En 1974 Sophia Loren y Richard Burton fueron pareja cinematográfica en dos películas que han caído en olvido. La primera fue también la última película de Vittorio de Sica y es la adaptación libre de un hermoso relato, con el mismo título, de Luigi Pirandello. Y la segunda es otra adaptación (que se realizó para la televisión) de la obra de teatro en un acto de Noel Coward, Still life, de la que David Lean realizó una película inolvidable en 1945. Ninguna de las dos es redonda (la segunda es más bien fallida), pero, sin embargo, esconden una matizada belleza y detalles interesantes.
Las dos reflejan un melancólico romanticismo. Dos historias tristes de amores efímeros, imposibles. En ambos el presente de los personajes adquiere una importancia vital. Son un canto a la vida y a atrapar algo tan inexplicable e intangible como los lazos que se establecen entre dos personas, sin saber muy bien el porqué.
En un libro que narra la historia de Liz Taylor y Richard Burton, El amor y la furia, se cuenta brevemente algunos detalles de lo que pudieron suponer estos rodajes. Sophia Loren y Carlo Ponti pusieron en marcha el proyecto de El viaje, y acogieron a un Richard Burton que trataba de dejar el alcohol (pero caía una y otra vez) y se encontraba en plena separación y tormenta con Liz Taylor (con reconciliaciones entre medias). Un Burton envejecido y deteriorado, que preocupaba al mismísimo De Sica, se incorporó al rodaje: “Llegaba al rodaje temblando, mareado. Se me partía el corazón al verlo…”. Sophia Loren también se preocupó de Burton, pero construyeron una amistad entre tantos truenos. De hecho fue ella la que pidió a continuación de El viaje que le contratasen para el remake de Breve encuentro (en un principio iba a actuar Robert Shaw, pero le esperaba Tiburón). En esta película para televisión también estaba detrás su esposo Carlo Ponti. Ninguna de las dos películas se suele nombrar cuando se repasa la filmografía de ambos. En las dos se desvela un Richard Burton envejecido, apagado y muy envarado, al que salva su magnetismo natural, su poderosa voz y la mirada de sus ojos azules. Y acompañado de una bellísima, sofistica y madura Sophia Loren.
El viaje (Il viaggio, 1974) de Vittorio de Sica
No sería una mala sesión doble El viaje y Una historia inmortal (1968) de Orson Welles. Hay algo que las une, en su narración cinematográfica, en la melancolía que se les escapa, en esa luz cercana a la irrealidad, en un lirismo especial… Y en la elección de dos hermosos relatos de un tiempo pasado, efímero. El viaje es un canto a una vida que se escapa, que se va. Sí, es una última película. Un canto a la belleza. Irregular y hermosa, como la propia existencia.
Uno de los maestros del neorrealismo italiano apuesta, la última vez que se pone tras la cámara, por una película poética que recrea un relato de ficción y una época. Nada más alejado de la realidad, es una experiencia visual más espiritual. De Sica plasma los años anteriores a la Primera Guerra Mundial, un periodo de cambios y descubrimientos revolucionarios: el coche, la fotografía, el cine… Un mundo que se acaba, otro que empieza. Y entre medias la frágil y triste historia entre Cesare y Adriana.
Los dos condenados a estar separados en la Italia del siglo XIX por el testamento del padre y el que dirán. Ese testamento deja dispuesto que Adriana se case con el hermano de Cesare, Antonio.
A partir de ese momento Cesare huye y Adriana vive una melancólica felicidad con un buen hombre a su lado y el hijo de ambos. Ninguno quiere dañar a Antonio, que nunca sospechará de ese amor latente. Cuando este fallece en un accidente de automóvil, Cesare vuelve a la vida de Adriana. Le preocupa su luto y encierro, y sobre todo la falta de salud de esta. Hasta que este decide organizar un viaje para visitar a un especialista. Adriana en un principio se niega, nunca ha viajado. Y tiene miedo. Es más cómodo estar encerrada en una melancolía perpetúa, en su vida renunció a la felicidad, y se ha acostumbrado a ese estado.
Pero finalmente los dos se irán, y lo que parecía un breve viaje se va alargando. Adriana monta en tren y en barco por primera vez, y disfruta de cada uno de los sitios que visita. Cesare siempre atento, la cuida y la ama. Los dos alcanzan una felicidad efímera, atrapan el amor, lejos del que dirán. Pero hay una amenaza siempre presente: la frágil salud de Adriana. La sensación de que todo se termina. Una felicidad que se acaba en una Venecia con sus góndolas y edificios delicados, y de fondo el anuncio de un asesinato en Sarajevo, que preludia una guerra. Nada es eterno…, ¿o sí?
