De película de estreno a película de estreno y tiro porque me toca

Llevo unas semanas recuperando el ritmo de película por semana en sala de cine, pero en el periplo, no he conseguido que ninguna me deslumbre del todo, tan solo destellos. Todas me han aportado algo, pero no he perdido el sentido con ellas. Y es más, todas están bien contadas, incluso con el ritmo adecuado, en ninguna me he aburrido o he tenido ganas de salirme de la sala, pero me han parecido más cerebrales que emocionales. Ni siquiera había un equilibrio entre ambas posiciones, que varias de ellas lo pedían.

Ninguna “sentipensante”, como dice mi hermana. Solo una me hizo desbordarme bastante, pero sufrí un hándicap grave en la sala de cine. Fui a la sesión nocturna, llevaba una semana toledana y hubo momentos en que la vi entre sueños. Lo bonito es que me quedé con unas ganas locas de volver a verla. Lo que vi entre sueños también me hipnotizó. Curiosamente era la que más se dejaba llevar por la fantasía y la que más se arriesgaba cinematográficamente hablando.

Tres de ellas son el reflejo de una época. Y aportan. Es más, diría que son necesarias, pero no son redondas ni perfectas, no llegan del todo al espectador (sea cinéfilo o no), por distintos motivos que iremos desgranando. Cuentan con una mirada sobre un acontecimiento histórico concreto. Emplean distintos géneros para mostrarlos: cine carcelario, cine judicial y cine social. También, por último, escribiré sobre un documental sobre un crítico de cine, que se queda en un reportaje periodístico correcto.

La “sentipensante”. Tres mil años esperándote (Three Thousand Years of Longing, 2022) de George Miller

También os digo que es una película para ver entre sueños, porque de eso trata. De pronto Miller, con sus 77 años y creador de la saga de Mad Max, decide crear una película de fantasía donde se da importancia a la narración, a los cuentos, en una época racional, científica y de nuevas tecnologías.

Él decide contar la relación especial que se establece entre una especialista en literatura y en las narraciones con cara de Tilda Swinton y un genio que sale de una botella igualito a Idris Elba. Y los dos encerrados en una habitación de hotel en Estambul y luego en una casa solitaria en Londres cuentan una historia dentro de una historia y otra historia…

Algo parecido a esos mundos mágicos de las mil y una noches, el barón Munchausen o el manuscrito encontrado en Zaragoza. Y queda demostrado que incluso en este siglo XXI sigue siendo necesario creer en los cuentos y dejarse llevar. ¿Cómo no te vas a arrastrar hasta una sala de cine con semejante título… Tres mil años esperándote? Por cierto, adapta un relato de una autora a la que no me importaría acercarme, A.S. Byatt.

La cerebral I. Modelo 77 (2022) de Alberto Rodríguez

Alberto Rodríguez está consiguiendo algo interesante con su filmografía. Y es contar su propia mirada sobre la Transición y la herencia posterior, a principios de los noventa, con todas las sombras y muy pocas luces. Solo por eso puede surgir un ensayo interesante del análisis de Grupo 7 (2012), La isla mínima (2014), El hombre de las mil caras (2016) y, por último, Modelo 77.

Alberto Rodríguez emplea todos los ingredientes de las películas del género carcelario. No falta nada: llegada del nuevo, adaptación compleja, castigos y malos tratos por parte de los funcionarios, celdas inhumanas, relaciones difíciles con los compañeros, solidaridad entre presos, esperanzas, motines, plan de fuga… Todo, lo tiene todo. Como siempre Rodríguez sabe dotar a la película de buen ritmo y no falta tampoco un buen reparto masculino (como en las películas antes mencionadas) con Miguel Herrán y Javier Gutiérrez a la cabeza. Pero nada nuevo y sorprendente bajo el sol, que tampoco importa. La película cumple y punto, que no es poco.

