Una canción imprescindible para el relato cinematográfico es lo que une a estas tres películas. Cada una de ellas tiene su función en la narración.
Tori y Lokita (Tori et Lokita, 2022) de Jean-Pierre y Luc Dardenne
Los hermanos Dardenne son directos y sencillos en su forma de narrar Tori y Lokita, logrando una película que refleja con extrema sensibilidad las desventuras de dos niños africanos refugiados en Bélgica. Los fotogramas golpean el pecho con fuerza y tras el fundido a negro una vez acabada la historia, provoca que el corazón prácticamente deje de bombear. Cine social y de denuncia sin moralina, sensiblería o morbo. Seco, duro y brutal.
El hilo conductor de las desventuras de los dos muchachos, que siempre formarán parte de una estadística, una línea en la sección de sucesos de un periódico o simplemente serán ignorados, es una canción italiana infantil, «Alla fiera dell’est», que los dos entonan en un karaoke al principio de la película. Dicha canción aparece en contextos muy diferentes en varias secuencias y deja ver la trayectoria de dos niños a los que se les ha arrebatado la infancia. Duele la indefensión de Lokita y las sencillas palabras finales de Tori exponen con sencillez lo fácil que hubiese sido evitar la desgracia… y, por eso, provocan más vergüenza.
Lokita es una adolescente que solo quiere conseguir los papeles para ser asistenta doméstica y limpiar casas. Tori es un niño muy despierto que en la escuela podría ser un buen estudiante. Los dos se conocieron en la travesía en el mar y no se han separado desde entonces. De hecho establecen una relación fraternal, de hermanos. La situación de Tori está clara y comprobada: ha podido demostrar que era considerado en su aldea un niño brujo y que tenía pocas posibilidades de sobrevivir. Pero Lokita lo tiene más difícil. Sin embargo, nunca se dejan solos el uno al otro. Ha comprobado que hasta ahora eso les ha funcionado para sobrevivir.
Pero en Bélgica nada es fácil. Los protocolos y burocracias para conseguir los papeles, la presión de los que les trajeron en patera desde su país de origen que exigen un pago, la necesidad y la exigencia de la madre de Lokita para que le envíe dinero, hacen que los dos niños trafiquen con drogas. Lokita, más mayor y con más sentido de la responsabilidad, sufre ataques de ansiedad (además de ser la más vejada y humillada de los dos), pero sabe que cuenta con la amistad incondicional de Tori. Y Tori, leal, no se separa nunca de Lokita. Los Dardenne filman una película desnuda, sin adornos, desgarrada, redonda…
Última noche en el Soho (Last Night in Soho, 2021) de Edgar Wright
Última noche en Soho atrapa desde sus primeras imágenes, porque Edgar Wright sabe captar la atención desde lo visual y lo estético. Su protagonista, Eloise (Thomasin McKenzie), es una estudiante de moda que vive en Cornualles y está esperando una carta que le permita acceder a una escuela de moda en Londres. Todo muestra a una joven ilusionada, amante de los sesenta, que va a cumplir su sueño en la gran ciudad, pero a la vez se nos va aderezando ese mundo luminoso de Eloise con detalles y matices inquietantes que despiertan su posible fragilidad mental, heredada de su madre ausente.
Eloise es una joven tímida, tremendamente creativa, sensible, llena de miedos y dispuesta a abrirse un hueco en la gran ciudad, que ya le advierte su abuela puede abrumarla. Y así es. Incómoda en la residencia de estudiantes, decide alquilar una habitación a una señora mayor… Y allí misteriosamente traspasará el tiempo y conocerá los sesenta de la mano de una especie de alter ego, a la que admira, Sandie (Anya Taylor-Joy), una ambiciosa joven, que quiere triunfar como cantante.
La película envuelve totalmente en su atmósfera al espectador. Lo que menos importa es la historia. Hay varios momentos musicales que sumergen en unos sesenta muy especiales. Una Sandie en una solitaria audición cantando «Downtown» de Petula Clark, deja una sensación de momento decisivo en su vida. O asciende o cae. Y lo que vemos es la caída. Así lo delata poco después su papel secundario pero premonitorio en la actuación de «Puppet On a String» de Sandie Shaw en un teatro hasta arriba de hombres ávidos de jóvenes presas. También es curioso reseñar que tres personajes importantes en la trama tienen los rostros de tres grandes actores que fueron iconos británicos en los sesenta: Terence Stamp, Diana Rigg (en su último papel para el cine) y Rita Tushingham.
