Diccionario cinematográfico (29)

Valmont: Querido vizconde: me habéis dejado sola con mis juegos y mis cartas. Sin duda siempre me consideré afortunada por ser una mujer libre en esta sociedad hipócrita. Me encantaba nuestra forma de amarnos y odiarnos. Nuestra guerra era el motor de mi vida. Me gustaba ser mala y maquinar mil y una historia con toda la gente que despreciábamos…, y sobre todo adoraba ser tu mejor compañera de juegos. Yo luche siempre por conquistar mi parcela de poder como mujer y luego lo compartí contigo. Pero mi adorado Valmont me abandonaste en el juego de la vida, y eso en el momento no te lo pude perdonar. Porque yo siempre te amé a mi manera…, ahora es triste descubrir que sólo era libre a tu lado…, cuando tú seguías o destruías mis reglas. Estoy frente al espejo, como mujer vencida, ya nada tiene sentido…, porque aunque siempre lo escondí amaba tu forma de ser. Amaba tu seducción. Y nunca tuve problema con todas tus historias, pensamientos y amantes porque sabía que yo era la favorita. Nuestro intelecto fue lo que nos mantuvo unidos. Una vez nos rompimos el corazón ambos pero siempre quedó algo… 

Mi alma se quebró cuando vi en tus ojos un amor sincero hacia Madame de Tourvel. Yo creo que lo que viste fue algo opuesto a nosotros y eso te atrajo. De pronto, te cansaste de jugar. Y eso, mi querido Valmont, ha sido nuestra destrucción. Te cansaste tanto que preferiste morir…, de pronto, la vida se te hizo cuesta abajo. Sabías que quedaba poco tiempo para seguir con nuestros juegos. Y, te dejaste vencer por un inútil maestro de música. Pudiste avisarme.  Ahora, sólo me queda vejez y soledad. No encontraré otro compañero de juegos como tú. Ya te encargaste de ello, antes de marcharte y dejarme en la soledad más absoluta. Pero no importa, sé que te he querido y te quiero. Y espero pronto reunirme contigo y acabar nuestra batalla campal. Nuestro juego de libertad. Importándonos muy poco los demás. El otro día volví a visitar tu tumba…, y me senté. A esperar. Quería sentir tu sonrisa pérfida. Tu risa. Quería que me sedujeras. Estaba loca por plantearte una apuesta y que tú me replicaras… Pero estás muerto. Me dejaste. Te fuiste. Y cada vez lo soporto menos. 

Tuya, tu compañera de juegos eternos

La Condesa de Merteuil

Un pequeño apunte 

Ésta es una carta imaginaria de la Condesa de Merteuil. Su última carta. Primero, tuvo el rostro de Glenn Close y después el de Annette Bening. En la sala oscura, me impactaron tanto la condesa como su compañero Valmont. Pronto, quise leer la novela original. Y me quedé atrapada para siempre en sus garras.

Si podéis leer la novela os meteréis en una historia fuerte y potente. Las amistades peligrosas de Choderlos de Laclos presenta una correspondencia de lujo entre varios personajes y nos introducen en un mundo de seducción, sensualidad, sometimiento y libertad (sí, sí habéis leído bien), además, el autor crea a dos personajes inolvidables. Recomiendo fervientemente la visión de dos películas: Las amistades peligrosas de Stephen Frears y Valmont de Milos Forman. Ambas películas se estrenaron a finales de los años ochenta. La película de Frears deja un retrato inolvidable de los dos protagonistas con los rostros de Glenn Close y John Malkovich y eso hizo que Valmont pasara más desapercibida a pesar del magnífico trabajo de Colin Firth y Annette Bening. Pero las dos muestran puntos de vista e interpretaciones muy interesantes de la obra original.