Además aporta una historia olvidada, y ahí sí que tiene un valor (como he explicado antes) extra esta película: en plena Transición muchas personas pensaron en un cambio estructural a nivel social, político y económico, aunque luego hubo muchas sombras y oscuridades, más continuidad que cambios. Uno de esos momentos de cambio posible en una sociedad tras décadas bajo una dictadura se vivió dentro de las cárceles y con el nacimiento de la coordinadora de presos en lucha Copel. Es la historia también de un desencanto, de la imposibilidad del cambio, y de la necesidad de los protagonistas de acudir a una única esperanza: la fuga.

La cerebral II. Argentina, 1985 (2022) de Santiago Mitre

Recuerdo lo que me interesó Paulina, la película que me hizo conocer a Mitre. No solo por lo que contaba, sino por cómo lo hacía. Además me hizo descubrir un clásico del cine argentino: La patota (1960) de Daniel Tinayre. Así que me ha llamado la atención cómo ha contado Argentina, 1985 desde la más absoluta corrección formal, sin alarde alguno. La misma corrección que hay en los diálogos, construcción y relaciones entre los personajes, pese que en el guion esté también presente Mariano Llinás, un creador que siempre ha jugado a estar fuera de las estructuras del cine comercial.

No obstante los dos se han unido para reconstruir paso por paso un juicio histórico, que llevó a que se sentaran en el banquillo los responsables militares de la dictadura en Argentina. Y por la vía civil. Es como si ambos creadores hubiesen decidido que lo más importante era una reconstrucción directa y sin adornos de dicho momento (con algún chascarrillo cómico y alguna declaración de víctimas escalofriante, pero con un montaje confuso que a mi parecer hace perder la intensidad), que abarcara todo el proceso, sin grandes alardes cinematográficos. Así centran el relato en el fiscal Julio Strassera, su adjunto Luis Moreno Ocampo y en el equipo de jóvenes abogados que trabajaron en la investigación y consecución de testimonios y pruebas (desaprovechando a bastantes personajes secundarios).

Sin embargo, no han debido equivocarse, pues me costó encontrar un día y una entrada para esta película, estuve en una sala absolutamente llena (como hacía tiempo que no veía) y me sorprendí con los aplausos del público al final de la proyección. Pero reconozco que pese que no me aburrí y que me resultó muy interesante y necesaria la historia que contaba (más en estos tiempos y más mostrando que aquí nunca hubo un juicio similar), no me pareció ni mucho menos brillante ni tampoco viví momentos de emoción intensa. No solo había una historia potente, sino también un equipo artístico y técnico de calidad, pero, sin embargo, no es una película redonda. Me hizo recordar qué largometraje más interesante, pero también cinematográficamente potente, hizo Pablo Larraín con No (2012).

La cerebral III. El crítico (2022) de Juan Zavala, Javier Morales Pérez

Érase una vez un documental alrededor de un crítico de cine concreto. Yo lo viví más como un reportaje periodístico para televisión que como cine documental. El largometraje se estructuraba en dos niveles. Por una parte, estaba Carlos Boyero y, por otra, la situación de la crítica cinematográfica en España actualmente. De nuevo, no me aburrí y me alegré de ir a la proyección de la película y de asistir al coloquio posterior. Sí, me llama la atención la fascinación alrededor de Carlos Boyero. No soy una entusiasta de su mirada, pero porque no siento pasión hacia el cine entre sus letras, ni ganas de analizar en exceso. A veces noto que es más un castigo para él acudir a la sala de cine.

Lo que me ocurrió es que vi muchos hilos y hebras de los que tirar, pero donde no se tiraba nunca del todo de ninguno. Tampoco había un diálogo entre los dos niveles que se exponen en el documental. Quizá no era una tarea fácil. Quizá era una tarea imposible. ¿No hubiese sido fascinante sacar a Carlos Boyero de su zona de confort y provocar un encuentro entre él y varios compañeros de la crítica cinematográfica y hablar de cine y de su manera de entender el oficio? Pero ese hubiese sido otro documental, no el que finalmente ha nacido.

