Fue la mano de Dios es un grito, una confesión. Paolo Sorrentino esconde un dolor en su interior que marcó su vida de adolescente. Quizá fue el principio de su camino como cineasta…, porque la realidad no le gustaba. Su alter ego, un adolescente con rizos, el dulce Fabietto Schisa (Filippo Scotti), pasea por el Nápoles de los años 80 y, de golpe, tiene no solo que aprender a mirar, sino emprender un camino. Entre la risa y el desgarro fluctúa el gran secreto de su capacidad creativa.
Muchos cineastas convierten su pasado en una película, en un intento de atrapar el recuerdo y entenderse un poco más. En realidad se puede construir un largo tapiz de autobiografías convertidas en fotogramas, donde cineastas se desnudan ante las cámaras para contar lo más íntimo, y convertirlo en arte.
El viaje merece la pena: Los 400 golpes (Les Quatre Cents Coups, 1959) de François Truffaut, Fellini, ocho y medio (Otto e mezzo, 1963) o Amarcord (Amarcord, 1973) de Federico Fellini, El espejo (Zerkalo, 1975) de Andrei Tarkovsky, Secretos de un matrimonio (Scener ur ett äktenskap, 1974) o Fanny y Alexander (Fanny och Alexander, 1982) de Ingmar Bergman, Voces distantes (Distant Voices, 1988) de Terence Davies… O, últimamente, Roma (Roma, 2018) de Alfonso Cuarón, Dolor y Gloria (Dolor y Gloria, 2019) de Pedro Almodóvar, Belfast (Belfast, 2021) de Kenneth Branagh…, y Paolo Sorrentino y Fue la mano de Dios. Dicen por ahí que no tardaremos en ver la infancia de Steven Spielberg en pantalla grande, y seguro que merece la pena.
Paolo Sorrentino mira a través de los ojos del joven Fabietto, un muchacho que es feliz con sus padres y sus hermanos. Por nuestros ojos van pasando distintos episodios de su familia y vecinos en Nápoles. En un periodo concreto: cuando todos creen que es un milagro que Maradona forme parte de la plantilla del Napoli… y, sin embargo, se convierte en algo real. Pero curiosamente un partido del Pelusa supondrá la salvación de Fabietto y el principio de su dolor en silencio, que a la vez le abre un nuevo camino: el cine.
El director italiano no sacrifica su barroquismo visual para contar una historia íntima, y explica de manera sensible y preciosa por qué en su obra cinematográfica, la puesta en escena llega al delirio. Es una huida consciente de una realidad que no le gusta. Paolo Sorrentino a través de la mirada de Fabietto realiza un retrato de María (Teresa Saponangelo) y su esposo Savelio (Tony Servillo). No son un matrimonio perfecto, pero su hijo los adora. Y les deja marchar de la manera más dulce. Recuerda cómo se reía con ellos, con las bromas pesadas de su madre y las salidas de tono de su padre. Se da cuenta de que la felicidad puede ser ir montado con sus padres en una motocicleta por las calles de Nápoles.
Fabietto es un niño de video club, que también mira con los ojos y la boca abierta lo que se proyecta en una pantalla de cine o solitario acude a un teatro. Sus guías para la senda que recorrerá a edad temprana serán: en la lejanía, el gran Fellini y su manera de mirar, incluso su hermano acudirá a un casting para un rodaje del maestro. Y su encuentro con del director napolitano Antonio Capuano (director que no conozco y mentor de Sorrentino) supondrá otra manera de ver la vida: con conflicto, desgarro y pasión, buscando qué contar. Algo que merezca la pena…
Fue la mano de Dios es una película de detalles, de momentos, de rostros y personajes. De imágenes inolvidables y frases que se quedan grabadas. Es exceso y contención. Alegría y dolor. Sexualidad y amor. Cordura y locura… Realismo, magia y milagro. De lo profano y lo religioso. Sí, San Genaro viaja en un Rolls Royce y siempre uno se puede cruzar con El Monjecito.
Y todo va sobre un muchacho que nunca puede ver en vhs Érase una vez en América de Sergio Leone, que monta en lancha con un traficante que le pasea por una noche diferente, que está enamorado de su tía, que pierde la virginidad con una mujer mayor que solo desea que camine hacia el futuro y que oscila entre ser filósofo o director de cine; aunque un gol de Maradona le puede hacer vibrar… Es la historia de un adolescente feliz, a pesar de los pesares, que se le parte la vida en dos. En un instante.
