Tres dramas de Katharine Hepburn y Spencer Tracy

Siempre que se habla de amores de cine, se recuerda la historia entre Katharine Hepburn y Spencer Tracy. Da la casualidad también de que ambos protagonizaron juntos la friolera de nueve largometrajes. De esas nueve son más recordadas las comedias, sobre todo: La mujer del año, La costilla de Adán y Adivina quién viene esta noche.

Pero estos actores, estrellas del sistema de estudios y muy carismáticos ambos, protagonizaron también tres dramas con grandes directores, que el público del momento respaldó por varios motivos: por la química que desprendían y porque además era un secreto a voces su historia de amor, pese a que Tracy no se divorció nunca de su primera esposa y madre de su hijos, Louise Treadwell. Pero también porque dos de ellas estaban muy cercanas a las circunstancias históricas y políticas que se estaban viviendo y la tercera en cuestión dejaba ver cierta apertura a la hora de reflejar ciertos temas señalados por la censura (el famoso código Hays).

Sin embargo, hoy en día estos tres dramas no son las películas más recordadas de ambos actores, pero tampoco de sus directores. Dos de ellas hay que contextualizarlas bajo la amenaza de la Segunda Guerra Mundial y otra en plena posguerra y la tercera es un melodrama familiar en el lejano Oeste, mostrando claramente un triángulo amoroso. Por orden cronológico, los tres dramas son La llama secreta (Keeper of the Flame, 1942) de George Cukor, Mar de hierba (The Sea of Grass, 1947) de Elia Kazan y El estado de la unión (State of the Union, 1948) de Frank Capra. Vistas hoy en día sí que es cierto que las tres no son películas redondas ni perfectas, pero no obstante merece mucho la pena su análisis, pues tienen muchas cosas que rescatar.

La llama secreta (Keeper of the Flame, 1942) de George Cukor

George Cukor, Katharine Hepburn y Spencer Tracy contra el fascismo en La llama sagrada.

No es de extrañar que rápidamente trabajaran juntos de la mano de George Cukor, cómplice y amigo de Katharine Hepburn, una vez se conocieron durante el rodaje de La mujer del año. Ella fue musa de muchas de las películas del realizador a lo largo de toda su filmografía.

Cukor se lanzó en aquel momento a rodar una de sus películas que dejan ver que es tiempo de guerra y además transmite un mensaje muy concreto. Para ello se sirve de dos grandes estrellas, Katharine Hepburn y Spencer Tracy, con una química muy especial. La película debe contextualizarse en un hecho muy concreto: el 7 de diciembre de 1941, EEUU, tras el ataque en Pearl Harbor, entra de lleno en la Segunda Guerra Mundial. Luego no es de extrañar que la maquinaria de Hollywood se pusiera en marcha y proliferara el binomio cine y propaganda para que los espectadores asumieran, apoyaran y entendieran por qué estaban en guerra.

Uno de los principales motivos era dejar claro al público la facilidad con que el fascismo podía penetrar en EEUU y acabar con la democracia americana. Y ahí entra de lleno la trama de La llama secreta. Su argumento es sencillo: en un trágico accidente de tráfico muere Robert Forrest, todo un héroe americano adorado por todo el país. Pronto los periodistas están alrededor de su mansión queriendo cubrir la noticia y encontrándose con el muro inaccesible que pone su joven viuda, Christine Forrest (Katharine Hepburn).

Tan solo un desencantado periodista de guerra, intrépido y con el prestigio a sus espaldas, logra acercarse a ella con la petición de escribir un artículo biográfico profundo de su marido. Steven O’Malley (Spencer Tracy) solo desea perpetuar su memoria y encontrarse con el ser humano detrás del héroe. Sin embargo, poco a poco se irá topando con ciertos misterios que le harán dudar del accidente de tráfico que llevó a Robert a la muerte.

George Cukor va construyendo una trama plagada de misterio donde todos ocultan algo sobre el héroe fallecido. Steven O’Malley no tiene fácil comenzar su artículo, pues cada vez se va adentrando en más sombras hasta descubrir que lo que una desesperada Christine trata de ocultar son las verdaderas intenciones de su esposo: extender el fascismo por todo el país. Finalmente es ella la que aparecerá como una heroína y víctima de su marido ante los ojos de todos los lectores.

La llama secreta es una película interesante por cómo presenta el trabajo de los corresponsales durante los años cuarenta, cargando sus máquinas de escribir como si fueran sus portátiles y siempre con un teléfono fijo cerca. También consigue en un principio ese tono casi fantasmal, como toda película que trata sobre un personaje ausente que domina mucho más de lo que pensamos, incluso después de muerto. El largometraje cuenta además con interesantes personajes secundarios como la madre anciana del fallecido o el secretario fiel que va revelando su verdadero rostro.

