Jojo Rabbit (Jojo Rabbit, 2019) de Taika Waititi

Jojo Rabbit y su madre, Rosie.

Jojo es un niño de diez años que todavía no sabe abrocharse los zapatos. Y, por eso, se fija mucho en ellos. Su madre Rosie le anima a que pase lo que pase en la vida, nunca deje de bailar. Y ella tiene unos bonitos zapatos, granates y blancos. Con ellos pedalea, baila y protege a su hijo. La visión de esos zapatos en un momento determinante será una dura bofetada para que Jojo abandone de golpe la infancia y entienda, de la manera más dura, el mundo que habita. No son los zapatos rojos que llevan por el camino de baldosas amarillas, son los que vuelven a un niño consciente de la cruda realidad que le rodea. A partir de ese momento, sabrá abrocharse los cordones, pues ya ha sido duramente preparado para la madurez. Jojo Rabbit cierra con una frase del poeta Rainer Maria Rilke, que sigue haciendo referencia, de alguna manera, a los zapatos: “Deja que todo te pase, la belleza y el terror, solo sigue andando, ningún sentimiento es definitivo”.

El acierto de Taika Waititi es la mirada que elije para su historia. Y es la de un niño con una imaginación desbordante que vive en la Alemania nazi. Un niño que se siente perdido y solo, pese a la figura protectora de la madre y a la presencia de su gran amigo, Yorki (sus intervenciones son geniales). El padre de Jojo está ausente, el niño tiene muchas inseguridades y poca facilidad para hacerse amigos. Además están en guerra. Y esa mirada construye una historia de desbordante imaginación con todos los ingredientes de un buen cuento. Un cuento donde un niño debe seguir un camino, con diversos obstáculos, para enfrentarse a la vida. En ese camino hay muchos compañeros de viaje, y como muchos cuentos clásicos, se mezcla lo bello e insólito con el horror más absoluto. De manera que Jojo vivirá un momento hermoso e inocente, siguiendo el vuelo de una mariposa con alas azules, y esta la guiará hasta unos zapatos, que enfrentarán al niño al horror más absoluto.

Jojo, al principio de la película, participa en un delirante campamento de las Juventudes Hitlerianas, junto a su amigo Yorki. Entre las actividades impartidas está la de quemar libros en una hoguera, la descripción de los judíos como monstruos horribles o el lanzamiento de granadas. Allí Jojo recibe su mote de “conejo”, pues se burlan de su cobardía. El niño es incapaz de matar a sangre fría a dicho animalillo. Los más mayores del campamento dan a entender que su padre está ausente porque es un desertor. Y allí Jojo sufre un accidente con una granada, animado a lanzarla sin miedo por su especial amigo invisible, el mismísimo Adolf Hitler (interpretado por el propio Taika Waititi). Este accidente provocará varios cambios en su vida cotidiana, además de aumentar su percepción de sentirse diferente. Jojo, sin embargo, puede imaginar a sus anchas porque tiene una madre, Rosie, que lo protege con esmero a la vez que va lanzándole lecciones de vida, como quien no quiere la cosa. Pero el mundo y universo particular de Jojo se trastoca cuando descubre que su madre esconde en la habitación de su hermana fallecida (otra ausencia) a una antigua compañera de su hija: a Elsa Korr. Elsa es una adolescente judía.

Jojo Rabbit y Elsa

Y de pronto Jojo se ve frente a frente con el “otro”. Esa construcción que le han hecho del “otro” se va desbaratando en sus cada vez más asiduas conversaciones secretas con Elsa, en los que los dos van elaborando un cuaderno de ilustraciones con esas maneras de mirar al otro. De pronto Jojo va descubriendo que detrás de “ese monstruo judío” se esconde, quizá, no solo una amiga sino también su primer amor. La evolución de la relación entre Jojo y Elsa es una de las mejores escuelas de este niño y su camino hacia la madurez. Porque con Elsa va construyendo su propia mirada crítica y comprendiendo el mundo, y descubre cómo estaba siendo manipulado por una ideología que le estaba apartando del camino que todos los días le señalaba su madre, cultivar el amor al otro. Y mientras Elsa va entrando en su vida, su amigo invisible va siendo cada vez más marginado y cuestionado.

Jojo también se cruza en su camino de aprendizaje con el capitán Klenzendorf, un personaje-puente perfectamente construido por Sam Rockwell. Como en muchos cuentos tenebrosos, puede haber un personaje del mundo oscuro, que cuando menos te lo esperas se desmarque del mal, y conduzca al protagonista hacia la luz. Así este capitán nazi del campamento infantil, absolutamente desencantado y delirante, que ya está en otras cosas también establece una relación especial con el niño. Y será quién le dé un último empujón a la madurez.

