Lejos de la tierra quemada / A ciegas

Las películas del guionista mexicano (y ahora director) Guillermo Arriaga y del director brasileño Fernando Meirelles son muy distintas pero ambas han dejado una semejante sensación en mí como espectadora. 

Tanto A ciegas como Lejos de la tierra quemada tienen una serie de virtudes (que por momentos piensas que vas a atisbar algo grande) pero también otra serie de defectos que para mí finalmente vencen para no ser las películas que esperaba. 

Y me explico, con las dos salí absolutamente fría del cine. Ninguna me emocionó y no fui capaz de acercarme a ninguno de los protagonistas, ni simpatizar con ellos. 

Las dos películas son dolorosas y duras pero tal es el hincapié en el dolor y en la dureza, en el drama, que al final surge la frialdad más absoluta que quita toda emoción a las historias (más fría la de Arriaga si empezamos una competición en hielo). El distanciamiento aquí con los personajes no ayuda, no se produce catarsis alguna. A ambas películas les falta alma o ese punto que las haría especiales. 

Guillermo Arriaga demuestra que sabe de guiones y estructuras. Ya lo demostró en sus trabajos en solitario y en su trilogía junto al director Alejandro González Iñárritu. Al igual que se muestra como director que domina técnica, que tiene mirada sensible. Logra junto a su director de fotografía Robert Elswit (fue el mismo que logró momentos inolvidables en Pozos de ambición) imágenes de gran belleza e impacto pero, ya dije antes, sin alma. El dolor y sufrimiento que fluía y emocionaba en la trilogía con Iñárritu (Amores perros, 21 gramos y Babel) aquí lo sentí distante, seco y frío. Sin poder creerlo, sin poder acercarme a él. 

Fernando Meirelles que adapta a su mirada cinematográfica otra novela (y que es experto en dejarnos su huella en esas adaptaciones, ya lo hizo con Ciudad de Dios y con El jardinero fiel), toma la novela de Saramago y vuelve a imprimir su peculiar visión…, pero se queda en el camino. En sus otras producciones me perdía en su alma y nervio. Aquí me falta…, a pesar de la cantidad de aciertos. También realiza junto a su director de fotografía habitual, César Charlone, secuencias maestras y recursos muy bien empleados. ¿Pero dónde se quedó la emoción, el alma y el nervio? 

Reconozco que también me influyó que hacía apenas unos meses me había leído por primera vez Ensayo sobre la ceguera y había sentido mil y una sensaciones. Me sentí atrapada ante la fuerza dramática de la novela, ante todas las preguntas que me planteaba y todos los momentos para mí sensacionales (eché de menos más reflejo de la solidaridad entre las mujeres y un mayor desarrollo de la historia entre la joven de gafas oscuras y el hombre anciano con parche en el ojo) que se desarrollaban en cada una de las páginas. Y aunque reconozco también que Fernando Meirelles logra atrapar algunos de estos momentos y transmitir los momentos de angustia… al final me ganó la frialdad de algunos momentos, la belleza de otros y no poder disfrutar un todo, una obra total. El guión de Don McKeller no está mal construido y capta la esencia de la novela… pero…, no sé. No me inquieta. 

Las dos películas contaban con actrices femeninas protagonistas como uno de sus puntos fuertes. En Lejos de la tierra quemada, las protagonistas son Charlize Theron, que a mí personalmente no me llega a entusiasmar, pero que se está construyendo una carrera en la que elige de manera inteligente sus proyectos. Quizá está demasiado preocupada en demostrar que es gran actriz dramática y eso me parece que no la relaja en sus interpretaciones y que cada vez tienen menos frescura. Quizá no estaría mal que nos deleitara con una comedia, un musical, o una comedia romántica, un género alejado de lo que habitualmente está realizando. La otra es una Kim Basinger correcta pero que no llega a creerse su papel de actriz. Ahora, como mujer bella con mirada triste y perdida no la gana nadie. En A ciegas nos da recital una de las grandes, Julianne Moore y a mí personalmente no me decepciona. Por otra parte en ambas, jóvenes actrices logran buenos papeles y buenas interpretaciones, en la de Arriaga la joven Jennifer Lawrence y la niña Tessa Ia y en la de Meirelles, la joven de gafas oscuras, Alice Braga. 

Lástima que de las dos no salí con los ojos llenos de celuloide. Vi en ambas imágenes bellas, películas impecables en la técnica, pero apenas sentí. Quizá tanto dolor en pantalla, que otras veces me conmueve y revuelve, aquí me dejó una sensación de frialdad y distancia.