Así ama la mujer (Sadie McKee, 1934) de Clarence Brown

Joan Crawford como Sadie McKee, toda una heroína pre code en una buena película de Clarence Brown.

Hay infinitos caminos para llegar a una película y verla. ¿Cómo he llegado a Así ama la mujer? A través de un título de culto, mítico: ¿Qué fue de Baby Jane? (1962), de Robert Aldrich. En la primera secuencia, después del prólogo donde se nos presenta a las hermanas Hudson, Blanche (Joan Crawford) mira emocionada en la televisión una reposición de una de sus películas. Justo cuando era una estrella dorada del Hollywood de los años treinta y no estaba postrada en una silla de ruedas. Ahora, durante los sesenta, Blanche vive aislada en una mansión junto a su hermana Jane (Bette Davis), una antigua niña prodigio. Baby Jane, este fue su apodo, posee una frágil salud mental, que además se agrava por el alcohol.

En unos momentos frente al televisor, Blanche vuelve a revivir sus momentos de gloria. Incluso expresa en voz alta algunas cosas que hubiese mejorado de su actuación, pero está satisfecha porque ve una buena película. Pues bien, los fragmentos de ese largometraje corresponden al largometraje pre code de Clarence Brown que hoy reseñamos, protagonizado por una joven y vital Joan Crawford, ya con todos los ingredientes que la harían famosa.

Y es que Clarence Brown ya ha visitado más de una vez este blog, pues cuenta con títulos de lo más interesante en su filmografía. Si bien pueden no ser redondos del todo, como este que estamos analizando, presentan motivos argumentales para pararse en ellos despacio. Además cuenta con algunas secuencias que dejan patente el domino de Brown para el lenguaje cinematográfico. Por otro lado mira a sus heroínas de forma especial al representarlas en pantalla, y en este caso es evidente con Joan Crawford. Con unos primeros planos que realzan su rostro especial, y que actúa como una especie de faro luminoso que hace posible la identificación con el personaje además de construir la imagen de una diva del cine dorado.

El título original se refiere al nombre propio y el apellido de mujer en concreto, Sadie McKee, poniendo el énfasis en un carácter concreto. Sadie es la hija de una cocinera de la adinerada familia Alderson. Esta, mientras les sirve durante una comida, se rebela cuando Michael (Franchot Tone), el hijo de los Alderson, que acaba de regresar después de estudiar derecho y que va camino de convertirse en un prestigioso profesional, menosprecia delante de todos a su novio Tommy (Gene Raymond). Sadie escucha cómo dudan de su honradez como trabajador en la empresa familiar, además ha sido recientemente despedido. Antes de este incidente, sin embargo, hemos sido testigos de la complicidad existente desde la infancia entre Michael y Sadie, que vuelve a renacer cuando se reencuentran después de unos años.

No obstante, Sadie dolida por cómo han dudado del hombre que ama, y que en concreto haya sido atacado con frialdad por su amigo de la infancia, toma una decisión: huye con Tommy a Nueva York para buscarse la vida allí y casarse. Pero las cosas no salen como Sadie espera. Su novio la abandona en cuanto le sale la oportunidad de trabajar como cantante con una artista de variedades que conoce en la pensión donde se hospedan la primera noche. Sin embargo, Sadie decide no regresar a casa, y gracias a una nueva amiga, consigue un trabajo como bailarina en un club nocturno. A los pocos días conoce a Brennan (Edward Arnold), un millonario alcohólico, que se queda prendado de ella y que además, casualmente, tiene como abogado a Michael.

Así iremos conociendo las vicisitudes de Sadie con los tres hombres de su vida: Tommy, Brennan y Michael. Y como ella no se amilana para hacer lo que realmente piensa, para ser independiente en sus decisiones y equivocarse o acertar. Al final, lo que tiene claro es que hay que salir adelante en la vida, así como ser absolutamente sincera con sus sentimientos, aunque no sea fácil.

Que todavía no está instaurado del todo el código Hays se nota en varias decisiones argumentales, pero sobre todo en el reflejo de la vida sentimental de Sadie. Es decir, en su retrato de joven independiente que quiere tomar las riendas de sus propias decisiones (aunque pueda equivocarse). También en el tratamiento del alcoholismo como una dependencia. Por otra parte, se nota que forma parte de esa ristra de películas pre code que reflejan con realismo cómo era la vida durante aquellos años, con todas sus contradicciones.

