Diccionario cinematográfico (226). Librerías

Una cara con ángel

… Una librería como escenario…

Si Holly Golightly pensaba que nada malo le podía pasar en Tiffany, y se tranquilizaba frente a su escaparate o dentro de la tienda sus días rojos se alejaban… yo tengo dos sitios sagrados donde me siento tranquila y me aíslo: uno es la sala de cine y el otro es una librería. Cuando una librería cierra o una sala de cine baja el telón para siempre para mí desaparecen refugios. Sin embargo, cuando se habla de su apertura, respiro tranquila, feliz. Y de nuevo el cine deja varias librerías para el recuerdo, secuencias difíciles de olvidar.

Y volvemos otra vez con Audrey Hepburn y un momento delicioso en Una cara con ángel de Stanley Donen. Justamente el primer encuentro entre el fotógrafo (un Fred Astaire que vuela) y una librera que tiene una cara con ángel. Y es que buscando un lugar adecuado para una producción de moda en la revista que trabaja el reportero…, el equipo repara en una vieja librería… Y no solo no se equivocan de escenario, sino que además esconde un descubrimiento entre las estanterías y los libros: una cara amada por la cámara.

Si de pronto me ha venido esta entrada en la cabeza (las librerías en solitario, pues una vez en mi amado diccionario acompañé a las librerías con las bibliotecas, otros sitios-refugio) es porque dos películas actuales me han devuelto dos establecimientos para la memoria: una la película de Isabel Coixet, La librería. Ahí cuenta la historia de una mujer que trata de crear un espacio de encuentro y cultura en una pequeña localidad… y cómo se topa con mucha oposición para su proyecto, pero también planta una semilla en la mirada de una niña. Su librería nunca muere…

Y también un niño que encuentra en un libro maravilloso, no podía ser de otra manera, una pista sobre su padre ausente. Y esa pista es una librería… Así decide emprender un sueño. Lo que no sabe es que esa librería, que no será fácil de localizar, unirá dos historias o cerrará un círculo. Me estoy refiriendo al Wonderstruck. El museo de las maravillas de Todd Haynes.

Isabel Coixet fue la que me hizo descubrir un libro (a través de una obra de teatro que dirigió… y que no pude ver) y una película. 84 Charing Cross Road de Helene Hanff y la película La carta final de David Hugh Jones. Y la historia es la relación que se establece por carta durante años (años difíciles con segunda guerra mundial por medio) entre una cliente norteamericana y el librero británico de un establecimiento especializado londinense. Y las páginas y los fotogramas huelen a librería dedicada que ama los libros.

Muchas de las comedias románticas americanas de los años 80 y 90 tienen su secuencia en una librería o incluso su escenario principal es una de ellas. Las reinas de aquellos años: Meg Ryan y Julia Roberts pisaron más de una librería.Tienes un e-mail, donde la protagonista era la dueña de una librería infantil soñada que sufría la competencia de unos grandes almacenes de libros…; o en Notting Hill donde los protagonistas se conocían en una librería de viajes (él era el librero y ella la famosa estrella de cine); o por supuesto no faltaba uno de los habituales encuentros entre Sally y Harry a lo largo de los años en una librería en Cuando Harry encontró a Sally.

Y es que las librerías son lugares de reunión, de descubrimiento y, por qué no, de amor y desamor, también. También guardan secretos, ocultan mensajes o sirven de escondite. Incluso cierran historias y círculos. Así los protagonistas de Enamorarse de Ulu Grosbard se conocen en una librería, confunden sus libros… e inician una historia que no es fácil. Y cierran la película en la misma librería… y con otro encuentro. O vemos cómo nacen las complejas relaciones entre dos hermanos y una mujer en una librería de segunda mano en Glasgow en la deliciosa Wilbur se quiere suicidar de Lone Scherfig. Woody Allen también es fiel a las librerías y uno de los momentos más inolvidables de Hannah y sus hermanas transcurre en una de ellas donde un libro de poemas sirve como excusa. Una librería cierra una historia potente como La vida de los otros de Florian Henckel von Donnersmarck, donde la dedicatoria de un libro resume toda una vida.

