La impaciencia del corazón (Kysset, 2022) de Bille August

Bille August construye un melodrama elegante en La impaciencia del corazón.

Bille August construye secuencias con buenos personajes y tensión dramática desde el minuto uno. La impaciencia del corazón arranca con una secuencia de apertura que muestra una acción tan banal como una madre y un hijo que visitan a una mujer rica y venerable, la tía de muchacho, para merendar y, sin embargo, enseguida el espectador no solo siente la tensión del momento, sino que se dibuja perfectamente a su personaje principal: Anton (Esben Smed Jensen), un joven de un escalafón social bajo que aspira a un alto cargo y quiere terminar de formarse como oficial de caballería en los tiempos previos a la Primera Guerra Mundial. Para eso necesita dinero y una visita de cortesía a su tía rica se convierte en incómoda petición económica y en la promesa del restablecimiento del orgullo familiar que su padre no dejó en muy buen lugar.

El joven Anton es joven, educado y correcto, pero a la vez le queda mucho que aprender de las cuitas emocionales y todavía no posee la formación de una inteligencia emocional que le permita moverse con soltura por un mundo que juzga continuamente los comportamientos humanos y que ejerce férreamente lo políticamente correcto. Y esa carencia será la gran desgracia de Anton, que no puede madurar emocionalmente, que a la vez es una buena persona que teme dañar a los demás y que tiene la ambición de querer llegar al escalafón más alto por merecimiento y esfuerzo.

Y es que Anton se verá atrapado por la compasión que siente hacia Edith (Clara Rosager), la hija de un rico empresario (que incluso compra un título nobiliario), que por un accidente ha perdido la movilidad en las piernas. Anton echará una mano a dicho noble, Løvenskjold (Lars Mikkelsen), en un percance con su automóvil y este agradecido le abrirá las puertas de su mansión. El joven oficial en un principio, orgulloso y agradecido, se sentirá halagado por tener las puertas abiertas hasta llegar a un punto en que se siente totalmente atrapado, porque él mismo y la sociedad que le rodea van creando una compleja maraña que desencadenará la tragedia.

Bille August, el veterano director de Pelle el Conquistador, Las mejores intenciones o Corazón silencioso, vuelve a mostrar su maestría como narrador, adaptando como un trágico y elegante melodrama la novela de Stefan Zweig, también conocida como La piedad peligrosa, título que ilustra muy bien el tema de fondo. August construye un perfecto artefacto de narrativa cinematográfica y logra arrastrar al espectador a la angustia que siente su personaje principal. La ambigüedad de sus sentimientos construyen la personalidad del joven, un hombre bueno que no sabe lidiar con su emociones ni con lo que le obliga a acatar la sociedad que le rodea, una sociedad, por cierto, a punto de desaparecer, convulsa y a punto de vivir la Gran Guerra.

Mientras Edith está muy segura de sus sentimientos, pero se enfrenta a la inestabilidad emocional que le provoca el tener la sensación de que por su discapacidad no puede aspirar a ser amada, Anton vivirá un proceso de transformación de sus sentimientos que culminará demasiado tarde para que los dos alcancen la felicidad, si es que era posible.

Anton lidia entre la compasión y el miedo a ser considerado por sus compañeros y la sociedad que le rodea como un cazafortunas y no como un hombre enamorado. No entra en la cabeza de nadie que un joven oficial pueda enamorarse de una mujer con discapacidad, que en aquel momento solo podía despertar compasión. A ella se le arrebata, y Edith se rebela continuamente, su capacidad de amar y ser amada. Edith no quiere la piedad ni la compasión de Anton, quiere ser amada y deseada. Y eso no le hace precisamente ser una persona fácil, porque es irascible y continuamente enfadada con el mundo.

El joven oficial se siente abrumado, pero finalmente, demasiado tarde, logrará madurar y transformar sus sentimientos. Anton se da cuenta de que realmente puede llegar a amar a Edith, que, sí, que se siente bien y seguro en su compañía y que su entrega y amor, que tanto le agobian en un principio, le hacen sentirse querido hasta límites insospechados. Edith solo le está pidiendo ser deseada, no compadecida. Y sí, es impulsiva y absorbente, pero no le permiten otras “armas” para ejercer su derecho a amar a quien quiera.

