La abeja reina (Queen Bee, 1955) de Ranald MacDougall

La reina abeja

Joan Crawford, más malvada que ninguna…

En el mítico tomo de los años 30 de Mis inmortales del cine de Terence Moix, cuando el escritor y cinéfilo escribe su texto sobre Joan Crawford en un momento dado dice: “el que había de ser su filme más involuntariamente cómico: Queen Bee (es decir, La abeja reina). Puso a prueba el masoquismo de todas las espectadoras que aspirasen a identificarse con ella porque era la mujer más perversa que jamás pisó las mansiones de Georgia. No había maldad que no pudiese infligir a todos los miembros de su familia, dominados por su férrea dictadura. Y, mientras la ejercía, ella iba exhibiendo los mejores modelos de Jean Louis. Era una víbora con piel de visón”. Pues bien, es verdad, ahí reside el encanto de esta película, en la perversidad de su heroína: Eva Phillips. Y es cierto que no puedes evitar que una sonrisa se marque en tu rostro pensando cuál será la próxima perrería, la bordería siguiente o la explosión de nervios desatada que se espera de ella. Sí, también hay desajustes de guion y pequeñas locuras que vuelven todavía más encantador el visionado de esta película.

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