Tiempos de ninguna edad. Distopía y cine, de Antonio Santos (Cátedra —Signo e imagen—, 2019)

En Tiempos de ninguna edad subimos a Naves silenciosas.

La imagen poderosa de Freeman Lowell (Bruce Dern), una especie de eremita jardinero y astronauta, en unas naves que salvaguardan la vida vegetal y algunas especies animales en mitad de la inmensidad espacial, con la esperanza de que algún día la tierra pueda volver a convertirse en un paraíso, asalta mi mente. Este jardinero espacial, desterrado del planeta, tiene una obsesión: cuidar y proteger los gigantescos invernaderos espaciales para asegurar un futuro próximo. Y por salvar la naturaleza será capaz de todo, incluso de la soledad más absoluta, aliviada por la compañía de tres rústicos robots. Freeman Lowell es uno de los protagonistas del último capítulo de Tiempos de ninguna edad. Distopía y cine, de Antonio Santos. Si en el primer ensayo ya analizado (Tierras de ningún lugar) proporcionaba un recorrido especial por la utopía y el cine, esta vez el camino a seguir lleva al lector a las distintas distopías que se han reflejado en la pantalla blanca. La distopía como advertencia o espejo del mundo hacia el que nos dirigimos con la mirada en el presente.

De hecho, Freeman Lowell, que abre el capítulo «La humanidad desterrada», se encuentra lejos de una tierra que ha destruido sus recursos naturales. Lowell, protagonista de la película Naves misteriosas (Silent Running, 1972) de Douglas Trumbull, es un soñador obsesivo: «¿Y no creéis que es hora de que alguien vuelva a soñar? ¿No es el momento de que alguien sueñe con un mundo mejor?». Y el ensayo de Antonio Santos está poblado de soñadores que tratan de rebelarse contra el sistema político y social generado en la distopía que habitan.

Antonio Santos no solo facilita el camino por una ristra de películas que permiten descubrir que el sueño de la razón produce monstruos, sino también nos sumerge por una historia especial de la literatura distópica. Así es inevitable volver la mirada y la mente hacia las palabras de Aldous Huxley, George Orwell, Ray Bradbury o Anthony Burgess, pues sus universos literarios se transformaron en lenguaje cinematográfico. Este ensayo me ha hecho regresar a esas lecturas que durante mi adolescencia y juventud me marcaron como Un mundo feliz o 1984. Pero también realizar paradas por películas que me han impresionado a lo largo de los años, algunas adaptaciones cinematográficas de estos autores y otras inspiradas distopías, y que no he dejado de ver una y otra vez: Fahrenheit 451 de François Truffaut, La naranja mecánica de Stanley Kubrick o Brazil de Terry Gilliam.

Otra vez hay paradas interesantes que van dibujando un mapa de distopías. Así en distintos capítulos se analizan diversos temas: como la relación entre hombres y máquinas con títulos tan imprescindibles como Blade Runner de Ridley Scott y su continuación, Blade Runner 2049 de Denis Villeneuve. O permite una vuelta por una sociedad biónica que nos lleva a La inteligencia artificial, que adapta un relato de Brian Aldiss con unas gotitas del Pinocho de Collodi. Un sueño primero de Kubrick, pero que dirigió finalmente Steven Spielberg.

El ensayo de Antonio Santos, Tiempos de ninguna edad, permite un recorrido por un mapa de distopías cinematográficas.

Uno de los capítulos más interesantes del libro se centra en las demodistopías y en unas películas que me dejaron recuerdo escalofriante: Cuando el destino nos alcance de Richard Fleischer o La fuga de Logan de Michael Anderson. En este capítulo se para a analizar también una serie que no he visto, pero sí he leído el libro que adapta y me he hundido en el mundo que dibuja con palabras Margaret Atwood en la inquietante El cuento de la criada. O también disecciona dos películas que ya son clásicos de la ciencia ficción: Hijos de los hombres de Alfonso Cuarón y Gattaca de Andrew Niccol (también analiza In time de este realizador, que parte de una interesante premisa, el dinero cotizado por los seres humanos es el tiempo de vida…).

También se centra en cómo los seres humanos cada cambio de milenio imaginan otros mundos con aires de distopía o piensan que inevitablemente vamos a caer en el apocalipsis o fin del mundo. Una de las fuentes de este mundo futuro venidero es la propia biblia y una de las películas que tocan el tema El evangelio de las maravillas de Arturo Ripstein. O toca una distopía en pleno siglo XX, ese mundo que quiso convertir en real, e inició el escalofriante camino, Hitler. Y hay películas que reflejan ese universo distópico de pesadilla como El triunfo de la voluntad de Leni Riefenstahl, Los invasores de Michael Powell o Saló o los 120 días de Sodoma de Pier Paolo Pasolini.

