Belfast no es solo una ciudad de Irlanda del norte, sino un lugar mítico del que hay que irse para siempre. Hay películas en las que un corazón late y se nota en cada fotograma. Una de ellas es Belfast. Kenneth Branagh bucea en el niño que fue y reconstruye el pasado que dejó en Belfast, su ciudad natal, el país de su infancia. Pero escoge un camino para ello y toma una decisión de puesta en escena determinada.
La reconstrucción de sus recuerdos, del espíritu de una época de su vida, los filma como si de una película clásica se tratase. Rescata en Belfast una de las pasiones de niño, la cual no solo la ha conservado toda su vida, sino que ha moldeado su camino: ir a ver películas a la sala de cine. Branagh propone un juego: la mirada de su alter ego, Buddy (Jude Hill), observa la vida a su alrededor como una película clásica de Hollywood.
El conflicto político y religioso no es el tema principal, sino lo que supone la situación y la violencia que brota en la calle donde vive Buddy para que su familia tome una decisión que cambiará el rumbo de su existencia: abandonar o no Irlanda del Norte. El punto de vista es además el de Buddy, un niño de nueve años, que no analiza ni entiende del todo lo que está pasando, solo se da cuenta de cómo cambia su vida, la de sus seres queridos y la de los vecinos de su calle.
Todo empieza durante una apacible tarde de verano en 1969 en una calle de la ciudad irlandesa. Buddy es un niño feliz que juega con sus vecinos cuando, de pronto, oye la llamada de su madre para que vuelva a casa, mientras regresa al hogar, en unos segundos su tranquila calle cambia y se ve sumergida en una ola de violencia que el niño mira con horror, sin entender nada. La convivencia pacífica entre vecinos católicos y protestantes salta por los aires. Su vida pega un giro de 180 grados.
Buddy es un niño de infancia feliz. Sus pilares son su barrio y su familia. En su casa, es la madre (Caitriona Balfe) la que lleva las riendas en el día a día, mientras su padre (Jamie Dornan) trabaja fuera, en Inglaterra, aunque procura estar presente siempre que puede. Además tiene un hermano mayor (Lewis McAskie) que siempre está ahí y al que quiere bien. El pequeño se siente además muy seguro con sus abuelos: su pragmática y fuerte abuela (Judi Dench) y su abuelo que es un filósofo de la vida (Ciarán Hinds).
Buddy va al colegio, juega, comete alguna que otra travesura, trata de entender el mundo que le rodea y está enamorado de una niña de su clase. Los ojos del niño se están abriendo e intuye todo el rato: entre sus padres hay mucho amor, pero los problemas económicos a veces les distancian; su abuelo al que adora no está muy bien de salud; no entiende por qué es distinto ser protestante que católico (él es protestante y su amada es católica) ni comprende por qué ciertos vecinos han cambiado su comportamiento o por qué en su calle hay ahora barricadas… Y una de las cosas que más le fascina es ver películas en el cine o en la televisión; de hecho el cine le proporciona herramientas para aprender a mirar el mundo.
Buddy ve su vida como una película. Sobre todo hay un género que disfruta mucho en la televisión de su casa. Un género que le muestra la dureza de la vida y que le hace entender ciertas situaciones complejas entre los seres humanos. El cine del Oeste, los western. Así El hombre que mató a Liberty Valance (no podía faltar ese hombre que reconstruyó su propia Irlanda mítica, John Ford) o Solo ante el peligro le muestran situaciones que le hacen comprender de alguna manera lo que está ocurriendo en su calle.
La violencia desatada entre unos y otros y lo solo que puede sentirse uno frente un conflicto determinado, sobre todo cuando no se cree que el enfrentamiento pueda traer nada bueno o mejorar la situación de uno. Pronto se dará cuenta de los paralelismos entre el cine y la vida y viceversa, así una calle de Belfast se convertirá en un escenario parecido a la epopeya épica protagonizada por Gary Cooper.
Así Kenneth Branagh no solo rueda Belfast como si de una película del viejo Hollywood se tratase, sino que además refleja el significado del cine para su pequeño protagonista: una vía de escape y fantasía, además de un aprendizaje para la vida. Así una de las cosas que más ama Buddy es ir a la sala de cine con su familia, Branagh refleja la magia del cine en la sala oscura. Esa Irlanda del Norte convulsa de finales de los años sesenta se representa en blanco y negro, pero las películas de aquellos años que van a ver al cine proyectan un mundo en color, ajeno y lleno de fantasía (Hace un millón de años o Chitty Chitty Bang Bang). Las películas de aprendizaje, los western, conservan su blanco y negro original.
