritarias, apenas llegan. El olvido sigue pesando. La televisión tampoco hace mucho por rescatar estos clásicos. Y, de nuevo, saco a relucir el tema del acceso y distribución de estas obras mucho menores que otros clásicos y que por tanto no llegan a calar en la memoria colectiva como otro tipo de películas. 

Así algunos que brillaron con luz propia en años treinta y cuarenta (e incluso en los veinte)… ahora en el siglo XXI apenas se les recuerda a no ser que seas un buscador incansable del baúl de los recuerdos. ¿Por qué apenas se recuerda a Constance Bennett (la hermana de Joan), Joel McCrea, Claudette Colbert o Mary Astor…, por no nombrar toda una galería de ilustres secundarios? ¿Por qué nos suenan mucho menos Preston Sturges o Gregory La Cava que otros creadores del mismo periodo? 

Las dos películas que nos ocupan tienen mucho interés. Una además de recuperar a una de las Bennett nos permite imaginar que tipo de cine se hubiera ido haciendo en Hollywood si nunca hubiera existido el código Hays o los que es lo mismo el código de censura que se puso en marcha en 1934. La otra nos deja ver lo mejor de las screwball comedy, los ingredientes de locura, risa, cinismo y crítica rociados con lucha de sexos, amor, lucha de clases y todo aromatizado con el suficiente surrealismo. 

Lecho de rosasNo es una película redonda pero está llena de curiosidades y momentos además de ser un maravilloso ejemplo de cómo podría haber evolucionado el cine sin el código Hays. 

Algunos de los ingredientes de esta película que mezcla como quiere el drama y la comedia, como la vida misma, desaparecieron años y años del cine. Por lo menos de manera tan explícita. 

Pasen y vean: las dos protagonistas salen de la cárcel y las dos son chicas malas, jóvenes de la calle que en ningún momento lo ocultan. Dos chispeantes chicas tanto en su comportamiento como en su forma de vestir, sus acciones, sus diálogos y métodos: dos geniales intérpretes con el rostro de la bella Constance Bennett (absolutamente olvidada mucho más que su hermana, Joan) y Pert Kelton (secundaria más olvidada aún, yo no la conocía). A la salida de la cárcel las dos tienen claro que no tienen intención de reformarse. 

Seducen, emborrachan, roban a todo hombre que se ponga en su camino para conseguir sus objetivos. Son chicas prácticas, tienen claro que no quieren volver a prisión pero… quieren tener dinero y no pasar más penalidades.Sus aventuras las llevarán a una a casarse por conveniencia y a la otra a vivir a lo grande como amante de un famoso editor soltero (cada vez que hay una escena de celos o posible ruptura, ella siempre amenaza con el suicidio por amor). Pero ambas nos son simpáticas por estar llenas de vida y por luchar para encontrar una mejor posición en la vida. 

La protagonista, la Bennett, se encuentra en una encrucijada… seguir de amante de lujo de su editor celoso —que podría ser su padre— donde los dos saben muy bien cuál es su papel o abandonar todo por el amor verdadero que siente por un marino trabajador…pero sin blanca (bellísimo Joel McCrea).  

Entretenida y corta película que nos deja ver la química maravillosa entre McCrea y Bennett con diálogos y situaciones ingeniosas. Sin ningún tipo de juicio moral. Lorry (la Bennett) y Minnie (la Kelton) siguen siendo las mismas a lo largo de toda la película, sólo que una se enamora realmente. 

En los años treinta la Bennett era toda una estrella cinematográfica y un reclamo en la prensa de los chismorreos. Siempre cuentan que sus escándalos amorosos tienen que ver con su retiro del cine…y su caída en el olvido…ninguna de sus películas ha tenido numerosas reposiciones o se han convertido en grandes clásicos. 

Gregory La Cava deja ver su personalidad sincera y su manejo de la diferencia de clases o su facilidad para diálogos geniales. Este director relegado en los recuerdos cinéfilos toma el tema de la diferencia de clases en todas sus grandes películas: la maravillosa y divertida Al servicio de las damas, la interesante Damas del teatro o la entrañable La muchacha de la quinta avenida. 

Un marido ricoAquí el atractivo Joel McCrea no sólo es protagonista sino que se encuentra en uno de los momentos álgidos de su carrera. Además, es actor fetiche del gran director de comedias Preston Sturges (hombre aventurero y peculiar que con su muerte temprana no pudo ser muy prolífico). Al final de su carrera McCrea sólo protagonizaría películas del oeste (algunos muy buenos), sin embargo, había demostrado su versatilidad en dramas sociales, comedias alocadas u otro tipo de géneros durante los treinta y cuarenta. 

Su pareja en esta alocada y divertida comedia es la gran dama de la comedia (y a veces del melodrama), Claudette Colbert… también en el siglo XXI de capa caída. ¿Y qué me dicen de la mejor mujer fatal o en el futuro madre bondadosa aquí en un papel de millonaria excéntrica y encantadora, Mary Astor?¿Quién la recuerda? 

Preston Sturges es un maestro de la risa. Nos hace reír del amor, de la forma de vida y de la manera de pensar de los millonarios, de la vida en sí, de la vida en pareja, de los equívocos…, y nos deleita de nuevo con mujer aventurera con mucho encanto (la Colbert). Sturges nunca olvida dosis de surrealismo y risa. En esta película hay varios secundarios maravillosos, tan excéntricos y tan divertidos… ese anciano sordo, el rey de la salchicha, irónico y cínico, que reparte su dinero, ‘porque está forrado’, a los jóvenes enamorados. O ese ¿mantenido?¿amante?¿acompañante? extranjero, que recibe el nombre de Totó, y que siempre anda detrás de la genial millonaria con cara de Mary Astor… 

Además, como nos tiene acostumbrados el director (en, por ejemplo, Las tres noches de Eva, divertidísima, o en la inteligente Los viajes de Sullivan) construye una genial idea original. Un matrimonio de jóvenes enamoradísimos pero que viven penosamente en el plano económico. Ella decide abandonar a su marido y conseguir un divorcio rápido por amor… quiere casarse con un hombre rico para que los sueños de su marido (un arquitecto e inventor pero sin dinero para llevar a cabo sus proyectos) y los de ella se hagan realidad. Pero su marido no está dispuesto a que ella cumpla su descabellado plan, ambos se ven envueltos en mil y una aventuras y convertidos en hermanos ante otros hermanos millonarios y extravagantes…, puro screwball comedy. Diversión asegurada.