Quizá su mayor lastre es precisamente que no se llega a definir el tipo de relación que se establece entre la viuda y el periodista, ni se entiende del todo el interés de O’Malley por el héroe Forrest, ni se nos proporciona información para entender por qué esa adoración de todo el pueblo americano ante el fallecido ni cómo va avanzando la reconstrucción de su historia… Ni otras cuestiones de trama que dejan la película a veces en un pozo confuso y fantasmal, envolviéndola en un halo de poca verosimilitud que hace poco creíble lo que cuenta.

Mar de hierba (The Sea of Grass, 1947) de Elia Kazan

Katharine Hepburn y Spencer Tracy separados por un mar de hierba…, la película de la que menos orgulloso se sintió Elia Kazan.

Una de las películas de las que menos se sentía orgulloso Elia Kazan fue de su segundo largometraje, Mar de hierba. Para entendernos, no pudo tener el timón del proceso creativo en ningún momento, y se desencantó totalmente con el resultado. Lo primero, no pudo buscar ni rodar los exteriores que él hubiese deseado para una película de este tipo, sino que la convirtieron en una película de estudio, donde le facilitaron las imágenes que debía emplear de fondo.

Segundo, tampoco le permitieron opinar sobre el reparto, viéndose obligado a dirigir a la pareja estrella del momento: Katharine Hepburn y Spencer Tracy. Para Kazan no fue un placer trabajar con ellos, pues eran actores del sistema de estudios, que no entendían en absoluto la manera de trabajar de Kazan con los actores. El famoso método no iba con ellos. De tal manera, que Kazan, que uno de sus fuertes era la dirección de actores, no lograba el tipo de emociones que quería que transmitiesen.

Pese a que el mismo Kazan echó barro varias veces sobre su propia producción, Mar de hierba, la película plantea varios temas interesantes y tiene momentos bellamente rodados. Es uno de esos melodramas familiares, que recuerda a largometrajes posteriores del mismo tipo como Gigante. Quizá su mayor lastre es que a veces no consigue ese sentido del ritmo que merece un largometraje que abarca más de veinte años de historia de sus protagonistas ni aprovecha ciertos asuntos de trama que hubiesen enriquecido la historia. No obstante, Elia Kazan logra que nos interesemos por el paradero de ciertos personajes secundarios magníficamente construidos como el doctor o el cocinero.

La historia se sustenta sobre las desavenencias entre un matrimonio que se quiere de verdad, pero tienen una manera muy distinta de ver las cosas. Jim Brewton (Spencer Tracy) es un ganadero que se niega a que los colonos agricultores ocupen los acres de tierra, el mar de hierba, por donde pasta su ganado. Y solo por defender sus tierras es capaz de todo e incluso de ejercer la violencia más despiadada.

Sin embargo, Lutie Cameron (Katherine Hepburn), a pesar de estar muy enamorada de su esposo, no entiende esa falta de flexibilidad de Brewton ni su violencia contra los colonos. Ve solo ventajas en compartir las tierras. El orgullo de Jim y las continuas crisis de la pareja provocarán una separación forzosa entre ambos, donde ella dejará el hogar sin tener más remedio que abandonar a sus dos hijos: Sara Beth y Brock. El tiempo no dará la razón a ninguno de los dos en su visión sobre ese mar de hierba…

Pero hay más sombras que hunden en la oscuridad a Jim y Lutie y ahondan su distanciamiento, a pesar del amor que se profesan. El mayor enemigo de Jim, Brice Chamberlain (Melvyn Douglas), luchará siempre por defender a los agricultores y no solo eso, sino que se enamorará profundamente de Lutie, desde el primer momento en que se cruza con ella, antes de casarse con Brewton. Este triángulo traerá consecuencias y muchas más dificultades (otro de los lastres de la película es que no está suficientemente explotado ni desarrollado y hubiese dado muchísimo más juego a la historia).

En una de sus separaciones (anterior a la definitiva), Lutie abandona el hogar para reflexionar y se encuentra casualmente en Denver con Chamberlain y ambos tienen un pequeño affaire. De dicha relación nacerá Brock, algo siempre silenciado por Brewton (y por los demás implicados), pero no así por todo el pueblo que se hace eco de los rumores. Este pacto de silencio y la ausencia de la madre perjudicará fatalmente a Brock y se desencadenará la tragedia que volverá a unir los destinos de Jim y Lutie.

