Sing Street (Sing Street, 2016) de John Carney

Sing Street

John Carney va in crescendo en su reinterpretación del cine musical. Música y realidad, y un poco de fantasía. En Once (2006) dos espíritus solitarios encontraban momentos de felicidad y música en Dublín, aunque todo terminaba complicándose. Un amor efímero con varias canciones. Y una secuencia maravillosa en una tienda, mientras los dos protagonistas tocan y cantan Falling Slowly. Después salió de Dublín y saltó a EEUU con Begin again… y con grandes estrellas contó una historia sencilla de dos corazones rotos, fracasados, que resurgen a través de la música, pero fuera de las grandes discográficas. Con emoción. Ahí hay una escena donde los protagonistas se cuentan el uno al otro cómo son y cómo sienten escuchando sus playlists. Y ahora en su tercera incursión en el musical crea su obra más redonda: regresa a Dublín, a los años ochenta, y cuenta la formación de un grupo musical de un grupo de adolescentes. Y ahí hay un ensayo de una canción, Drive it like you stole it, en el gimnasio…, con un aire triste, y de pronto el protagonista imagina un baile de instituto americano de los años cincuenta todo felicidad, donde las personas que él ama encuentran la felicidad. Y las tres tienen en común el convertir en la música en tabla de salvación de sus personajes o de un alivio ante las desgracias que les golpean.

Pero además Sing Street cuenta la historia de los hermanos pequeños de Los commitments de Alan Parker. Aquellos se aferraban a la música pero ya estaban desencantados con los golpes de la vida, por eso de sus voces salía el soul y el blues… Ellos serían los amigos del hermano mayor, que ya prácticamente ha renunciado a los sueños, del protagonista de Sing Street. Con destellos de ilusión que se apagan con cada nuevo zarpazo. Y los hermanos pequeños en esta película forman un grupo que va buscando su identidad y estilo, no teme a nada. Y su inspiración está en Duran, Duran, The Cure, Spandau Ballet… El protagonista de Sing Street es un quinceañero con mucha personalidad (Ferdia Walsh-Peelo, quedaros con su cara), pero en un momento muy vulnerable de su vida. Sus padres no solo están pasando apuros económicos, sino que se van a separar. Por esos apuros le cambian a un colegio católico donde empieza con mal pie: sufre acoso escolar y la intransigencia del director del colegio. Y, por si fuera poco, conoce a la chica de sus sueños… pero que tiene un novio mayor y además está preparada para irse a Londres para ser modelo.

Precisamente al acercarse a la chica de sus sueños, se le pasa por la cabeza lo primero que se le ocurre: y es invitarla a que participe en los vídeos de su grupo de música. Así consigue su teléfono… pero no tiene grupo. Así formará con otros adolescentes su grupo musical para grabar un vídeo en el que participe la chica de sus sueños… Y ese grupo no solo le hará encontrar amigos, sino también un refugio para aguantar mejor su realidad y una experimentación hacia la búsqueda de una identidad, un estilo, e incluso un instrumento para canalizar su rebeldía y sus ganas de soñar y alcanzar lo inalcanzable, avanzar sin miedo.

John Carney crea una película vitalista, con sus gotas de melancolía y de la vida no es fácil… pero deja un camino a los protagonistas, aunque no desaparezcan las tormentas. Y siempre les quedará una canción. El director, de nuevo, pone sus canciones al servicio de su historia y, además, las rueda siempre con un significado y sin caer en la monotonía y con hallazgos visuales que hacen avanzar, sobre todo, la psicología del personaje principal. Así con un estilo musical vitalista habla del primer amor (la chica de los sueños no tiene una vida fácil), de los miedos de un adolescente, del amor entre hermanos, de la búsqueda de identidad, de la rebeldía, de la intransigencia… y de la posibilidad de alcanzar un sueño, aunque sea difícil el camino de búsqueda.

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4 comentarios en “Sing Street (Sing Street, 2016) de John Carney

  1. Este tío me da mucha pereza, me parece que hace videoclips envueltos en un contexto dramatizado, y propio de los oyentes de esos programas matutinos de radiofórmula que van de juveniles pero están hechos por cuarentones.