Otra parada que merece la pena es en las ucronías. Que hubiese pasado si…, por ejemplo, los alemanes hubiesen ocupado Inglaterra. Y eso es lo que se plantea en Sucedió aquí de Kevin Brownlow y Andrew Mollo. O también facilita un paseo por las fábulas donde son los animales quienes habitan las distopías como La rebelión en la granja de John Stephenson o El planeta de los simios de Franklin J. Schaffner.

En Tiempos de ninguna edad, Antonio Santos da la posibilidad de la reflexión y el sueño. Y de recorrer ese mapa plagado de distopías y pesadillas, pero también de un sueño de la razón que no solo crea monstruos, sino que muestra posibles ventanas o cómo conseguir unas alas de libertad. Ese sueño de Freeman Lowell cuando se encuentra más allá de la tierra, de tratar de superar la distopía y avanzar hacia un mundo mejor o un nuevo paraíso.

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14 comentarios en “Tiempos de ninguna edad. Distopía y cine, de Antonio Santos (Cátedra —Signo e imagen—, 2019)

  1. Interesantísima pinta, mi querida Hildy, apuntado queda. Apunta tú este otro de la misma colección, Cine e imaginarios sociales, de G. Imbert.

    No obstante, tengo la sensación de que siempre que se habla de utopías y distopías se tiende a emplear (y a abusar) del cine fantástico y de ciencia ficción, cuando el mayor autor de utopías y distopías del cine es más bien tirando a terrenal, salvo excepciones, y no es otro que Fritz Lang. No sé si aparece en este libro, pero merece un capítulo enterito para él solo.

    Besos

  2. Hombre. Yo creo que la de Richard Fleischer es más distopica que «demodistopica» (concepto que yo no había escuchado nunca). Si demodistopica es «Un mundo feliz», es decir, una, sociedad, aparentemente feliz pero atroz en su falta de humanidad, en ese apartado, si, entrarian «La fuga de Logan» y «Gattaca», pero «Cuando el destino nos alcance» es claramente una distopia, porque muestra un entorno paupérrimo y nada halagüeño en el que hay una élite diminuta que se pega la vida padre, y una inmensa mayoría que mantiene una lucha despiadada por sobrevivir que se alimenta con pastillas en vez de alimentos….
    Por cierto, para distopias, las de «Black Mirror»….
    Besos.

  3. Mi querido Alfredo, me apunto Cine e imaginarios sociales.
    En los dos ensayos de Antonio Santos no se centra solo en cine de ciencia ficción, aunque sí está presente. Sí, sale Fritz Lang. Por ejemplo, en el volumen de distopía hay un análisis de Metrópolis. Y en el ensayo de utopías había un precioso capítulo dedicado a las utopías en el cine de John Ford.
    Merecen la pena los dos volúmenes. Son muy interesantes y abren puertas a un montón de temas para reflexionar.
    Beso
    Hildy

  4. Querídisimo Deckard, como escribo en la reseña, la película Naves misteriosas está en el último capítulo del libro titulado «La humanidad desterrada». No se analiza esta película en el dedicado a las demodistopías, que es otro capítulo del ensayo. El libro de Antonio Santos abarca una variedad de temas inmensa dentro del concepto «distopía» y los ilustra con el análisis de distintas películas. Es un libro muy completo e interesante. Sí, hay capítulos de Black mirror que son auténticas distopías.
    Beso
    Hildy

  5. QUERIDA HILDY, PARECE QUE LAS COSAS ESTÁN MEJORANDO EN ESPAÑA, LO CUAL ME DA MUCHO GUSTO.
    INTERESANTE EL TEMA QUE HAS TOCADO Y QUE SE ADAPTA MUY BIEN A LO QUE HEMOS, O ESTAMOS PADECIENDO EN ESTOS DÍAS Y QUE NOS HAN LLEVADO A REFLEXIONAR SOBRE MUCHAS SITUACIONES, YO ESPERO QUE TODO ESTO NOS LLEVE A SER MEJORES O A CREAR UN MUNDO MEJOR PARA LOS QUE VIENEN DETRÁS DE NOSOTROS. TE MANDO MUCHOS BESOS Y MIS MEJORES DESEOS…

  6. Muchas gracias, querido Jorge, por tus palabras. Sí, parece que la situación va remitiendo. Esperemos que todo vaya mejorando en el mundo entero, esta pandemia sea controlada y se descubra la vacuna.
    Sí, el tema de cine y distopías es muy amplio e interesante. Y este ensayo está muy bien para adentrarte dentro de este universo.