Queda claro algo indirectamente. Boyero sí habla o recuerda a compañeros críticos del pasado, y dentro de lo que fue su círculo, pero no tiene absolutamente ningún interés ni curiosidad en interactuar o saber cuál es la mirada de compañeros profesionales inmediatamente posteriores o del presente. Es un profesional que se aferra a un pasado que ya se fue y se muestra incómodo en un presente que no le gusta ni le interesa. Si algo mostró en el encuentro después de la proyección es que es un hombre transparente y sin dobleces. Así es él, lo tomas o lo dejas. No oculta cómo es.

No me parece un último mohicano de la crítica, como concluyen en el documental, pues creo que hay muchísimas voces a tener en cuenta en el panorama actual. Lo que sí me resulta que habría que indagar es en el valor que se da ahora a los críticos cinematográficos (o los literarios y musicales) en los propios medios de comunicación. Carlos Boyero sí que es uno de los últimos profesionales que podía vivir del oficio de la crítica de cine, cuando los medios consideraban necesario y respetaban la figura del crítico cultural. Y sí podía ejercer su oficio con un sueldo decente y ser enviado a los eventos, festivales y demás acontecimientos cinematográficos con los gastos pagados, etcétera.

Ahora son tiempos de precariedad laboral en el sector cultural en los medios. Ahí sí que creo que habría sido una reivindicación necesaria, independientemente de su retrato, al poner en valor la figura del crítico (y no desaprovechar una cantera valiosa de voces y miradas… y las que quedan por llegar).

Entre los dos niveles que ofrece el documental, me resultó interesante todo lo relacionado con la infancia y juventud de Carlos Boyero para entender las características de su personalidad y la manera de tomarse la vida, pero eché en falta más pistas sobre lo que considera cine de calidad, las películas que le hicieron vibrar y por qué, sus experiencias con la escritura y la manera de enfrentarse al folio en blanco a la hora de analizar una secuencia, por ejemplo.

Incluso en el recurso (desaprovechado a mi parecer) de reunirle con el único crítico que queda de su pasado siempre reivindicado, Oti Rodríguez Marchante, alrededor de una mesa, ¿por qué no centrarse efectivamente en aquellos años de gloria entre festivales y estrenos? ¿Cómo trabajaban, cómo era cada uno de los que han ido desapareciendo, cuáles fueron los hitos cinematográficos que vivieron, etcétera?

Y en la parte del documental que trata de analizar el estado actual de la crítica hay apuntes inteligentes y valiosos de nuevas voces teóricas como los que aporta Andrea Morán, en los que apetece seguir indagando y continuar escuchándola, además de un canto por alimentar la pasión al cine a la hora de enfrentarse a la escritura. Por otro lado, llama la atención la falta de testimonios de los compañeros críticos de cine de Boyero en los distintos periódicos en los que ha estado y está, ahí se evidencia de nuevo esa falta de diálogo entre los dos niveles del documental.

Hay otros testimonios de profesionales de esos medios que a mi parecer cuentan anécdotas o maneras de ser de Carlos, pero no añaden o clarifican sobre el oficio de la crítica de cine. En cuanto a las aportaciones de los profesionales del mundo del cine muestran un anecdotario y una cierta simpatía hacia su figura, pero ¿qué piensan de la crítica cinematográfica? ¿Qué les aporta? ¿Cuál es su valor? ¿Por qué es necesaria?

La cerebral IV. En los márgenes (2022) de Juan Diego Botto

No me parece un mal debut de Juan Diego Botto como director de cine. Es más, creo que hace una interesante propuesta de cine social y político, acercándose a la tradición del cine británico y la vertiente de Ken Loach. Y logra en ciertos momentos de la película tocar esa línea tan compleja de la reivindicación, el realismo y la emoción a través de una mirada concreta. En cierto modo, de todas las propuestas cerebrales de las que hablo quizá esta es la que más me ha gustado, aunque sé que no es absolutamente redonda.

