Sesión triple. Claude Sautet y Romy Schneider y los laberintos del amor

De pronto hay directores de los que se habla poco y tienen, sin embargo, una filmografía que merece la pena rescatar. Claude Sautet tuvo un encuentro afortunado con Romy Schneider y nacieron tres películas seguidas sobre el amor, como sentimiento complejo y difícil de analizar.

Además del director, la actriz y el amor; las tres películas tienen varios nexos en común. Las tres tienen secuencias importantes mientras sus personajes están conduciendo. Los coches, las calles y las carreteras son siempre parte de la historia. El humo de los cigarrillos campa sin parar en cada uno de los fotogramas. Siempre en ese análisis del amor en crisis, hay un tercero. Es decir, el amor es a tres bandas. De alguna manera, en cada una de las historias hay presencia de la chatarra. También reflejan un momento histórico donde la revolución sexual de la mujer ya no tiene vuelta atrás y donde los hombres se encuentran perdidos en su masculinidad. Y no quiero olvidarme de un detalle más: en las tres sale Michel Piccoli (aunque en una de ellas su presencia solo sea su voz en off).

Pero a la vez Claude Sautet realiza tres películas muy diferentes, hasta en los géneros que emplea y cómo nos cuenta estas historias. Ahí radica también la sorpresa que provocan y lo que atraen todavía: su forma de contarlas.

Las cosas de la vida (Les choses de la vie, 1970)

Las cosas de la vida es una ristra de recuerdos y de ensoñaciones de un hombre moribundo. La película arranca con un brutal accidente de coche que sufre Pierre (Michel Piccoli), un arquitecto que se encuentra en la plena madurez. Sautet aplica la creencia de que momentos antes de morir a una persona le pasa su vida por los ojos. Desde el momento del accidente hasta que recibe auxilio y lo llevan al hospital, Pierre rememora su existencia, sobre todo los últimos acontecimientos que le han marcado, y que tienen sobre todo que ver con las personas a las que ama. Así se construye un drama romántico sobre un hombre en la encrucijada.

Pierre se encuentra en la cima de su éxito en su profesión, y está experimentando un dulce momento sentimental, pero con nubarrones en el horizonte. Ama a su pareja actual, Helène (Romy Schneider), con la que además tiene pendiente un viaje importante. Sin embargo, él se siente muy unido todavía a su ex esposa Catherine (Lea Massari) y a su hijo, además de notar que su anciano padre depende más de lo que cree en él. Antes del accidente Pierre tiene un dilema: todavía siente por su mujer y le es difícil asumir que ella también emprenda otras relaciones; no quiere descuidar la relación con su hijo y le entran dudas de si quiere comprometerse a fondo con Helène.

De hecho, tras una discusión con esta última, él le escribe una carta diciéndole que es mejor que lo dejen. Cuando está a punto de enviarla desde una oficina de correos, se arrepiente y se la mete en el bolsillo. Lo que hace es llamarla y dejar un recado, pues ella no está en ese momento, para decirle que la espera en un hotel… impaciente. Quiere que los dos se reúnan ya, y no estar separados ni un segundo más. Lo malo es que cuando está malherido, él recuerda la existencia de esa carta, y teme que llegue a las manos de la mujer que ahora está seguro que ama.

Y ese es el motivo y el suspense que dispara todas sus emociones mientras espera ser socorrido. La película es una ristra de recuerdos y emociones, como de alguien que le cuesta pensar o que está en un estado de semisueño. De hecho hay dos niveles: la cabeza de Pierre y todas las imágenes que esconde y los hechos reales que acontecen mientras yace en el suelo o le llevan urgentemente al hospital. Claude Sautet recrea desde todos los puntos de vista posible el accidente de Pierre, pero más como una vida perdida en un momento desafortunado, que como algo visiblemente violento o desagradable. Una rueda que da vueltas en solitario; un coche que arde, convertido en chatarra; los objetos personales de un hombre esparcidos sobre la hierba, ese hombre tumbado malherido, y tapado con una manta, ante la mirada de curiosos…

De esta forma, en la película se consiguen imágenes, a veces, oníricas y de gran belleza, que o cuentan hechos pasados o lo que le gustaría que ocurriese en un futuro. Así el rojo de las amapolas que hay en el suelo donde está tumbado puede fundirse con un traje rojo de Helène. Claude Sautet cuenta con una sensibilidad y una melancolía especiales las cosas importantes de la vida… cuando estás a punto de perderla. Y cómo a pesar de los pesares el amor es, a veces, un torbellino difícil controlar.

