Tres mujeres patológicas emocionales protagonistas de tres películas que adquieren su personalidad por los magníficos personajes que desempeñan tres actrices que se arriesgan, hasta el límite: Joan Crawford, Catherine Frot y Isabelle Huppert. Y además tres películas que tienen mucho que analizar tanto en la forma como en el contenido. Tres mujeres encerradas en sus personalidades… y donde las casas adquieren un protagonismo importante. Son sus refugios, tanto para lo bueno como para lo malo…
La envidiosa (Harriet Craig, 1950) de Vincent Sherman
Joan Crawford es la Harriet Craig del título. Y no la importa crear un personaje desagradable y antipático, pero además conseguir entenderla y compadecer su soledad. Más que envidiosa (título poco afortunado), Harriet es una personalidad femenina compleja que busca con brazo de hierro una seguridad férrea en el hogar conyugal. Dominar el hogar, la casa, que todo esté impoluto, ordenado, milimétricamente colocado y ella perfecta… en cada instante. Que ese hogar no lo visite nadie que ella no controle. Y un marido que trabaje, que llegue a casa, que esté tranquilito y que no necesite nada más que una esposa perfecta. Todo bajo control, que nada se resquebraje. Y si algo atenta contra esa seguridad, ella será capaz de la manipulación y la mentira, de todo lo que sea necesario.
Pero poco a poco su universo perfecto se irá fragmentando: y el servicio, los vecinos, los amigos, su prima sumisa… y finalmente su marido (un estupendo Wendell Corey, de calzonazos adormilado, feliz, a hombre que toma conciencia de un hogar que no le hace feliz) irán abandonando el hogar perfecto… y ella, desagradable, sola en su casa-muralla.
Y es interesante observar cómo esta película es un remake de La mujer sin alma (Craig’s wife, 1936) de la directora Dorothy Arzner, reseñada en este blog, y cómo el discurso y la manera de presentar el personaje principal tiene matices. En la de Arzner, el personaje de Rosalind Russell es una mujer dominante que lucha para encontrar su sitio y su identidad. Harriet Craig no es una mujer amable sino una superviviente que lleva hasta las últimas consecuencias el evitar la dominación en un mundo de hombres, apariencias y clases sociales y que no quiere mostrar ningún signo de debilidad o de solidaridad con otras mujeres. Lo que buscaba en la institución del matrimonio era su propia independencia económica y social. Sin embargo, el personaje de Joan, en la película del interesante (pero olvidado) Vincent Sherman, es más extremo y patológico. Esa Harriet Craig busca una seguridad obsesiva en el matrimonio, un muro tras el que esconderse, que oculta un trauma de adolescencia y una madre con débil carácter.
Madame Marguerite (Marguerite, 2015) de Xavier Giannoli
Madame Marguerite se inspira libremente en la vida de Florence Foster Jenkins y, a diferencia de la película ya comentada de Stephen Frears (y su tono tragicómico), presenta una personalidad femenina que termina como una tragedia griega y con un tono mucho más oscuro. Marguerite tiene el rostro de Catherine Frot, como una dama parisina de la alta sociedad, de principios del siglo XX. Ella misma se va creando una mansión de cristal donde sueña con que es una gran cantante de ópera… y todos los que la rodean por distintos motivos alimentan su fantasía. Tras su rostro se oculta una triste mujer insatisfecha con su vida e insegura con su matrimonio, encerrada en un castillo de cristal. Ella, con su misterioso mayordomo negro, crea mundos fantásticos, coreografías, ambientes y fotografías de musa divina que llenan las habitaciones de su mansión.
Si la Florence de Meryl Streep iba del personaje caricaturesco hasta ese personaje tierno y sensible, rodeado de amor, y al cual se le entiende totalmente, porque se aferra a su pasión para sobrevivir… El personaje de Catherine Frot también está lleno de luz, una mujer frágil, que, sin embargo, descubre de manera directa y brutal que ha vivido en un mundo de mentiras y apariencias. Y al final, como una tragedia oscura, incluso la quitan su fantasía de creerse una buena cantante… poniéndola en una gramola su propia y desafinada voz… y ella como público estupefacto. Ahí a Marguerite se la rompe el corazón y la salud… Ya no puede aferrarse a nada de su vacía vida.