En veinticuatro horas se cruzan tres historias que tienen que ver con el tema de los desahucios. Los personajes se enfrentan a esta situación de muy diversas maneras, pero en el fondo se apela a la importancia de las relaciones humanas (a veces es lo único que queda) y al amor (algo que no tiene que ser ni cursi ni denostado).

En la ficción audiovisual en España, se ha ido tratando el tema de los desahucios desde miradas diferentes. Se me ocurren otros dos largometrajes: Cerca de tu casa (2016) de Eduard Cortés y Techo y comida de Juan Miguel del Castillo. Las tres propuestas creo que arriesgan, se posicionan y si bien no son redondas, sí se esfuerzan por buscar una mirada desde donde contar una realidad social que afecta a muchos ciudadanos.

Con su título, Juan Diego Botto deja claro que cuenta su historia desde los márgenes y da voz a los que no consiguen un hueco en los medios de comunicación, si no es como colectivo afectado, y también a todos esos profesionales que, con más dedicación que con medios, tratan de poner “parches” en un sistema que está dejando fuera a muchos, y esa brecha social cada vez es más grande.

De las tres historias que desarrolla Botto en esas 24 horas, hay tres tonos distintos: un abogado (Luis Tosar) que no deja de correr tratando de solucionar distintos problemas profesionales, además de lidiar con su vida personal. Es un tramo que podría funcionar como película de acción y quizá también la más inocente e ingenua en su propuesta.

Luego la que protagoniza una mujer que va a ser desahuciada en unas horas (Penelope Cruz) y que lucha hasta el último momento, apelando al apoyo de una plataforma social. Aquí las influencias no solo son de Ken Loach, sino que Penélope Cruz es como una heroína del neorrealismo italiano. Su personaje es creíble sobre todo cuando expresa a su marido (Juan Diego Botto) el miedo al futuro próximo y su estrés ante la situación que vive.

Y para mí la mejor de las tres historias es la de esa madre sola (maravillosa Adelfa Calvo) que ha avalado a su hijo y que trata de ponerse en contacto con él. Ahí es donde Juan Diego Botto consigue una mirada certera, un tono realista, una denuncia fuerte y toda la emoción necesaria.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

18 comentarios en “De película de estreno a película de estreno y tiro porque me toca

  1. Leer tu comentario, después de haber visto la película, es como darme cuenta de que he visto sólo una parte de ella, de que me he perdido el fondo de tanto correr por la superficie. He decidido que tengo que leer primero tu comentario y luego ir a ver la película.

  2. Hola Hildy
    Es curioso como has colocado cronológicamente la serie -si ponemos el origen en los tresmil añejos-; podríamos hablar de edad de piedra (cartón), edad de hierro (barrotes), edad de bronce (juicio), edad de oro (critica)… y decadencia (llegada de los bárbaros).
    No es mala selección y aunque ninguna te ha llenado a todas les has encontrado su puntito. Yo tenía un agujero negro y he podido rellenar una casilla de pendientes. No es una gran peli pero… https://www.youtube.com/watch?v=wDfRB6j8deQ
    Un saludo, Manuel.

  3. Queridísima Maria Rosa, ¡¡¡jajaja!!!, pues hablando de críticas de cine, reseñas, comentarios…, pones en la palestra un buen debate: ¿leer antes o después de ver la película?
    Yo soy bastante ecléctica en esa cuestión. A mí me encanta a veces leer todo lo que pueda antes, ver las películas, ¡y volvérmelas a leer después! También practico todo lo contrario: no leer nada ni antes ni después. O no leo nada, veo la película y después busco críticas sobre la película en sí. Pero también sé de espectadores que ven primero la película sin haber leído absolutamente nada y es después de la proyección cuando leen lo escrito sobre la película.
    El buen debate está servido.

