Razón número 1: En busca de miradas
Un nuevo libro cayó en mis manos hace poco: Las mujeres que sabían demasiado. Hitchcock y la teoría feminista de Tania Modleski (El mono libre, 2021). Siempre me apetece descubrir otras miradas hacia aquellos cineastas que provocan mi interés. Y Alfred Hitchcock es uno de ellos. El libro es un ensayo de los ochenta, que la autora volvió a reeditar en el siglo XXI y que ahora es editado por primera vez en español, y se centra sobre todo en el análisis de los personajes femeninos de siete películas del realizador británico (Chantaje, Asesinato, Rebeca, Encadenados, La ventana indiscreta, Vértigo y Frenesí).
Del estudio de Tania Modleski rescato varias ideas que ahondan en la complejidad del realizador. La autora analiza al director del suspense dentro de la teoría feminista y el sistema patriarcal, pero hace hincapié en la dificultad que presenta la mirada sobre sus películas y los personajes femeninos. Porque no es tan fácil colgar una etiqueta de misoginia en el maestro del suspense, y quedarse solo en ese análisis. Hay algo indudable: las películas del maestro del suspense seducen y apasionan a hombres y mujeres.
En este interesante estudio, y después del análisis de diversas películas, la autora explica la empatía e identificación que el director genera varias veces hacia los personajes femeninos; la atracción hacia lo femenino que muestra el director, pero que a la vez es fuente de miedo y tensión; la fuerza del deseo femenino en su filmografía, y la importancia de los personajes femeninos ausentes que habitan en un “espacio ciego” que no sale en pantalla; los impulsos subversivos y hostiles de personajes femeninos ante figuras masculinas opresoras; los personajes femeninos de sus películas tienen mucha más vida, más allá de la mirada en las que los hombres protagonistas las encierran…, logran salir de la casa de muñecas; el punto de vista de los personajes femeninos a veces se le escapa y enriquece así los significados de muchas de sus películas; y, por último, muchos personajes femeninos no se someten ni a los deseos ni a las expectativas de los hombres que las acompañan en la trama.
De pronto, cuando terminé la lectura del libro, sentí muchas ganas de volver a mirar Vértigo y ahondar en muchas ideas que siempre han rondado por mi mente.
Razón número 2: Midge Wood
En este nuevo visionado de Vértigo me fijé mucho más en el personaje de Midge Wood (Barbara Bel Geddes) y en la historia que se nos cuenta con tan solo unas cuantas apariciones, así como su desaparición abrupta de la trama. Midge Wood transmite mucha paz en su espacio propio, su apartamento. Es además, un lugar al que libre y asiduamente acude Scottie. Los dos conservan una amistad cómplice, se conocen desde la universidad y hacen planes juntos. Midge Wood es una mujer independiente, trabajadora y vive sola, además posee un acentuado sentido del humor.
Pero en un momento determinado, en la primera secuencia en la que ambos conversan relajadamente, Scottie hace mención a que una vez salieron juntos, y fueron novios. Entonces la cámara de Alfred Hitchcock se acerca al rostro de Midge para descubrirnos solo a nosotros (no a Scottie) lo que siente: que a pesar de que le contesta desenfadadamente, ella sigue queriéndolo y esos seis meses, que le dice duró la relación, significaron mucho. A partir de este momento, el espectador sabe que Midge es una mujer enamorada y no correspondida.
Ella es diseñadora de ropa interior, creativa e imaginativa. Sus gafas no solo reflejan su faceta intelectual, sino también su capacidad de observación. Todo lo mira, nada se le escapa. De hecho, ella sabe antes que Scottie que él se enamorará profundamente de Madeleine Elster, y también se da cuenta de que aun después de muerta, Scottie la sigue amando. Y que en la vida de su enamorado no puede pintar nada.
Por otra parte, Wood sabe relacionarse. Es directa y no la cuesta comunicarse con los demás. Por eso, Scottie, sabiendo su don de gentes, acude a ella para pedirle si conoce a alguien que sepa historias pasadas de San Francisco. Si está sola es porque quiere, puede y también porque tiene claro con quién le gustaría estar.
Cuando gasta una broma realmente divertida y cómplice a Scottie (ese autorretrato como si fuese Carlota Valdés), y ve cómo reacciona él, Midge se enfada con ella misma, pues se da cuenta de que en ese instante el hombre al que ama está muy lejos de la zona de confort en la que “habitaban” ambos antes de la aparición de Madeleine Elster.
Desaparece de manera abrupta al final de la primera parte de la película, cuando visita a un Scottie catatónico, después del fallecimiento de Madeleine. Pero le dice algo antes de marcharse: “Siempre estaré ahí”. Y se aleja por el pasillo del psiquiátrico con una luz cenital. Y eso dice todo de esta historia, Midge siempre estará ahí, no desaparecerá de la vida de Scottie. Cuando este decida salir de su compleja espiral, sabrá que ella no se ha ido.
Razón número 3: Madeleine Elster
Es uno de los personajes más complejos de la filmografía hitchcockiana, pues es una creación absolutamente ficticia. Madeleine Elster (Kim Novak) es modelada por Gavin para que sea el anzuelo y la pieza clave para ejecutar un asesinato perfecto y es idealizada y objeto de deseo de Scottie. Es más, este último trata de “hacerla regresar de entre los muertos”, de volver a reconstruirla totalmente, para poder consumar su historia de amor.
Todo en ella es recreación: su vestuario, su peinado, el color de su pelo, sus movimientos, sus paseos, sus reacciones, sus miedos, sus obsesiones, sus palabras, la puesta en escena en cada uno de sus actos (en el restaurante, en el museo, en la habitación del hotel)… Madeleine Elster es un “ideal femenino” creada por la mirada de dos hombres. Para Gavin, Madeleine le sirve para un fin determinado. Para Scottie, es el objeto del deseo; recrea en su mente la mujer ideal para él. Es más, después de muerta, él la seguirá buscando y querrá volver a modelarla a su antojo. Su sueño es una Galatea.