Y se siente también este excepcional periodo, mostrando una película breve donde pasan cien mil cosas, se mezclan varios géneros a la vez, con un ritmo endiablado, y con un argumento muy loco. La peculiaridad pre code también está presente en el total protagonismo de su personaje femenino mucho más entero, independiente y fuerte que sus tres partenaires masculinos, llenos de debilidades o defectos evidentes.

La maestría de Clarence Brown para la puesta en escena, y exquisito en el uso del lenguaje cinematográfico, es evidente sobre todo en los maravillosos últimos minutos de la cinta. En concreto en la delicada secuencia de la visita al hospital de Sadie a un consumido Tommy. Los primeros planos de sus caras contrastan con la visión de una ventana, donde se ve que fuera está nevando. Y también en la última escena que muestra un precioso final abierto con una tarta de cumpleaños, un deseo y unas velas que hay que ir soplando… Con tan solo una mirada se construye un futuro.

Otra de las curiosidades que me ha encantado explorar ha sido el siguiente: una canción que se convierte en el leitmotiv del personaje de Tommy, All I do is dream of you, será cantada años después en un musical mítico por Debbie Reynolds, Cantando bajo la lluvia (1952). Y aquí las tres veces que suena va construyendo la deriva personal del personaje de Tommy.

Por último, es uno de los papeles característicos que convertirían a Joan Crawford en toda una estrella. Mujeres que no se rinden ante las adversidades de la vida, ni las profesionales ni las sentimentales, y que toman, con todas sus consecuencias, las decisiones que hacen cambiar los rumbos de su existencia.

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20 comentarios en “Así ama la mujer (Sadie McKee, 1934) de Clarence Brown

  1. Como siempre me dejas atónita con tu capacidad de búsqueda y encuentro de películas olvidadas, de películas, como en este caso, escondidas dentro de otra película…Y después de leerte lo que más desearía es ver con mis ojos esa historia! que nos has contado y sobre todo poder comentarla contigo para encontrar más significados y posibles conclusiones.

  2. Hola Hildy
    Resumiendo mucho: planteamiento «Sabrina»; nudo, la parte menos rubia de «Imitation of Life» y desenlace… ¡Showgirl! Empiezo a tener una leve sospecha del porque en el tema «¿cómo ama la mujer?» tengo el ático llenito de calabazas.
    No llego a poner cara a ninguno de los tres Adanes; me da la impresión de que cuando la prota es una leona los cristianos que le ponen enfrente no llegan ni a sacristanes (un saludo, Pepe).
    ¡Qué bonito detalle musical! Y, aunque pilla de refilón, que grandes sonrisas cómplices provocaban las actuaciones de Debbie Reynolds y que triste (sad, sad, sadie) conocer algunas facetas de su vida.
    Clarence Brown tiene fama y se le nombra siempre (no te preocupes, ya lo hago yo) por ser el que lanzó a la Garbo en El demonio y la carne (Flesh and the Devil, 1926). Sabía sacar lo mejor de las actrices. Garbo y Crawford dos actrices de esas a las que el código siempre quiso doblar el brácigo (o eso se decía).
    Un saludo, Manuel.

  3. Estupendo texto, mi querida Hildy, que revela, sobre todo, el cine que pudo ser y no fue, y que falta mucho por explorar y reinterpretar en el cine clásico para abstraerlo a los interesados discursos de hoy. Películas como esta refuerzan la teoría de que hay cine clásico más «moderno» que mucho del cine que se tiene por «progresista» o «avanzado», y viceversa. Y todo porque el discurso superficial del continente, en especial el color y la edad, prima sobre el contenido. No había en su tiempo mujeres más libres y autónomas que las del cine, dentro de la pantalla y a menudo también fuera. Y creo que hay que plantearse seriamente si no hemos retrocedido en ese aspecto, en lo que al cine se refiere, y más a la vista de estas películas, y en particular en los últimos tiempos en que se dan por hechas demasiadas cosas.