Los viajes nocturnos a ese Londres de los sesenta ayudan a Eloise en su creatividad y en el duro proceso de adaptación. Sin embargo, pronto los alegres y modernos sesenta se tornarán oscuros y la vida de Sandie se convertirá en pura pesadilla, convirtiendo la vida de Eloise en un infierno. La película juega mucho con la fragilidad mental de su protagonista, con el giallo italiano (podría hacerse una buena sesión doble con Suspiria) y con un thriller fantasioso con dosis de cine de terror… Un caso emerge del pasado y Eloise trata de buscar una solución para no volverse loca. A veces, solo puede olvidarse del miedo o la locura oyendo una canción en un vinilo, pero quizá es la llave para entrar en un mundo oscuro.
Con los ojos cerrados (The Happy Ending, 1969) de Richard Brooks
Se podría construir una interesante filmografía en los sesenta sobre la crisis de la institución matrimonial. Sí, ya no valen los finales felices. De hecho, Con los ojos cerrados, tal y como anuncia su título original, empieza por un final feliz. Lo primero que vemos es el noviazgo con momentos idílicos de un hombre y una mujer que culminan en una boda, esa boda donde terminan justamente muchas películas. Después de ese prólogo pasan unos cuantos años, y ese matrimonio con una hija adolescente está roto. ¿Por qué?
Todo está contado bajo la mirada de ella, Mary (una maravillosa Jean Simmons). Una mirada desencantada. Decide huir de Fred (John Forsythe), su marido, de su hija adolescente, de su madre y de todos los conocidos. El alcohol no le ha servido para encontrarse ni tampoco le ha llevado a ninguna parte un intento de suicidio. La película está contada a base de saltos temporales mientras ella huye a Nassau para encontrarse a sí misma. Allí se topará una amiga de la universidad (Shirley Jones), que se reúne con su amante (Lloyd Bridges).
Este último realiza un monólogo sobre el matrimonio, explicando que en realidad es una unión puramente económica, que interesa a todos los estamentos, quitándole cualquier índole emocional. Ay, sí, mucho desencanto, pero también contradicciones. Lo del matrimonio no es fácil de analizar. Allí, lejos, Mary piensa sobre su vida, incluso conoce a un joven estafador (Bobby Darin) que acaba contándole la verdad de su oficio cuando se entera de que no es una mujer rica. Y parece que regresa perdida, pero con decisiones tomadas. Prefiere abandonar la jaula de cristal o de oro, qué más da.
Richard Brooks, quien todavía estaba casado con Jean Simmons, crea otro hito del desencanto matrimonial como Dos en la carretera de Stanley Donen o Siempre estoy sola de Jack Clayton, ambas también de los sesenta. Entre recuerdo y recuerdo y culminando un final con una pregunta sin respuesta, pero con una mirada que lo dice todo, una canción compuesta por Michel Legrand, que una vez se escucha no se olvida, «What Are You Doing the Rest of Your Life?». Es una canción que expresa el hastío y el desencanto. Sí, Mary sufre una hecatombe emocional, pero quizá al final logre salir del desencanto.
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Hola Hildy
Es difícil no conectar la del Soho con «Scandal». Las tres más populares cantantes británicas de los sesentas fueron Petula, Sandy… y Dusty que, vía Pet Shop Boys, cantaba el tema que, seguramente, era mejor que la peli. Pero la pareja Joanna Walley-Bridget Fonda es todo un referente.
No recuerdo el «happy ending» (suena raro pero lo digo sin sarcasmo). Curioso que Bobby Darin, con canciones inolvidables en tantas pelis, haga de estafador. El tema «what…» es fantástico -melancolía pura ya desde el titulo- y Jean Simmons se parece un poco a esa copa de champán, fría pero ¡cuidado con sus burbujas!
Un saludo, Manuel.
Esa canción, Alla fiera del’est, se me quedó pegada durante varios días. Los Dardenne abordan el tema de la inmigración ilegal desde el realismo, como siempre, con un cine casi documental y una cámara que sigue muy de cerca a los dos niños, sin dejarles un segundo para no perder nada de lo que acontece. Tanto es así que los directores tienen que ingeniárselas para que el espectador tampoco se pierda lo que ocurre fuera de campo, ya sea con el sonido, con la voz en off, o apoyándose en la imaginación del espectador que puede cubrir ese vacío de la imagen. Porque todo, hasta el más pequeño detalle, importa en una cinta que es, de nuevo, un thriller disfrazado de drama social como ocurre en varias películas de su ya extensa filmografía: El hijo, El joven Ahmed, La promesa, etc. Todas ellas con protagonistas menores de edad, con los que los Dardenne se manejan estupendamente, y a los que eligen como objetivos de sus películas por ser más indefensos, por facilitar que los mensajes de sus filmes calen más hondo. Porque Tory Y Lokita pueden ser cualquiera de los inmigrantes que llegan a Europa de forma ilegal.
