George Sanders

Caballero de altura, con rostro de otros tiempos, inteligente y cínico, fue un actor con gusto. De secundario brillante, igual de mágico interpretando a rival malvado en películas de aventuras de todos los tiempos o devorando a los otros como protagonista o secundario en películas de calidad caidas en olvido. También fue rey de dos series de películas con personaje mítico: por una parte interpretó varias veces a El Santo y también a El Halcón. Cuando trabajaba con un director de prestigio, éste normalmente, repetía con él. A sus 65 años este hombre dio por terminada su vida, por hastío y aburrimiento, así decía en su nota de suicidio en un hotel de Castelldefells en el año 1972. De vida amorosa intensa se enamoró de dos de las hermanas húngaras Gabor (Zsa Zsa y Magda, se casó con ambas) pero no fueron las únicas mujeres de su vida, hubo más matrimonios y amantes. Escribió su propia autobiografía a la que tituló Memorias de un sinvergüenza profesional.

Todavía me queda mucho por descubrir de su extensa filmografía así también como volver a recordar su intervención en películas míticas de aventuras. Sin duda el papel que le inmortalizó por los siglos de los siglos como caballero cínico de la sala oscura es el viperino crítico teatral Addison de Witt en esa joya sobre los entresijos del mundo teatral: Eva al desnudo (1950) de Joseph L. Mankiewicz. Pero Sanders tiene muchas más interpretaciones y sorpresas en una filmografía donde grandes maestros como Douglas Sirk, Robert Siodmak, Otto Preminger o Fritz Lang lo tuvieron en cuenta varias veces.

Por ejemplo, Sanders es un secundario mítico en películas de aventuras donde solía ser el rival malvado. Así siempre destaca en obras tan inolvidables y entretenidas como El hijo de la furia, El cisne negro, Sanson y Dalila, Ivanhoe, Moonflet o Salomón y la reina de Saba.

Ya hizo papel inquietante/malvado/ambiguo y empezó a llamar la atención al público en el famosísimo estreno del maestro del suspense británico en Hollywood con la adaptación de la novela de Daphe du Maurier, Rebeca (1940). Y Hitchcock volvió a contar con él en la película de espionaje Enviado especial en ese mismo año. En 1941 destacaré dos películas que no he visionado pero por dos aspecto de interés por primera vez trabaja con Fritz Lang (El hombre atrapado) y también interpreta al lado de la joven promesa sueca del momento, Ingrid Bergman (Alma en la sombra), actriz con la que trabajaría años más tarde.

Sanders no dice que no a proyectos cinematográficos más independientes o alejados de los circuitos comerciales de directores europeos que van enriqueciendo su filmografía. Con los franceses Duvivier y Renoir realiza papeles secundarios en las interesantes Seis destinos y Esta tierra es mía. También comienza en la década de los  40 a ser el actor fetiche de un director alemán, que se convertiría posteriormente en el rey del melodrama, en sus primeros trabajos norteamericanos: Douglas Sirk. Con él trabajaría en Extraña confesión, Escándalo en París y El asesino poeta.

Como digo, Sanders es protagonista de curiosos productos cinematográficos. Películas que son difíciles de localizar pero que se convierten en sorpresa cuando se puede disfrutar de ellas. Por mencionar, dos: La extraña mujer (1946), una película romántica en extremo donde Sanders es el amor de una muchacha compleja con cara de Hedy Lamarr del director marginal (por desconocido y por salir pocas veces del circuito de películas de bajo presupuesto) Edgar G. Ulmer. Y la segunda una de las obras más curiosas y psicológicas de Robert Siodmak, Pesadilla (1945), donde Sanders se transforma en un hombre soltero que vive agobiado y atrapado en una casa junto a sus hermanas.

También en los años cuarenta participa en famosas adaptaciones literarias como El retrato de Dorian Gray del director Albert Lewin. Y también en esta misma década trabajó por primera vez con dos directores que seguirían contando con él, Otto Preminger (Ambiciosa y El abanico de Lady Windermere) y el gran Mankiewicz (en esa película de amor fantasmal y fantástico El fantasma y la señora Muir).

En la década de los 50 alcanza su momento máximo con el Oscar que recibe por su papel en Eva al desnudo. Y sigue trabajando con directores europeos, esta vez le toca el turno a Rossellini con una crónica del hastío de un matrimonio norteamericano que viaja por Italia, Te querré siempre. Él, elegante, es el marido, ella, triste, aburrida y hermosa, es de nuevo, Ingrid Bergman. Sigue además siendo el rival más temido en películas de aventuras y Lang vuelve a trabaja con él en la magnífica Mientras Nueva York duerme.

Poco a poco, en la siguiente década va siendo actor que cae en olvido o has been que aparece en adaptaciones de los libros de Julio Verne o en aquellas películas de terror con carácter de culto como El pueblo de los malditos.

George Sanders va cayendo en aburrimiento y se convierte en triste y solitario personaje hasta que se quita la vida en un hotel de Castelldefells, lejos del glamour y con nota cínica. Sin embargo, los amantes de la sala de cine oscura seguimos descubriéndole año tras año sin que nos aburra en absoluto y deseando ampliar más los conocimientos sobre la carrera cinematográfica de uno de los secundarios de oro.

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