Lo que esta “recreación ideal” de Madeleine no se espera es salirse del papel asignado. Es decir, que su personaje ficticio adquiera la libertad de salirse del plan y enamorarse perdidamente de un Scottie obnubilado.
Algo que siempre me ha llamado profundamente la atención en Vértigo es cómo se silencia a la Madeleine Elster de carne y hueso. Es decir, a la esposa real de Gavin. No sabemos absolutamente nada de ella: tan solo que es una mujer rica y que su marido prepara minuciosamente su asesinato para disponer de toda su herencia con tranquilidad y libertad. No se nos dice nada de su personalidad, ni si está enamorada o desencantada de su relación con Gavin, ni cómo siente ni padece. Solo conocemos a un cadáver que cae de una torre. Ninguno de los personajes que el espectador conoce se interesa por la Madeleine real. Es una triste víctima sin historia.
Razón número 4: Judy Barton
A Judy Barton (Kim Novak) la utilizan los dos hombres de la trama, Gavin y Scottie. Uno, para que se involucre en el asesinato de la esposa. Otro, pidiéndola que se transforme en una mujer que no es. El primero cuando cumple su objetivo, la abandona sin miramientos. El otro le dice claramente que no la ama, además la pide que se deje modelar para convertirse en la mujer de sus sueños, en alguien inexistente.
Y ella accede al papel que le asigna Scottie porque lo ama, y cree que algún día él descubrirá tras la recreación de la mujer ideal, a Judy Barton, a la mujer de carne y hueso.
Barton es una mujer superviviente que no ha tenido una vida fácil, y que tampoco ha tenido suerte, por las pinceladas que deja al descubierto, en sus relaciones con los hombres. Accede al plan de Gavin, quizá como amante y también quizá por una recompensa económica, para ir tirando. Lo que no espera es meterse tanto en el papel de Madeleine como para terminar enamorada del detective que la sigue.
Cuando Scottie llama a la puerta de su hotel, Judy Barton sabe todo sobre él. Sabe cómo ese hombre amaba a Madeleine y lo bien que ella se sentía en sus brazos. De pronto, Alfred Hitchcock, cuando Scottie se marcha, deja al descubierto el punto de vista de Judy. No solo para descubrir que ella y Madeleine son la misma mujer, sino para constatar que quisiera conseguir ese amor de Scottie, aquel que saboreó con otra identidad diferente a la suya. De pronto, decide luchar por un objetivo: que Scottie la ame a ella, como este amó a Madeleine. La desgracia de este personaje es que realmente se enamora del detective al que engañó.
Judy quiere que la ame por cómo es, pero a la vez teme perderle si no se transforma ante sus ojos en Madeleine. Y decide sacrificar de nuevo su identidad, para lograr estar junto a Scottie.
Judy Barton no solo no tiene oportunidad de ser feliz en Vértigo, sino que es arrastrada por Scottie al “lugar del crimen”. Judy muestra toda su sensibilidad, su fragilidad, su dolor, su sufrimiento y sentimiento de culpa. Es un personaje doblemente castigado, primero es abandonado por Gavin. Después el detective solo muestra su rencor al descubrir que su “Madeleine” nunca existió. Pero además Judy al enfrentarse a sus miedos y a la culpa, sufre un colapso con la aparición de una sombra, pensando en una venganza de la mujer que sustituyó, y el terror la precipita al vacío. De nuevo, como siempre, a Judy le han fallado. Mientras Gavin ha huido tranquilamente a Europa, más rico y poderoso, sin sentimiento de culpa alguno; Scottie se cura de su vértigo.
Razón número 5: Carlota Valdés
Uno de los personajes ausentes hitchcockianos más interesantes, con vida propia. Pues en un principio Vértigo juega a película de fantasmas. Y para eso se necesita una dama antigua. Carlota Valdés podría haberse quedado en un simple macguffin, pero, sin embargo, se adueña de la película en muchos momentos. Siempre está presente. Incluso en esa pesadilla que tiene Scottie… Es más, en todo momento he creído que en los créditos de Saul Bass, los labios y el ojo de la mujer que aparecen son los de Carlota…
Reconstruimos su historia. Sabemos todo sobre ella. Conocemos cómo se peinaba y vestía, nos recreamos en sus flores y joyas. Visitamos su retrato, su tumba, su antiguo hogar… Oímos que forma parte de la historia oral de San Francisco, y en una librería de viejo nos cuentan qué pasó con ella. Murió joven, a los 26 años. Frágil. Se enamoró de un rico, este tan solo se encaprichó de la joven. La metió en una casa de muñecas. Ella tuvo una hija. Y cuando el rico no quiso saber nada de ella, le arrebató todo, incluso a la niña. Carlota perdió la cordura y terminó con su vida.
Sí, es un macguffin. Una maquinación de Gavin para su crimen perfecto, pero Carlota lo termina envolviendo todo, como si realmente su fantasma volviera y recordara su desgracia. Lo triste es que realmente todo se repite, un hombre rico que dispone y doblega a una mujer, y luego la echa de su vida sin escrúpulo alguno. Eso le vuelve a pasar a Judy Barton. De hecho, su perdición es una joya de Carlota Valdés.
El lamento de ese espíritu ausente es que todo sigue igual. Y Scottie hunde más todavía a Judy, pues nunca se enamora realmente de ella, solo se siente hombre engañado y resentido.
