Cuentos de terror de Dario Argento. Suspiria (Suspiria, 1976) / Phenomena (Phenomena, 1984)

suspiria

Adentrándome por fin en la filmografía del realizador italiano Dario Argento, me atrevo con él, por recomendación de un buen amigo, con el visionado de dos cuentos tenebrosos. Suspiria y Phenomena tienen varios paralelismos que hacen interesante y gratificante su análisis. Los que me conocen un poco saben que el cine de terror es una de mis muchas lagunas cinematográficas, pero cada vez es un género que voy visitando más. A diferencia de otros amigos de generación, que se engancharon al cine por este género…, yo durante mi adolescencia y juventud huí de él. Ahora que soy más mayorcita, me voy atreviendo a hundirme en las tinieblas.

De Argento solo había visto, y hace relativamente poco uno de sus giallos, El pájaro de las plumas de cristal (forma parte de la trilogía de los animales junto a El gato de las nueve colas y Cuatro moscas sobre terciopelo gris). El giallo, esa mezcla de thriller y terror, es totalmente desconocido para mí. Solo conocía la teoría y lo que había leído en libros, así que me queda casi todo por descubrir. Es uno de los caminos que abrió la influencia del maestro del suspense por el mundo. Con Psicosis marcó una senda en el cine del suspense y el terror. Hitchcock, innovador y referente de otros realizadores.

Pero Argento, además del giallo, se lanzó a un terror con tintes fantásticos. Y tanto Suspiria (es la primera película de otra trilogía del director, la de las madres) como Phenomena entrarían dentro de esta categoría. Su visionado lo disfruté porque, como he dicho al principio, lo viví como dos cuentos terribles, insanos y enfermizos. Dario Argento, creador de ambientes extraños y tenebrosos, te atrapa por su poder visual y una estética especial. Argento, macabro, realiza verdaderas coreografías a la hora de filmar las muertes de sus víctimas (todavía tengo tendencia a taparme los ojos —modalidad abanico… mirar con repelús entre los dedos abiertos—, pegar brincos y poner caras de asco o de pánico…).

Desde la más absoluta ignorancia del género (y de la figura de Argento), como ya he confesado al principio, tanto Suspiria como Phenomena me han resultado opciones muy ricas a la hora de explayarse en la escritura. Dos películas con paralelismos sugerentes.

Paralelismos

Las dos protagonistas son dos jóvenes norteamericanas, delicadas y blancas como la nieve (Dario Argento ha reconocido la influencia que tuvo en él Blancanieves y los siete enanitos), que llegan a un país europeo (Alemania una, Suiza la otra) y a una residencia hostil. Ambas son extremadamente sensibles y capaces de ‘percibir’ más allá… que cualquier otro personaje de la trama.

Las actrices elegidas dan un toque especial a sus personajes. Indefensas pero fuertes a la vez. Extremadamente sensibles, como de otro mundo. Extrañas, etéreas y delicadas. Ambas habitan un nuevo mundo enfermizo e insano. Ambas viven en una especie de bosque tenebroso o de casa encantada que les depara obstáculos terribles… lleno de criaturas horripilantes. La mirada que las dos depositan al mundo devuelve un universo onírico con gotas de pesadilla y locura. Solitarias, no existe el príncipe azul en estos relatos fílmicos. En uno se convierte en un ser anónimo que solo aporta más inquietud (Miguel Bosé) y en la otra hay una ausencia total (la joven solo recibirá ayuda de los animales…).

En Suspiria, la joven protagonista es Jessica Harper, actriz que había adquirido cierto halo de culto por su aparición en El fantasma del paraíso de Brian de Palma. Harper, delicada y delgada, hace creíble su papel de bailarina exquisita y frágil, casi enfermiza. Mientras en Phenomena continua la carrera de una niña con rostro de Jennifer Connelly, que había demostrado su potencial y belleza desde su debut en Érase una vez en América de Sergio Leone (amigo de Argento). El personaje de Connelly, más complejo que el de Harper, tiene una especie de extraño poder. Ella puede comunicarse mucho mejor con los insectos (y otros animales) que con los seres humanos. Las dos protagonistas tienen problemas con el sueño y eso las hace estar confusas gran parte del tiempo, quizá distorsionando más la realidad que las rodea. ¿Qué es fruto de sus cabezas adormiladas? ¿Qué es real? ¿Qué es pesadilla?  En Suspiria la protagonista se queda dormida por los rincones; en Phenomena además es sonámbula. Ambas muestran una inestabilidad mental y emocional en el momento que se suceden los hechos.

Los paralelismos también se dan en la estructura de la historia. Hay una fugaz voz en off, que amplifica la sensación de cuento, para presentar a las dos protagonistas fuera de su entorno habitual. Las dos películas empiezan con un asesinato iniciático que pondrá en marcha la trama. Asesinatos coreografiados como una danza macabra…, más evidente en Suspiria. El estilo visual de Suspiria está muy elaborado, es casi tan etéreo como su protagonista. La atmósfera extraña es casi otro personaje deslumbrante. En Phenomena su estilo visual es más sobrio y sucio dando a la historia un tono más desconcertante y extraño.