Fue la mano de Dios es sobre el dolor, pero, sin embargo, es una película luminosa. El hermano mayor de Fabietto le dice la clave para conseguir su meta: perseverancia. Si no te gusta la realidad, transfórmala con una cámara. Tal vez tengas que salir de Nápoles y puede que tardes décadas en volver a tu lugar de origen para reflejar en una pantalla el origen de tu pena, pero también las ganas de hundirte en la gran belleza o lo bien que le sienta a uno morirse de la risa.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Hildy a mi la que me ha gustado que he visto hace poco es los dos Papas. Cuidate.
No me gustó. Tiene destellos, algún momento estimable, pero es demasiado larga, tiene un ¿humor? demasiado estúpido, un guion en que casi todo es porque sí y una puesta en escena que, mucho menos barroquista que lo común en sus últimas películas (de las cuales solo me convence «Il Divo»), salvo en la apertura, que es lo más decente. Algunos creen que su vida es por sí misma materia suficientemente interesante para adornarla con imágenes y hacer una historia. Pues en este caso no lo es, por más impostura y forzamiento con que se reboce. Eso, impostura y forzamiento, es la marca de la casa de Sorrentino.
Besos
Hola Hildy
Cuando pienso en el cine italiano siempre veo un tipo de «famiglia» tan italiano que, a lo mejor, es real. Nadie pinta mejor ese entorno que los directores italianos; si bien es cierto que nos llevan décadas de ventaja.
Fantástica lista de directores con pantalones cortos. La lista podría ser eterna pero ya que cierras con Spielberg y hablamos de Sorrentino apúntame Scorsese y su «Hugo». Spielberg, Sorrentino, Scorsese, Schisa y Scotti nosé si es la delantera del cinecittá o, si ponen un dedo en los labios, te están advirtiendo que hables bajo.
Que la risa -y la fantasía- nunca falten. Manuel.
Hola, Hildy. Hacía tiempo. Esta película es de las que más me ha gustado este año. La prefiero incluso a «Drive my car» como candidata al Oscar, porque aquí se nota que Sorrentino nos ha abierto su corazón, y prescinde de ese barniz extravagante con el que en alguna ocasión se le ha ido la mano. A ratos es muy conmovedora. Veremos que ocurre. Saludos.
Querido Antonio, pues la verdad es que me apetece también ver la de Los dos papas. A Fernando Meirelles lo he disfrutado mucho con Ciudad de Dios y El jardinero fiel. Y el tema de su nueva película y cómo lo aborda me intriga.
Beso
Hildy
Mi querido Alfredo, a mí me gustó mucho más de lo que esperaba y es de esas películas que me dejan pensando unos cuantos días.
Me interesó cómo nace una vocación a través del dolor. Me gustó el retrato de unos padres. La mirada de Fabietto. Su hermano. Las calles de Nápoles. El mar… Palabras en el aire…
Estas películas con gotas autobiográficas las siento íntimas y también libres.
Y, bueno, soy plasta diciéndolo, pero también me pareció una peli con un corazón que late.
Beso
Hildy
¡Eso, querido Manuel, que la risa y la fantasía nunca falten, claro que sí! ¡Que no falten tampoco tus juegos de palabras!
Sí, es cierto, el cine italiano refleja como nadie entornos familiares. ¡La familia, ayyyy, la familia! Por cierto, ¡cuántas joyas para descubrir en el cine italiano!
Beso
Hildy
¡Querido Deckard, cuánto tiempo! Si, es cierto, la película de Sorrentino tiene momentos que conmueven. Lo que me gusta también es como refleja el concepto tragicómico de la vida y como a pesar de estar construida a partir del dolor y la ausencia es una película luminosa.
Beso
Hildy
Hola Hildy!
Una película que tengo pendiente. Anotada queda.
Besos;)
Hola. Muy cierto lo que cuentas, muchos momentos conmovedores. Exceso y contención, como dices.
A estas alturas, pienso que para hacer algo creativo, un libro o película, hay que tener algo que contar. Parece una obviedad pero no lo es. Y, más allá de una estética o un estilo, hay que tener fuerza comunicativa para hacerlo. Hay que ser sincero y profundizar, y luego saber interpelar y respetar al espectador. Sorrentino tiene sin duda todo esto, más allá de sus excesos barrocos o sus escenas obligatoriamente fellinianas. Por eso me parece alguien estimulante, y nada ensimismado ni impostado, en el panorama actual. Como el Vinterberg de Otra Ronda, por ejemplo, que tampoco es una película perfecta pero nos habla de cosas importantes sin darse melosa importancia.