Razón número 6: El amor oscuro
Al final en Vértigo solo hay amor oscuro. Y de fondo mucha tragedia. Scottie se enamora de alguien que no existe. Él mismo esculpe una mujer ideal y etérea, que se desvanece. Solo le han dejado a la vista el molde, él pone lo demás. Midge asume que está enamorada de un amigo que ni siquiera la mira. Carlota Valdés se enamoró de un hombre rico que la aplastó en cuanto dejó de ser amante sumisa. La verdadera Madeleine Elster se enamoró de un hombre que se hace rico por su fortuna y planea sin escrúpulos ni mala conciencia su asesinato. Judy Barton se convierte en la Galatea de dos hombres que la esculpen para distintos propósitos, pero ninguno tiene interés real por ella. Ni siquiera hay futuro de amor en esa puerta abierta que deja Midge, quizá Scottie vuelva a su apartamento, aunque todos sabemos, y ella también, que nunca la mirará como a esa Madeleine etérea.
Razón número 7: El tiempo
Vértigo es mágico con el uso del tiempo, juega con él más de lo que pensamos. Aparentemente es una película cuya historia transcurre cronológicamente. Pero ¿y si pensamos que es una historia de fantasmas y posesiones? ¿Y si realmente esa presencia de Carlota Valdés va repitiendo su desgracia más allá del tiempo?
La fragilidad del paso del tiempo y cómo cuantificarlo, cuál es el significado y la huella de nuestra presencia en la tierra queda al descubierto en la enigmática secuencia del bosque de secuoyas. Y en el anillo de ese árbol con siglos de historia. La Madeleine soñada toca uno de los círculos del árbol y deja claro lo insignificante de su presencia. Dice una misteriosa frase a un Scottie que no entiende nada: “Aquí yo nací y morí, fue solo un momento para ti, no te diste cuenta…”. No es de extrañar que sea esta la secuencia que aparece en otra de esas películas que juegan con el tiempo y el amor, 12 monos, de Terry Gilliam. Pasamos por la vida casi sin darnos cuenta…, pero ¿queda algo de nosotros que traspasa lo que entendemos por tiempo?
Vértigo es una película ambientada en los cincuenta, es decir, contemporánea a los tiempos que se rodó, pero, sin embargo, el maestro del suspense busca las huellas del pasado en ese San Francisco y alrededores que representa. Además llega un momento que sus personajes nos parece que avanzan en un tiempo mágico y trágico, o quizá fantasmagórico, donde sus historias de amor no son posibles.
Razón número 8: Momentos estelares
He visto muchas veces Vértigo y los momentos estelares siempre me envuelven. La primera vez que Scottie ve a Madeleine en ese restaurante de paredes rojas. La persecución por San Francisco, seguir a la mujer misteriosa a un callejón, ver cómo entra por una puerta trasera, ir tras ella, y entrar en una maravillosa floristería. De lo oscuro a la explosión de color. Madeleine, sentada frente al cuadro de Carlota Valdés. El fantasmagórico paseo por el bosque de secuoyas. La transformación total de Judy en Madeleine en la habitación del hotel, sale del baño envuelta en el reflejo de una luz verdosa de neón, como un fantasma, y, de pronto, ese increíble beso de los amantes con travelling circular…
Razón número 9: John ‘Scottie’ Ferguson y Gavin Elster
Y esta vez el héroe es un hombre enamorado de una mujer que no existe, que trata de recuperarla de entre los muertos para descubrir que todo es un engaño (esa era la premisa que estaba tras la novela de suspense de los franceses Thomas Narcejac y Pierre Boileau, de la que Hitchcock adquirió sus derechos para llevarla a pantalla). Scottie no es un personaje luminoso, es un hombre atormentado y obsesivo, que no puede salvar al compañero de trabajo, tampoco a Madeleine (ni a la imaginaria ni a la real) ni a Judy Barton. Al final supera su vértigo, pero a costa de visitar varias veces el abismo, y llegar a perder la cordura.
Gavin Elster es uno de los villanos hitchcockianos más especiales, pues realmente planifica un enrevesado crimen perfecto, y logra salir indemne. Fastidia a su amigo, fastidia a su amante y asesina a su mujer. Se va con toda su riqueza y todo su dinero como desgraciado viudo e inocente total a Europa. No tiene un ápice de mala conciencia y todo lo ejecuta con elegancia y limpieza. Gavin muestra su desprecio por las mujeres que le rodean, a todas las utiliza para sus fines empresariales: a Judy y a su esposa; y además para perpetrar su plan emplea la historia de una mujer-víctima, la de Carlota Valdés. Le descubrimos como el ser despreciable que es a través del punto de vista de Judy, cuando rememora el asesinato.
Vértigo no nos deja ver si Scottie moverá fichas para denunciarlo o si seguirá su caída en picado como hombre herido y obsesionado, sin importarle que un asesino viva cómodamente y sin remordimiento en Europa.
Razón número 10: San Francisco
Apetece pasear por el San Francisco de Vértigo. Por esas calles empinadas, esos elegantes restaurantes, ese enorme puente, la bahía, el mar o sus hermosos y verdes alrededores, como ese bosque de secuoyas. Uno quisiera encontrarse en esa colorida floristería o entrar en la vieja librería y encontrarse con su dueño. O visitar a un amigo a un apartamento parecido al de Midge o a la casa adosada de Scottie. Adentrarse en el viejo convento o en las salas del museo o hospedarse en una de las habitaciones de ese hotel que es una vieja casa con muchas historias en su interior…
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¡Ay, cuántas ganas de revisitar Vertigo! Hace tiempo que quiero volver a verla y justo aparece tu texto en mi pantalla. Vertigo es una de mis favoritas de Hitchcock y tengo muchas ganas de volver a sacarle el jugo, esta vez desde sus personajes como has hecho aquí. Ese beso circular es uno de los grandes momentos del cine y la escena inmediatamente posterior es mi favorita, ese breve momento en el cual Scottie y Judy por fin son felices, están relajados y hacen planes para salir como cualquier pareja.
