Una película para mi amigo Juantxu

 

loscroods

Siempre digo que no creo en milagros ni en cielos… que sólo me los creo en el cine. Ahora me viene a la cabeza una olvidada película, Liliom de Fritz Lang, donde su protagonista va al cielo. En ese cielo, quien llega puede ver la historia de su vida en una película y también la de los seres queridos en una enorme pantalla blanca.

En ese cielo está mi amigo Juantxu. Ahí se marchó el 15 de mayo. Siempre protector nos mira a cada uno de nosotros que todavía no nos creemos su pérdida y como espectador sabio va reconduciendo nuestras emociones. Así buscamos fotografías y recuerdos. Rebobinamos la película y vamos creando una donde el único protagonista es él.

Una película que podremos ver una y otra vez. Rebobinar hacia delante y hacia detrás. A Juantxu le gustaba el optimismo, la risa, los buenos momentos… por eso se rodeaba de buena literatura, buen cine, buena música (y si había posibilidad de baile mejor que mejor), buena comida con tertulia… Yo creo que querría que todos dirigiéramos una película donde rebosase la risa, la buena gente, los proyectos bonitos, los animales de compañía fieles, amigos incondicionales, la familia querida, fiestas apoteósicas, los viajes a lugares hermosos…

Lola, su perra fiel, corre por la playa de los Genoveses (su Almería amada)… detrás aparece mi amigo Juantxu… como en una escena que él amaba. La de Omar Sharif acercándose a lo lejos en ese desierto inmenso en Lawrence de Arabia.

Juantxu, el hombre discreto, íntimo y protector. Era de los que sabía escuchar. Amigo fiel también sabía de silencios. Le gustaba el recuerdo y la memoria. El hombre con paciencia. El que siempre cuidaba y quizá olvidaba que también podía ser cuidado.

En uno de sus últimos whatsapps me escribió “vete seleccionando películas que merecen la pena para cuando salga del hospital”. Así que yo sigo seleccionando películas que merezcan la pena… porque en ese cielo que él está, me he enterado que llegan todos los estrenos.

Recuerdo en varias de las últimas conversaciones que mantuvimos, intensas, que me decía que para su larga espera para recuperar su salud (tenía un corazón con una dolencia anómala… pero el otro —el que su familia y sus amigos conocen— lo tenía enorme y rebosante de salud, se le salía por los cuatro costados y no le cabía en el pecho) la sala de cine había sido uno de sus refugios favoritos. Que había sido muy feliz viendo historias a través de imágenes. Porque a mi amigo Juantxu le encantaba que le contaran historias y también contarlas él.

Cinco de sus amigas fuimos a una fiesta que él por supuesto estaba requeteinvitado (la fiesta memorable era el cumpleaños de mi señora madre que cambiaba de década… y eso siempre hay que celebrarlo). El gran evento se celebró a principios de abril. Pero le ingresaron en el hospital y no pudo acudir. Nos dijo que quería estar presente. Y con los whatsapps hubo intercambio de fotografías y frases. Elaboramos una película especial donde no hubo ausentes. Y como siempre cuidando y protegiendo: “Mis niñas, qué alegres están. El solecito lo he puesto yo”. Y os juro que yo me lo creo. El sol lo puso él.

Me viene a la cabeza la última película que vimos juntos. Aunque no se encontraba muy bien, él seguía luchando siempre optimista (valiente muy valiente), sin quejarse nada, y disfrutando al máximo de aquellas pasiones que amaba. Y compartiéndolas. Porque se comía la vida a bocados. Así que los dos nos fuimos a ver Los Croods (adoraba el cine de animación) y nos lo pasamos tan bien… Le encantó. Y yo siempre recordaré a su protagonista Grug… creativo, tierno, dulce, cuidando siempre de los suyos, protegiendo, con mucho carácter y personalidad, divertido… con las mismas cualidades que me entusiasmaban de él.

Así que mi amigo Juantxu nos dejó el día 15 de mayo… pero su película continúa y no hay títulos de crédito finales… Su película continúa porque no hay olvido. A lo mejor se ha encontrado ya con mi padre (Juantxu también me contó que se acordaba de mi padre y una conversación que tuvieron los dos cuando mi padre sabía que se marchaba a ese cielo inventado) y están ahora riéndose a carcajadas viendo alguna película divertida o disfrutando alguna de hombres duros y mamporros.

Sus niñas, como nos llamaba, nos hemos quedado un poco huérfanas pero estamos dirigiendo esa película que no termina… Ahora mismo estamos con él, al solecito. Con gafas oscuras. Nos reímos bastante.

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