Compárense, es mi opinión, con la ubicua y ganadora Drive my car, que alguien menciona. No sé, Hildy, si has escrito sobre ella. Para mí una muestra de cine hinchado y falsamente humilde. Light como Murakami. Y para qué hablar de ese Chéjov (y el inevitable Beckett!) cogido por alfileres… Las referencias culturales de un estudiante de filología de 19 años. Cuántos momentos y minutos reiterados en el coche con la cinta del Tío Vania porque… es cool. El tema de la obra de Chéjov, en mi opinión, no tiene relación con la película. Tres horas para contarnos algo supuestamente profundo que es pura obviedad estirada porque sí.
No me imagino a un Ozu, un Renoir o un Rossellini contando y sugiriendo tan poco en 170 minutos. Esto sí que es qualite de la más insípida. Pero qué ínfulas.
En fin, disculpa, hacía mucho que no participaba y me he dejado llevar.
Querido Fran, ¡espero que la disfrutes mucho cuando la veas! A mí me ha merecido la pena.
Beso
Hildy
Querido Luis, cómo me alegra leerte.
Totalmente de acuerdo: «para hacer algo creativo, un libro o película, hay que tener algo que contar». Y así se lo dice Capuano a Fabietto en una de las secuencias de la película. Y como dices parece una obviedad, pero no lo es.
Sí, a mí también me tocó «Otra ronda».
No, no he escrito sobre «Drive my car» porque todavía no la he visto. Pues fíjate que a mí me apetece, pero porque yo no conocía a Ryûsuke Hamaguchi y me encantó una película de él que se estrenó no hace mucho: «La ruleta de la fortuna y la fantasía». Y también porque adoro Tío Vania de Chejov y me parecía interesante ver cómo insertaba el texto teatral en la película. Pero me quedo en la memoria con tus apreciaciones. Ya te contaré cuando la vea.
No hace mucho me fascinó cómo lo hizo Asghar Farhadi con «El viajante» y la obra de Arthur Miller, Muerte de un viajante.
Beso, y me ha encantado que te hayas dejado llevar
Hildy
Hildy acabo de ver la metamorfosis de los pájaros, en nuestra plataforma aunque de pago, una cinta intimista plena de belleza, cuidate.
Querido Antonio, ¡qué buena pinta tiene esta película que recomiendas! Muchas gracias.
¡Ya vi la de Los dos papas! Qué película tan entretenida. Los dos intérpretes están verdaderamente maravillosos. Creo que hubiese sido más redonda para mí, sin los flashback. Ya te dije que me llamó la atención la elección temática de Fernando Meirelles, pero la resuelve muy bien, tal y como hizo en su momento Nani Moretti con Habemus Papa. Meirelles opta por presentar a los dos papas con sus sombras y sus luces, por mostrarles como hombres con sus defectos y errores, pero también con sus virtudes.
Beso
Hildy
La sensación que me quedo es que Meirelles idealiza un tanto a Bergoglio, supongo que será creyente.
Sí, está claro que él se posiciona y que siente al papa Francisco, a Bergoglio, como un cambio necesario dentro de la Iglesia católica. Según he leído recibió educación católica, pero no es practicante.
Beso
Hildy
Viendo todas las grandes peliculas autobiograficas que citas me has incitado a ver la de Sorrentino que de momento tengo pendiente.
Un beso de madrugada.
Querido Luis, a mí la verdad es que me gustó bastante. Creo que merece la pena verla. ¡Ya me contarás qué te parece! Creo que Sorrentino se abre en canal.
Beso enorme
Hildy
Tengo que confesarte un par de cosas, querida Hildy. La primera, que apenas he visto nada de Sorrentino. Creo que solo La gran belleza y esta. La segunda, que ha provocado en mí como dos reacciones a la vez, te explico.
Si te soy sincero, según la veía, después de un comienzo vivaz e interesante, me invadía una especie de pereza… No porque me aburriera, sino por el cansancio que me provoca esa obsesión por que cada plano, cada conversación, cada hecho y cada personaje sea memorable. A lo mejor es culpa mía por fijarme demasiado en la tramoya visual y narrativa, pero es que Sorrentino me lo pide a gritos, es como si me cogiera de la pechera y me estuviera diciendo constantemente «¡mira, en vez del contraplano que te esperabas un gran plano general desde allí» «fíjate, cada frase que le ha dicho su hermano es para anotársela y luego las del director borde y con las dos conversaciones trácese un esbozo de mis principios biofílmicos» No sé, me agotaba mucho y me despegaba de una historia que, aunque está escrita y llevada con muchas luces y hermosas imágenes, todo es un poco entre tópico y exagerado, aunque supongo que eso debe perdonarse por la puntilla autobiográfica que la adorna. Y luego está -esto me temo que es cosa mía- que no me interesa nada pero que nada el fútbol y las reacciones que genera, y que Maradona me parece un personaje nada interesante, por decirlo finamente y no faltar a algún hincha que me lea. Hay una pequeña peli de Sorín (creo que Historias mínimas) en la que el maradonismo no me estorbó mucho, pero aquí me estomaga y aleja de la historia.