¿Sabés que, probablemente esté sola en esto, pero yo no creo que Scottie se cure del vértigo al final? Yo de veras creo que termina tirándose detrás de Judy, cada vez que la veo creo notar que su cuerpo se inclina levemente hacia adelante, con los brazos completamente relajados, sin oponer ninguna resistencia. Creo que la falta de un epílogo o al menos de un primer plano que nos revele su emoción sugieren ese final.
En cuanto a la mujer de los créditos, tiendo a olvidarme de ella para la segunda escena. ¿Crees que se trate de Carlotta?
Me ha encantado reencontrarme con esta película, gracias querida Hildy.
Un beso enorme, Bet.-
Querídisima Bet, yo morí del gusto al volver a verla, jajajaja. Qué ganas tuve. Terminé el libro y fue la que me apeteció revisar.
Y es que como dices tiene muchísimo jugo, nunca dejo de descubrir cosas nuevas en cada visionado.
Ahora me ha resultado superinteresante ese final que propones para el personaje de Scottie…, que se tira también. Es un final con un montón de posibilidades y que cierra más las historias y vuelve más oscuro el relato.
Siempre me llamó la atención que la mujer de los créditos no fuera Novak, y me pregunto quién será, y cada vez estoy más convencida de que es Carlota Valdés…
Ayyy, ese beso circular. Es fascinante.
Beso enorme
Hildy
Hola Hildy. Me ha encantado tu elaborada y particular visión de esta genial obra de Hitchcock. No sé si a las mujeres les sucederá lo mismo al ver esta película, pero yo siempre siento que en realidad todos somos como Scottie, es decir, en cierto modo todos nos enamoramos de una ilusión, de una creación de nuestra mente, porque, ¿sabemos cómo es realmente esa persona que nos enamora? ¿Hasta que punto la idealizamos o la ajustamos a lo que nosotros deseamos? Sobre todo, cuando termina una relación, no sentimos de repente que esa persona a la que amábamos se ha convertido en una extraña, en una desconocida. ¿Podemos conocer en profundidad a una persona? ¿Hasta qué punto? ¿Podemos incluso conocernos a nosotros mismos?
En fin, es una de las películas que más me han hecho preguntarme sobre la naturaleza del amor y de las obsesiones. Porque lo que siente o padece Scottie no se sabe si es amor o pura obsesión, o como tú misma dices «amor oscuro».
Pero qué belleza hay en la plasmación en pantalla de estas ideas. Ese paseo por el bosque de árboles gigantes y ese momento en el que Judy-Madeleine desaparece, como si fuera un fantasma, y luego vemos que se había quedado escondida y derrotada detrás de uno de esos impresionantes sucuoyas. Las persecuciones en coche por esas calles en cuesta imponentes, cuando Scottie persigue y vigila a Madeleine, cada vez más fascinado y enamorado de esa mujer que es en realidad una puesta en escena. Es decir, una puesta en escena dentro de la propia puesta de escena realizada por Hitchcock. Pero bueno, tú misma ya has citado muchos de los grandes momentos de Vértigo.
También me ha gustado que recuerdes el personaje de Midge, enamorada de Scottie. Representa quizás a la mujer real, de carne y hueso, en contraste con Madeleine que parece más bien una aparición, un ser sobrenatural imposible de alcanzar, quizás la reencarnación de otra mujer muerta en el pasado. Encerrada en ese círculo concéntrico del árbol; donde murió en un efímero instante del tiempo. O eso hace creer a Scottie.
Una película fascinante Vértigo.
Un beso, Hildy.
Lo que yo iba a decir es el calco de lo que dice Luis Lew Tarkovsky… se encuentra uno con muchos dobles en tus comentarios, queridísima Hildy. Procuraré decir otras cosas.
Lo primero, felicitarte por tu análisis tan detallado como circunscrito a lo importante. Qué lista, qué bien. Por ejemplo siempre que remiro Vértigo me pregunto por esa pobre Midge, que se esfuma en plena derrota. Me digo que no hay mejor escena que la de la secuoya y el paso del tiempo. Qué bien lo ves todo Hildy.
Después de 10 o 12 visionados, no puedo dejar de pensar que Vértigo es una obra que trasciende y supera a su creador. Me parece que por una conjunción inefable e irrepetible la película perfecta supera, pasa por encima de su mismo director, que, lo demuestran sus torpes comentarios en el libro de Truffaut, no fue capaz de comprender la grandeza de lo que había firmado.
Hubo un tiempo en el que si me preguntaban por mi peli favorita yo decía “Amanecer” de Murnau, hubo un tiempo en que si me preguntaban por mi peli favorita yo decía “Vértigo”. Ahora si alguien me pregunta digo “Ugetsu monogatari” de Mizoguchi. La película da un poco lo mismo y seguirá cambiando, el caso es que según pasan los años por mi vida no hago sino transformar la idea del amor por una mujer que es realmente quien no parece que es. Voy cambiando los gustos cinematográficos, permanece el motivo.
Vértigo es el Partenón del cine. Tú Hildy inmejorable sacerdotisa.
Un beso enorme y agradecido
Hola Hildy:
… y estas diez razones se condensan en una: HITCHCOCK.
Ver cualquier película de Hitch es ponerse al día con un amigo del que hace muuucho no sabes nada. Siempre hay algo que te sorprende, siempre hay una sonrisa enorme y, casi siempre, una punzada vieja que te ocasiona un dolor nuevo. Y cuando el «amigo» es una de las flores más bellas de un ramo espléndido pues estás, casi, como volviendo «de entre los muertos».
Diez puntos para Hildy por este fantástico Alfrestival de CINE.
Un saludo, Manuel.
