Samba (Samba, 2014) de Olivier Nakache, Eric Toledano

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Una alemana con depresión y obsesionada con el suicidio y la muerte y un sin papeles africano y gay son vecinos de un edificio y construyen una bonita amistad en Nadie me quiere de Doris Dörrie. Y un inmigrante con papeles, español, y otro sin papeles, montenegrino, conviven en un Nueva York hostil en La otra América de Goran Paskaljevic. En ambas películas trataba el tema de la inmigración y la amistad en clave de tragicomedia y en ambas las salidas de los personajes son tan imposibles que los directores deciden optar por unos finales imposibles, de evasión. En la primera opta por una especie de ciencia ficción, hacer realidad una fantasía de Orfeo, el africano. Y en la segunda por una especie de realismo mágico en que ambos personajes salen volando en un sillón… Sin embargo, Olivier Nakache y Eric Toledano no saben encontrar un final para Samba ni un equilibrio en la tragicomedia que tienen entre manos. Pese a ello ambos directores realizan una película más madura y arriesgada que Intocable aunque plantean una historia menos cerrada, redonda y calculada.

Y tras el éxito descomunal (que personalmente no termino de entender como me pasó con 8 apellidos vascos) de Intocable, Samba no repite pero pese sus imperfecciones y tramas no cerradas cuenta con el acercamiento, de nuevo, de dos personas que unen sus vidas en un momento determinado y, pese sus distintas realidades y situaciones, conectan. Ella es una ejecutiva que acaba de sufrir el síndrome burnout y está en tratamiento, superándolo. Él es un sin papeles en París al que le acecha una orden de expulsión. Ambos coinciden a través de una ONG que trata de asesorar a los inmigrantes en casos extremos. Ella es voluntaria, él acude porque tiene un problema. Y a partir de ese momento surge una relación que se va construyendo y es absolutamente creíble… en parte gracias a la química y naturalidad que surge entre Omar Sy y Charlotte Gainsbourg.

Otra sorpresa agradable de Samba es conocer a uno de los amigos del protagonista, un falso brasileño vital y alegre, y descubrir que tras su rostro está un actor que hasta ahora había sorprendido tan solo con roles tremendamente trágicos y donde el actor mostraba sobre todo su rostro silencioso y callado, Tahar Rahim. El actor de origen argelino construye un personaje en las antípodas de lo que hasta ahora había realizado y sale airoso. Aunque su personaje que aparece como un rayo de luz en la película, desaparece sin previo aviso y deja sin terminar una historia que estaba siendo bastante interesante… (una de las imperfecciones de Samba).

Hay una escena donde los directores encuentran el tono tragicómico adecuado y es una fiesta que realizan en la ONG entre voluntarios, profesionales e inmigrantes. Es un momento clave y de acercamiento de varios de los personajes principales y donde los directores desnudan su forma de hacer cine: buscan hablar de cosas sociales, trascendentes e importantes pero en un ambiente de buen rollo, buenos sentimientos y festivo. No mienten.

Pese sus imperfecciones, Samba logra que te creas una historia entre dos personas que en un momento determinado de sus vidas… conectan y ambos se alimentan de esa relación. Y a ambos les sirve para avanzar, para tener una mínima esperanza, para volver a creer… Olivier Nakache y Eric Toledano muestran más cuidado y riesgo en la dirección aunque no son capaces de encontrar tono y el final adecuado…

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