En las dos películas, las protagonistas se rodean de personajes a cada cual más extraño (acariciando siempre lo desagradable) y según va avanzando la historia, se van desarrollando más los hilos fantásticos. En Suspiria la sensación de irrealidad acompaña toda la película y va en crescendo… desde que la protagonista atraviesa la puerta del aeropuerto y se vislumbra una tormenta hasta el final del tenebroso cuento. En Phenomena la irrealidad es más brusca y el ambiente que rodea a la protagonista es extraño y desasosegante. En Suspiria la banda sonora extraña va al ritmo de lo etéreo; en Phenomena la banda sonora desconcierta desde el primer momento, creando una sensación de rechazo y dureza a lo que estamos viendo (hasta Iron Maiden está presentes en una banda sonora que apuesta por el heavy metal para un cuento de hadas tenebroso).

En Suspiria, la academia de baile es otro personaje fundamental de la trama. Un edificio con vida que oculta un misterio terrible. Cada detalle, cada puerta, cada ventana y cristalera, el juego de luces, las escaleras, los vestuarios, las clases…, todo forma parte de una especie de casa encantada, inquietante. En Phenomena juega más con los exteriores, con ese bosque tenebroso que oculta una casa maldita. Y la residencia será un sitio hostil donde la protagonista se siente continuamente fuera de lugar. La joven siempre quiere huir de allí, no se siente cómoda y sufre una especie de mobbing por parte de sus compañeras y de las docentes.

La presencia de insectos u otros seres vivos como pájaros o murciélagos acentúan la presencia continua de la muerte. Una muerte que acecha. Y también alude a la corrupción de los cuerpos sin vida, los cadáveres no descubiertos. También sirven de premonición de algo terrible. Si en Suspiria deparan momentos inquietantes, como la aparición de los gusanos; en Phenomena su presencia es constante y fundamental para hacer avanzar la trama. La protagonista tiene una relación especial con los insectos (como una especie de Carrie, tiene una escena de reina de las moscas que hace que miles de estos insectos rodeen la residencia… y que muestra cómo éstas la defenderían hasta extremos inimaginables) y sus únicos amigos en un país hostil serán un inválido y reputado entomólogo que vive en una casa junto a una mona adiestrada (que vuelve más extraña aún esta película, más fuera de la realidad)…

Finalmente en ambas películas lo terrorífico y fantástico, la presencia del horror que durante todo el metraje se ha intuido y manifestado de manera inquietante, toma forma física en una presencia monstruosa y deforme. En Suspiria tiene rostro de anciana decadente y en Phenomena de niño horrible.

Viejas glorias

Dario Argento se deja seducir, como otros directores de mundos extraños e insanos (y también signo de los últimos ramalazos de la caída del sistema de estudios) como los americanos Robert Aldrich o Curtis Harrington, por viejas glorias de cine de Hollywood y un añejo star system europeo. En Suspiria las damas que dirigen la academia de baile son de lo más siniestras y se esconden tras los rostros de viejas glorias: Joan Bennett y una Alida Valli cuya sonrisa provoca escalofríos. En Phenomena el ‘visitante’, la vieja gloria y uno de los reyes de la serie B, será un hombre que además ejerce como figura no solo sabia sino también protectora, como un hada madrina (pero por desgracia, para él, sin poderes). El entomólogo en silla de ruedas, que es siempre acompañado por una mona que no soporta el mal, tiene el rostro del actor británico Donald Pleasence.

Nuevas influencias

phenomena

Las películas de Argento de aquellos años setenta y principios de los ochenta (que han ido decayendo con el paso de los años incluso para los seguidores que más admiración le profesan) siguen creando escuela (tanto en la estética visual de algunos directores, como en la temática así como en la creación de ambientes enfermizos e inquietantes).

Así, por ejemplo, muchos son los que vieron en su momento la influencia de Suspiria sobre Cisne negro de Darren Aronofsky. No solo porque la protagonista fuera una frágil bailarina sino por muchos aspectos. Tanto la atmósfera inquietante creada a través de la heroína femenina (ese aire onírico y la presencia continua de la pesadilla rozando la locura) como los personajes incómodos que acompañaban su camino.

Una de las cosas que más inquietud me ha causado al ver las dos películas ha sido el empleo del sonido como elemento narrativo y exasperante. El ruido de pasos, los portazos, la ruptura de cristales, las respiraciones extrañas, las voces distorsionadas por la lejanía, el sonido del agua o el que emiten los insectos… Todo envuelto con una música que a veces distorsiona bastante más la historia que se nos está contando. Y este tipo de atmósfera y la importancia de los sonidos en las películas de terror fueron magníficamente reflejados hace muy poco en una película inquietante, Berberian Sound Studio de Peter Strickland.

Tanto Suspiria como Phenomena son un ejemplo de cuentos tenebrosos con una fuerza visual que evita el olvido. Estas películas crean una atmósfera inquietante que deja al espectador con un mal rollo continuo que perdura después de la proyección, que hace que permanezca en un estado como de semiinconsciencia…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.