El joven cometerá el gran error: huirá. No encuentra otra salida. Dejará que otros solucionen sus cuitas amorosas, otros que no tienen su delicadeza. Porque otra cosa es que hubiese tomado distancia, pero advirtiendo y hablando con Edith, compartiendo sus sentimientos. Se dejará llevar por lo que dicta la sociedad imperante que le rodea. No se enfrentará a los problemas emocionales que se le plantean. No sabrá manejar tampoco a un padre desesperado y enfermo, que solo sabe mirar por el futuro de su hija, y pretende atrapar como sea en una jaula de cristal al joven oficial. Anton solo encontrará una brújula de realidad y un maestro de las imperfecciones humanas en el doctor de Edith, Faber (David Dencik), un hombre que también tuvo tiempo de diferenciar la compasión del amor.

Bille August atrapa al espectador con una construcción de la historia muy inteligente y unos momentos finales acordes con la tragedia, pero absolutamente hermosos. Sabe poner en imágenes y con personajes perfectamente construidos, esa historia de dos jóvenes que finalmente no pueden ser felices ni comer perdices, no solo por la complejidad de las emociones, sino por la nefasta influencia exterior. La impaciencia del corazón es un perfecto ejercicio de buen cine clásico, con las premisas adecuadas de cómo contar bien una historia.

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11 comentarios en “La impaciencia del corazón (Kysset, 2022) de Bille August

  1. Hola Hildy
    Soy muy de August y es más todoterreno de lo que aparenta; ahí esta «Smila» para demostrar que también sabe hacer thriller -y con una Julia Ormond en su ,talvez, mejor papel ever-.
    El argumento es tannn de aquellas fechas que cuesta trabajo no imaginarse a Edith con las facciones de Deborah Kerr, con más aristas según cuentas.
    Un saludo, Manuel.

  2. Sí, Manuelllll, August se nota que es un buen narrador y le gusta contar historias. Y lo hace muy bien.
    Sí, «La impaciencia del corazón» es un gran melodrama y tienes razón, si se hubiese hecho en los cincuenta, Deborah Kerr hubiese estado maravillosa como Edith.
    Y, fíjate, que no ha sido la única vez que ha sido llevada al cine. Hay varias versiones. Precisamente en los cuarenta, los británicos se atrevieron con una adaptación. Y Edith fue Lilli Palmer. Pero yo no he visto nunca ninguna, esta de August ha sido la primera.

    Beso
    Hildy

  3. Hola Hildy!
    la vi el otro día y la verdad es que sin que me pareciera floja o me aburriera, me gustó algo menos que a ti. Era todo como demasiado obvio y lineal y, bueno, a lo mejor es que como leí la novela hará un par de años la vi con otros ojos.
    Además, por comentar algo personal, me ocurre una cosa y es que como hombre de mi tiempo que soy, eché los dientes viendo Heidi, y no me digas que la chica no recuerda a Clarita y no sé si eso le pasaba a otros niños, pero a mi la condición tullida de Clara me provocaba una especie de protoamor infantil raro. Vamos, que me costaba empatizar con el subteniente, que con lo mona y lo maja que es la chica la rechace así por los panolis de sus compañeros de cuartel. Ahí creo que asoma otro «defecto» de la peli, y es el haber trasladado la historia a Dinamarca. Estas cosas en el imperio astrohúngaro eran más creíbles.
    Un besazo!

  4. ¡Amigo y adorado Manuel, a mí me pareció una historia muy bien contada cinematográficamente! Yo la disfruté un montón.
    Y lo que me produjo además son ganas enormes de leer la novela a la que no he hincado el diente todavía ¡¡¡y tú sí, jajajaja, qué envidia más sana me provocas!!!, y eso que Zweig me gusta mucho y me he leído un montón de novelas sobre él.
    Lo que me he podido reír con lo de Clarita, pero ahora que lo dices, tienes toda la razón. Edith perfectamente podría ser Clarita más mayor.
    Ay, pues yo sentía la angustia y la jaula que se va creando alrededor del teniente, a base de sentimientos complejos y malentendidos… Y creo que se consigue además que se termine entendiendo a todos.
    Quizá la disfruté más porque no había leído la novela y no conocía la historia, pero ¿no crees que a veces lo obvio y lo lineal también se disfruta si está bien plasmado y contado? A mí me pasa con obras que me sé de pe a pa como Romeo y Julieta en sus tropecientas versiones y siempre es una historia que me hace disfrutar.