Los ojos de Buddy ven a sus padres como las personas más bellas del mundo, a sus abuelos como los mejores y su calle, como un mundo seguro. Para él vive en una película perfecta… Pero todo se empieza a desmoronar a su alrededor, y en ese mundo perfecto de su infancia van surgiendo dilemas que le enfrentan al mundo adulto: la violencia, la vejez y la muerte de sus seres queridos, la tristeza de su madre, la soledad de su padre, la confusión, las contradicciones, el amor… De pronto, se da cuenta de que la vida le obliga a cambiar de película, y la incertidumbre le asusta.
Sí, Belfast es una película donde late un corazón. Esta vez es el de Kenneth Branagh y así ha querido reflejar las vivencias de su infancia, dejando una íntima y hermosa película con aires de Hollywood clásico, reconstruyendo su mirada, sus emociones y recuerdos hacia un momento crucial que marcó su futuro.
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Hola Hildy
No he dejado en todo tu bello texto de pensar en que lo más Hollywood-clásico de Europa fue la unión Branagh-Thompson -para mi gusto por encima de Taylor-Burton, más europeos y, seguro, más talento- y como se les acabó el amor y lo que era una explosión de cine pasó a ser un goteo. Si está peli cuenta el inicio de la adolescencia, a ver si hay suerte y nos cuenta pronto su «crisis de los cuarenta».
Un saludo, Manuel.
Pues, querido Manuel, aprovecho tu comentario para decirte que siento gran cariño por el señor Kenneth Branagh y recuerdo cómo me gustaba la pareja que hacía con Emma Thompson. ¡Me encantaba como director y sus adaptaciones de William Shakespeare! Qué pareja más bonita hacían en «Mucho ruido y pocas nueces», ¿te acuerdas?
Aún recuerdo lo que me gustó «Los amigos de Peter». Siento debilidad por las películas en las que se reúnen amigos.
Luego su carrera como director tomó otra deriva, se convirtió de la noche a la mañana en un director de encargo con superhéroes, cenicientas y Agatha Christie (y sigo yendo a verlo). Sin embargo, de vez en cuando vuelve a su Shakespeare en la interesante «El último acto»… y a la intimidad de sus recuerdos en «Belfast». Es un hombre que me llama mucho la atención…, ¿por qué ese cambio drástico en su carrera cinematográfica?
¡¡¡Guauuuu, Richard Burton y Liz Taylor, jajajaja, son la crème de la crème como pareja hollywoodiense y glamurosa!!! A mí me encanta su anecdotario y muchas de sus películas juntos (sobre todo Quién teme a Virginia Woolf y Castillos en la arena). Él nació en Gales, ella nació en Londres. ¡Y también visitaron a Shakespeare en La fierecilla domada… y tienen su gracia los dos!
¡Vaya rollo que me he marcado!
Beso
Hildy
Pereza máxima, mi querida Hildy. Bueno, como en todo lo que rodea los premios esos (ayer vi «El poder del perro» y lo lamento profundamente). Apuntada queda, por lo que Branagh fue alguna vez, y hace tiempo que no es.
Besos
Jajajaj, no, hombre, no, mi querido Alfredo, ¡no hay que ir al cine con pereza máxima! Yo ya te confieso que para mí fue una bonita tarde visitar la película de Branagh, pero tenía muchas ganas… Pues fíjate yo encontré cosas que me gustaron bastante en la película de Jane Campion y bastante coherencia con otros largometrajes de su trayectoria. No es una película totalmente redonda (sobre todo hay algunos personajes y el manejo del tiempo que no están matizados o conseguidos), pero tiene momentos de mucha fuerza visual, sensibilidad y me gustó ese western íntimo convertido en un cuento oscuro de venganza.
Beso
Hildy
Lo que más me emocionó de la película fue ese plano final de Judi Dench, sola y despidiendo a su familia. Pero para llegar a ese punto quiere decir que los personajes de la historia habían calado más en nosotros de lo que pensábamos.