    Beso
    Hildy

  4. Hola, Manuel
    Cómo me gusta tu manera de leer y mirar. Con tus juegos de palabras, dices muchas cosas. Efectivamente a todas les he encontrado su puntito a pesar de no haberme llenado del todo.
    ¡¡¡Me gusta Cautivo del deseo de John Cromwell!!! Es que me interesan todas las adaptaciones de Somerste Maugham. Jo, gracias por compartir. Y aquí siento debilidad por los personajes creados por Davis y Howard. Ando detrás de las películas que adaptaron la misma historia protagonizadas por Kim Novak (1964) y Eleanor Parker (1946).

    Beso
    Hildy

  5. ¡Ay, Hildy querida! De tu análisis y de una crítica que he escuchado de un crítico local al que respeto mucho me queda la sensación de que «Argentina 1985» es una oportunidad desperdiciada. Oportunidad de un gran elenco, de valores cinematográficos (escuché que la película es muy entretenida), de un tema que tal vez ya no sea revisitado si se entiende que hay una versión «definitiva». Me intrigaba mucho esta mirada «internacional», porque nosotros tenemos la cabeza y el alma muy metidas en el tema y desde esa cercanía juzgamos omisiones y posicionamientos que la película pueda tomar.-
    Por lo pronto, no he podido verla en cine pero mañana viernes es el estreno en streaming y mi padre y yo esperamos ansiosos como si se tratara de un verdadero estreno. Volveré a escribirte cuando haya visto la película.-
    Un besote enorme, Bet.-

  6. Ay, sí, querida Bet, me encantará saber cómo la sientes. Me gustará mucho que me escribas desde tu mirada, siempre inteligente y certera. Tengo mucha curiosidad por saber qué te parece «Argentina, 1985». Si la reconstrucción histórica que hacen del juicio te parece buena y luego qué te parece cinematográficamente la película. Mirándola tan solo desde el punto de vista del cine judicial como género cinematográfico, a mí me parece una propuesta solo correcta, gris.
    Eso sí, hay buenas interpretaciones. Bueno, reconozco que tengo debilidad por Ricardo Darín. Aunque es cierto que no conozco a Julio Strassera ni a Luis Moreno Ocampo, con las imágenes reales que ponen al final, creo que los dos actores componen bastante bien a los personajes.
    Pero ya digo en el texto, la historia es potente, fuerte, creo que tenían un buen equipo artístico y técnico, y para mí la película solo es correcta, no brillante. Luego hay matices históricos, que yo desconocía, que me encantaron como la historia familiar de Luis Moreno Ocampo o la selección del equipo de jóvenes para llevar a cabo la investigación, la recopilación de pruebas y testimonios.

    En fin, que me encantará que me cuentes.
    Beso
    Hildy

  7. PD: Qué hermoso lo que ha escrito Maria Rosa sobre correr sobre la superficie.-
    Me sumo al debate, si se me permite: yo no dejo de leer una reseña porque no haya visto la película (excepto que venga con una advertencia de spoilers, en ese caso, sólo la leo si creo que no voy a ver la película). Me parece que es una buena forma de encontrar nuevas cosas. Y después trato de volver, para poder contrastar mi opinión con la de quien reseña. Lo que me resulta enojoso a veces es escuchar críticas contrarias a mi opinión sobre películas que ya he visto, ahí sí que termino gritándole a la radio (que es donde usualmente escucho las críticas de cine), jaja, estamos con baja tolerancia para el disenso por aquí, jaja.-
    Sobre Of Human Bondage, como (casi) siempre me dejó un poco indiferente el bueno de Leslie Howard. Aún estoy buscando el papel que me haga reconciliarme con la gélida impresión que me dejó en Lo que el viento se llevó (convengamos que no la tenía fácil). Por eso me intriga como a vos ver las otras versiones, no recuerdo ahora quiénes son los protagonistas masculinos.-
    Más besotes, Bet.-