Es más, durante toda la película su personaje se cruza con el de una joven protegida (Christa Théret) que canta como los ángeles (por cierto, otra película en la que aparece de forma mágica y preciosa El dúo de las flores de la ópera Lakmé) y pone más en evidencia el mundo fantasioso de Marguerite. O hace que se cruce con un grupo de jóvenes vanguardistas que se burlan de su arte pero a la vez la convierten en musa de sus performances y rebeliones artísticas, como si fuera un símbolo de libertad y transgresión…, y Marguerite feliz de estar rodeada de público y música… y de poder seguir alimentando su fantasía, para huir de la soledad de las cuatro paredes, de un matrimonio con desencanto y de la fragilidad de su alma.
Elle (Elle, 2016) de Paul Verhoeven
Paul Verhoeven crea un thriller elegantemente patológico con mala baba… y mucho humor. Y tiene como cómplice una Isabelle Huppert que se transforma en Michéle, una ejecutiva de éxito en una empresa de videojuegos. En manos de otro director y guionista (David Birke), Michéle tenía todos los ingredientes para ser presentada como mujer víctima, con un pasado absolutamente sombrío y oscuro (la niña de las cenizas) y un presente desgarrador (luchando en la empresa en un mundo de hombres, con un matrimonio fracasado, un hijo infeliz, una madre que se niega a envejecer… y manteniendo a todos…) que se fragmenta definitivamente cuando se abre la película y asistimos a una agresión con violación en su propio hogar, con tan solo su gato negro de testigo.
Y de pronto Michéle se comporta ante este panorama de tal forma que se aleja totalmente del arquetipo de víctima, y desconcierta totalmente. Y ya el espectador empieza con su descoloque total, y se entra o no se entra en el juego que propone Paul Verhoeven con Isabelle Huppert. Además formalmente Elle es una película totalmente cuidada, que lleva a los extremos el cine buñeliano y las perversiones hitchcockianas. Cada reunión familiar, de trabajo o de amigos es todo un recital de incomodidades que terminan provocando la risa… y en el epicentro una Huppert distante, brillante, fría, sexi, misteriosa, inteligente… y con una de las personalidades patológicas más elegantes de los últimos tiempos.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Qué menú interesante, querida Hildy. No he visto ninguna de las tres, pero tus comentarios me han hecho recordar a otras mujeres encerradas en sus mundos privados: Norma Desmond por supuesto (ese fotograma de Marguerite me la trajo enseguida a la memoria, con su mayordomo compinche), la impecable Sra. Danvers y aquella madre terrible que encarna Ingrid Bergman en Sonata Otoñal, que vi hace muchísimo y ya debería revisitar…
Te mando un beso para nada patológico, Bet.-
Mi querida Bet, me gusta mucho también el menú que ofreces tú. Así, en un segundo, ha salido un buen ciclo para ver en un montón de tardes. Las tres películas, tanto La envidiosa, como Madame y Elle merecen la pena. Sus personajes femeninos son muy potentes. Y las tres personalidades femeninas que tú propones son una pasada.
Beso…, jajajaja, nada retorcido
Hildy
¡Grandes referencias! Nada menos que Hitchcock y Buñuel. A ver si puedo ver «Elle» pronto. Hace unos años «El libro negro» me pareció malvada y sobresaliente.
En cualquier caso, Hildy, me llama la atención lo generosa que eres con las películas. Por lo que te leo, intentas siempre destacar lo positivo de cada una. Es una admirable actitud. Yo no sé si es que las veo con más distancia o que tengo más manías, pero hay películas que tras veinte minutos ya no puedo más: y me salgo del cine o pulso el «stop».
Saludos.