Vittorio de Sica deja imágenes, todo envuelto con las notas suaves de su hijo Manuel De Sica, que son un canto a la belleza de la vida. Una viuda vestida de negro en una terraza, perdiéndose entre sábanas blancas o un beso apasionado en un carruaje. Y dos rostros que se saben fantasmas de un futuro que nunca alcanzarán.
Breve encuentro (Brief Encounter, 1974) de Alan Bridges
No atrapa ni de lejos, cierto, la magia y delicadeza de la obra de David Lean. Pero sí imprime una melancolía continua durante todo el metraje, así como una presencia latente de la sensación de culpa que invade a los dos amantes, sobre todo a Anna (una vez que uno digiere que Sophia Loren puede ser una mujer normal y corriente, que puede pasar desapercibida en una estación de tren). Aquí, en el remake, ella es una mujer italiana que se casó con un británico y que dejó su país (y los recuerdos de la Segunda Guerra Mundial). En Gran Bretaña, es feliz con sus hijos y además muestra una complicidad total con su pareja. Por otra parte, acude voluntariamente a una oficina de atención social a los ciudadanos, y realiza labores de trabajadora social, implicándose en las historias que atiende. Pero de pronto, en la estación de tren, cuando le entra en el ojo polvo, un doctor, Alec, la ayuda. Y es como si ese polvo le hiciese de pronto mirar de otra forma la vida, construyendo los miércoles de cada semana una historia paralela con Alec. Otra vida y felicidad posible, junto a otro hombre.
Mientras Anna tiene mucho más a lo que renunciar que Alec, este es presentado como un hombre desencantado que se aferra a volver a sentir con Anna, y a la posibilidad de empezar de nuevo, lejos. Richard Burton arrastra ese desencanto, y solo hay momentos fugaces en la estación, donde con su voz y centrándose en sus ojos azules, parece que su personaje está ilusionándose un poco.
También en esta película para la televisión toma más fuerza la secuencia en el apartamento del amigo, y hace hincapié en la sensación que sienten ambos de convertir algo inocente e idealizado en algo más sucio y mundano, y la sensación de que así será visto por los demás. De nuevo sobrevuela con fuerza la culpa. Se deja ver en ambos la huella de la religión: en una secuencia van a una obra de teatro sobre San Juan Bautista o en otro momento están en una iglesia.
Su felicidad efímera, su despedida a la fuerza. Todo en el aire. Y la vuelta a la rutina de Anna, sin polvo ya en los ojos, junto a su marido. Una cámara subjetiva observa la cotidianeidad matrimonial desde la ventana. Ya no hay posibilidad alguna de un futuro junto a Alec. Los miércoles serán iguales que el resto de la semana.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Tengo muy olvidada la primera de ellas, mi querida Hildy, y no he visto la segunda, así que tu brillante texto me obliga a buscarlas sin demora, a pesar de las carencias de las que adviertes, objeciones que me parecen poca cosa en comparación con las tonterías que pueblan las carteleras o ganan premios y que hacen que la gente se llene la boca de elogios vacíos. Solo por el reparto, y valen la pena.
Besos
Mi querido Alfredo, para mí fue una sesión doble de lo más placentera y melancólica. Y disfruté encontrándome tanto con Sophia como con Richard. Ambas tienen momentos hermosos. Son un canto como digo a esos lazos que unen a las personas para siempre y a veces son tan difíciles de explicar, y también a lo efímero de la vida, pero también a lo eterno.
Beso
Hildy
¿Hacía falta una remake de Breve encuentro? Qué manía esta de querer reinventar lo perfecto, que ya veo que no es sólo costumbre de estos tiempos. A veces creo que ya no han quedado temas, que asistimos a este permanente refrito de materiales… De todos modos, si te ha parecido que merecía un comentario es porque algo bueno hay allí, no confío en los realizadores pero confío en tu ojo crítico.-
Un besote enorme, Bet.-
¡¡¡Y encima hay otra, Enamorarse, con Streep y De Niro, y que también creo que tiene cosas salvables!!! Jajajajaja. En fin, parece que como dices se quiere «reinventar lo perfecto». Y a veces quedan cosas curiosas.
Mi querida Bet, merecía un comentario y me hacía ilusión escribir sobre Burton y Loren, una atípica pareja en pantalla.
Beso enorme y gigante
Hildy
¡La ví! No me gustó, jaja.-
Bueno. No quería hacer de aguafiestas, pero a mi me da la impresión de que estas dos películas (aunque «El viaje» sí que me interesaría más verla), creo que son dos caprichos personales de Sophia Loren, porque son dos producciones de Carlo Ponti, su entonces marido.