Elia Kazan levanta así un melodrama en el lejano Oeste que logra enganchar, a pesar de sus altibajos, y que deja algunos planos hermosos como esa Lutie contemplando el mar de hierba y detrás Jim, mirándola.

En la época esta producción tuvo un éxito considerable no solo por la química entre ambos actores y esa historia de amor oculto que se sabía estaban viviendo, sino también por el argumento de la película: lo explícito del adulterio y ese hijo, fruto de la relación prohibida, que de adulto (un Robert Walker atormentado) no soporta las consecuencias del secreto y arrastra una personalidad errónea.

A pesar de las dificultades de Kazan y su poco amor por esta obra, se pueden ver sus huellas en ella: tanto por las pasiones que dejan intuirse y el peso que estas tienen en sus personajes, cómo los errores del pasado de los adultos que arrastran los hijos, el peso de la salud mental en sus personajes, la dificultad de ser coherente con los ideales, la violencia inherente al hombre y el trabajo de dirección con algunos actores (como Robert Walker).

El estado de la unión (State of the Union, 1948) de Frank Capra

Desavenencias sentimentales y políticas de un matrimonio con los rostros de Katharine Hepburn y Spencer Tracy en El estado de la unión.

La más redonda de las tres es sin duda El estado de la unión una buena y desencantada sátira política de Frank Capra, que además supuso el final de Frank Capra en su intento de ejercer como director independiente. El director italoamericano, como ya hizo en Caballero sin espada o esa joya que es Juan Nadie, insiste en la facilidad de manipular al pueblo y en cómo son los mecanismos que fomentan la corrupción política. Muestra en estas películas las tripas de la democracia y también sus vulnerabilidades. Quizá El estado de la unión ha quedado más relegada al olvido por ser la más seca, desencantada y con un retrato más crudo de la política y los medios de comunicación. Lo cierto es que vista hoy sigue teniendo cierta vigencia y fuerza lo que plantea.

De nuevo, las desavenencias de un matrimonio construyen la historia. Y como siempre ocurría en las películas de Capra, sus personajes secundarios tienen vida propia. Esta vez muestra toda la maquinaria que se pone en marcha alrededor del carismático empresario Grant Matthews (Spencer Tracy) para que se presente como candidato republicano y pueda convertirse en presidente de EEUU. Todo es orquestado por su amante, Kay (Angela Lansbury), una magnate de la prensa, que sabe cómo acumular el poder y que se apoya en un consejero político que se conoce todas las trampas y es perro viejo (Adolphe Menjou) y en un asesor que escribe discursos, vividor y que no se casa con nadie (Van Johnson).

Con lo que no cuentan es que al necesitar proyectar una imagen impoluta de Matthews, callando bocas sobre su idilio con Kay, es fundamental tener la complicidad y el apoyo durante la campaña de su esposa Mary (Katharine Hepburn). Esto supondrá no solo que esta se implique, sino que los dos vuelvan a enamorarse, emocionándose con una campaña limpia donde velan por su ideario y respetan al pueblo que los votará. Pero esto no funciona así y Kay junto al personaje de Menjou tratarán de que Grant vuelva al redil, se deje manipular para sus intereses y apartar a Mary de la campaña. ¿Lo conseguirán?

Siendo una película de Capra podemos suponer su final, pero es menos feliz de lo que parece a simple vista. Es un canto de cisne en la carrera de su director, que ya en los cincuenta no contará con tanta libertad ni popularidad como en las anteriores décadas. El estado de la unión ya no es una de sus películas optimistas e idealistas a lo Vive como quieras, pero tampoco lo suficientemente desencantada ni divertida para conectar con un público que o pedía más realismo y pesimismo en los planteamientos o deseaba hundirse en un mundo a lo comedia de Doris Day. El estado de la unión no ofrecía ni una cosa ni la otra.

Como curiosidad, en un principio el papel de Mary era para Claudette Colbert. Sin embargo, esta última puso ciertas imposiciones por las que Capra no quiso pasar, pero se vio a pocos días de empezar el rodaje sin una de sus protagonistas fundamentales. Consultó a Tracy si le podía echar una mano y este le dijo que sabía que Kate estaba en ese momento disponible, se lo consultaron y esta accedió a actuar, salvando una pieza fundamental de la película. De este modo, El estado de la unión se benefició de la química que desprendían ambos actores.

