William Wordsworth y Esplendor en la hierba

Película que veo una y mil veces. De romanticismo exacerbado hasta tal punto que enloquece. La dirigió con sensibilidad extrema Elia Kazan y cuenta la trágica historia de amor entre dos adolescentes poco antes y durante la Depresión del 29.

La película la dirigió en 1961 con dos jóvenes bellos Natalie Wood, toda una estrella, y Warren Beatty que comenzaba así una carrera plagada de éxitos.

Son muchas las escenas que siempre evoco pero siempre viene a mi cabeza un poema que sirve para enmarcar una historia efímera, delicada y trágica.

Un fragmento de poema, de una oda más bien. Son versos de William Wordsworth, un poeta romántico inglés.

Unos breves versos que aparecen dos veces en la película y que pertenecen a Oda a la Inmortalidad. El fragmento se lee en dos momentos muy distintos. Una lectura en el instituto donde estudian los protagonistas. El instante en que el frágil personaje de Natalie se rompe en pedazos y donde el significado de estos versos carece de sentido para ella. Y en la escena final, cuando ambos personajes, ya reconstruidos, menos rotos, vuelven de nuevo a encontrarse, y ella entonces rememora esos versos ya con un significado distinto y totalmente profundo.

“Aunque mis ojos ya no puedan ver ese puro destello que en mi juventud me deslumbraba.

Aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor en la hierba, de la gloria en las flores, no hay que afligirse, porque la belleza siempre subsiste en el recuerdo”.

Y es oír estas palabras y recordar todas las imágenes de Bud Stamper y Deanie Loomis y su amor imposible por distanciamiento social, por educación represiva, por circunstancias históricas, por los conflictivos ambientes familiares, por la importancia de las  apariencias, por una sexualidad reprimida, por un mundo que se derrumba…

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