    Besos

  4. Me encanta cuando una película me lleva a otra, querida, querida María Rosa. ¡Anda que no lo pasamos bien comentando películas, buscando significados y topándonos con posibles conclusiones, ¿verdad?!

    Beso
    Hildy

  5. Querido Manuel: ¿así que «Así ama la mujer» te ha parecido una combinación de Sabrina, Imitación a la vida y Showgirl…? Vaya, vaya, vaya, curioso, curioso.
    Los tres actores merecen la pena. Yo tengo especial cariño por Edward Arnold, al cual le conocí en sus papeles en las películas de Frank Capra, en concreto en «Vive como quieras», y ese papel de millonario que echa de menos tocar la armónica. Quizá el más olvidado de los tres sea Gene Raymond, le recuerdo también en Tierra de pasión, como rival en el amor de Clark Gable. De esta película John Ford haría luego la maravillosa Mogambo. Gable conservó su papel años después (el único que vuelve a aparecer), Raymond no repitió sin embargo (hubiese sido la pareja de Grace Kelly).
    Efectivamente otra de las actrices que supo dirigir divinamente Clarence Brown fue a Greta Garbo. Precisamente, ayer veía de nuevo el final de Anna Karenina, versión Brown-Garbo.

    Beso
    Hildy

  6. Mi querido Alfredo, cuánto queda por explorar y reinterpretar en la historia del cine. Precisamente es un arte tan rico, pues tiene que ver tanto con la mirada. Es tan variado en interpretaciones, matices, detalles, significados… El cine pre code es una pasada y se descubren obras tan modernas y planteamientos tan libres. Yo disfruto mucho de este periodo y con las películas a las que voy accediendo.

    Beso
    Hildy

  7. Querídisimo crítico abúlico, sí, merecen la pena. Como bien dices el cine pre code guarda joyas curiosísimas. Pero también tiene descubrimientos formales geniales e intérpretes que son redescubiertos u otros que cuando se instauró totalmente el código Hays, desaparecieron…

    Beso
    Hildy

  8. Querida Hildy, Joan Crawford no es una de mis favoritas, pero voy mirándola con más cariño después de haber visto «Rain». En todo caso esta película tiene otros elementos que llaman mi atención. Clarence Brown es uno de esos directores cuya filmografía no podría recitar, pero sé que todas las películas de él que he visto, me han gustado. En especial tengo muchísimo cariño por «Flesh and the Devil» que ya mencionó Manuel más arriba porque además de ser una película muy bella, es la que me hizo enamorarme de John Gilbert, así que cómo no quererla.
    Y siendo pre-code, con más razón me anoto para verla. No es que todo el cine pre-code sea excelente y todo el cine posterior una porquería, pero siempre hay muchas chances de lo primero (aunque no tantas de lo segundo).-
    Un beso grande, Bet.-

  9. Sí, es que Rain es una joya total, y Joan está magnífica.
    Aquí vas a disfrutar de Clarence Brown y de muchas características del cine pre code.
    … y a lo mejor tienes un poquito más de cariño a Crawford, jajajaja.
    Tiene secuencias bellísimas, solo por la del hospital merece la pena.

    Beso
    Hildy

  10. Anoche la vi, querida Hildy, y lo pasé pipa. La peli tiene sus incoherencias, por ejemplo no se acaba de entender muy bien el compromiso moral que adquiere Sadie con el marido alcohólico, que no ha hecho mérito alguno -a nuestros ojos- para ganárselo. Y lo mismo que siga enamorada de Tommy, que es un jeta de cuidado. Pero es una de las cosas que me fascinan del cine de los 30, que hay motivaciones o comportamientos que sé que a mí me parecen anómalos pero que en su momento eran asimilados por el público con total naturalidad. Me encanta porque ver este cine es lo más parecido a la etnografía que uno puede hacer en casa.

    Mi debilidad por Joan Crawford es grande. Me parece quizá la actriz más intemporal de la historia del cine. Podría aparecer en cualquier peli de cualquier época -ni de peinado tendría que cambiar- sin desentonar. No es la mejor actriz del mundo pero tiene algo de esencial e inmejorable que me chifla.