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10 comentarios en “Tres dramas de Katharine Hepburn y Spencer Tracy

  1. Hola HIldy
    Tres grandes directores y dos actores enormes que forman una unidad de destino.
    Cukor tuvo la peor suerte del lote porque su historia no daba para mucho; todo el mundo sabía de qué hablaba… y nadie quería oírlo. El «encargado de la llama» bien podría apellidarse LIndberg pero prefirieron no meterse en ese bosque (forrest).
    El mar de hierba conecta -mediante ese hijo- con el Este del Edén. Suficiente para disfrutarla.
    Y Capra creando una de esas pelis que, cada cierto tiempo y atentas a su cita, enseñan el cartón-piedra de la política americana. Con un reparto que no se pueden decir secundarios; recordar que Lansbury en los cincuenta apuntaba muy alto y el resto eran grandes estrellas.
    Un saludo, Manuel.

  2. Buenassss Manuel, sí, tres grandes directores y dos actores que a mí me gustan mucho. Sí, creo que a la que más «peros» pondría sería a la de Cukor. Ay, cuando has señalado tan acertadamente a Charles Lindberg he recordado la novela de Philip Roth, «La conjura contra América». Sí, Mar de hierba tiene un montón de elementos que hacen que uno se enganche a pesar de los «peros». Y uno de esos motivos es ese Caín atormentado. Y, por supuesto, ese Capra como analista político de aquellos años en EEUU con sus acertadas radiografías. Aquí la Lansbury está tremenda…

    Beso
    Hildy

  3. Es verdad que las películas de la pareja Tracy-Hepburn que traes hoy no son sus mejores trabajos, pero aun así coincido contigo en que tienen su interés. En especial la última, la de Capra, una cinta con una trama muy del gusto del director, que siempre tenía su punto de crítica social y política en casi todas sus películas.
    Abrazos.

  4. Sí, querido Ethan, las tres tienen su interés. Tienen cada una aspectos para analizar que aunque no son redondas, merecen la pena verlas. Sí, a mí también me parece la de Capra la más redonda.
    Pero ¡de las tres se pueden sacar secuencias que merecen la pena!, ¿verdad? ¡Detrás de las tres se nota que hay muy buenos directores!
    Beso
    Hildy

  5. Hola Hildy!
    Dos de las mas grandes estrellas, realmente inolvidables. Me estaba fijando detenidamente en la foto de la mesa, tengo fijación por esos detalles con la comida y derivados…jeje
    Estupenda entrada.
    Besos;)

  6. Hollllaaa, Fran
    Sí, eran dos estrellas del sistema de estudios y a mi parecer además de buenos actores, tenían un carisma especial.
    ¡Qué secuencias maravillosas hay alrededor de una mesa! Hay momentos cinematográficos inolvidables y en ciertas películas qué importantes son los momentos con comida.
    Precisamente el fotograma en el que te has fijado de El estado de la unión es un momento clave de la película… donde el personaje de Tracy pega un giro importante para la campaña y su relación con el personaje de Kate.
    Beso
    Hildy

  7. ¡Querida Hildy! No he visto ninguna de estas tres películas, tengo una relación de altibajos con Hepburn y eso echó por tierra el empeño que alguna tuve en ver la filmografía de su dúo con Tracy. De estas tres, la que más me tienta es la de Capra. Comparto tu debilidad por su obra y esta película además tiene un elencazo. Ya te contaré qué me pareció si logro verla.-
    Te mando un abrazo enorme, Bet.-

  8. Jajaja, me encanta, queridísima Bet, eso de que tienes una relación de altibajos con la Hepburn.
    Ya me dirás cuáles a pesar de esta relación te han gustado. ¿Sus pelis con Cary Grant tal vez? ¿Mujercitas de Cukor (me encanta sunJo?
    De estas tres la película con Capra es tremendamente interesante y merece mucho la pena la historia que cuenta y cómo.
    Beso
    Hildy

  9. Grandes actores, grandes cineastas… Y las tres fallidas. La más interesante, para mí, la de Cukor, aunque no puede ser todo lo explícito y contundente que quizá hubiera deseado. El principio de la de Capra, el primer tercio, me parece soberbio (en particular Adolphe Menjou, en un papel no muy alejado del que representaría poco después ante el comité de actividades antiestadounidenses), pero luego cae irremisiblemente porque, creo, pierde el foco y deriva la cuestión a lo accesorio. La de Kazan… Pues coincido con Kazan.

    Besos

  10. Sí, mi querido Alfredo, por eso me interesaba mucho analizar las tres por sus «peros», aunque también las tres dejan ver mucho de sus directores y de lo que significaron Tracy y Hepburn. Me resulta muy interesante su visionado.
    Beso
    Hildy

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