Max y los chatarreros (Max et les ferrailleurs, 1971)

Claude Sautet esta vez construye su historia dentro de un género: cine negro. Es una historia de amor fatal. Max (Michel Piccoli), el protagonista es un antihéroe, un policía atormentado, obsesionado con pillar in fraganti a los delincuentes. Tal es su obsesión por detener a los culpables, que él mismo inducirá a que un grupo de perdedores, unos chatarreros, cometa un atraco en un banco. Contacta con ese grupo a través de Abel (Bernard Fresson), un conocido suyo del pasado, y organiza un retorcido plan. Pero algo sale mal. A pesar de ser un tipo duro, que cree que domina la situación en todo momento y con un objetivo claro, no puede prever enamorarse del cebo que emplea para poner en marcha su plan.

Y es que cuando se encuentra con Lily (Romy Schneider) ya nada será igual. Lily es una bella prostituta que además vive felizmente con Abel. Max, con una falsa identidad (se hace pasar por banquero), se convierte en un cliente habitual. Y va sembrando en su cabeza la posibilidad de que es fácil robar una sucursal de banco determinada. Max y los chatarreros es una historia trágica, dolorosa y triste. Pues será el policía atormentado el que retuerza la historia a un final sin retorno. Él será el hombre fatal.

De alguna manera, Max dinamita el mundo de los chatarreros, que con sus fracasos y chapuzas han creado un pequeño universo en el que todos tienen su sitio y donde han encontrado una cierta felicidad. Entre el lugar de trabajo y un bar, transcurre sus vidas. Y ahí Lilly también se ha topado, después de una vida dura, con una especie de tranquilidad. Es Max con su obsesión quien desequilibra este mundo feliz y aboca a todos, incluido a sí mismo, a la tragedia.

El final de la historia entre Lily y Max se cuenta tan solo con dos miradas. Pero unas miradas que cuentan todo. El desencanto de Lily al sentirse no solo engañada, sino como le han arrebatado un mundo en el que al fin era feliz. La mirada de Max desde la ventana de un coche a Lily. Ahí de alguna manera se siente redimido, pues ha logrado que la mujer a la que ha hecho daño (pero, sin embargo, ama), conserve su libertad, pero a costa de un duro precio. Claude Sautet cuenta así una historia de amor trágico con un fondo de cine negro.

Ella, yo y el otro (César et Rosalie, 1972)

En la última película de la trilogía, Claude Sautet se decanta por una tragicomedia con más visos de este último género. Ella, yo y el otro habla sobre los pequeños placeres de la vida y los cambios de rumbo, a veces no se sabe muy bien el porqué. Es una película vitalista, que te deja una sonrisa en la boca. Que habla de los avatares de la vida, de las amistades y los amores complicados, pero que tantos momentos buenos dejan.

Los protagonistas son César (maravilloso Yves Montad) y Rosalie (Romy Schneider) y viven un momento de máxima felicidad. Él es un chatarrero millonario y ella es una mujer divorciada con una hija pequeña que ha encontrado una estabilidad emocional entre su amor por César y su familia más cercana. Pero este equilibrio se rompe cuando aparece David (Sami Frey), un antiguo amor de Rosalie, que ha regresado del extranjero.

No hay dos hombres más distintos: César, vital, impulsivo, con don de gentes… David, ilustrador, reflexivo, tranquilo, elegante. Rosalie siente por los dos, y quiere ser libre en sus emociones. David es sincero con ambos desde el principio. Y César se siente desubicado, pero finalmente acepta una vida a tres bandas, pues tiene claro que quiere seguir junto a Rosalie. Pero ocurre lo inesperado, mientras los dos hombres se acercan y construyen una amistad sólida, después de una rivalidad feroz, Rosalie es la que no encuentra ni la estabilidad deseada ni la felicidad querida. Ella entre dos hombres que la aman se da cuenta de que prefiere antes que ser querida, encontrarse a sí misma y realizarse. Para eso necesita soledad y libertad total. Así que es ella la que huye, dejando a un César desolado y a un David que no se sorprende (él también se fue). Rosalie necesita distanciarse y toma su camino.