Abrazos.
Manuellll, no he visto la peli de Escándalo de Michael Caton-Jones… Es que esos sesenta británicos dan para mucho, ¿verdad? Y para muchos tipos de historia. Si no has visto la del Soho tiene mucho encanto, ya verás.
Me ha encantado la de Richard Brooks. No la había visto, pero, sin embargo, había escuchado esa maravillosa canción en un montón de ocasiones y ha sido una grata sorpresa encontrármela en la película y además saber que fue creada para su banda sonora.
Jean Simmons es una actriz que me gusta una barbaridad y con una filmografía superinteresante. Precisamente explotando lo que dices, así construye su personaje del musical Ellos y ellas, que es una joya.
Beso
Hildy
Sí, querido Ethan, es una canción preciosa y los Dardenne la emplean tan bien para contar su historia. Me encanta el cine de estos hermanos y es cierto que tienen una manera muy especial de representar esas infancias robadas. Por otra parte, es un cine de denuncia limpio y directo. Y efectivamente son buenísimos con los ingredientes del thriller para construir sus relatos. Me impactó mucho en ese sentido El silencio de Lorna.
Beso
Hildy
Estas tres no las he visto. Parecen atractivas e interesantes.
Recuerdo que la de los Dardenne estuve a punto de verla en el cine pero en aquel momento no me apetecio ver un drama con niños. Pero ahora despues de leerte se ha despertado mi interes. El cine y lo que consuminos depende mucho de momentos, estados de animo, casualidades. La de Jean Simmons y el matrimonio me ha recordado ¿Quien teme a Virginia Woolf? que vi hace poco. La pelicula de Mike Nichols es dura y deja un sabor de boca extraño. De parejas y de este mismo director me intereso la de Closer.
Y la del Soho sera curiosa si hace buena sesion doble con Suspiria.
Un bonito trio de peliculas.
Un beso.
Sí, querido Luis, de verdad que lo son. Atractivas e interesantes. La de los Dardenne es una gran película, pero todo un puñetazo. Es dura.
Jo, me encanta la película de Mike Nichols y la obra de teatro que adapta de Edward Albee. Otro matrimonio desencantado, a la deriva.
La película de Brooks tiene momentos vitriólicos y es otro de esos análisis que se realizaron en los sesenta sobre la institución del matrimonio. Simmons está estupenda.
Por último, la del Soho es visualmente muy potente y representa con mucha fuerza su ambigüedad, sobre todo por ver todo a través de la fragilidad mental de una joven.
Y luego las tres con canciones que difícilmente se olvidan, se quedan grabadas en la cabeza durante días.
Beso
Hildy
Mi querida Hildy, me gustó bastante la película de los Dardenne, y eso que su fórmula invariable ha habido momentos que ha llegado a saturarme. Parece que van buscando y eligiendo entre tales o cuales temas sociales relevantes para aplicar la plantilla. El resultado es a menudo magnífico, pero siempre hasta un punto, un techo que ellos mismos se ponen.
La segunda me parece una tomadura de pelo.
Richard Brooks casi siempre merece la pena. No llega a la combinación de literatura y cine que plantea Mankiewicz, pero seguramente saldría segundo en el escalafón. En los sesenta tocaba atacar el matrimonio (como si hiciera falta; muchos años antes ya lo había advertido Groucho Marx: «hay matrimonios que terminan bien y otros que duran toda la vida»), y a eso se aplicaron en el Nuevo Hollywood, como otros de sus rasgos distintivos. Pero aquí, además esta la carga personal de Brooks y Simmons, y es inevitable sentirla como más auténtica que otras cintas. Recuerdo un comentario de Garci, en una de esas recepciones a los directores foráneos con motivo de la ceremonia de los Oscar, y su encuentro, entre otros, con Richard Brooks, con el que tenía cierto trato. Ya mayor, sin soltar el vaso de la mano, y sin dientes…
Besos
Mi querido Alfredo, sí, los Dardenne en Tori y Lokita a mí me han llegado a lo más hondo. Aquí para mí son magníficos en la sencillez y la construcción del relato. Cine social con golpe directo a la mandíbula.
La segunda a mí, fíjate, me ha llamado poderosamente la atención por varios motivos que expongo en el texto. Visualmente me parece una pasada, así como la creación de ambiente y atmósfera y el punto de vista de una persona inestable mentalmente. Me lo pasé tremendamente bien.
Sí, la de Brooks es auténtica. A mí me gusta mucho su cine, la verdad. Tiene varias películas que he visto tropecientas veces.
Beso
Hildy