Sally Bowles, la mujer extraña

Te regalo un fotograma.

De Sally Bowles.

Mujer extraña.

Grandes ojos.

Enormes pestañas.

Kilométricas piernas.

Lunar en la cara.

Sonrisa siempre puesta.

Vestiduras excéntricas.

Y nunca olvida un sombrero.

Voz portentosa.

Mentirosa compulsiva.

Crea mundos maravillosos.

Grita cuando pasa un tren.

Se enamora de uno, de dos o de tres.

Es buena amiga.

Ante la realidad negra

prefiere disfrazarla.

Meterse en una habitación.

Encender un gramófono.

E imaginar que todo va bien.

Que todo es divertido.

Fumar, beber, reír junto a un buen amigo.

Y si es posible terminar amándose en una cama.

A veces se da cuenta de sus mentiras

y llora.

La encanta cantar.

Y cuando canta

siente

y hace sentir.

 

Su amigo está preocupado.

Hace mucho que no sabe de ella.

Quizá hubo un momento en que ya no pudo huir…

 Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

El Sueco

 

Te regalo un fotograma.

Un retrato de el Sueco.

Que iba pegando puñetazos al destino.

Hasta que éste acabó con él.

Se quedó en su cama mugrienta,

cansado,

mientras esperaba a los asesinos.

No tuvieron mucho trabajo.

Unos disparos sin resistencia alguna.

Sin que el Sueco huyera.

Porque era un muerto en vida.

Un hombre enamorado

con el corazón roto.

Traicionado.

No fue un mal hombre.

Mas le persiguió el fracaso.

Se equivocó al querer y al amar.

Se equivocó de amigos.

Se equivocó de amada.

En la vida

fue a por todas como en el ring.

Y se quedó KO.

Ya nunca pudo componerse.

Quiso retirarse a un pueblecillo perdido.

Y hasta ahí le siguió la mala suerte.

De nada sirvió su silencio.

Llegaron los asesinos…

Y el Sueco hacia ya tiempo que estaba muerto…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Deborah y El Cantar de los Cantares

Te regalo un fotograma.

Que es un recuerdo de infancia.

Cuando la chica de los sueños de un muchacho sin futuro,

pero con muchas ganas de encontrar un camino que le saque de la miseria, empieza una declaración de amor en toda regla.

Con el cantar de los cantares.

Con voz coqueta.

… dibujando ya lo que será su trágica y triste historia de amor.

Porque Deborah ama a Noodles

pero también le menosprecia…

porque no forma parte del imaginario ‘ideal’ que ella se construye para huir de ese barrio que los atrapa.

“Mi amado es fresco y rubio.

Su piel es como el oro más fino.

Sus mejillas son como un bálsamo de especias.

… aunque no se haya bañado desde el último diciembre”.

Y el muchacho se siente el más feliz de los hombres y el más avergonzado.

“Sus ojos son como palomas.

Su cuerpo es brillante como el marfil.

Sus piernas son como columnas de alabastro.

… en pantalones tan sucios que se sostienen ellos solos.

Es del todo adorable

… pero siempre será un rufián de medio pelo…

y nunca será mi amado.

Qué pena”.

Y los dos se funden en el único beso tranquilo de toda su existencia…

Un beso adolescente.

Ambos, para siempre, irán arrastrando una historia que nunca será posible…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

La muerte de Elías

Te regalo un fotograma.

Que me rompe las entrañas.

Elías muere.

… y al fondo Adagio para cuerdas de Samuel Barber.

Y no es que la música dirija mis sentimientos…

… es que la muerte de Elías pide a gritos ese Adagio.

Dentro de una guerra horrible,

Elías guardaba todavía algo de cordura…

Pero se la quitan de golpe.

Desde las alturas sus soldados, sus compañeros, ven su muerte.

Y sólo dos de ellos saben que no le tocaba morir en ese momento…

Una mirada lo dice todo.

Elías está solo.

Bajo el fuego enemigo.

Corre.

Nada puede hacer ya.

El horror le atrapa.

Y Elías eleva los brazos por el impacto de las balas.

Parece una súplica.

Ruega que esa carrera hacia la muerte termine cuanto antes…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

La boca de la verdad

Esta nueva sección siempre empezará con la misma primera línea

Te regalo un fotograma.

Esto es que se era una princesa perdida en Roma por elección.

Porque está harta de protocolos.

Y de máscaras.

Y quiere por un día ser una mujer de carne y hueso.

Sin responsabilidades.

Ni encorsetamientos.

Y la princesa se cruza con el periodista.

Y como es una mujer de carne y hueso…

Ambos se aman locamente.

Sin caretas.

Con intensidad porque saben que sólo son unas horas.

Y se van de paseo en Vespa.

Y visitan la boca de la verdad.

Porque entre ellos aunque esconden muchos secretos sólo hay verdad…

Y juegan.

Y ríen.

… y son felices, doblemente felices, porque saben que esa felicidad será breve.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.