Otra declaración de amor inolvidable

A veces, en algunos post he destacado declaraciones de amor que tocan la fibra sensible.

Hoy les toca a Jimmy y Judy que se encuentran con su amigo, el sensible y solitario Platón (Sal Mineo), en una casa en ruinas. Los tres por diferentes motivos no paran de huir. De huir de todos los problemas que cada vez les pesan más. Después de jugar los tres y de que Platón caiga entre agotado y feliz y se quede profundamente dormido, nace una mayor complicidad e intimidad entre los dos adolescentes que se ponen a hablar. Y de ahí surge la escena de amor. Cuando los dos deciden abrirse y encarar juntos todo el vacío que sienten.

Me estoy refiriendo a una escena mítica de Rebelde sin causa (1955) de Nicholas Ray. Nadie puede imaginar a dos actores mejores que James Dean y Natalie Wood, adolescentes rebeldes, sin causa, y sensibles, con los sentimientos a flor de piel. Son los últimos momentos de calma en la película antes del drama final. Una escena absolutamente intimista.

Judy: ¿Es así cuando se ama a alguien?

Jimmy: No lo sé.

Judy: ¿Qué tipo de persona crees que desea una chica?

Jimmy: Un hombre.

Jimmy: Sí. Pero uno que sea amable y tierno. Como tú. Y alguien que no se escapa cuando lo necesitas. Como ser amigo de Platón cuando nadie lo quiere. Eso es ser fuerte.

Jimmy hace carantoñas, ruidillos. Se hace el mimoso. Está a gusto con Judy. Con sus palabras. Ella sonríe. Jimmy habla.

Jimmy: No vamos a volver a estar solos de nuevo. Nunca jamás. Ni tú ni yo.

Judy: Amo a alguien. Todo el tiempo he estado buscando a alguien que me amase. Y ahora amo a alguien. Y es tan fácil. ¿Por qué es tan fácil ahora?

Jimmy: No lo sé. También lo es para mí.

Judy: Te amo, Jim. De verdad.

Jimmy: Bueno, me alegro.

Ambos se besan.

Es una película triste y nostálgica. De los años cincuenta. Se han escrito ríos y ríos de tinta sobre el rodaje, sobre la relación que surgió entre todos los jóvenes, y de los jóvenes con su director. Para un libro. Y, vuelvo, a repetir, triste. Quizá, lo más premonitorio de esta historia es que los tres protagonistas, los tres actores de carne y hueso, no tuvieron un final feliz en sus vidas. Los tres murieron de manera violenta y jóvenes. James Dean, en un accidente de coche; Natalie Wood, ahogada en el mar (tenía pánico al agua) y Sal Mineo, acuchillado. En la pantalla siguen amándose…