Pero hay otra reacción extraña, que es la involuntaria. Y es que mi mente sabe que es una buena película. Es de esas películas que si comiera de escribir críticas me causaría un gran dilema, y una curiosa prueba de ello es que luego estuve toda la noche soñando con ella y con otras cosas parecidas a ella… No sé, me ha divertido más en sueños que en vela. Curioso y divertido.
Ay que me lío. Tu escrito es precioso y la describe perfectamente. Gracias por animarme a verla porque en el fondo me alegro y me anima a descubrir más cosas de Sorrentino, que seguro que me aguarda con pelis que me interesen más. Por lo pronto le cojo la palabra a Alfredo y veré pronto Il Divo, a ver qué tal.
Un besazo
Luego ocurre
El «luego ocurre» es un resto de borrador que ha quedado, Hildy, no te creas que es un mensaje críptico, jeje. Pero bien mirado…
Querida Hildy,
mi película autobiográfica favorita es DIAS DE RADIO de Woody Allen,casi empatada por el AMARCORD de Fellini.
Tampoco he visto tantas,así que tomo muy en cuenta tus recomendaciones
Besos,IVÁN
luego ocurre… que viene el tocayo (juas, juassshh)
Puse a Scorsese como ejemplo de «dire» en pantalones cortos tirando de ironía. Cada vez que un «grande» utiliza un infante-adolescente nos cuela que son retales de su vida. El sábado viendo «los informes sobre Sarah y Saleem» (me gustó mucho) me acordé de lo decepcionado que salí de «Herida» -tema parecido, nada que ver- y me di cuenta que la última gran obra de Louis Malle tal vez fue «Au Revoir les Infants – Adiós, Muchachos (1987)» que, también eran «recuerdos de su infancia». Aparte de un, evidente, ajuste de cuentas con sus «haters».
Un saludo, Manuel.
Queridísimo Manuel (Tren de sombras): aquí me tienes leyéndote y disfrutándote, como siempre.
Pues me encanta la explicación de tus dos reacciones ante Fue la mano de Dios.
Y no dejan de ser totalmente ciertas.
Sorrentino grita su confesión con la cámara.
Cuenta su vida.
Y, sí, quiere que nos fijemos en él y en cómo lo cuenta.
Es verdad.
Pero me parece que hay corazón y que esta es su verdad de cine. Y sobre todo un ejercicio de libertad absoluta y de contarlo como le viene en gana.
Es lo que se dice una película personal llena de contradicciones.
Y a veces conectamos con lo que nos cuenta y otras no.
Y a veces nos llega cómo lo cuenta y otras para nada.
Fíjate, me pasa algo curioso también, creo que me cae bien su yo adolescente (ese Fabietto de la pantalla) y no sé si conectaría con el Sorrentino adulto.
¡Vi Historias mínimas! ¡Y recuerdo también de Sorin, Bombón, el perro!
A mí me pasa lo mismo que a ti: no logro que el fútbol despierte pasión alguna en mí, pero me llama la atención las pasiones que levanta, jajajaja.
Es más, a veces hay cosas que me enfadan de lo que se mueve alrededor del fútbol profesional.
Siempre digo que el único partido que he visto en mi vida es el de Evasión o victoria de John Huston, jajajaja. Con Pelé… y Stallone y Michael Caine.
Luego hay pequeñas historias con el fútbol de protagonista que me emocionan. Y eso se refleja en algunas películas o documentales: Offside (Fuera de juego) de Jafar Panahi, Promises de Justine Shapiro, B.Z. Goldberg, Carlos Bolado o Estrellas de la línea de Chema Rodríguez.
Beso y gol
Hildy
Querido Iván, ¡qué preciosidad Días de radio de Woody Allen! ¡Y qué hermosa película autobiográfica!
¡Espero que disfrutes de alguno de los títulos de directores de cine que cuentan más o menos su historia o se inspiran en algún momento vivido por su familia!
Beso
Hildy
Jajaja, querido Manuel… luego ocurre ¡que has vuelto!
Sí, Louis Malle es otro de los directores que ficcionalizan su vida.
Pues fíjate que llevo un tiempo con ganas de volver a ver «Herida». A ver qué me pasa a mí cuando la vea…
Para mí la última película que rodó Louis Malle es una joya: Vania en la calle 42. Me emociona siempre que la veo de nuevo.
¡No he visto «Los informes sobre Sarah y Saleem»!
Me la apunto, pero ya.
Beso
Hildy