Querido Luis, un placer como siempre leerte. Y me han encantado las preguntas que planteas en el comentario. Sí, yo también pienso que es una película que se pregunta efectivamente sobre la naturaleza del enamoramiento y del amor, y que es otro análisis interesante y posible. Y en ese caso Scottie es el que plantea el cuestionamiento más interesante, como muy bien planteas, «¿hasta que punto la idealizamos o la ajustamos a lo que nosotros deseamos?», «¿Podemos conocer en profundidad a una persona?». Esa es la magia de esta película: ¡¡¡tiene tantas miradas y lecturas!!! En cada nuevo visionado siempre se descubren cosas que van construyendo y enriqueciendo más la historia. Es una película que se ve como un suspiro, y, sin embargo, ¡es tan compleja!
Por otra parte, siempre me ha interesado analizar cómo plantea sus historias de amor Hitchcock, y comprobar que es más complejo de lo que parece, y que sus historias siempre son amores oscuros y complejos. En ese sentido una película que plantea perfectamente eso, un amor oscuro y complejo, es El caso Paradine, que a mí, personalmente, me encanta.
Beso
Hildy
Querido Manuel, mil gracias por tus palabras. Sí, a mí el personaje de Midge me encanta. Y la secuencia de las secuoyas es casi un corto independiente, tan extraña y mágica, con ese estudio impagable y misterioso del tiempo.
Jajaja, seguro que Hitchcock se sorprendería de la cantidad de análisis y estudios que surgen a raíz de sus películas. Efectivamente yo creo que estas adquieren una vida propia.
A mí según pasan los años cada vez me es más difícil contestar cuál es mi película favorita. Además como cada vez descubro más que me dejan ko y pienso en las que todavía me quedan por descubrir… Lo que sí tengo quizá algo más claro es aquellas que me han ido marcando a lo largo de los años. Curiosamente, las tres que nombras están en esa lista. Y también por citar dos más que fueron haciendo más grande mi amor al cine año La ley del silencio o Las zapatillas rojas. Y por ir acercándome a un cine más reciente recuerdo lo que me impactó el visionado de 12 monos, Ciudad de Dios o El jardinero fiel o Quemado por el sol (1994)…
Beso
Hildy
Querido Manuel, efectivamente, el cine de Hitchcock siempre me ha fascinado. De hecho, mi amor hacia el cine empezó muy tempranamente y uno de los primeros nombres que aprendí fue el del maestro del suspense. En mi infancia estaba totalmente entusiasmada por Con la muerte en los talones, película que me vi un montón de veces. Totalmente de acuerdo en que en sus películas siempre hay algo que te sorprende y, como digo, en cada visionado descubres cosas nuevas… Yo lo disfrutaba de pequeña (me acuerdo cuando lo reestrenaban en cines en sesiones dobles) y ahora también.
Beso
Hildy
No sabes cuánto he disfrutado, querida Hildy, leyendo tu pormenorizado análisis de «Vértigo», una película de infinito poder de fascinación, pues pertenezco también al club de quienes admiran a Hitchcock y, en particular, a esta obra maestra que nunca te cansarías de ver.
En mi ciudad la proyectaron hace un par de años en su sala más grande y antigua, con orquesta sinfónica en vivo, y casi se agotaron las localidades. Un placer revisitar su historia con un público de todas las edades entregado a la experiencia colectiva.
Midge Wood, gran ejemplo de personaje breve pero perfectamente perfilado en el conjunto de una trama plena de amores no correspondidos. Como también le sucederá a la invisible Madeleine real, «una triste víctima sin historia» (perfecta definición). Es curioso que en la filmografía de Hitchcock varios de sus mejores títulos contasen con personajes femeninos en torno a cuya ausencia se impulsaba el relato, como la primera esposa de Max de Winter en «Rebeca» o la madre de Norman Bates en «Psicosis». Aquí Carlota Valdés se erige en otro ilustrativo ejemplo. Y esa escena en que su cuadro es observado por la falsa Madeleine, a su vez observada por Scottie, a su vez observados los tres por nosotros, resulta un maravilloso juego de miradas. Y tantos otros momentos que nombras que hipnotizan, que te apartan «de entre los vivos» para sumergirte en ese otro mundo «de muertos inmortales»…
Abrazo de cine.
No hay mucho más que añadir a tu análisis, de hecho pecando de poco original Vértigo ha sido desde hace muchos años mi película favorita, y comparto con Manuel Pozo la idea de que es una de esas obras que supera a su creador por mucho que adore a Hitchcock. Tiene algo de irreal y obsesivo muy especial que creo que solo se da en ciertas películas y que creo que va más allá de la pericia de los que la crearon.
Simplemente añadir que siempre he sentido debilidad por Midge, la mujer que todos sabemos que le convendría a Scottie y a quien Hitchcock se encarga de «castrar» poniéndole unas gafas. Una de las muchas cosas que me gusta de Vértigo es la relación Scottie-Midge que va circulando en paralelo a la principal, y el hecho de que se revele la inmadurez de Scottie al decantarse éste por un fantasma etéreo como Judy-Madeleine antes que de una mujer real que sería una compañera perfecta como Midge. El hecho de que ésta desaparezca a mitad del filme es otro acierto de guion, porque ese segmento corresponde más al mundo de los sueños que a la realidad.
(Que por cierto en el final añadido que le obligó a poner la censura y que se añadió a algunas copias, se ve a Scottie, todavía ido mentalmente, casado con Midge. Suerte que quedó en anécdota).
Querida, querida Ana, efectivamente Vértigo tiene ese poder de fascinación. Me resulta muy curioso cómo años después Brian de Palma titularía como Obsesión su película homenaje, pero aquí se traduciría con el título de Fascinación. Obsesión y Fascinación son dos adjetivos que acompañan a Vértigo.