Claude Sautet crea una historia vital de encuentros y desencuentros, de peleas y reconciliaciones, de muchas risas, y alguna que otra lágrima. Y deja un hermoso final de un regreso, y dos hombres que miran por una ventana y reaccionan ante el rostro de la mujer amada que queda, de pronto, congelado. El final es el que nosotros queramos. Pero creo que es feliz…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

22 comentarios en “Sesión triple. Claude Sautet y Romy Schneider y los laberintos del amor

  1. ¡Mi querida Hildy, qué casualidad con la tercera película que nos traes! Pues la tengo tan reciente que la he visto durante este confinamiento. La segunda no la he visto aún – pero, apuntada queda – y la primera la vi hace ya unos años, y me pareció hermosísima.
    Cuánta delicadeza tenía Sautet para contarnos los entresijos y las complejidades del amor. Nunca son fáciles, siempre dejan un regusto amargo, tristes pero, a la vez, intensos y, sobre todo, profundos. «Las cosas de la vida» (hasta el título es perfecto) me pareció una película de un lirismo inmenso. Tiene, como muy bien dices, unas imágenes de una belleza enorme y el relato posee una cadencia narrativa exquisita. Y qué maravilla de actrices, no sólo por lo hermosas y atractivas que eran (aunque creo Massari se corona en la peli de Malle, «Un soplo al corazón»). Y Piccoli, por supuesto, estupendo.
    En cuanto a «Ella, yo y el otro» me gustó mucho. La interpretación de Montand es magnífica, Schneider, como siempre, llenando la pantalla. El único intérprete que no me convenció es el tercero en discordia, muy, muy plano. Hubiera estado mejor que Piccoli lo sustituyera, entonces sí que hablaríamos de un duelo interpretativo entre ambos hombres y su lucha por formar parte del corazón del personaje de Schneider, aunque, como bien dices, la lucha no ha lugar porque ella los ama a ambos. Me encanta cómo Sautet dinamita las convenciones amorosas, mostrando lo enriquecedor que puede ser el corazón humano y cómo, en él, puede tener cabida el amor hacia más de una persona. La verdad es que, en esto, los cineastas franceses son únicos: mostrar de un modo adulto, reposado y maduro, el sentimiento amoroso hacia varias personas. Me viene ahora a la cabeza «Las dos francesas y el amor», de mi querido Truffaut, y «Una vida de mujer», del propio Sautet, en la que también hay un triángulo amoroso.
    Qué bueno era Sautet. Pienso en «Nelly y el señor Annaud» y «Un corazón en invierno» y no puedo evitar relacionarlas con estas pelis con Schneider. Se podría decir que Emmanuelle Béart recogió el testigo de aquélla maravillosamente. Viva Sautet y su cine. Qué lástima que se nos fuera tan pronto.

    Un beso, guapa.

  2. Querídisima Isis, qué alegría saber de ti y leerte.
    A mí me ha encantado hundirme en la trilogía de Sautet llevaba mucho tiempo detrás de ella y, la verdad, la he disfrutado muchísimo. Sí, es un director que indaga con elegancia en los laberintos del amor.
    Las tres películas me ha engatusado, no sabría decir cuál me ha gustado más. Quizá me llamó mucho la atención “Ella, yo y el otro” por su vitalidad (llama mucho la atención la aparición breve de una jovencísima Isabelle Huppert). Pero luego está mi fascinación por el cine negro y que tan bien refleja «Max y los chatarreros». Aunque no puedo dejar de sentirme seducida por la forma de contar un drama romántico en «Las cosas de la vida».
    Con “Ella, yo y el otro” entiendo lo que dices sobre Sami Frey, porque además Montand está arrollador, pero lo que sí es cierto es que dan el pego presentando dos hombres de personalidades totalmente opuestas y físicos muy diferentes, y me chifla cómo terminan conectando los dos.
    Sí, a Sautet le tenía pendiente. Tienes razón qué hermosa y melancólica es «Un corazón en invierno».

