Coctelera de películas. La bailarina (La danseuse, 2016) de Stéphanie Di Giusto / Eden Lake (Eden Lake, 2008) de James Watkins / Las dos vidas de Audrey Rose (Audrey Rose, 1977) de Robert Wise / Las furias (The furies, 1950) de Anthony Mann

La bailarina (La danseuse, 2016) de Stéphanie Di Giusto

La bailarina

La bailarina, ópera prima donde se nota la investigación alrededor de un personaje: Loïe Fuller. Aquellos que buscan primeras imágenes filmadas recordarán a una mujer con un enorme traje blanco y realizando movimientos que asemejan a una mariposa que serpentea con sus alas. Loïe Fuller patentó (y la costó casi la vida) un baile-espectáculo que fue muy imitado, donde era importante el traje blanco, los efectos de iluminación y el movimiento de dos varillas. Pero además Fuller era todo un personaje.

De mujer de vida compleja en el lejano oeste a mujer que salta al otro lado del océano para llegar a ser bailarina del popular cabaret Folies Bergère, y que logra pisar el escenario del Teatro de la Ópera de París. Fuller se construyó a sí misma, y creo con sumo cuidado su baile-espectáculo. Stéphanie Di Giusto se decanta por la forma y crea imágenes de una belleza casi onírica: tanto los ensayos, como los propios bailes, tienen un halo especial. Hay un momento en que Fuller y sus bailarinas parecen ninfas del bosque. La máxima rival de Fuller fue Isadora Duncan, con la cual estableció una compleja relación además de un posible enamoramiento. Si una era todo telas y efectos especiales. La otra era poca tela, la desnudez del cuerpo y su movimiento…

La bailarina es una película imperfecta, pero tiene imágenes de gran belleza, casi onírica. Además está rodeada de un halo de decadencia que cubre la historia y a los personajes. Y que muestra el final de un siglo y el principio de otro lleno de incertidumbres. Una decadencia que va de un lejano oeste en el ocaso a un París donde se va apagando una aristocracia que ya no encuentra lugar (con ese personaje oscuro del conde Louis d’Orsay)… y donde destaca una atormentada (mental y fisícamente) y vanguardista Loïe, tanto en su arte como en sus relaciones personales.

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Hitchcock (Hitchcock, 2012) de Sacha Gervasi

… Entre el inmenso maquillaje, uno siente que de un momento a otro la máscara del maestro del suspense va a estallar en mil pedazos y entonces surgirá un Anthony Hopkins liberado. El suspense también se vive por pensar que su prominente barriga se va a pinchar como un globo y va a salir disparado por los aires… Y piensas que es una pena que un maquillaje molesto que además no hace que se parezca nada al original pueda desconcentrarte de la película… Obviando este asunto y también su aspecto de telefilm lujoso, Hitchcock puede convertirse en un divertimento cinéfilo donde entran ingredientes de realidad y ficción sobre el proceso creativo de Psicosis.

Durante sus 98 minutos (¡por fin una película con una duración normal!) casi seguro que es imposible aburrirse. Además es un bonito reconocimiento a Alma Reville (Helen Mirren), la esposa de Hitchcock que aunque siempre estuvo en la sombra cada vez hay más voces que la consideran una pieza fundamental en la carrera del maestro. Es decir que trabajaban muy a dúo. Obviamente Hitchcock juega con los parámetros de todo biopic con lo que esta relación sale más luminosa que oscura y compleja (tal y como debió ser).

La película juega a ver una parte oscura que se simplifica en: ¡qué difícil es vivir tras un genio! Pero sin duda es esta premisa la que hace que se produzcan buenos momentos de complicidad y buenos diálogos entre Hopkins y Mirren. Y también es esta premisa la que lleva a concluir que su relación funciona porque ambos crean juntos y cuando trabajan los dos unidos surgen las buenas obras cinematográficas. El conflicto surge cuando parece que esta relación va a resquebrajarse porque Alma ya está cansada de los desmanes, obsesiones y dificultades que supone vivir con su señor esposo y le deja solo ante el peligro: ante Psicosis, una película distinta en su carrera que es un reto para el director y una oportunidad para recuperar la pasión de hacer cine de los viejos tiempos cuando apenas contaban con recursos económicos. Ahora Psicosis es una apuesta independiente, pues ningún estudio la avala económicamente y es el matrimonio Hitchcock quien costea la producción cinematográfica… Hitchcock se da cuenta de que no cuenta con el mismo apoyo de siempre de su mujer y además sospecha que tiene un affaire con el escritor y guionista Whitfield Cook con el que está trabajando codo con codo en un proyecto ajeno a su marido. Cuando parece que todo se va a ir al garete el matrimonio Hitchcock vuelve a unirse y vuelven a crear juntos realizando otra obra cinematográfica inolvidable.

Me emociona toda película en la que salga una sala de cine y allí se viva un momento importante de la trama (así ocurre en la maravillosa … Y el mundo marcha, en Los viajes de Sullivan, en La última película, en Cinema paradiso o recientemente en The Master), y así ocurre con un maestro del suspense nervioso fuera de la sala de cine donde se proyecta por primera vez Psicosis y que actúa como un voyeur, semiabriendo la puerta de la sala y fijándose en la reacción de los espectadores (observando sus rostros) ante la secuencia de la ducha.

La película también da una explicación a su obsesión por las intérpretes rubias, como que el director buscaba un ideal inalcanzable que no existía. Así él trataba de modelar ese ideal pero siempre se escapaba de sus manos… y su obsesión complicaba en exceso el trabajo con sus actrices. Algunas lo vivían como un halago (sobre todo al principio del proceso) y otras como una tortura cuando la obsesión del maestro del suspense interfería en su vida privada. Con la persecución de este ideal dañaba no sólo a algunas actrices sino a él mismo y a su esposa Alma. Así el conflicto queda servido en su relación con las dos actrices protagonistas de Psicosis, Vera Miles (Jessica Biel) y Janet Leigh (Scarlett Johansson). De aquí se puede sacar un tema de debate cinéfilo interesante.

Y por último Hitchcock muestra el aspecto más interesante (aunque le faltan importantes detalles… cinéfilos) de esta película entretenida y es la pasión en el proceso creativo de una obra cinematográfica (que a la vez es un trabajo colectivo). Primero la búsqueda de inspiración, el encuentro con un libro en el que nadie cree (basado en las vivencias del asesino Ed Gein, que será quien acompañe al genio durante la creación de toda la película), las negociaciones con los productores y con los censores, las ruedas de prensa, las tensiones de rodaje, el propio rodaje en los estudios, los obstáculos para que la obra salga adelante, el olfato que tenía el maestro del suspense no sólo para rodar sino para promocionar y publicitar sus obras cinematográficas, su conciencia de que él mismo es espectáculo, el juramento que hace que hagan todo el equipo técnico y artístico de la película de que no desvelará nada del proyecto, los miedos y agobios, la postproducción, la importancia del montaje, de la banda sonora… Y en definitiva el mostrar a Psicosis cómo un punto y aparte en la carrera de Alfred Hitchcock, una obra atrevida, innovadora y rompedora con su propia obra cinematográfica.

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