Taika Waititi elabora una película muy visual y luminosa a pesar de las zonas oscuras de las que habla. Para ello toma como fuente de inspiración una novela de Christine Leunens, El cielo enjaulado, pero realiza una adaptación bastante libre (de hecho lo de Hitler como amigo imaginario es una aportación del propio director, que también es guionista). Otro de sus aciertos es el empleo de la banda sonora. Por ahí suenan los Beatles, Tom Waits o David Bowie. La apertura es con Los Beatles y “I want to hold your hand”. Y establece un paralelismo extraño, pero efectivo, la euforia que provocaba la música de la banda junto a la euforia del pequeño Jojo camino al campamento de las Juventudes Hitlerianas. Y el cierre es con David Bowie y “Heroes” de Bowie, donde el protagonista, que ha sufrido ya su evolución a la madurez, ya baila ante la vida de otra manera.

Jojo Rabbit es un cuento cinematográfico donde conviven la belleza y el terror, y donde un niño busca su propio camino hacia la madurez.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

12 comentarios en “Jojo Rabbit (Jojo Rabbit, 2019) de Taika Waititi

  1. Podría caer en eso de que «vas a reírte de» y acabas «riéndote con», que en este tema es un asunto peliagudo. Pero creo que calcula y maneja bien los golpes emocionales para contrarrestar el alegre campamento nazi y los locuelos personajes del Tercer Reich (no sé yo si es una crítica apropiada eso de que sean todos unos niños grandes y frikis). En cualquier caso, en este punto, no puedo negar que me encanta la aparición de Klenzendorf en batalla. Y que la amistad con Yorki hasta me gusta más que con Elsa, que aunque está bien tratada igual te la sabes más (la otra también, no deja de ser un clásico secundario cómico, pero demonios qué gancho tiene). En fin, me lo pasé bien con ella y salí satisfecho. Tiene personalidad.

  2. Mi querida Hildy, lo siento mucho, pero aunque me reprimo en lo que puedo, las únicas palabras que vienen a mi cabeza acerca de este absoluto despropósito son «basura» y «bazofia». Que este subproducto haya estado nominado en los Óscar es suficiente indicativo de la deriva que han alcanzado estos pseudopremios en los últimos treinta años.

    Besos

  3. Queridísimo crítico abúlico, como la mirada de la película en todo momento es la de Jojo, un niño de fantasía desbordante, creo que está muy bien reflejado ese mundo que él ve, con los códigos con los que cuenta, y cómo se va transformando. Es el acierto a mi parecer del director a la hora de contar esta historia. Me gustó mucho el cuento que me contaba la película. Yo, como tú, también la disfruté.

    Beso
    Hildy

  4. ¡Mi querido Alfredo, sabía yo que esas iban a ser tus palabras exactas al respecto de esta película!
    Yo en el texto trato de explicar por qué a mí sí me ha gustado esta historia de Jojo.
    Pero lo sé, lo sé. No voy a convencerte en absoluto.

    Beso enorme
    Hildy

  5. Querida Hildy,a mí personalmente me encantó esta película e incluso considero que merecía más el Oscar que PARASITE,que igual es una absoluta joya.
    JOJO RABBIT es de un realismo mágico que nos es tan familiar a los sudacas nutridos con García Marquez e Isabel Allende.
    Concuerdo absolutamente con tu análisis y creo que esta cinta está a la altura del AMARCORD de Fellini
    Besos,IVÁN

  6. Querido Iván, a mí también me gustó mucho. Me metí en esa mirada infantil de Jojo, y no salí de ella. La película logra una mirada especial y puede enganchar al espectador. Conmigo lo hizo.
    También me entusiasmó Parásitos, fui hasta dos veces a la sala de cine, y seguro la veré más veces. Lo que he visto hasta ahora de su director me ha fascinado.

    Beso enorme
    Hildy

  7. Tengo un problema con esta película. Y tiene que ver con los pactos de lectura implícitos con el espectador. Creo que está historia hubiera funcionado muy bien como feroz sátira mordaz del nazismo de principio a fin. Pero luego mete elementos románticos y, aunque, más o menos se mantiene, la cosa se cae completamente con ese giro a la tragedia. Creo que ese tipo de mezclas no ha funcionado nunca bien. Es como que, no se, ir al funeral de tu mejor amigo y ver como, después de la homilía del cura, que están todos pensativos, aparecer por ahí a un tipo con acordeón y ponerse a cantar una polka. Que no pega ni con cola, vamos. Y eso es lo que a mi me pasa con este tipo de películas. Y supongo que no soy el único a quien le pasa, no te parece?
    Besos.

  8. Sí, querido Deckard, esto que comentas le pasa a más personas. A mí, sin embargo, la tragicomedia me gusta porque pienso que es lo más parecido a la vida. Tragedia y comedia en el camino, y a veces en ciertos momentos una mezcla de las dos cosas. Aunque pienso que es muy difícil hacerlo bien en cine y encontrar el equilibrio. Creo que aquí se consigue.