    Beso
    Hildy

  5. ¡Querida Hildy, no me di cuenta enseguida al ver tu entrada de que esta es una adaptación de la novela de Zweig que me aguarda en un estante desde hace unos meses! Compré un ejemplar con algo de dudas, porque no había escuchado sobre ella y hasta ese momento había leído solamente una novela del autor (Veinticuatro horas en la vida de una mujer), pero la edición era tan linda y Zweig me intriga tanto (acabo de encontrar tu artículo sobre «Adiós a Europa», ya me voy a leerlo) que me hice de ella. Ahí está aguardándome.-
    Esta película todavía no llegó al streaming pero acabo de ver el avance y parece tenerlo todo para gustarme. Seguramente no tiene mayores coincidencias, pero me ha hecho acordar un poco a Frantz, esa otra peli que a las dos nos gustó mucho, y que también tenía dos personajes rotos, que no logran encontrarse y a la que la sociedad separa, y la Gran Guerra de fondo.-
    Te mando un abrazo gigante, Bet.-
    PD: Ahora ya tengo dos novelas de Zweig en mi lista de leídos, sumé Carta de una desconocida que leí en una traducción imposible al argentino. No vieras cómo me rechinaban los dientes al leer modismos tan nuestros encajados en el contexto de la Viena de principios del Siglo XX, parecía que en cualquier momento los personajes iban a sentarse a tomar mate con strudel, jajaja.-
    Más abrazos, Bet.-

  6. Jajajaja, en esas estoy yo, queridísima Bet, en buscar como una loca la novela, porque me entusiasmó la película y me gusta mucho Zweig (además de las novelas, tiene buenas biografías. Tiene una biografía de María Antonieta que me encantó). Me entraron muchas ganas de leérmela.
    Pues mira ahora que lo dices, sí, dialogaría muy bien esta película con Frantz de Ozon. Tienes toda la razón del mundo.
    Jo, qué importante son las traducciones, para mí son todo un arte. Admiro la labor de los buenos traductores porque son los que me permiten leer joyas a las que no podría acceder sin su buen hacer.
    Beso
    Hildy

  7. ¡También compré la biografía de María Antonieta! Hace unos meses atrás tuve que viajar a Buenos Aires por un trámite y aproveché para darme una panzada en las librerías. Ahí compré La impaciencia del corazón, la de María Antonieta, una copia en papel de Veinticuatro horas (que había escuchado en audiolibro) y una novela corta muy corta llamada Fue él. Ya iré leyéndolas de a poco. María Antonieta la estoy guardando para el año que viene, para cuando lea Historia de dos ciudades y también tengo para ese momento El collar de la reina de Alejandro Dumas, que también tiene a María Antonieta como personaje. ¡Espero que pronto consigas un ejemplar de La impaciencia!
    Un abrazo lector, Bet.-

  8. Bueno, vaya melodrama, por lo que dices muy bien contado y con personajes perfectamente dibujados, cosa que Bille August hace de maravilla; y con tono clásico, que muchas veces se echa de menos con tanta modernidad que hay ahora sin mucha necesidad narrativa. Queda apuntado, pues, para verlo en cuanto pueda.
    Abrazos.

  9. Sí, querido Ethan. Creo que está muy bien contada, con personajes bien dibujados y, efectivamente, un tono clásico que va totalmente con la historia. A mí me gustó un montón. Una buena historia y me alegró reencontrarme con Bille August.

    Beso
    Hildy

  10. August… Bueno, no soy mucho de su cine, exceptuando «Las mejores intenciones», y ya sabemos por qué. De otras películas solo me atraen fragmentos, como en «Smila» o «Tren nocturno a Lisboa».

    Siempre me ha parecido muy envarado, muy frío, poco hábil, como acartonado, desaprovecha mucho la intensidad potencial de las historias y las posibilidades de la puesta en escena. En esta película todo me suena falso, previsible, trillado. Una pena, porque la literatura de Zweig no me lo parece en absoluto.

    Besos

  11. Mi querido Alfredo, cascarrabias de mi alma, jajajajaja, yo disfruté de cómo August rodaba esta historia. Me tocó la sensibilidad. Me gustó tanto la historia y cómo me la contaba que estoy deseando leerme la novela de Zweig. No la sentí ni fría, ni poco hábil, ni envarada o acartonada. Sentí los látidos de corazón en esta historia.

    Beso
    Hildy

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