Se puede decir que al contarnos la historia a través de la mirada y las experiencias del niño, ese mundo duro y violento de Belfast se transforma en algo más nostálgico y entrañable de lo que en realidad fue. Y es que de niños, muchas veces, esas películas vistas en un cine, que nos sirven para evadirnos y al mismo tiempo para entender mejor esa dura realidad que nos rodea, nos pueden marcar más que todos los conflictos políticos y religiosos. Esos westerns esas películas fantásticas, o esa niña compañera de clase que se convierte en el primer amor, pese a ser de distinta religión.
De las películas que están nominadas al Oscar he visto «No mires arriba», «Belfast», «Dune» y «Drive my car». De estas cuatro mi favorita sería «Drive my car», pero como hace dos años ganó «Parásitos» no creo que gane de nuevo, tan pronto, una película de habla no inglesa. Por eso creo que ganará el Oscar alguna de las cinco películas que no he visto. Bueno, Spielberg tampoco creo que gane; ya ha ganado demasiado en el pasado. Así que será una de las cuatro que quedan. La semana que viene se estrena la de Paul Thomas Anderson, que tengo ganas de ver; dicen que es muy buena. Ya veremos que tal.
Un saludo mientras me tomo una cerveza irlandesa.
Querida Hildy, vengo de verla
Me ha gustado mucho aunque me suene demasiado a otras cosas. Se me hacía difícil no compararla con Roma que, aunque quizá sea mejor, me gustó menos que esta. Esta es menos pretenciosa y está llena de vida y naturalidad, y eso siempre es un gusto.
Mi tocayo querido seguro que no la ha visto aún, porque entonces algo habría dicho de Van Morrison, que es lo que más me ha llegado sin duda, y el detergente biológico.
En fin, que he pasado una tarde estupenda, animo a Alfredo a que se desperece y vaya a verla sin prejuicios, que el buen rato está asegurado.
Sobre lo de los premios que habláis tengo en la recámara la del Poder del perro, pero es que cuando vi que era de la directora de El piano… Uff, es que qué poco me gusta esa peli. También caerá pronto la japonesa, pero como es muy larga me cuesta encontrar el rato, porque aquí en cine no la hay. Dune ni la he visto ni creo que la vaya a ver, la verdad. Esa sí que me da pereza máxima.
Bueno, cuando se acerque la «ceremoña» hablamos.
Un besazo
Querido Luis, tienes toda la razón. A mí también me partió en dos la despedida al final de la abuela, y para eso, como dices, te has tenido que empapar de todos los personajes a lo largo de la película.
Sí, creo que es importante al ver la película tener en cuenta que es desde la mirada de un niño. Y cómo además a ese niño le marcan todas las películas que ve. Por eso el conflicto social, religioso y político está de fondo y no en un primer plano.
¡No sabes lo que me apetece ver ya la de Paul Thomas Anderson! Y también está en mi lista Drive my car. Y si puedo me veo también El callejón de las almas perdidas, pues me chifla el referente clásico y tengo ganas de saber cómo lo ha contado Guillermo del Toro. Pero tengo que encontrar tiempoooo. Esta semana no ha sido posible, a ver si la que viene puedo.
Beso
Hildy
Querido Manuel:
Me parece muy interesante que nombres la película de Cuarón. Fíjate que en «Roma» son también tiempos pretéritos, el director también partía de recuerdos de su infancia y empleaba el blanco y negro, pero el personaje central y el punto de vista no es el infantil, sino el de Cleo, la sirvienta indígena de la familia protagonista. Y ahí es donde la forma y el tono son distintos en ambas películas. El distanciamiento en la mirada de Cuarón frente a la cercanía y calidez en la mirada de Branagh. Por otra parte, Cuarón en lo formal bebe de otros cineastas que construyeron memorias: Tarkovsky, Fellini o Vittorio de Sica. Y Branagh canta directamente al cine, porque su protagonista lo ama, y bebe de los clásicos de Hollywood o las superproducciones británicas de evasión. La mirada del niño interpreta la realidad como las películas del Oeste que le han impresionado y huye de la realidad en la sala de cine, con películas a todo color.
¡Lo del detergente es buenísimo! Y las canciones de Van Morrinson a mí particularmente me encantan. Sí, es cierto, qué buena tarde pasa uno viendo Belfast.
Ay, Manuelllll, que a mí me encanta El Piano, jajajaja.