    Beso
    Hildy

  9. Ya. Lo que ocurre, Hildy, es que, si te pones a hacer comedia con un asunto tan polémico y trágico como el nazismo, o lo haces con una mordacidad brutal e implacable, o no resulta convincente. La vida es tragicomedia, en eso puedo estar de acuerdo contigo, pero en la vida real nadie vería el nazismo como un asunto del que hacer chirigota ¿me explico? El pacto de lectura viene a decir «ahora nos vamos a reir de los nazis a lo bestia», pues bien, se acepta, pero si, a mitad de camino, de repente, se dice «y ahora mira qué malos son los nazis….», pues entonces es difícil saber con qué carta quedarse. Si ya es un poco complicado hacer broma de un asunto tan serio, no le puedes pedir al espectador pasar de un extremo a otro del espectro de emociones en el breve espacio de hora y media o dos horas, sin que se salga un poco de la película. Y en el cine se trata de sumergirse durante dos horas sin que se vea el artificio, porque, si no, la gente acaba mirando el reloj o perdiendo el interés. Ni siquiera en la vida se pasa tan de un extremo a otro, porque la mayoría de la gente estaría de acuerdo en que en la vida, es muy frecuente el drama, el melodrama y la tragedia, pero muchísimo menos frecuente la comedia y la alta comedia. No sé. Creo que al principio «Jojo Rabbitt» tiene tres o cuatro golpes graciosos, pero que todo se desvirtúa por esa mezcla que, al menos a mi, no me resulta creíble.
    Un beso, guapa.

  10. Creo que la película no hace chirigota del nazismo. Además de emplear la tragicomedia, utiliza los ingredientes de un cuento de iniciación, y lo enmarca en un periodo y lugar histórico, la Alemania nazi. Por eso, me parece que funciona. Y además todo lo cuenta a través de la mirada de un niño.

    Beso
    Hildy

  11. Mujer. Un poco de chirigota del nazismo sí se hace ¿no? (Atención: spoilers) Eso de ver las recepciones a Hitler al son de una de las canciones más románticas de los Beatles, hablar de los clones como si fuera una ocurrencia pueril (en vez de la dramática eugenesia racista de la que también se habla en «Los niños del Brasil»), la fraulein obesa esa que dice que ha echado «18 niños al mundo» como si lo de tener hijos fuera una broma cualquiera, la broma del nazi gay del que se insinúa que tiene una relación «homo» con Sam Rockwell, la permanente presencia de Hitler, un peligroso homicida, como si fuera el «ángel de la guarda» del chico protagonista, las bromas con los inacabables e irrenunciables saludos hitlerianos, o cantidad de detalles similares, apuntan hacia lo que hubiera podido ser una meritoria y mordaz sátira del nazismo. Si todo hubiera seguido en esa línea a lo Billy Wilder pero mucho más en crudo, yo creo que la película hubiera sido mucho mejor. Pero luego, eso que dices sobre el cuento iniciático…No sé. Me parece un poco problemático. Las escenas entre el chico y la chica están bien resueltas y son tiernas, no te lo negaré. Podrían haber funcionado también dentro de la sátira como un desahogo. Pero eso del punto del vista infantil, me parece muy relativo. Es interesante en el sentido de que la ideología nazi era tan extremadamente elemental y básica, que parecía infantil, y en ese aspecto la ironía funciona muy bien. Pero claro, cuando (spoiler) el niño descubre que esa misma ideología pueril es la que ha acabado matando a su madre, no creo que tenga mucho sentido seguir manteniendo ese tono de comedia. No veo que mezcle bien. Y cuando eso pasa, todavía queda más de media hora larga de película, y todavía aparece por ahí el niño gafotas diciendo ocurrencias un tanto cínicas que ya, cuando el tono de la película ha cambiado radicalmente, me resultan chirriantes y fuera de lugar (por mucho que nos puedan parecer más o menos divertidas o no si las sacamos de contexto).
    En definitiva, me parece que es una película con momentos brillantes, pero que en conjunto carece de unidad y de la garra que hubiera tenido si se hubiera decidido a adoptar una de las varias opciones de género que apunta en vez de tratar de mezclarlas todas en lo que al final es un guiso que parece un pequeño batiburrillo. No me parece como a Alfredo un bodrio (todos los años vemos infinidad de películas muy decepcionantes, pero aquí, al menos, te ríes en dos o tres ocasiones), pero sí que creo que es una buena oportunidad desperdiciada.

    Besos.

  12. Entre tanta mujer, bonita, guapa… ¡me lo voy a terminar creyendo, Deckard!
    Ya me has dejado clarísima tu posición y última palabra.
    La mezcla aquí te chirría. Punto.
    A mí no me chirría. Me parece que el equilibrio y el tono de la historia están conseguidos.
    Pero por lo menos los dos un poco la hemos disfrutado (alguna risa te has dejado en la sala de cine).

    Beso
    Hildy

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