    Beso
    Hildy

  3. Seré conciso. Son 3 maravillas. Cada una tiene lo suyo aunque siento debilidad por «Las cosas de la vida» porque, aunque es una película con sus lagunas, tiene momentos impresionantes de los dos protagonistas. Puede que la vida no sea así pero ellos están tan maravillosos que lo que quiero creer es lo contrario.
    En cuanto a «Max y los chatarreros» quizás sea la más redonda de las tres y posiblemente uno de los títulos clave para entender el «Polar» francés.
    Un saludo y enhorabuena.
    PD: confirmo lo que comenta la compañera: Lea Massari se corona en «El soplo al corazón» de Louis Malle. Para mí, una obra maestra absoluta por muchas razones seguramente todas subjetivas.

  4. ¡Querido Jose, de nuevo te leo, qué bueno tu visita y tu comentario!
    Sí, yo me he alegrado enormemente de verlas porque cada una por distintos motivos me ha causado una satisfacción. Sí, pienso también como tú que Max y los chatarreros es la más redonda, pero las otras dos poseen un encanto especial en lo que cuentan y cómo lo cuentan.
    Sí, Lea Massari me gustó también en «El soplo al corazón», pero hace poco me descubrieron una película italiana maravillosa donde Lea Massari está impresionante: Una vida difícil de Dino Risi. Y me muero por verla en Le soldatesse de Valerio Zurlini.

    Beso
    Hildy

  5. Bienvenido, Leo
    Gracias por pasarte por aquí. Intuyo que esta trilogía te gusta mucho o el cine en general, y, claro, las pasiones se disparan.
    ¡Me alegra que hayas disfrutado con la lectura!

    Beso
    Hildy

  6. Hola, Hildy. No se, si sabes que «Las cosas de la vida* tiene un remake norteamericano ES-PAN-TO-SO protagonizado por Sharon Stone, Richard Gere y Lolita Davidovich, dirigido por Mark Rydell. El título original era» Intersection» y aquí se llamó «Entre dos mujeres» o algo así. Forma parte de una serie de proyectos que la Stone puso en pie aprovechando el impulso del estrellato que le proporcionó «Instinto Básico» que le llevó a tratar de dar un sello de «qualite» a su filmografia basándose en clásicos del cine francés. Otro producto de aquello fue un remake de «Las Diabólicas,» en el que se permitió el lujo de contar con Isabelle Adjani (gran actriz y bellísima mujer, pero al parecer insoportable. Dicen que Daniel Day Lewis se divorcio de ella por fax, porque no podía aguantar ni medio segundo más estar en su presencia y todo ello pese a tener un hijo en común). Si algún mérito tiene «Intersection» es el de acumular algunas escenas que forman parte del «summum» del surrealismo. Pero de un surrealismo entre Dali y Torrebruno.
    De la trilogía que mencionas la que más me gusto fue «Max y los chatarreros». «Las cosas de la vida» me gustó pero me pareció algo más autocomplaciente y con tendencia al subrayado en algunas situaciones. Aunque ya sabes que para mí la obra maestra de Sautet es «Un corazón en invierno» una obra de una sutileza, una delicadeza y una melancolía extraordinarias.
    Besos.

  7. Hola Hildy!
    Pues precisamente esta pasada madrugada me vi «Max y los chatarreros», estaba revisando el catalogo de Filmin y me la encontré, no sabia nada de ella, me mantuvo pendiente hasta el final, me gusto mucho. No he visto las otras dos que comentas, me las apunto.
    Por cierto, no he podido olvidar lo de la trágica muerte del hijo de la actriz.
    Besos y feliz semana!

  8. Querido Deckard, me alegro de leerte de nuevo. Sí, había leído lo del remake norteamericano, pero no lo he visto. Jajajaja, me ha entrado curiosidad por ver ese «surrealismo entre Dalí y Torrebruno», promete.
    Sí, Max y los chatarreros es buenísima, amor, fatalismo y cine negro cien por cien. Pero las otras dos de la trilogía me han seducido muchísimo por lo que cuenta y su forma de contarlo. Por ejemplo, Las cosas de la vida me parece bellísima esa forma de contar entrecortada y como de ensoñación, adentrándonos en la mente confusa del protagonista, casi inconsciente o en una especie de limbo por su accidente.
    Cómo me gustó Un corazón de invierno.

    Beso
    Hildy

  9. Querido Fran, ¡¡¡¡sí, tienes razón!!!, Max y los chatarreros te mantiene pendiente en la pantalla hasta el final de la película.
    Sí, Romy tuvo una vida triste, y lo de su hijo fue tremendo. Sin embargo, dejó una filmografía que merece la pena recorrer.
    ¡Las otras dos también están en el catálogo de Filmin! Da la oportunidad magnífica de ver y disfrutar la trilogía.