No podía faltar para cerrar el círculo de librerías en el cine, otro momento mágico en una película de cine clásico. Como no, ese encuentro entre Dorothy Malone y Humphrey Bogart en El sueño eterno de Howard Hawks. Un momento breve, pero eterno en el recuerdo.

¿Cuál es vuestra librería de cine?

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14 comentarios en “Diccionario cinematográfico (226). Librerías

  1. Es difícil ver en una película el interior de una casa donde aparece una biblioteca familiar. Tampoco a ningún héroe del cine clásico, Cary Grant, John Wayne o Gary Cooper, leyendo un libro en la mecedora del porche después de realizar cualquier hazaña. Nadie será capaz de imaginar una escena con Robert de Niro, Brad Pitt o Tom Hanks enfrascados en la lectura de una novela, o rodeados con estanterías cargadas de volúmenes manoseados. Sí, vimos a un Denzel Washington camuflado de currelas leyendo en un bar después de su jornada (feliz) dentro de una ferretería, pero, ay, resulta tan falsa. ¡Que falsos resultan los actores cuando los vemos leer! Si es que los vemos, tanto, como ver ahora a una actriz fumando. Por otro lado, los personajes de la pantalla se centran únicamente en la acción, y en los momentos de receso, ven la tele o están conectados a internet a través de un portátil. En las clásicas, apenas tienen ese parón. Aparte de lo que les están ocurriendo, ya sea estar enamorados o que les persiga el mismísimo demonio, ¿qué hacen en sus momentos de asueto? Siempre recuerdo aquellos detalles en películas como Anatomía de un asesinato, cuando el bueno de Jimmy lo vemos zampándose un huevo duro en plena calle junto a un amigo (a ambos les encanta comer huevos duros en aquel puesto), bueno, al menos es algo, o saber que el gran Vittorio De Sica en El General de la Rovere, lo vemos que le encanta comer azúcar. En las películas del gran François Truffaut, siempre vemos a gente leer y escribir cartas a mano. No se ven bibliotecas, pero sí gente leyendo.

    Los libros se salvarán siempre de las imágenes. Ahora me pregunto qué tiene más fuerza todavía, si la imagen literaria que conservamos en la memoria después de la lectura o la visión de todas estas fantasmagorías de luces y sombras. ¿Qué deja un oro más profundo en el alma; una goleta navegando rumbo a los mares del Sur a través de las páginas de Stevenson o Clint Eastwood soplando la boca del revólver en la pantalla?

    Por cierto, no te he dicho cuál es mi biblioteca favorita en el cine. Pues bien, la película es una porquería y prefiero infinitamente la novela en la cual se basa; La historia interminable, pero la librería del señor Koreander me fascina, porque estamos en un mundo cada vez más lúgubre, más vacío de auténticos contenidos, y allí, se puede adquirir un libro donde puedes introducirte dentro de él, pero no solo mental, sino ¡físicamente!

    Besos

  2. Querida Hildy, te agrego a tu lista una escena de librería en Annie Hall, en la que Woody Allen quiere regalarle libros con la palabra «Muerte» a una Diane Keaton que sólo quiere un libro sobre gatos; y esa librería en la que Joan Fontaine compra libros de misterio que la trastornan en «Suspicion». También hay escenas jugosas de librerías en «Vertigo» (donde Stewart va para aprender más sobre Carlota Valdéz) y en «Cortina rasgada», donde Julie Andrews retira un libro con el código secreto para Paul Newman y en «Ser o no ser», donde Carole Lombard deja (¿o recoge? no recuerdo bien) un mensaje (el libro era Anna Karenina, ¿verdad? Hoy estoy desmemoriada).-
    Y debo confesar que de tu lista sacaría la librería de «Notting Hill», peli que me pareció un espanto.-
    Un beso gigante, Bet.-