¡Yo también pude verla hace muy poco en Madrid en un cine de verano en pantalla grande! Me hizo muchísimas ilusión.
Efectivamente, la secuencia del museo es otro de los momentos estelares de la película que además se quedan grabados.
¡Me encanta que haya tanto cariño hacia el personaje de Midge Wood!
Beso
Hildy
Querido Doctor Mabuse, eso me pregunto yo, por qué Scottie se complica tanto la vida y no se fija en que tiene al lado a la compañera de vida ideal. Así veo yo a Midge. Efectivamente cuando desaparece Midge, Scottie vive más allá que acá…
No sabía o no me acordaba de ese final que se añadió en algunas copias, mil gracias por compartirlo. Ahora me asalta la curiosidad de si podrá verse o si se conservará.
Beso
Hildy
Precioso análisis, querida Hildy.
Aunque hace mucho que no la veo, voy a intentar resumir en pocas palabras todo lo que «Vértigo» y tu comentario me suscita. He de decir que esta es una de las primeras películas que vi de Hitchcock, y que, además, tuve la suerte de poder visionar en pantalla grande. Imposible no caer fascinado entonces, y no seguir recayendo en esa misma sensación décadas después.
Decía José Luis Garci que, en su opinión, «Vértigo» no era una película muy del agrado de las mujeres. Y aunque no estoy muy seguro de que las mujeres no idealicen también a algunos hombres, creo que sé lo que quería decir. Y es que, de alguna manera, en «Vértigo» queda una cosa muy clara. Es la plasmación más evidente y el compendio más completo de la obsesión que Hitchcock sentía hacia las mujeres. De hecho, esta película podría inspirar (y de hecho, ya ha sucedido, como el libro que tú reseñas) multitud de estudios de carácter psicoanalítico, psicológico y hasta antropológico. Si Hitchcock tenía ambiciones de ser un Pygmalion, esa aspiración nunca quedó más clara que aquí. Tanto Gavin como Scottie intentan moldear a su gusto a Judy para instrumentalizar a la mujer. En este aspecto, podría subyacer una cierta misoginia, una visión de las féminas como seres fácilmente manipulables como objeto de engaño o de deseo. De igual manera, el Maestro del Suspense moldeó a lo largo de toda su filmografía a un buen número de actrices para que se ajustaran a su ideal femenino. Por otro lado, tal y como varios han apuntado por aquí, por los fotogramas de «Vértigo», desfila todo un muestrario de arquetipos femeninos: Midge (la encantadora «vecinita del quinto»), Judy (la mujer real), Madeleine (la mujer soñada) y Carlota (la mujer fantasmagórica idealizada). Si hay algo que deja claro Hitchcock, es que tanto Midge como Judy no le interesan apenas nada (por no decir que le resultan insignificantes). Porque tanto Scottie como Hitchcock lo que buscan es el ideal romántico de mujer, es decir, la mujer que ni ha existido, ni, probablemente, nunca existirá.
Para mi, la escena que mencionas en la que Midge se está pintando un autorretrato como si fuera Carlota, es una de las más brillantes, no solo ya de la película, sino de toda la filmografía de Hitchcock. La facilidad que tenía el orondo director para en tan pocos planos captar sentimientos e impulsos universales de manera tan sutil, aquí luce en todo su esplendor. Porque en ese momento, Scottie se siente invadido. Sí. El es un detective, un voyeur. Le gusta mirar, pero no que le miren. Y siente que ha sido sorprendido, como un niño pequeño al que su madre o abuela descubre metiendo los dedos en el tarro de miel o de mermelada de la despensa. Pero no solo eso. Aquí, Midge, con toda su simpatía e inteligencia mundana, demuestra, por el contrario, escasísima sensibilidad e intuición sobre los más profundos sentimientos de su pareja. Y es que, ella, al pretender emular a Carlota (tanto en el peinado como en la pintura) está entrando en uno de los pocos territorios prohibidos de Scottie. Es como si ella hubiera pisoteado el «jardín secreto» de su amado. Porque para Scottie, esa fusión entre Carlota Valdés y Madeleine que ha engendrado su imaginación, es como su fantasía secreta oculta. Algo de lo que no habla con los demás, y mucho menos con Midge. Para él, Midge representa la vida real, la cotidianeidad, el día a día. Un espacio del que él quiere evadirse. Sin embargo no solo comprueba que no solo no ha conseguido esquivarlo, sino que, además, constata como Midge, con brutal falta de tacto, ha invadido su terreno privado de las fantasías, intentando además integrarse en él, cosa literalmente imposible porque para él, ella solo es una parte más de su banal universo diario. Hitchcock, con escasos tres o cuatro planos, es capaz de sugerir eso y muchas más cosas. Un don solo al alcance de los verdaderos genios.
«Vértigo» es una obra de una majestuosidad imperecedera. Esconde muchas capas y lecturas. Se necesitaría una enciclopedia para reseñarla con justicia. De todas maneras, creo que para absorber toda su belleza, se necesita afrontar su visionado con un estado de ánimo muy especial. Porque, de alguna manera, hay que ser también un poco valiente para atreverse a encarar el reto que nos propone el maestro inglés, ya que disecciona y desnuda muchas de las debilidades que tenemos como personas, tanto para enfrentarnos a nuestras relaciones, como para entender nuestras obsesiones más inconfesables y ocultas.
Besos.
Hildy, «Akelarre» me ha parecido regular, mejor la segunda mitad. En cualquier caso, la pongo por debajo de «Las niñas» y «La boda de Rosa» que me parecen las dos grandes pelis de los goya..cuídate mucho…
Querido Deckard, una de las cosas que se me hace muy interesante es la fascinación que despierta Hitchcock a todo aquel que se pone frente a sus películas. Y las oportunidades de análisis que posibilita y de miradas. Está claro que su cine tiene una complejidad atrayente y que, al final, nos hace preguntarnos sobre muchísimas cosas sobre lo que nos hace sentir frente a sus imágenes. No es fácil meterse en sus fotogramas y, efectivamente, permite ir descubriendo diferentes capas y múltiples lecturas.