Respecto a Dune. No he visto la de David Lynch. A lo mejor primero intento ver esa versión y luego la de Denis Villeneuve, que es un director que por ahora siempre me ha interesado… además como tendrá segunda parte.
Beso
Hildy
Hola Hildy y tocayo
Si no has visto la de Lynch ¡No la veas! repito ¡NO LA VEAS! No sé cómo será la nueva pero la antigua es horrible. A no ser que seas capaz de dejar tu mente en blanco y fijarte sólo en arte y efectos (de la época) no pierdas tiempo y paciencia. Y conste que soy muy de Lynch. Tan solo recordar las «interpretaciones» de Sting y MacLachlan y me pongo de parte de los gusanos.
Yo soy, también, muy de malaspulgas Morrison y, cuando lo escucho pongo colorines al blancoynegro, por eso cuando hablan de «Belfast» yo pienso en su opuesta: la minusvalorada «El Imperio del Sol» de Spielberg. Seguro que no tiene lógica pero ¡Quién busca lógica en el cariño!
«Well, it’s a marvelous night for a… Belfast» (Moondance para cinéfilos) Manuel.
Querida Hildy:
Comparto la opinión de Manuel. ¡No las veas! y utilizo el plural porque yo sí he visto en el cine la de Denis Villeneuve, y es infumable, tanto que me pegué unas cabezadas. Me da vergüenza confesarlo, pero así fue. Eso sí, mucho fuego de artificio, pero sustancia poca. De hecho, después intenté volverla a ver en casa, por si acaso me entraba, y a los 20 minutos tuve que quitarla. Igual pasa con la original de David Lynch. No te gastes los cuartos porque sería tirarlos. Esta es mi humilde y subjetiva opinión.
Y de Belfast nada puedo decir porque no la he visto, aunque por lo que he leído de ella mucho me temo que simplemente es una película correcta. En cualquier caso, acabaré viéndola para formarme mi propia opinión. El argumento es atractivo.
Buen finde Hildy.
Besos.
¡Ah, a mi también me encanta Van Morrison! Tengo varios discos de él. Esto es un punto a favor de Belfast.
Besos Hildy.
Jaajajajaja, madre mía, Manuel, con esas advertencias hacia Dune… miedo da enfrentarse a ella, a la lynchiana.
Respecto Van Morrinson hace muchos, muchos, muchos años, escuchaba en bucle «I’ll Be Your Lover» y reconozco su voz y su forma de cantar siempre que le oigo.
Pues, sí, me gusta también El imperio del sol, otro rememorar de una infancia. Esta película siempre la veo con gusto. La vi cuando se estrenó y luego varias veces. Ahí descubrí a Christian Bale… y hemos crecido juntos. Él como actor y yo como espectadora.
Que sepas que me ha encantado esta frase de tu comentario: «¡Quién busca lógica en el cariño!». ¡Cuánta verdad contiene!
Beso
Hildy
Jjajaajaja, querido nuncaelolvido, ¡más advertencias contra Dune! Y esta vez las dos versiones… Madre mía, madre mía, me acercaré a ellas alguna vez…, pero con sumo cuidado. Aunque sin prisa alguna.
Ya me contarás si te animas a ver Belfast, qué te parece. Por lo menos te quedará Morrison. En otros comentarios se me ha escapado siempre una N más en su apellido.
Beso
Hildy
Sí, querida Hildy, pero con mucho mucho mucho cuidado. Eso, y sin prisas, puedes tardar eones en verla que no pasa absolutamente nada. De todas formas, puedes enfrentarte a ellas uno de esos días en los que estés falta de sueño. Dormirás con un angelito…, o no, vete tú a saber, a lo mejor te gustan. Perdóname esta pequeña broma.
Verla pienso verla, eso seguro, y ya te contaré mis impresiones sobre Belfast.
Lo de la N (que es con minúscula) ya lo he notado, pero no te preocupes, no pasa nada. De todas formas, Hildy, puedes tutearme, lo prefiero, resulta más cercano e invita a la complicidad.
A este respecto, ¿se podría cambiar este nick por mi nombre real? Aquí parece que queda mal y querría hacerlo si se puede.
Por cierto –aunque aquí no venga a cuento, pero sé de tu interés–, te diré que ayer me compré «El libro de Fernando Fernán Gómez». Y oye, todo un acierto la recomendación de nuestro estimado Alberto. Llevo leídas 80 páginas y lo estoy disfrutando enormemente. Maravilloso, y qué manera de escribir, de contar la de este hombre, ¡qué envidia! Me sumerge en su lectora de tal manera que ya no recordaba esa emoción al leer.