  3. Y fíjate, mi querido Francisco, que a mí las estanterías, los libros, las librerías, las bibliotecas, alguien leyendo… me parece todo tremendamente cinematográfico. Pero tienes razón… No aparecen mucho.
    Me encanta el debate que propones: «Ahora me pregunto qué tiene más fuerza todavía, si la imagen literaria que conservamos en la memoria después de la lectura o la visión de todas estas fantasmagorías de luces y sombras». Para mí tienen fuerza e importancia ambas. Disfruto leyendo un libro, disfruto viendo una película.
    … Yo también disfruté en su día, de niña, con la película de La historia interminable… y poder habitar otros mundos ¡dentro de un libro!

    Beso
    Hildy

  4. Jajajaja, mi querida Bet, para que veas mi nivel de pedorrismo, yo me quedo como una tonta ante Notting Hill. Sí, es de esas películas que confiesas en bajito que has visto varias veces… y que te engancha. Jajajaja, qué vergüenza, pero cierto. Y es que tengo debilidad por Hugh Grant como héroe romántico (otro secreto inconfesable, Dios mío, me estás sacando demasiados… jajajaja)

    Me encantan todas las librerías que has propuesto. Me ha encantado recordar cómo Hitchcock da la mano a los libros… en sus películas. Me ha encantado recordar la escena de Annie Hall… y soy tan desmemoriada como tú con Ser o no ser…

    Beso gigantesco
    Hildy

  5. Jajaja, bueno, si te deja más tranquila, yo puedo ver el final de Sensatez y Sentimientos quinientas millones de veces y derretirme por Grant y por Alan Rickman conquistando los corazones de sus amadas, no creas que por aquí hay menos pedorrismo, jajaja.-

  6. Mi escena favorita de librerías, junto con la que mencionas de El sueño eterno, es la que Vértigo, cuando Scottie y su amiga van a que les cuenten viejas historias de la ciudad de San Francisco. Aparte de que el espacio es magnífico, el tratamiento de la luz en esa secuencia, pasando de un mediodía luminoso a una tarde de tormenta, es prodigioso.

    Besos

  7. Mi querido Alfredo ¡la de veces que he visto Vértigo… y esa secuencia no la recordaba! pero desde que me la habéis recordado Bet y tú… ¡viene ahora a mi memoria! Tengo que volver a recuperarla. Mi próximo visionado va a ser fijarme en ese momento.

    Beso
    Hildy

  8. Pues la mía es la de la novela de Penelope Fitzgerald, que me encantó cuando la leí hace años. No he visto aún la película de Isabel Coixet, pero espero que lo que vea esté a la altura de lo que leí.
    Saludos.

  9. La librería más erótica,aquella donde Olivier Martínez seduce a Diane Lane en INFIEL
    Besos

  10. … Querido Iván, me acuerdo de esa película, y que me sorprendió más de lo que pensaba. ¡Pero no recordaba que la seducción por parte de Olivier a Diane fuese en una librería! ¡Tendré que verla de nuevo!

    Beso
    Hildy

  11. ¡Qué bonita es la canción de Audrey Hepburn en la librería de ‘Una cara con ángel’! Y sobre todo por ese sombrero colorido que representa los sueños que todavía no ha logrado, en contraste con el gris reinante. Pero, como decía alguien más arriba, yo me quedaría con la librería del señor Koreander en ‘La historia interminable’ (más con la de la novela de Ende que con la de la película, dicho sea).

    Un beso,

    Víctor

  12. … querido, querido Victor, quién no se dejó llevar en su infancia por esa librería… Quién no aprendió, que dentro de los libros había otros mundos que explorar… Ay, La historia interminable… o Momo y aquellos hombres grises…
    Sí, qué filmografía más especial tiene Audrey Hepburn…

    Beso
    Hildy

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