La colina del adiós (Love is a Many-Splendored Thing, 1955) de Henry King

A veces una melodía o canción es más recordada que la película en sí. Cuando uno ve La colina del adiós sabe que la banda sonora de Alfred Newman la ha escuchado más de una vez. Esa música es la melodía que acompaña a los protagonistas y describe su enamoramiento.

La colina del adiós tiene todos los elementos de una película de Hollywood de los años cincuenta. Y los reúne sin pudor en una historia melodramática de romanticismo extremo. La formula funciona. Siempre funciona.

Primero, una novela atractiva, en este caso autobiográfica. La película adapta una de las obras de la doctora Han Suyin. Segundo, en el reparto se busca a dos estrellas cinematográficas y de moda del momento. La siempre dramática Jennifer Jones (reconozco que esta actriz me da cierto repelús. No me inspira simpatía. Sin embargo, en esta película logra estar bella aunque para mí siempre fuerza su sonrisa y repite ciertos tic que empequeñecen sus interpretaciones. ¡¡¡Me encanta la ropa que lleva en historia!!!, por dar un toque frívolo a estas líneas) y el maravillos y siempre efectivo, como os conté ayer, William Holden de hombre encantador. Tercero, un director clásico y artesano acostumbrado a realizar buenos dramas, Henry King. Cuarto, como he dicho antes una buena banda sonora. Quinto, una ambientación adecuada, unas casas o restaurantes llamativos, un vestuario de quitarse el sombrero, fiestas, buenas formas, algún tema escandaloso, muchos besos y por supuesto no pueden faltar las lágrimas…, y así prodría enumerar cientos de elementos que hacen que la fórmula funcione.

La colina del adiós se ve con gusto, expone varios temas y es una película del momento pero varios ingredientes y tramas se siguen empleando en historias que son llevadas en la actualidad (¿No recuerdan Íntimo y personal quizá el final de Robert Redford les recuerde algo al de William Holden?). Por supuesto, en una película que transcurre en Hong Kong y que de fondo toca el tema de la guerra de Corea y ¡¡¡en los años cincuenta!!!…, no podía faltar el tema del comunismo. ¡¡¡Cómo eran los comunistas en aquellos años en Hollywood!!! Desequilibraban todo y se convertían en la causa indirecta y de destino fatal que hace que una doctora euroasiática y un reportero norteamericano no puedan culminar su historia de amor.

Otro tema que expone es el choque entre Oriente y Occidente y el colonialismo. Interesante debate. E interesante la historia de amor interracial. Sin miedo a los obstáculos (aunque ella, en un principio pone más frenos y él siempre lo tiene claro). Choque entre culturas y formas de vida pero la doctora y el reportero y algunos amigos muestran como puede ser posible el encuentro y la convivencia.

Por último, un melodrama romántico no puede ser de otra manera si no deja momentos cinematográficos. De los que se recuerdan. Y en esta película, los hay. Ese encuentro en la playa y esa forma de encenderse los cigarrillos que nos habla de beso apasionado. Las tres veces que la pareja oye la melodía que les hace siempre bailar. Las continuas menciones a la luna, a los buenos augurios sobre su historia, las mariposas en el hombro del amado, el adivino que les depara años y años de estar juntos, las despedidas en precisamente la colina del adiós…, y las cartas de amor.

La colina del adiós es un claro ejemplo de melodrama romántico de éxito en los cincuenta. Y como veis tiene todos los ingredientes. Disfrutad con Holden y, porque no, con la sufrida Jones, también… porque love is a Many-Splendored Thing.