Uno de los aspectos que a mí me ha gustado siempre fijarme es en sus personajes femeninos. Y su análisis no es fácil. Creo que centrándonos en Vértigo la riqueza de las mujeres que he tratado de desglosar es que, a mi parecer, superan el arquetipo representado. Midge es mucho más que una vecina encantadora o Judy sufre porque es en todo momento consciente de que está siendo moldeada por Gavin y Scottie, y ella trata de rebelarse. Quizá, y haciendo eco a lo que planteas, al realizador le interesara más la Madeleine creada y modelada, pero, sin embargo, Midge y Judy no desaparecen, sino que son personajes con vida propia, que no son relegados, trascienden su papel secundario.
Me han interesado varias cosas de tu análisis, pero cuando veo la secuencia de Midge pintando el cuadro, a mí lo que me sale, sin embargo, es enfadarme un tanto con Scottie. Ella está siendo divertida, relajada, cómplice, como siempre, intentando que no se tome todo tan en serio. Y además se termina sintiendo culpable por la reacción de Scottie. Creo que él no se preocupa por los sentimientos de Midge y no muestra intuición alguna. También es cierto que Midge no se lo pediría nunca. En definitiva, sea la mirada que sea sobre la secuencia, es un momento que los hace a ambos tan humanos, que me encanta.
Beso
Hildy
Antonio, jo, fíjate que a mí me apetece mucho ver «Akelarre». Ya te contaré cuando lo haga. La secuencia que me resulta interesante de «Las niñas» es como abre y cierra la película con el tema del coro, y el significado que tiene cuando la niña «recupera» su voz. En cuanto «La boda de Rosa» me lo pasé tan bien con los hermanos de Rosa, son de esos personajes secundarios impagables. Cómo me reí con ellos.
Beso
Hildy
Amiga Hildy. Tras leer tu atinada respuesta me gustaría aclarar algunas cosas.
Cuando yo digo que en «Vértigo» hay un muestrario de arquetipos femeninos, no pretendo minusvalorar el retrato que Hitchcock hace de ciertas tipologías de mujeres. Aunque ya sé que algunos utilizan el término «arquetipo» de manera despectiva, como diciendo que los arquetipos responden a tópicos, ese no es mi caso. El cine, y la mayoría de las obras maestras del Séptimo Arte están repletos de personajes arquetípicos. El quid de la cuestión está en saber enriquecer esa visión tradicional de personajes ya tradicionales y clásicos, y en perfilarlos adecuadamente aun partiendo de una base reconocible que no tiene que ser forzosamente novedosa.
No quería que me malinterpretaras en ese aspecto. Cuando digo que los personajes de Midge y Judy a Hitchcock no le interesaban, me refería sobre todo a que en ellos, probablemente, el Maestro veía a mujeres muy reconocibles, que no le interesaban en la realidad, no al hecho de que no se tomara su tiempo para describirlas en pantalla. De hecho, Midge es el personaje mejor perfilado de entre todos los femeninos. Y esto es muy importante. Porque para Hitchcock y su guionista, Midge, es la mujer que marca el contrapunto perfecto, la persona que que pone los pies en la tierra a Scottie. Pero el caso es que Scottie no quiere anclarse a la realidad. Scottie, como muchos hombres (y también como algunas mujeres), quiere huir de una cotidianeidad que le ahoga. De hecho, ese es el tema cinematográfico por antonomasia. La mayoría de las películas (sobre todo en el cine clásico y comercial) comienzan con un personaje prisionero de una rutina más o menos agradable, que se ve envuelto en diversas aventuras, viéndose forzado a «salir de su área de confort» (expresión muy en boga que yo aborrezco por la deshonestidad con la que se utiliza, pero que aquí nos sirve muy adecuadamente). Esa salida de la rutina, de una manera accidental o forzosa, además, es el tema hitchcockiano casi por definición, porque el Maestro del Suspense, sabía jugar con esa premisa como nadie, y no es solo ya que sus personajes se vieran obligados a salir de sus rutinas, sino que es que además, es que el realizador les metía en una auténtica montaña rusa de complicaciones y situaciones peligrosas, pintorescas y estrambóticas de las que no sabían como salir (muchas de sus películas responden a este punto de partida argumental: «39 escalones», «Con la muerte en los talones»; «El hombre que sabía demasiado», la propia «Vértigo», en la que Scottie pone en riesgo su vida tranquila persiguiendo la sombra de una mujer que no existe, etc….)
Y en cuanto al personaje de Judy, obviamente, le dedica también poco metraje, y lo perfila en cuatro acertadas pinceladas (lo que no significa que no le interese). Porque, además, en pocos rasgos podemos imaginarnos como es, por la forma en la que viste, habla y actúa. Se le ve una mujer algo castigada por la vida, una «presa fácil», una mujer muy terrenal y poco dada a priori a ensoñaciones. Creo que Hitchcock tampoco se detiene demasiado en ella para que tanto su retrato como la opinión que el público se forme de ella, no distorsione la visión idealizada de ese, digamos, Eterno Femenino, que busca Scottie, que, al parecer, podría ser una mujer que fusionara los encantos de Maddie/Judy/y Carlota. Mujeres carnales y apasionadas, con las que él podría «perderse» y a las que quizás, a su vez, él podría salvar de si mismas como Caballero de Armadura Plateada.