Un besazo, querida Hildy.
No sé cómo se cambia el nick, pero es muy bonito el que tienes, si me dices tu nombre real en el siguiente comentario, así te llamaré. Qué bueno que te esté gustando uno de los libros que recomendó Alfredo sobre Fernando Fernán Gómez, ¡¡¡y qué bueno recuperar la emoción de leer!!!
Beso
Hildy
Hola Hildy!
La tengo pendiente, me interesa la temática, Branagh me gusta mucho, además es un tipo que me cae bien.
Besos y buen finde!
Queridísimo Fran, a mi también me gusta Branagh y también me cae bien, la verdad. Tengo cariño a varias de sus películas y también le disfruto como actor. Ya me contarás qué te parece.
Beso
Hildy
Apoyando y completando las advertencias de mi Tocayo y Nuncaelolvido contaré lo que me ocurrió una vez. Pues que cuando estudiante cinéfilo me iba a la biblioteca de la Facultad de Historia de la UCM, porque tenían allí unos cubículos con una tele y unos auriculares y te dejaban el vhs para ver pelis.
Pues cuando me puse Dune (y recuerdo que eran las 11 de la mañana) solo sé que «amanecí» allí sentado varias horas después con la baba colgando como un pobre desgraciao. Vamos, que me quedé frito en mitad de una biblioteca, con los cascos puestos y rodeado de televidentes supongo que sonrientes… Cuando desperté ya no quedaba ninguno, porque era la hora del postre.
Después de esa experiencia nunca jamás me ha dado por intentar verla y eso que como el tocayo soy muy de Lynch, pero a Dune y a todas las que sigan su estela, la de ahora y las que vengan, les digo no hijo no.
Un besazo
Jajajaja, Manuel. Y qué recuerdos de esos cubículos con una tele y unos auriculares para ver los vhs. Yo iba bastante a la videoteca que tenían en el Conde Duque de Madrid. En fin, recuerdos y recuerdos. Y ese que nos has compartido de Dune es buenísimo… ¡Advertida quedo! Jajajaja
Beso
Hildy
Pues no se hable más, querida Hildy. A mí también me gusta este nick porque tiene una significación personal muy especial, pero me da pudor confesar a vista de todos la razón.
O sea, Manuel, que te hicistes un Homer Simpson, vamos. Me he tronchado de risa con tu anécdota. Muy buena.
Un besazo.
Hola de nuevo, Hildy. Me ha sorprendido mucho esta nueva película de Branagh. Para mí, sin duda, la mejor del año. Le vaticinó buena fortuna en la gala de los Oscars. El guión es muy inteligente y creo que va a ganar seguro. Sorprende mucho la habilidad con la que está elaborado y estructurado en alguien que no se suele prodigar en ese campo. Se adivina una poderosa inteligencia detrás de todo, y era necesario que lo escribiera él, porque es una historia muy íntima y personal. Se le pueden perdonar un par de subrayados a mi juicio innecesarios, y el hecho de que sea un poco tópico que para hablar de Belfast parezca obligatorio llenarlo todo de canciones de Van Morrison (un músico por lo demás portentoso). Ciaran Hinds y Judi Dench están portentosos. Para mí, premios también seguros. Y la actriz de nombre impronunciable que hace de madre es una revelación, al igual que el chaval (Jude Hill) . Espectaculares ambos. Bella película. Y buena noticia que Branagh vuelva a la primera línea. Un hombre que no suscita unanimidades, pero que en algunas ocasiones nos sirve propuestas estimulantes. Un abrazo.
Si, Deckard, qué bien están Ciaran Hinds y Judi Dench. Esos abuelos se quedan grabados en la memoria.
Yo siento gran cariño por esa trayectoria cinematográfica sinuosa de Branagh.
Jajaja, pero qué bien queda Belfast con Morrison de fondo…
La verdad es que fue una película que disfruté mucho.
Beso
Hildy
Buenos días, querida Hildy.
Como lo prometido es deuda, aquí va mi comentario.