En realidad, quería decir «con menos distancia»…
Jajaja, querido Luis, mi secreto es que para escribir de una película tiene que haberme tocado por algo. Lo que cuenta, cómo lo cuenta, un tema que toca, un personaje, una secuencia, un momento… Me han tenido que hacer disfrutar o vibrar por algo. También, sin embargo, tengo mi ramillete de películas que no me llenan, actores o actrices que me disgustan o directores que no me convencen… pero, a veces, hasta con ellos me llevo sorpresas, y buenas. También reconozco que hay malas películas que me tocan, y buenas películas que me dejan heladas. Todo me encanta analizarlo…
¡Ya te leeré qué te parece Elle! Yo creo que de la película de Verhoeven no te vas a salir a los veinte minutos…
Beso
Hildy
Muy curiosa Elle, desde luego que descuadra. La provocativa mala baba de Verhoeven cada vez se reivindica más, y con razón. Un francotirador al que incluso algún insensato le permitió meterse en su día en el meollo de los blockbusters de Hollywood, nada menos…
Joan Crawford, patológica toda ella. El prototipo, incluso. Cualquier cosa en la que aparezca ella en crisis vale la pena. La segunda no la he visto, pero Elle y Verhoeven me parecen profundamente sobrevalorados. No me parece para tanto.
Besos
Sí, Paul Verhoeven tiene una trayectoria extraña. Yo conozco, como dices, al de los blockbusters: Instinto básico, Desafío total… Showgirl… Ahora estoy en busca de sus películas holandesas. Y Elle me ha sorprendido gratísimamente. Sí, es de esas películas que descuadran…, pero con un análisis interesantísimo.
Beso
Hildy
Querido Alfredo, jajajaja, sí, Joan Crawford es superpatológica toda ella… pero maravillosa en cada uno de sus melodramas. Y ¿qué te pasó con Elle?¿Por qué sobrevalorado? Yo me sorprendí riéndome cada dos por tres…, y la persona que iba conmigo… no la hizo ninguna gracia… Algo tiene…, ¿no?
Beso
Hildy
Pues conociendo los blockbusters ni siquiera me sorprende la naturaleza de Elle, que encaja como un guante con ellos. Verhoeven subvierte desde el aparente espectáculo. Robocop, por ejemplo, es actualísima en su sátira. Desafío Total también sigue esa línea anticapitalista. Y me gusta pensar en Starship Troopers como un reverso cabrón y destructivo de la puramente nociva Top Gun. Además, oí un elogio totalmente fundado sobre Showgirls y tengo ganas de volver a verla.
Besos.
… Showgirls tiene verdaderos fans y defensores que la han convertido en película de culto desatado…
Beso
Hildy
Hace mucho que vi la de Crawford, pero cuanta razón, es de esos melodramas que se vuelven contra la propia supuesta heroina, como le pasa a Bette Davis en algunos….esta señora es de traca y la pelicula muy cuidada.
No he visto la de Verhoeven, y ya he leido tanto de ella que no se que me parecerá…los referentes son de mucha altura, veremos.
Y ya hablamos de Margueritte…esta es una película de grandísima altura, quijotesca en el mejor sentido de la palabra. Si uno tenía la casa llena de libros de caballería la otra de discos de ópera y recuerdos. Lo mejor es como poco a poco la van entendiendo. En mi opinión la clave de la película es que Margueritte no se limita solo a pretender ser una diva de la Opera….el asunto va más allá…lo que desea es convertir su vida en una ópera en la que ella es la trágica y absoluta protagonista. Y como en toda ópera trágica, su vida llega al crescendo fatalista máximo. De este modo su delirante vida deviene una ópera con todos sus componentes y su necesario climax final…ahí está la autentica patología. Margueritte culmina con su muerte la fabricación real de una heroina de ópera. La trágica historia de la amante de la música que no sabía cantar pero si ser heroina del género. Me parece un planteamiento genial. No me enrollo más, un abrazo.
Mi querido Victor, qué bien y qué bonito has explicado el secreto de que Madame Margueritte sea una película que merece la pena. Aquí das totalmente la clave: «el asunto va más allá…lo que desea es convertir su vida en una ópera en la que ella es la trágica y absoluta protagonista».
Joan Crawford es una gran actriz melodramáticamente y que hace como nadie a mujeres patológicas como la de esta película. Y sí Bette Davis también tiene unas cuántas… pero ¡qué buenas eran ambas!
Y yo con Elle me lo pasé divinamente, si te digo la verdad. Divinamente.
Beso
Hildy