    Beso
    Hildy

  10. Espléndidos los dos títulos. La de Zurlini la revisé hace poco junto con otra joya realmente a reivindicar de este director: «La primera noche de la quietud» (1972).

  11. Querido Jose, me apetece mucho Zurlini. Solo he visto La chica con la maleta y Crónica familiar y las dos me gustan muchísimo. La primera noche de la quietud también la tengo en mi baúl de pendientes.

    Beso
    Hildy

  12. Estupendo terceto, mi querida Hildy, de un tacto, una mirada y una sensbilidad muy particulares. Las tres me parecen notables. La primera en su asunción-deconstrucción de cierto suspense de aire hitchcockiano, tan querido para los franceses entonces. La segunda, en su asunción-deconstrucción de los cánones del cine negro. La última, en su asunción-deconstrucción de esas comedias de «recasarse» propias de los años treinta y cuarenta, llevadas al terreno de la liberalización posible en el momento de su rodaje. Y es que el cine no para de dialogar consigo mismo, más allá de tiempos, de formatos, de fronteras y de lenguas. Guardo, eso sí, especial recuerdo y consideración de la última porque es la primera que vi, y la que conservo en mi colección.

    Besos

  13. Totalmente de acuerdo, mi querido Alfredo, el cine no para de dialogar consigo mismo. Y a mí eso me chifla.
    Las tres tienen algo especial, a mí la tercera me pareció tan vital…
    Las cosas de la vida me dejó imágenes bellísimas.
    Y Max y los chatarreros confirmó mi amor por el cine negro.
    Me gusta ese análisis de ASUNCIÓN-DECONSTRUCCIÓN. En ese binomio se han conseguido joyas.

    Beso
    Hildy

  14. Querida Hildy:
    LAS COSAS DE LA VIDA es una maravilla, y el remake con Richard Gere es innecesario y lamentable.
    Y esto me hizo pensar que Gere es especialista en remakes mediocres de buenas películas francesas
    – una versión de SIN ALIENTO que solo es recordable por los audaces (e innecesarios ) desnudos
    -SOMMERSBY que es una versión poco inspirada de EL REGRESO DE MARTIN GUERRE trasladada a la Guerra Civil americana
    -un remake de LA MUJER INFIEL de Chabrol que no está tan mal…excepto por la actuación de Gere
    Y estrujando un poco mis neuronas recuerdo a Gere en 2 versiones de filmes japoneses, HACHIKO y BAILEMOS, nulo aporte a los que vieron las originales.
    Para más remate, MISTER JONES está inspirada claramente en la cinta argentina HOMBRE MIRANDO AL SUDESTE
    Bueno, espero que te hayan interesado mis comentarios y si te aburrí,te pido disculpas y considera que llevo 100 días de cuarentena aquí en santiago de Chile
    Besos,IVÁN

  15. ¡Querido Iván, nunca, nunca me aburres con tus comentarios!
    Siempre me haces descubrir películas nuevas.
    … Ese repaso de Gere por remakes, impagable.
    Pero, no lo puedo evitar, le tengo cariño…jajajaja. Y además sale en Días del cielo de Malick, una película que adoro.

    Y te entiendo perfectamente, Iván. ¡Mucho cariño desde Madrid!

    Beso
    Hildy

  16. No obstante, hay que decir que quienes arrastran a Gere a la perdición de los remakes casi siempre son las damas. En el de «Las cosas de la vida» fue Sharon Stone la promotora del proyecto, buscando historias de «qualite» que destrozar dentro de los clásicos del cine francés. Y en el de «Sommersby» (más decente, aunque no fuera mucho más allá) fue Jodie Foster, bastante francofila por lo que se ve también (participó en «Largo domingo de noviazgo» de Jean Pierre Jeunet en un papel muy secundario). Será porque cuando vio el nombre de la película original («El regreso de Martin Guerre») Gere vio ahí un guiño del destino y se dio por aludido. O eso o es que, al ser una estrella masculina un poco de ida y vuelta, con más fracasos que éxitos, estaba en un momento bajo y «les hizo precio» a sus compañeras femeninas que eran quienes verdaderamente apostaron fuerte en ambos casos…

