Me convirtieron en un criminal (They made me a criminal, 1939) de Busby Berkeley

No puedo remediarlo cada descubrimiento de una nueva película de John Garfield, me confirma un punto: me enamoro más y más irremediablemente de él. No me pregunten por qué. Ya saben que en amores no hay razones. Pero sus personajes, siempre con toque rebelde, perdedores…, no pasan de moda. Personajes humanos, con sus virtudes y defectos, nunca planos, con el rostro atractivo y atrayente de un Garfield que nos dejó demasiado pronto. Y ahora, desgraciadamente, totalmente caído en olvido. No es fácil acceder a toda su filmografía (a mí todavía me faltan bastantes cosas por ver) pero lo que he ido descubriendo no me ha decepcionado. Antes de Marlon Brando, James Dean, Kirk Douglas, Burt Lancaster, Paul Newman o Montgomery Clift que han construido la mitología del actor o mejor dicho del personaje rebelde, antes que todos ellos, estaba John Garfield. Esos personajes de jóvenes airados, rudos, sin suerte, al que el destino los prepara como perdedores o vencedores pero con pérdidas y sacrificios…, esos personajes que empiezan desde cero y se equivocan una y otra vez en el camino hacia la ascensión social…, Garfield fue el primero pero no tuvo tiempo en convertirse en mito (ya sabemos que el caso de Dean es una excepción y una cuestión también de publicidad y marketing posterior. Imágenes que como la de Monroe, Audrey Hepburn o Bogart trasciende a la persona real y se convierten en símbolo por muchos motivos de difícil e interesante análisis) y pocos le recuerdan ahora.

Me convirtieron en un criminal ha sido mi último descubrimiento de Garfield…¡¡¡y cómo suspiré!!! ante el joven humilde que asciende en el mundo del boxeo y se le llena la cabeza de pájaros y tiene la filosofía de no te fíes de nadie y ayúdate a ti mismo. Y el joven —que no quiere ser un primo en este mundo de supervivientes—, campeón de boxeo, con cara y actitud de chulo va por la mala vida porque tiene mala cabeza aunque corazón noble oculto pero un revés del destino le cambia la vida y le hace descubrir muchas cosas que estaba ignorando. Y las descubre cuando se queda sin nada, cuando se convierte en un sin hogar. Es una película de transformación del personaje.

Le acompañan en su periplo varios perdedores pero con toda una vida por delante o con ilusión por salir a flote creyendo en los otros. Se encuentra de golpe con la admiración de un grupo de chavales de un reformatorio que tratan de salir adelante (no podían ser otros que los The Dead end Kids en pleno apogeo de su popularidad), con una anciana de fuerza arrolladora (una encantadora May Robson), una chica que todavía cree en los otros (olvidada Gloria Dickson) y un policía perdedor entre perdores destinado por un error del pasado al depósito de cadáveres (el secundario entre secundarios, un siempre grande Claude Rains).

Película de tema social y dirigida con acierto, curiosamente, por el coreógrafo Busby Berkeley (que cuenta con su pequeña filmografía como director), fotografiada por el mítico James Wong Howe y con la banda sonora de uno de los grandes, Max Steiner. Película de la Gran Depresión con tipos como el que representa Garfield que no es ajeno a nada de lo que se narra en la película. Basta con echar un vistazo a su vida. No tuvo infancia fácil, conoció el mundo de los reformatorios y también dio sus primeros pasos en el mundo del boxeo.

A Garfield hubo dos cosas que hicieron minar su carrera como actor de éxito en el mundo del cine: su salud delicada que culminó con un ataque al corazón cuando todavía no había cumplido los cuarenta años y el hecho de que le señalaron en el Comité de Actividades Antiamericanas ingresando así en las listas negras. Garfield fue una persona activa en su participación en proyectos sociales y de pensamientos progresistas, negó durante sus comparecencias haber pertenecido al Partido Comunista pero se jamás quiso dar ni un solo nombre de ninguno de sus compañeros.

Mi encuentro con él se ha producido en varias películas que además, por distintos motivos, me han entusiasmado o interesado. Os cuento: cine negro del bueno con un hombre atrapado en destino fatal (El cartero siempre llama dos veces, 1946), también fue boxeador en una joya titulada Cuerpo y alma (1947) y ese mismo año brilló en la polémica La barrera invisible sobre el latente antisemitismo en EEUU (Garfield era judío). También, borda su papel de sin hogar perdedor y carismático en la interesante La vida es así (una adaptación de una novela corta de Steinbeck).Me alegra poder seguir descubriéndole, me queda mucho por leer de su vida y muchas películas por ver en las que estuvo presente… Ya os iré contando.

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