A mi, «Breve encuentro», la original, me gusta mucho, pero este «remake» nunca he tenido interés en verlo (además, por si fuera poco, se hizo para televisión, o sea que tampoco es que tuvieran mucha fe en su carrera comercial, de haberla estrenado en salas). Entre otros motivos porque Sophia Loren no da muy bien el tipo de esa cierta mujer quizás un tanto reprimida de la Inglaterra profunda que necesita un revulsivo masculino en la vida, una aventura romántica, vamos. No parece ser ese tipo de mujer. De hecho, no sé conoceis la famosa anécdota de que estuvo también a punto de salir en «Doctor Zhivago» (en la que también ponía dinero Carlo Ponti), pero el propio David Lean disuadió a Ponti de no incluir a la Loren porque, efectivamente, no daba el tipo de mujer modosa que supuestamente le hubiera tocado interpretar. Y Richard Burton también tiene un porte demasiado marcado de «galán» como para resultar creíble como inglés gris en busca de la aventura.
Por decirlo en palabras simples, Trevor Howard, con esa nariz de boxeador, y aunque, indudablemente, era un hombre también atractivo, y Celia Johnson, también guapa, pero de una belleza no tan marcadamente carnal como la de la Loren, daban mucho mejor el tipo que requería la historia ideada por el gran Noel Coward. Ese es el motivo por el que nunca me he animado a ver este «remake», porque ya solo de ver a esta pareja Burton-Loren, salta demasiado a la vista que es la típica pareja de «guapos», que sí, que le puede dar un cierto halo romántico, pero que desvirtúa un poco las intenciones del original, puesto que en la de David Lean, parte de la gracia estriba en que se trataba de una pareja un tanto gris, no tan de papel couché…..
Y «Enamorarse» yo también la vi, cuando era adolescente. No la recuerdo muy bien, aunque sí que lo suficientemente como para conocer y adivinar el influjo de «Breve encuentro.» Es curioso que Robert De Niro, con todo su historial de neuróticos a cuestas, también en su día, fuera considerado una especie de galán romántico. A mi me llama mucho la atención. Por ejemplo, sin ir más lejos, «Enamorarse» es una película que le encanta a mi madre (lo digo a título informativo, sin atisbo de ironía, en serio), y, de hecho, como tampoco ella es especialmente aficionada al cine, y no conoce en profundidad toda su filmografía, tiene una visión de Robert De Niro como de un héroe romántico (algo muy hilarante si se piensa en sus papeles de Travis Bickle, de Lou Cypher, de Al Capone, de Jake La Motta y de algunos otros personajes similares, que no son los típicos a los que invitarías a tu casa a tomar té con pastitas…..)
Besos.
A mí, como a tu madre, Deckard, también me gusta Enamorarse. Tengo especial cariño a esa película por varios motivos. Y también tengo un recuerdo bonito de otra película de De Niro como galán romántico, Cartas a Iris de Martin Ritt. Y esta vez su paterneire era Jane Fonda.
Sí, detrás de El viaje y de Breve Encuentro de Richard Burton y Sophia Loren, como digo en el texto, estaba Carlo Ponti. Y también en otras muchas películas de su mujer. Y exacto, como escribo también, otro de los motivos por los que la película se resiente es porque Loren no es una belleza anodina y Burton no estaba en su mejor momento. Pero me gustó verla, tiene momentos. Y arrastra una melancolía romántica que la envuelve.
Beso
Hildy
Sí. Yo también he visto «Cartas a Iris», y tengo un buen recuerdo de ella. Además tiene música nada más y nada menos que de John Williams. No es una película fácil de localizar. Tiene otro elemento positivo, y es que habla de un personaje masculino norteamericano que sufre el analfabetismo, aspecto que ha tenido poco reflejo en la cinematografía hollywoodiense. Aunque, como una vez comenté con Alfredo en su blog, tal y como suele suceder cuando Hollywood emprende proyectos similares, en los que hay personajes con defectos muy serios, casi siempre eso suele compensarse con algún otro rasgo de carácter extraordinario (si no recuerdo mal, aquí De Niro resultaba ser un «manitas», un genio de la electrónica o de la mecánica). Esa especie de manía no la acabo de entender salvo si se tiene en cuenta esa especie de mentalidad tan norteamericana de afirmar tozudamente que «nada es imposible» (gran falacia), y que «si tú quieres, puedes» (ambas me parecen encomiables afirmaciones para libros de autoayuda y como manera positiva de afrontar la vida para no caer más profundamente en el pozo, pero no sé si es la mejor opción obcecarse con principios tan controvertidamente discutibles)
Perdona, me he ido un poco lejos en el debate. Nada más.
Besos.