  8. En la de Kim Novak, un actor que tiene una cara de antipático para mí que no puede con ella, jajajaja, Laurence Harvey. Y en la de Eleanor Parker, el actor es, tacham, tacham, Paul Henreid…
    ¡Me encanta que te unas al debate! Jajaja, ¿sabes lo que me encanta de esas páginas como imdb o filmaffinity, que además de los textos de los críticos, ponen también los comentarios de los espectadores u otros especialistas? Pues de las películas que me gustan mucho, leo las críticas peores que ha recibido. Y de las que no me han gustado nada, busco la mejores. ¡No veas cómo me lo paso! Y a veces me sorprendo con ideas que se han vertido u otras veces pienso que han visto una peli diferente a la que yo he mirado. No obstante, me hace descubrir cosas que me habían pasado totalmente desapercibidas.

    Beso
    Hildy

  9. Hola. No he visto aún el documental sobre Boyero, pero lo describes y comentas muy bien, así que me hago una idea.
    Hay un aspecto importante que no sé si llegas a sugerir y es que Boyero ha tenido y aún tiene lectores. Muchos lectores. Esto es algo que en un campo como la crítica puede decir muy poca gente. Boyero ha tenido lectores que compraban el periódico solo por leerlo a él. Esto es así. Cuando se habla de la precariedad actual de los críticos más o menos jóvenes a lo mejor también habría que mencionar que muchas personas, supuestos cinéfilos, no están dispuestas a pagar por leer críticas.
    Boyero no quiere ni ha querido nunca «analizar» películas. Boyero da su visión, elocuente, sincera, vital, me parece, sobre las emociones que le dejan las películas. A mí esto hace tiempo me podía irritar, o se me quedaba corto. Pero lo he seguido leyendo y al final, más allá de afinidades, lo que me queda es que no me miente y se moja y no se deja dar gato por liebre. Hay mucho papanatismo en no pocos críticos que hablan bien de películas porque vienen avaladas por el NYT, The Guardian o Cahiers. O porque saben que han de poner bien, o no mal, cierta película, cierto director.. Con Boyero eso no sucede y lo agradezco. Lo siento, pero yo que una obra plomiza, escolar y redundante como Drive My Car obtuviera esa respaldo prácticamente unánime de la crítica es algo que nunca me creí, por ejemplo. A ver quién quiere volver a tragarse esos 180 minutos en un par de lustros…
    Pero me he desviado. Veré el documental.

  10. ¡¡¡Buenas, querido Luis!!!, sí, efectivamente, como dices Carlos Boyero tiene seguidores-lectores. Creo que atrae él mismo como personaje y que en sus textos, como dices, él hable de su experiencia con la película y exprese con vehemencia si le ha gustado, no le ha gustado, si se ha emocionado o no, si le ha parecido un plomo o no, si se salió o se durmió. Y es una forma de crítica totalmente válida, por supuesto.
    Por lo demás, a mí me resulta interesante que si de pronto una película llama la atención en el panorama cinematográfico, por diferentes motivos, como puede ser Drive my car (que todavía no he visto), Annette, Titane o Vortex, por ejemplo, independientemente de que me guste mucho o poco, intentar entender las claves por las que remueve en ese mismo instante (indistintamente de que consiga la eternidad o se quede en el momento).

