¿Ha nacido un intérprete? (segunda parte)

Lo prometido es deuda. El otro día me dije en este mismo blog que quizá debería ver La joven Jane Austen con James McAvoy de protagonista. Y en efecto, tenía razón en mi comentario él es lo mejor de una película correcta.

Es lo malo de las películas correctas. Que te dejan fría. Recuerdo con más cariño y emoción Sentido y sensibilidad, por ejemplo. En La joven Jane Austen todo es correcto. La ambientación es correcta, el vestuario es correcto, el guión es correcto, la fotografía es correcta, la música es correcta, las interpretaciones son algunas correctas… tanta corrección devuelve frialdad y poca muy poca emoción.

El único que a veces se sale de la corrección y es vivo como un volcán. Y vital. Y que puedes llegar a imaginar su amor frustrado, sus miedos, sus ironías, sus seducciones es el bueno de McAvoy…, que le toca frente a frente una Jane Austen tan correcta que, a veces, aburre un poco (mérito de Anne Hathaway).

En este tipo de películas correctas es cuando funciona la máxima que ayer dejé de Mankiewicz. Sólo en esos casos. Incluso, hay algunas películas que son tan rematadamente malas que es imposible que caigan en el olvido.