Te regalo un fotograma.
Un retrato de el Sueco.
Que iba pegando puñetazos al destino.
Hasta que éste acabó con él.
Se quedó en su cama mugrienta,
cansado,
mientras esperaba a los asesinos.
No tuvieron mucho trabajo.
Unos disparos sin resistencia alguna.
Sin que el Sueco huyera.
Porque era un muerto en vida.
Un hombre enamorado
con el corazón roto.
Traicionado.
No fue un mal hombre.
Mas le persiguió el fracaso.
Se equivocó al querer y al amar.
Se equivocó de amigos.
Se equivocó de amada.
En la vida
fue a por todas como en el ring.
Y se quedó KO.
Ya nunca pudo componerse.
Quiso retirarse a un pueblecillo perdido.
Y hasta ahí le siguió la mala suerte.
De nada sirvió su silencio.
Llegaron los asesinos…
Y el Sueco hacia ya tiempo que estaba muerto…
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
El momento de los fogonazos en la oscuridad de la habitación es brutal.
Como ese otro, en el que Burt descubre a Ava al piano; cómo compone Siodmak la escena: él la mira a ella con cara de panoli, la rubia lo mira a él intrigada, luego la mira a ella, luego lo mira a él, y luego cambia la mirada hacia otro lado con expresión de «hasta aquí hemos llegado». Magistral.
Besos
… La verdad es que en esta película cada secuencia, cada escena es una joya. A mí me encanta.
Desde el asesinato de el Sueco hasta esa estructura del flash back que nos permite componer el puzle y la radiografia de un hombre bueno con mala suerte.
Y la escena que comentas del piano. Estoy de acuerdo, es magistral. Con esa escena sabemos ya lo que va a ocurrir… y cuál va a ser parte de la tragedia.
Besos
Hildy