    Y la canción… cada vez que sale más snif snif

    ¡Muchas gracias Hildy!
    Y un beso fuerte y saludos al tocayo-batidora, que menuda mezcla se ha montado

  11. Sí, querido Manuel, como digo tiene un argumento muy loco. Pero, a veces, jajajaja, pienso ¿y no hacemos continuamente en la vida cosas que no se entienden? Y eso es el encanto de estas películas, que son muy frescas, muy locas, muy locas, y no buscan en absoluto ser políticamente correctas, ¿verdad?
    A mí me gusta mucho Joan Crawford, disfruto con su filmografía. Y creo que supo reinventarse una y otra vez. Fíjate, que para mí no es solo una estrella, o que la cámara la quisiese, creo que construía personajes, y que podía ser muy buena actriz.
    Qué bien está usada esa canción en esta película para contar una historia.

    Beso enorme
    Hildy

  12. Vi hace ya un tiempo Sadie McKee (me niego a citarla como “Así ama la mujer”, un título para echar a correr) y la recuerdo con mucho agrado. Conocía la historia de la canción que recuerdas. En la magnífica edición especial del DVD de “Cantando bajo la lluvia” hay un reportaje que explica donde aparecieron antes todas las canciones de la película. Todas provienen de otros musicales, a excepción de “Make’em laugh” que es un plagio de “Be a clown” de la exuberante “El pirata”.
    Volviendo a la película. Coincido contigo que Clarence Brown es un director muy reivindicable, pero como solía hacer melodramas, el género más denostado, no se si le llegará algún día una revisión positiva. Fue el director de las divas de la Metro en los años 30: Norma Shearer, Greta Garbo y Joan Crawford. Y esa especialización en dirigir vehículos para las estrellas, supongo que lo aleja a ojos de la crítica de la “sacrosanta galería de los autores”. Tiene una película en particular que me gusta, me emociona y me llega especialmente que es “El despertar”. De una dolorosa sensibilidad.
    Respecto a Joan Crawaford es una actriz que he estado redescubriendo en los últimos años y puede que sea ya una de mis favoritas. Yo era muy fan de su “archienemiga” Bette Davis, pero cada vez Joan me convence más. Tiene una vulnerabilidad que jamás le he visto a Davis. No sé dónde leí que Bette ( pronunciado “Betty”, odiaba que le llamaran “Beth”)es la gran sádica del cine clásico y Joan la gran masoquista…Me pareció gracioso y, en cierto modo, acertado.
    Respecto al film, es muy “precode”. Heroína valiente e independiente, de clase trabajadora (el rol en el que se especializó en la época Joan Crawford) que mantiene relaciones con un hombre sin casarse. Y que, pese a las adversidades, sale adelante con tesón y, por supuesto acabará siendo feliz en el amor. El “precode” es una época de oro para las actrices, que solían ser las cabezas de cartel. Una época cada vez más revisitada y llena de personajes femeninos potentes y complejos que hacen callar bocas a aquellos que dicen que el cine clásico no hay buenos personajes femeninos. El otro día escuché a una comentarista decir por la radio que “hasta los años 80 no hay buenos papeles para mujeres en el cine”. Y se quedaba tan ancha después de soltar tremenda memez.
    Por último, confesarte una debilidad personal ¡Me encanta Franchot Tone! No entiendo porque no tuvo más éxito y como en la Metro preferían al melifluo Robert Montgomery como galán romántico. Tuvo una vida amorosa tormentosa (4 divorcios, entre ellos con la propia Joan) y arrastró un alcoholismo galopante, en el que por lo visto, ahogaba las frustraciones con su carrera. Y un chisme glamuroso. Parece que el odio feroz que Bette Davis sentía por Joan empezó porque sentía que la diva de la Metro le había robado a Tone, del que estaba locamente enamorada. Ahí empezó a lavarse una rivalidad que evidenciaba las inseguridades de cada una. Las de Davis de no ser lo suficientemente hermosa, de no tener el atractivo de estrella que poseía Joan y que fascinaba al público, pese a considerase mucho mejor actriz. Y Crawford siempre arrastró el trauma de su infancia paupérrima y tristísima, sin apenas educación y de no poseer la formación teatral de la Davis. Carencias que siempre le hicieron dudar de su talento como intérprete y convertirse en una maniática de la preparación y del trabajo, para conseguir la perfección.
    Seguramente ambas tenían más cosas en común que las que supieron admitir. Una voluntad de hierro, una determinación a prueba de bombas y un compromiso total con su profesión.
    Un abrazo Hildy y hasta el próximo descubrimiento.
    Lilapop