  17. Otros tres filmes que tengo que ver. Al cine de Sautet llegué tarde. Una vez ya fallecido él y en la filmoteca. Pero lo hice con dos filmes maravillosos “Un corazón en invierno” del que ya escribiste y sobre todo, “Nelly y el Sr. Arnaud”. La historia de un amor inesperado e imposible entre dos seres de edades, estatus y vidas dispares. De esas películas que te acompañan días y días después de haberlas visto y que siempre recuerdas con el corazón estremecido.
    Para que veas que hay disparidad de opiniones yo rompo una lanza por “Intersection” (otra vez fuera toda sugerencia con ese horroroso “Entre dos mujeres”) Ya he dicho que no he visto “Las cosas de la vida” (¡y qué ganas!”) pero a mi me pareció una historia adulta, algo ya desde hace décadas, cada vez más dificil de encontrar en el cine norteamericano. Ya sé que se dice que porque ahora, esas historias adultas están en las series, pero yo no compro el argumento principal: para mí, cine y series son medios diferentes.
    El surrealismo chirpitifláutico que le han adjudicado aquí sin compasión (ja, ja, ja) yo lo valoro por lo que tiene de tirarse a la piscina. Siempre, por temperamento, voy a preferir o a perdonar al que se pasa antes que al que no llega. Prefiero mil veces que se peque por exceso antes que por defecto. Esa contención distante de cierto cine actual, tan valorado pero la crítica, me deja helada como un bacalao.
    A mí me interesó la historia de ese hombre que, pese a su vida con esposa perfecta, carrera profesional prestigiosa, situación económica muy desahogada, casa de ensueño e hija queridísima, siente que se ahoga porque no hay pasión en su vida.
    Y a mí también me gusta Rchard Gere. No es el actor con más registros del mundo. De hecho, tiene tics que repite y cuando se los veo, me hacen gracia. Pero posee eso que un buen actor como el Nicol Williamson de “El factor humano” por ejemplo, no tiene: magnetismo. Ayuda su físico tan atractivo como exótico, pero no solo eso. (Hay guapos sosísimos) Y mira que ha hecho bodrios el buen hombre. Pero me cae bien y sin duda cualquiera de sus bodrios lo sería aún mucho más si los protagonizara otro.
    Sharon Stone, es también, a mi juicio, una intérprete muy limitada, pero puede que nunca haya estado tan bien como aquí. Huyendo de su imagen hipersexualizada, interpreta a una esposa supuestamente perfecta, tan enamorada como frígida (y la combinación no es nada fácil). Ella y Gere comparten una escena de sexo, totalmente pertinente y absolutamente incómoda para el espectador, muy reveladora sobre la naturaleza y el estado de su relación. Lolita Davidovich, el tercer vértice del triángulo, está estupenda, vibrante y cálida. Hay una escena en una cabina que te rompe el corazón. Y ese final donde no hay buenas ni malas y las dos mujeres de la vida de ese hombre se muestran extremadamente generosas la una con la otra, ya no percibiéndose como rivales y si reconociéndose en la pérdida común.
    Igual cuando vea la película de Sautet, abomine del remake de Mark Rydell (y otro día hablamos de la pertinencia o no de los remakes) pero mi recuerdo es el de una película estimable y una historia que emociona.
    Un abrazo, Hildy. Virtual pero muy sentido;)

  18. ¡Querida Lilapop, que voy acabar viendo Entre dos mujeres (Intersection)! Claro, ¡es que leyendo tu comentario me han entrado unas ganas…! Además, no me desagrada nunca ver a Richard Gere.
    Yo creo, y me lo dirás en un futuro, que la trilogía de Sautet va a gustarte bastante. Así que me encantará leer tu valoración sobre ellas.
    Me ha encantado tu reflexión: «Siempre, por temperamento, voy a preferir o a perdonar al que se pasa antes que al que no llega. Prefiero mil veces que se peque por exceso antes que por defecto».