    Besos confinados
    Hildy

  7. te veo aguantando el blog, me alegro de que sigas ahí.
    Yo también mantengo el mío vivo, pero voy de charco en charco, Netflix es el horror.

    Abrazo

  8. Pero qué alegría saber de ti, querido Fernando. ¡Aquí sigo! ¡Con cariño y pasión!
    ¡Claro que sé que David y Goliat sigue muy vivo! ¡No dejo de visitarte!
    ¡La pasión cinéfila continúa intacta en nuestras casas cibernéticas!

    Beso enorme
    Hildy

  9. Cómo he disfrutado, querida Hildy, recordando de nuevo este fantástico libro a través de tus palabras. Un libro cien por cien recomendable en torno al concepto de distopía como complemento perfecto al anterior de su autor en torno a la utopía, como dos caras de una misma moneda cuyas conexiones se nos revelan ya en sus primeras páginas. Un lúcido e intenso ensayo que no solo incluye películas emblemáticas del género fantástico y de ciencia-ficción, también nos ilustra con títulos como «Jerusalén», de Bille August, «Los invasores», de Michael Powell o «Viva la libertad», donde René Clair anticipó muchas de las ideas y situaciones luego reproducidas por Chaplin en «Tiempos modernos». El cine, como otras artes, realimentándose consigo mismo. Como demostró Antonio Santos en la memorable presentación de este estudio-ensayo en Zaragoza, donde solo precisó el análisis de un anuncio publicitario rodado por Ridley Scott en 1984 para Apple Macintosh para abordar las ideas principales del libro; como él dijo, «quintaesenciadas» de algún modo en esta brevísima película, donde el autor de la canónica «Blade Runner» sabe trasladar, en brillante síntesis, muchas de sus influencias y referentes sobre el lado tenebroso de la utopía. No es fácil saber ensamblar en un discurso tan fluido y coherente como el plasmado en este libro, el cine con la literatura, la filosofía, la política, la religión o la sociología. Y de forma que estimule a revisitar con mirada más luminosa los largometrajes abordados ya conocidos o a descubrir los aún pendientes.

    Lejos de una conclusión desmoralizadora, Santos nos regala un capítulo titulado «Final: no renunciéis a utopía», algo tan especialmente necesario en estos tiempos, con un motivador texto que lo cierra: «Al cabo, la altura de las soluciones que concibamos tiene que superar en magnitud a las enormes amenazas que se ciernen sobre nosotros. Por esta razón precisamos imperiosamente de un acuerdo firme y un compromiso con lo real -con nuestro mundo, con nuestro tiempo- para así dar forma a un nuevo pensamiento utópico, propio del siglo XXI. En el camino hacia este objetivo, también el cine tiene la palabra».

    Abrazo esperanzado.

  10. Qué gozada leerte, querida Ana, y qué bien complementa y completa tu comentario las reseñas sobre los ensayos de Antonio Santos. Y desde aquí darte mil gracias por habérmelos descubierto.
    Y nos quedamos con esa coda final: ¡no renunciaremos a la utopía! o como dice Freeman Lowell: ¡volveremos a soñar!