A mí me ha resultado una película entrañable, aunque ciertamente edulcorada y complaciente. En ningún momento Branagh ha sabido –o no ha querido– trasladar a la pantalla la verdadera dimensión y gravedad del conflicto irlandés, es más, ha realizado un esbozo de trazo unidireccional al presentarnos el conflicto como una cuestión puramente religiosa entre protestantes y católicos, cuando, en realidad, es mucho más complejo que todo eso. Tampoco ha conseguido trasladarme –ni hacerme sentir– la crudeza o gravedad de la precariedad laboral y económica de la familia protagonista. Es este sentido, en ningún momento he tenido la sensación de que estuvieran verdaderamente en la cuerda floja.
Con todo lo que había leído sobre la película tenía un miedo con respecto a nuestro joven protagonista Buddy, y es que resultase un personaje que viviera en la nubes, que no fuera consciente de nada, aunque los niños a esa edad ya se dan cuenta de todo. Otra cosa es que lo comprendan. Digo esto porque me trae a la memoria «El niño con el pijama de rayas» y me temía que sucediera algo parecido.
Todas las interpretaciones rayan a un buen nivel, pero yo destacaría dos. Las de Buddy (Jude Hill) y el abuelo (Ciarán Hinds). Maravillosa relación la que tienen ambos y divertidísima esa escena en la que el abuelo le enseña a emborronar los números para ampliar las opciones de que el resultado sea el correcto. Una trampa que le lleva por fin a estar al lado del pupitre de la chica con la que se quiere casar.
Judi Dench (la abuela) tiene un papel más secundario, pero se le notan las tablas de la gran actriz que es. Ella protagoniza la última y sobrecogedora escena de la película cuando ve marchar en autobús a su familia que finalmente decide escaparse a vivir a Londres. Y con un soberbio primer plano, dice: «Marchaos. Marchaos ya. No miréis atrás. Te quiero hijo.» Entra en casa y, a continuación, en otro plano estremecedor, contemplamos su desolación, tristeza y soledad a través de una puerta cristalera. Me conmovió en lo más profundo.
Un besazo.
Sí, querido nuncaelolvido, creo que esa secuencia que describes de Judi Dench conmueve profundamente.
Me alegro que te haya parecido entrañable, aunque con algunos peros, que explicas divinamente. Es cierto, que las pegas que expones son el tema de debate que se ha suscitado alrededor de esta película. Es muy interesante.
En mi opinión, creo que Branagh no ha querido ahondar en el conflicto irlandés, pues como digo en el texto, el conflicto político y religioso no es el tema principal, sino lo que supone esa situación para el día a día de Buddy y para que su familia tome una decisión que cambiará el rumbo de su existencia: abandonar o no Irlanda del Norte.
Pienso que en ese sentido está conseguido el punto de vista de Buddy, un niño de nueve años, que no analiza ni entiende del todo lo que está pasando, solo se da cuenta de cómo cambia su vida, la de sus seres queridos y la de los vecinos de su calle.
Respecto la precariedad económica, yo lo viví más bien como una familia trabajadora en Belfast que tiene problemas económicos, agravados por algunos pasos o gestiones equivocadas del padre respecto a la economía familiar.
Efectivamente es una película bien interpretada y creo que Branagh la cuenta muy bien, acudiendo al lenguaje cinematográfico de los clásicos que tanto ama su protagonista.
Como digo creo que es una película en la que hay un corazón que late.
Beso
Hildy
Efectivamente, querida Hildy, el conflicto irlandés no es el tema principal, pero sí es decisivo en sus vidas, hasta el extremo de llevarles a abandonar finalmente su país. Por tanto, entiendo que era necesario ahondar más en el mismo para que se entienda el contexto y la toma de decisiones que cambiarían sus vidas.
Sé a lo que te refieres, ya que los problemas económicos –o ese apretarse el cinturón–de la familia vienen dados, si no recuerdo mal, por unas deudas de juego del padre, pero también por la precariedad laboral en la construcción, ya que su puesto de trabajo está continuamente en el aire y a la espera de que le ofrezcan uno nuevo que finalmente le ofrecen para la construcción de un hospital. Y si a todo eso le añadimos el bajo salario de un obrero, tenemos el cuadro completo.
Y a pesar de todo esto, nuestro protagonista es un niño feliz. Toda una hermosa lección para nuestras jóvenes generaciones –y sus padres– que viven el espejismo de la opulencia y entienden que la felicidad está sujeta a la misma. Valemos tanto como lo que poseemos. Ayssss.
Un besazo.