    Yo no veo tanto un reinterpretación del cine musical como una vía facilona y sentimentaloide de aprovechamiento de eso que se ha convertido en un lugar común, la explotación de la nostalgia y de las evocaciones personales del espectador como coartada de historias simplonas y bastante edulcoradas, y que de música y de las puñaladas del mundo de la música cuenta más bien poco. En fin, ya no lo digo solo por esta película, pero, seguramente porque el público no exige más, últimamente proliferan todo tipo de productos cuyo único contenido reseñable (porque fuera de eso ofrecen más bien poco, prácticamente nada) consiste en recuperar el pasado, dramatizarlo y, por supuesto, presentarlo a través de una visión rebajada con azúcar (sea J. J. Abrams y sus chorradicas, Stranger Things, Cuéntame, etc.). Personalmente, aborrezco esta tendencia.

    Besos

  2. Bueno, metiéndome en la discusión empiezo por decir que «Begin again» me gustó, aunque me pregunto si técnicamente es un musical o bien una película con canciones. Sea como fuere, recuerdo de aquella única vez que la vi que contaba su historia de una forma visualmente interesante, lo cual me anima a ver esta nueva película.-
    Por lo demás, entiendo que con reinterpretación o acaso evolución del cine musical nos referimos a la búsqueda de nuevas formas de contar una historia bajo un formato identificable como propio del género musical, independientemente del grado de acidez o dulzura de la historia, y en ese sentido me gustaría ver la película antes de opinar sobre su efectividad. Lo seguro es que en términos de cine musical es difícil no caer en la nostalgia porque es un género que permanentemente mira hacia el pasado, adaptándolo y reflexionando sobre él pero sin dejar de mirarlo, al final de cuentas…
    Un beso grande, Bet.-

  3. Pero qué debate más apasionante.

    Mi querido Alfredo, no estoy de acuerdo con que John Carney haga videoclips. Y tampoco con que Sing Street acuda a la explotación de la nostalgia. Simplemente cuenta una historia determinada y la ambienta en los ochenta. Pero no trata de llevar al espectador a que los ochenta fueron aquellos maravillosos años y mejor pasado nunca fue mejor…, etcétera. Ni hay melancolía por el recuerdo de ese pasado. A mí Carney me ha ido ganando con sus musicales… y en la tradición de The pajama games. Es decir partir de un ambiente realista para contarnos una historia musical. Y que la música acompañe la trama, la psicología de los personajes, por lo que están pasando… John Carney toma decisiones en las tres películas para contar una historia con la música y las canciones. En Sing Street…, sí, hay presencia de videoclips, porque son los años de la proliferan los vídeoclips, como podemos ver en la propia película (Duran Duran…, etcétera), y el protagonista quiere grabar un vídeo con la chica de sus sueños… pero nada más. En las filmaciones de los videoclips de los muchachos hay mucho más que eso, cuenta más de esta pandilla.
    Creo que merece la pena esta trilogía de cine musical de John Carney…, jajaja, ¿seré parte de ese público poco exigente…? Y ¿tanto la sufriste cuando la viste?

    Ya sabes que adoro el debate.

    Beso
    Hildy

  4. Mi querida Bet, que cosas más buenas aportas al debate. A mí también me gustó, y mucho, Begin Again. Considero a las tres películas de Carney musicales… porque la música forma parte y ayuda a avanzar la trama de la película, y además las canciones cuentan y narran emociones y plasman psicología de los personajes. Y porque creo que, como señalas, alguna de estas canciones… las «cuenta» de una forma visualmente interesante.
    Y efectivamente me refiero a reinterpretación con que continua con nuevas formas para contar una historia con el formato musical… Para mí las historia de Carney parten de la tradición de The pajama games… un ambiente realista, y unas emociones realistas (enamoramientos, rupturas, miedos, amor fraternal…)… y a partir de ahí, música maestro. Además películas en este género continúan pero con cuentagotas, luego sus apariciones o tiran por la vía tradicional del musical (Chicago, por ejemplo) o indaga en formas diferentes (con antecedentes) como las películas de este director irlandés. Carney, además, siempre introduce la música de manera natural: sus protagonistas se dedican a la música, aman la música, y por ello puede meter sus canciones de forma natural, y que la historia fluya…

    Besos
    Hildy

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