  13. Hildy, estoy con al oeste del edén y me está encantando, gracias por recomendarlo, creo que yo tb voy a escribir una reseña sobre él, procuraré no copiarte. No sé si ver ahora las niñas o Helena, el biopic sobre esa pintora finlandesa..cuídate mucho, seguimos hablando…

  14. Jajaja, querida Lilapop, sabía perfectamente que el título en español te iba a horrorizar. Como siempre me encanta todo lo que dices en tu comentario sobre Brown, Davis y Crawford. Pienso lo mismo que tú, que «ambas tenían más cosas en común de las que supieron admitir». De hecho, yo no soy mucho de series, pero de vez en cuando alguna cae, y me fascinó «Feud», pues me parece perfectamente documentada. La serie también llegaba a esa misma conclusión.
    Franchot Tone tiene un atractivo especial. No he visto muchos títulos, pero donde le he podido ver siempre me ha gustado. ¿No te parece similar lo que provoca en pantalla a Charles Boyer?

    Beso
    Hildy

  15. Querido Antonio, qué alegría que te esté gustando «Al oeste del edén». Qué bueno que escribas una reseña sobre lo que has sentido al leerlo. Seguro que tienes una visión distinta e interesante.
    Seguimos compartiendo libros y películas.
    Seguro que las dos pelis que tienes ahora pendientes de ver (Las niñas y Helene) tienen matices interesantes. Yo solo he visto «Las niñas», cuando la estrenaron en cine, y hubo una metáfora sonora y visual, que explica el fondo de la película, que me gustó bastante.

    Beso
    Hildy

  16. No me enganchó “Feud”, porque supongo que es lo que pretenden las series, enganchar. Y no, no lo consiguió. Puede que sea lo más serio que ha hecho su creador, el todopoderoso y ubicuo Ryan Murphy, que adora el cine del Hollywood clásico y lo demuestra en cada serie que hace. Pero su mirada sobre Hollywood no me interesa demasiado. Se centra en el divismo, el glamour de oropel, el escándalo, el sexo, y todo con un tono muy “kitsch”.
    A mi Franchot Tone se me daba un aire a Fredrich March pero en rubio…Ahora ya no sé

  17. ¡¡¡Fedrich March… me gusta mucho también!!!
    Jajaja, a mí se me convence fácil y me lo pasé tan bien viendo «Feud»… ¡¡¡Dios mío, tengo un punto Kitsch con gotas de glamur y divismo!!!! Aghhhhh (ayyyy, qué bien me lo paso).
    Ahora tengo pendiente verme de Ryan Murphy, Hollywood. ¡Ya te contaré, querida Lilapop!

    Beso
    Hildy

  18. Hldy, al final vi «Las niñas» y me gustó bastante. Iba con un poco de precaución pues mi madre, que tiene buen gusto para el cine, me dijo que no le había hecho mucha gracia. Yo fui a un colegio religioso como el que aparece ahí, pero entré en 1973, viviendo Franco, y pese a ser aplicado, callado y muy estudioso me llevé más de un tortazo y muchos castigos, fue una experiencia horrible. Por lo que refleja la peli, todavía en los 90 coleaba la represión, en fin. Me queda por ver de las españolas «Akelarre», «My mexican Bretzel» y la de Cesc Gay, que vi en teatro y me gustó…cuídate…

  19. Me apetece mucho ver también Akelarre.
    My Mexican Bretzel me pareció una película con una idea de fondo maravillosa, que además logra una especie de melodrama a lo Douglas Sirk de lo más inesperado.
    Sentimental es divertida, para pasar un buen rato. Es una película de actores y del cuarteto el que más me gustó como personaje y también su construcción fue el de Javier Cámara.

    Beso
    Hildy

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