    Beso en la distancia, pero ¡también muy sentido!
    Hildy

  19. Querida Lilapop. No subestimes el surrealismo sublime de «Intersection». No es que esta película se pase. Es que hay una enorme cantidad de momentos en los que, efectivamente, se pasa, y otra enorme cantidad de momentos en los que no llega a acercarse ni de lejos. He de reconocer que, como solo la he visto una vez, no la recuerdo muy bien. Y eso que, pese a que la película en sí no es especialmente memorable, yo tenía a un amigo un poco malévolo que se encargaba de parodiarme mañana, tarde y noche de manera inmisericorde la escena de la cabina que tu mencionas. Es una película que falla por los cuatro costados. Por arriba, por abajo, por el medio, por los lados y por el fondo En el tribunal de última instancia de mi conciencia, Lila, no vas a poder presentar un recurso de apelación. Aquí no vas a encontrar a un juez comprensivo, altruista y benevolo que pase por alto y defienda lo indefendible. De hecho, si dependiera de mi, mi fallo o veredicto final hacia el taquillero que me vendió la entrada y que ni quiso ni ejerció su obligación de prevenir me para no entrar a ver semejante truño seria: «Que le corten la cabeza!» Todo ello, por supuesto, previa devolución del importe económico íntegro de la entrada, unos 3 euros (500 pesetas en la época de su estreno). En cuanto a «Intersection» tampoco hubiera estado mal seguir la orden que al parecer dio don Francisco Franco Bahamonde cuando, al enterarse del revuelo que se monto entre ciertos sectores ultraconservadores de la sociedad española tras el éxito de «Viridiana» en el festival de Cannes, ante su inminente estreno en nuestro país, el Caudillo, con su atiplada, aflautada y cáustica voz (el tío era un cachondo mental, como todos ya sabemos) pronunció las, siguientes palabras ante los censores: «Que la quemen.»
    En cuanto a Richard Gere a mi también me cae muy bien. Su filmografia no es que sea para tirar muchos cohetes pero tiene dos o tres títulos significativos, algunas películas que fueron demasiado injustamente vapuleadas en su día, y un número de bodrios ni mayor ni menor que otras muchas estrellas masculinas coetáneas que disfrutan de mayor prestigio. A mi me resulta simpático porque creo que es alguien con capacidad para reírse de sí mismo, algo muy importante en esta vida. Por ejemplo, recuerdo con hilaridad el grandioso comentario del incomparable Steve Martin (presentador de la gala) cuando en la ceremonia de los Oscars del año de «Chicago» dijo: «Cuando vi que» Chicago’ recibía tantas nóminaciones pero que, ni aún asi habían nominado a Richard Gere, pense: ‘Richard, bienvenido a mi mundo’ » Y creo recordar que el bueno de Richard ahí estaba, aplaudiendo y aguantando el chaparrón. Puede que no sea un actor muy expresivo, pero desde luego su presencia ha aportado buenos momentos en películas notables («como» American Gigolo», «Asuntos, sucios», y «Cotton Club» aunque, como era de imaginar en esta última no fue la primera opción de Coppola, pese a que no se ajustaba mal al papel de músico guapo perdedor)
    Besos a todos/as.

  20. Hola de nuevo Hildy. Si te encuentras con “Intersection” ya me dirás. La sutileza de Sautet no creo que la tenga, desde luego, pero recuerdo que me gustó. También he recordado que vi un film de Sautet con Schneider de protagonista: “Una vida de mujer” muy pomposo título para el mucho más humilde “Une histoire simple” retrato de una mujer muy de su época. Divorciada, con un hijo adolescente, con trabajo y un grupo de amigos con los que se involucra. Mantiene una relación con un hombre, pero decirle ponerle fin al mismo tiempo que a su embarazo y sigue enganchada en cierta forma a un exmarido que la dejó por otra mujer más joven. Es una mujer independiente y quiere ser libre pero la película no adopta un tono panfletario para mostrar el camino hacia esa libertad, en el que cometerá errores que sabrá asumir y donde la soledad sentimental puede que se convierta en la compañera más fiel. Todo esto explicado sin estridencias, sin heroicidades, sin rabia. Al contrario, la narración es sencilla, el tono muy natural. Los personajes masculinos acaban siendo decepcionantes para la protagonista, pero no hay odio ni rencor hacia ellos.
    El film es de Romy Schneider, que brilla y te hace sentir aún más la pérdida de una actriz que estaba entrando en una madurez absolutamente espléndida como intérprete.

  21. Querida Lilapop, ¡»Una vida de mujer» es otra de las que me faltan tanto de Sautet como de Schneider, y también está en mi lista de pendientes! Me apetece mucho.
    Sí, seguro que si veo Intersection te cuento.

    Beso enorme
    Hildy

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