¡Qué binomio de películas más olvidadas! Las conocí a través del libro “Mis inmortales de cine” de Terenci Moix. Ese libro que empezó como un suplemento de fin de semana en la Vanguardia. Mi hermano, apenas un adolescente, fue al quiosco del barrio y pidió que le enviaran todos los suplementos. Y así, ese libro hecho con papel de revista y tapas color crema con letras doradas, se convirtió en el primer libro de cine que yo leí, siendo una niña. Era un libro escrito por un cinéfilo, por un mitómano con una escritura ágil y sabrosa, donde sus filias y sus fobias se mostraban sin rubor (recuperaba a “olvidadas de culto” como Mary Astor o Arletty y trataba con sumo desdén a otros como John Wayne, Kirk Douglas o Elizabeth Taylor) Años más tarde el propio Moix recuperó su trabajo ampliando el número de estrellas recordadas y segmentándolo por décadas. Ojeé algún tomo y me decepcionó. Las filias y fobias estaban ya desatadas, el amor al cine se notaba gastado y se recreaba demasiado en el cotilleo, siempre en la vertiente más sórdida, como si su fuente hubiese sido el Kenneth Anger de Hollywood Babilonia. Una pena porque la primera versión es un libro querido por mi, que afianzó mi amor y mi interés por el séptimo arte.
No entiendo la necesidad de hacer un remake de “Breve encuentro” aunque recuerdo con agrado “Enamorarse”. No me llama demasiado la atención la versión de Bridges.
En cambio, sí que me interesa “El viaje”, esa última película de De Sica. Un De Sica que ya no era valorado, sino despreciado, por la crítica desde sus films con Sofia Loren. Director al servicio de la estrella o director de melodramas trasnochados, alejados de la realidad del momento, era las críticas más habituales sobre el cine del director de “Ladrón de bicicletas” en su última época. Dicho ello con mayor o menor virulencia.
Tengo una historia con esta película. De niña escuchaba las películas desde mi cama (me hacían acostarme pronto). Puedo decir que he visto muchas películas con mis oídos. Esta fue una de ellas, pero o me vencería el sueño o le vencería a mi madre y no la terminó, porque no recuerdo el final.
Leyéndote me ha apetecido recuperarla, esta vez de una manera menos “sinestésica”.
Menudo episodio nostálgico me ha salido…
Un abrazo naranja
Lilapop
Querídisima Lilapop, ¡¡¡¡yo adoraba a Terenci Moix y sus textos sobre cine en distintos periódicos!!!! A mí llegaron los artículos Mis inmortales del cine a través de un suplemento (Blanco y negro), como en mi casa no comprábamos el periódico donde venía esa publicación, mi madre me lo conseguía de un compañero del trabajo que le arrancaba el artículo de Moix y se lo daba para mí. ¡Y yo cómo lo disfrutaba! Luego me compré todos los tomos que cuentas, y el último, el de los años 60 no pudo terminarlo, Moix murió. Qué pena me dio. Yo, fíjate, que los tomos los disfruté también, y ahora que cuentas que notaste la diferencia entre los tomos y los artículos, me gustaría volver a recuperar los artículos que no conservé. También cultivé mi pasión con una historia del cine que sacó en fascículos Diario 16, esos sí que los conservo. En fin cuántos recuerdos.
Me ha encantado esa anécdota de las películas que «oías» cuando eras niña. Yo me recuerdo en casa deseando que no salieran los dichosos dos rombos… Jajajaja. A mí me chiflan los episodios nostálgicos, me encanta recordar y escuchar o leer los recuerdos de los demás.
En cuanto a la última película de De Sica, me parece que haría una dupla maravillosa, como digo, con la película de Welles, Una historia inmortal. A mí también me gusta el De Sica tardío. Hay varías de sus últimas películas, que me llegan, tanto esta como Los girasoles o especialmente El jardín de los Finzi Contini. Tienen una melancolía que me toca.
Beso inmortal
Hildy
¡Hola!
Acabo de ver por segunda vez El Viaje, la vi cuando se estrenó y me gustó muchísimo y guardaba muy buen recuerdo de ella, y no me he sentido defraudada con esta segunda vez.
En cuanto a Breve Encuentro, que la vi en el cine, en esa época no conocía la existencia de la original así que no pude hacer comparaciones, unos años después vi la de Lean y ciertamente es superior, la de Enamorarse creo que también la he visto en televisión y me parece que tiene un final feliz que no tiene que ver con las anteriores.
Bienvenida, Lola
Sí, El viaje es una película que deja un buen poso. Y como es una historia bella no importa que nos la cuenten una y otra vez. A veces, somos como esos niños que quieren que una y otra vez se nos cuente un cuento que nos ha gustado mucho. Y en cada visionado o lectura algo nuevo se descubre.
Yo a la tres tanto Breve encuentro, como la de Burton y Loren o Enamorarse las tengo gran cariño. Si hablamos de calidades la de Lean es una cumbre.
Beso
Hildy