Y, en cuanto a tu visión de Midge, creo que sé perfectamente lo que quieres decir. Simpatizas con ella, porque estás siendo OBJETIVA. Ella es amistosa, cálida, inteligente, divertida. También es bella. Reúne casi todos los ingredientes perfectos para ser una pareja ideal. Pero tiene un pequeño defecto: ES REAL. Y, por tanto, la pobre Midge no puede combatir ni vencer de ninguna manera la ensoñación romántica en la que Scottie vive embriagado, imaginándose escenas pastoriles de Amor Cortés con el ideal que él se ha formado salido de la fusión de los personajes de Judy/Maddie/ y Carlota. Por lo tanto, Scottie está siendo egoísta, narcisista, ombliguista, y profundamente SUBJETIVO (no sé si era Camba o Bergamín el que dijo: «Como soy sujeto, soy subjetivo: si fuera objeto, sería objetivo.») Y a mi juicio, con Midge, Hitchcock y Scottie toman claramente partido (y la consideran, por decirlo de una manera más gráfica que correcta, como «un segundo plato.»)
Me atrevería a decir también que «Vértigo» refleja quizás algunas de las verdades íntimas más inconfesables de Hitchcock. Sé que esta afirmación es muy atrevida, pero ya sólo por la manera en la que las fotografía y retrata a todas estas mujeres, se podría decir que para él Midge es como Alma Reville, y Maddie/Judy/Carlota son como Ingrid Bergman, Tippie Hedren, Kim Novak, y muy especialmente Grace Kelly, (esta última, su inalcanzable Musa y su pasión venusina a duras penas disimulada).
Besos del doctor Freud.
Un abrazo.
Hola!
Qué maravilla encontrar este blog. Ayer vi «Rivales» y buscando info sobre la peli hoy te encontré.
He disfrutado muchísimo con tu análisis.
Un beso
María
Deckard, leyendo tus apreciaciones sobre Hitchcock y Vértigo, has tocado uno de los temas maravillosos del cine y la literatura: «personaje prisionero de una rutina más o menos agradable, que se ve envuelto en diversas aventuras, viéndose forzado a “salir de su área de confort”». Siempre me viene a la cabeza una película a la que tengo cariño y que hace poco hicieron su remake… y cuyo origen es una novela corta de James Thurber. Me refiero a La vida secreta de Walter Mitty, de Norman Z. McLeod. Qué bien representa esa película ese tema recurrente tan universal. Pero volviendo a lo que estábamos, quizá en Hitchcock, el paradigma de ese tema es Con la muerte en los talones, otra de mis películas amadas de su filmografía. Y, claro, también se ve en Vértigo. Qué interesante.
Beso
Hildy
Bienvenida, María
Qué bueno que te hayas pasado por el blog.
¡¡¡Qué interesante es Rivales, ¿verdad?!!!
Me alegro que también hayas leído el análisis de Vértigo.
Beso
Hildy
Hola
¿Hola Hildy?
A ver
Mi querida Hildy, qué gran texto, completísimo, por más que sea una película casi inabarcable. Pero es que además el libro resulta muy muy interesante, tanto por el contenido como por la demostración que implica de que se pueden plantear y analizar cuestiones sin caer en la propaganda ni en el panfleto. Sería bueno un libro similar sobre el cine de John Ford, otro al que las miradas estereotipadas sobre la cuestión femenina se rompen por las costuras en cuanto se observa su cine con algo que no sean prejuicios.
En cuanto a la película, solo apuntaré dos cosas porque lo has dicho todo estupentamente. Que la película, después de todo, es un sueño o una alucinación, algo que escapa al espacio y al tiempo, es fantasmal y un episodio nunca sucedido, una hermosa mentira que en esencia es una de las más perfectas representaciones de lo que es el mecanismo cinematográfico, de sus motivaciones, su funcionamiento, su impacto y su razón de ser. Esta película es una tesis absoluta y definitiva sobre el cine como medio, tomando a Scottie, y a nosotros, por receptor/depositario de la exposición. Por otro lado, algo más concreto: ¡¡¡qué pedazo de secuencia la de la librería de San Francisco!!! Aparte de que es un local maravilloso, lleno de libros por todas partes, cómo está trabajada la luz, cómo el día soleado se va convirtiendo en esa luz tenue y apagada de turbiedad nubosa que precede a la tormenta. Qué forma de contar, de anunciar, lo que se avecina…
Y qué bueno es también el libro de Eugenio Trías sobre «Vértigo», por cierto.
Besos
Mi querido Alfredo, sí, el libro es muy interesante y me ha encantado leerlo. Y tus dos apuntes, geniales. Sí, me encanta tu análisis de la secuencia de la librería, como anuncio de lo que se avecina, buenísimo.
De Eugenio Trías he leído el capítulo que dedica a Hitchcock en su libro «De cine», pero no el dedicado únicamente a Vértigo. ¡¡¡Tengo que leerlo!!!
Beso
Hildy
Un análisis maravilloso para una película imperecedera, querida Hildy. No sólo el libro «Vértigo y pasión» de Eugenio Trías merece la pena. También «Lo bello y lo siniestro» es fantástico (donde el autor reflexiona en profundidad sobre la filosofía estética desde varios ámbitos – pintura, escultura y arte cinematográfico, poniendo a este film como paradigma absoluto del séptimo arte) y su «Tratado de la pasión», donde vuelve a traer a colación esta película.
Precisamente ahora estoy leyendo «El túnel», de Sábato y para mí está trayendo ecos de la película, no sé por qué… o sí?
Besos!!
Querídisima Isis, ¡¡¡cuántos libros para leer!!! Me los apunto todos.
Y respecto a El túnel de Sábato, me he dado cuenta que tendría que volver a leérmelo de nuevo. Hace años que visité sus páginas y no recuerdo apenas… También es todo un mundo esas relaciones secretas entre cine y literatura, ¿verdad?
Beso
Hildy