    Beso
    Hildy

  11. Este libro de Antonio Santos sin duda forma un díptico interesante con el anterior que comentaste sobres las utopías. Si en la utopía se intenta encontrar o crear un lugar ideal, la distopía nos habla de un futuro o una realidad alternativos.
    Tengo un recuerdo lejanísimo e infantil de “Naves silenciosas”. Pero me encantaron esos robotetes y, por supuesto, sentí más cuando ellos desaparecían que el propio personaje de Bruce Dern. Me pareció que era un tipo afortunadísimo per contar con la compañía de esos entrañables seres mecánicos. La imagen final de la película es inolvidable: el único robot superviviente, solito en el espacio en su nave jardín, cuidando “amorosamente” a las plantas. En ese ser “artificial” reside el futuro de la naturaleza y por ende de la Tierra. Referente claro del maravilloso Wall-E.
    Muy interesante el libro, pero me surge una pregunta ¿Hay algún anime entre las películas seleccionadas para hablar de distopías? Por supuesto, el autor puede seleccionar las películas que considere mejores o más adecuadas o significativas para hablar del tema. Pero cuando menos me extraña que no aparezca ningún anime japonés, porque han tratado profusamente y antes que nadie esos temas y con obras excelentes. Desgraciadamente, no es extraña esa posible ausencia, que ya me confirmarás. Existe un enorme desconocimiento, prejuicio, desinterés y hasta rechazo hacia el anime. Puedo entender que el “frikismo” que acompaña a ese tipo de cine (lo peor del anime puede que sean sus seguidores) tire para atrás a muchos. Pero también percibo una gran estrechez de miras en mucha gente que se dice cinéfila y obvian completamente este cine. Un argumento para rechazarlo es que los dibujos (cuando alguien llama dibujos al cine de animación, mal vamos…) son para niños. Es una apreciación errónea y superficial, pero tampoco me parece válido que lo que esté destinado al público infantil, que en el caso del anime no siempre es así, no tenga valor. Otro “gran argumento” para rebajarlo es que “todos los personajes tienen la misma cara” cuando, simplemente, el anime responde a unas convenciones gráficas y estilísticas concretas.
    Volviendo a mi observación sobre la ausencia de anime (si es que es así) en un libro sobre distopías fílmicas. Me decepciona un poco que se excluya a un tipo de cine, que ya en los 80, estaba planteando propuestas sobre mundos distópicos. El otro día un buen amigo me cantaba las excelencias de la serie “Black Mirror” y me la calificaba de “esencial”. He visto algún capítulo. Nada de lo que he visto en tan aclamada serie es algo que no haya visto antes en series o películas anime. Cuando se lo comenté me dijo que a él no le gustaban los dibujos…En los 90, cuando “Matrix” apareció y fue considerada lo “nunca visto”, cine revolucionario a la que gente como Zisej dedicaba elogios, yo me quedé estupefacta (en solitario) cuando la supuesta revolución estética y conceptual que representaba Matrix, el anime ya hacía varios años que la llevaba haciendo. El lado oscuro de la tecnología, como su uso aliena y es una herramienta de poderes totalitarios (sean gobiernos o corporaciones económicas) la dualidad entre realidad/personalidad virtual y física, el control de los sueños y el poder reproducirlos digitalmente, la devastación del planeta, la humanidad de las máquinas….Básicamente como la ciencia y la tecnología alteran el ecosistema, la sociedad y la propia conciencia humana, son temáticas que desde el anime se llevan haciendo desde finales de los 80 e incluso antes. Quizá porque Japón fue la primera sociedad hipertecnificada y tecnológica y los japoneses fueron, por lo tanto, los primeros que se plantearon estas cuestiones. Por eso, me molesta o que se obvien estas propuestas o que se vampiricen desde Occidente (cine, televisión norteamericanos). Por lo general, no llegando nunca tan lejos, ni alcanzando cotas tan altas, argumentalmente y expresivamente. Un ejemplo comparativo: la “Paprika” de Satoshi Kon y el “Origen” de Cristopher Nolan
    Fin del panegírico. Con el confinamiento he redescubierto el anime, que me había gustado mucho (sin llegar a ser una experta) en mi adolescencia y juventud. Y ha sido un redescubrimiento gozoso y fascinante.
    Un abrazo Hildy y felicidades con retraso. Que no te falten libros, cine y afectos. Compartimos signo zodiacal, por cierto.
    Lilapop

  12. Querida Lilapop, qué alegría leerte de nuevo.
    ¡Somos Tauro! Qué bueno.
    Te cuento. No hay anime, pero sí cine de animación (dos películas) y una que sale la nombras en tu comentario: Wall-E. La presencia de Japón está con Battle Royale. Santos analiza distintos aspectos de las distopías y profundiza más en ellos con películas concretas.
    Por otra parte, qué interesante lo que señalas del anime. A mí el cine de animación me gusta un montón y el japonés he empezado relativamente poco a verlo. Pero en el mundo del anime distópico, analfabeta total, solo he visto Páprika.
    Sí, los robots de Naves misteriosas son ¡tremendamente tiernos!
    Beso con mucho cariño
    Hildy

  13. Ignorante es aquel que desconoce que no sabe. O peor aún, que no le importa. Nada más lejos de tu persona por lo que demuestras con este blog.
    “Paprika” me dejó alucinada, porque es alucinante. Y llena de referencias cinéfilas. Explícitas como esos carteles de “Vacaciones en Roma” o “Tarzán” o más referenciales como esa habitación onírica con esas mariposas ensartadas, como la propia protagonista, homenaje al “El coleccionista” de Wyler.

  14. Cuando descubro algo que ignoro y veo que puedo conectar con lo que no sé, siempre me digo: qué suerte, más que descubrir y aprender. Aunque a veces tenga cierto vértigo y miedo a enfrentarme a nuevos conocimientos, pero se me suele pasar rápido una vez que logro apasionarme o capta mi atención total.
    Ya me irás contando tus descubrimientos en anime.

    Beso
    Hildy

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