    Beso
    Me alegra leerte
    Hildy

  11. Hola Hildy!
    No he visto ninguna de las peliculas, le tengo muchas ganas a «Modelo 77». Me vas a permitir una pregunta digamos «personal», ¿tienes alguna mania o costumbre a la hora de ir a una sala de cine? En mi caso te diré que (esto igual suena un poco raro…) no soporto tener a gente alrededor, ya bien sea por delante, detrás, izquierda o derecha, siempre voy a sesiones tarde y cuando la película esta a punto de abandonar la cartelera, en casa me dicen que debería hacérmelo mirar…jeje
    En cuanto a Boyero, lo sigo desde hace muchos años, no siempre coincido con sus opiniones y reconozco que a veces se me hace bola cierto rollito, que si, que ya sabemos que te drogaste, pero tampoco hace falta que nos lo recuerde día si día también. Es curioso, tiene mucha gente que lo pone a caer de un burro, esto suele pasar con los críticos, le afean esas «sentencias» que a veces suelta y cierta prepotencia, lo alucinante es que esa gente que lo critica (mayormente en twitter) hacen precisamente lo mismo, son los mas cinéfilos y se agarran unos cabreos tremendos si no les das la razón. Si hay una cosa que me gusta de Boyero, si una película no le gusta lo dice y no se corta un pelo. Si hay un critico al que seguí con fervor y devoción durante años ese fue Pumares, aquellos programas de madrugada eran tremendos. Bueno, tampoco debemos olvidar a todas las personas que desfilaban por el programa de Garci.
    Besos y feliz finde!

  12. Querido Fran, ya me contarás cuando veas Modelo 77 qué te parece.
    No tengo manía a la hora de ir a una sala de cine. Normalmente, como costumbre, me gusta ocupar las butacas que dan al pasillo o las del extremo pegada a la pared (para estas prefiero llegar bien de hora y ser la primera de la fila, jajajaja, para no hacer levantarse a la gente). Pero si no las consigo no pasa nada. Ahora ya no se puede elegir tanto, pero antes sí tenía listado de salas de cine favoritas (por cómo era la sala, las butacas, la pantalla, el sonido…).
    Es verdad que Boyero dice cuando no le gusta una película y no se corta un pelo, pero ¿tú te cortas? A que no. Yo tampoco. Yo veo estupendo que uno exponga si le gusta o no una película, pero soy así de rollo, jajajaja, disfruto si tratan de analizarme el porqué de su rechazo. Me gusta que a través de un texto me hagan «mirar» una película, aunque no esté de acuerdo con el gusto de esa persona. Pero si algo ha conseguido Carlos Boyero a lo largo de los años, es un estilo determinado, una forma de decir las cosas que logra conectar con muchos espectadores. Me gusta que escriba sobre su experiencia personal a la hora de ver una película, por ejemplo, o cómo se siente tras un visionado.
    Fíjate que yo no seguí a Carlos Pumares como crítico de cine, aunque sabía quién era. Lo vi por primera vez físicamente en los programas de Crónicas Marcianas. Yo desde pequeña era una loca del cine clásico y leía sin parar a Terence Moix. Me gustaban un montón sus artículos sobre cine clásico y me encantó su programa Más estrellas que en el cielo. También vi cuando empezó Garcí con su programa en la 1 y de sus fijos me gustaba escuchar, entre otros, a Miguel Marías y Juan Tebar. Luego no le he seguido en su periplo por otros canales.

    Beso
    Hildy

  13. Mi querida Hildy, no he visto la primera. Prefiero a George Miller con más mala leche.

    En cuanto al resto, coincido básicamente con lo que cuentas. Sí, pero… Ni fu ni fa. es el sentimiento mayoritario en los últimos años cuando acudo a una sala. Casi no recuerdo cuándo fue la última vez que salí entusiasmado (años ha), y de la anterior casi tampoco (más años ha), y de la previa ni me acuerdo… ¿Me estaré transformando en Boyero?

    La película de Mitre se pierde, para mí, en recovecos innecesarios y en secundarios que no aportan nada. Desvía el tiro principal y se «hollywoodiza» para mal. En cuanto a Alberto Rodríguez, pues eso, sí pero ya. Y Botto, pues como debut no está mal, pero atesora muchas de las virtudes y de los defectos del cine español, sobre todo de los defectos. Algunos crónicos, como el falso naturalismo de las interpretacoines o la pretendida reproducción fotográfica de la realidad; otros recientes, la caída en el panfleto fácil y en el remar a favor de ola moral.

    Finalmente, sobre Boyero. De entrada, me parece un poco marciano dedicarle un documental a un señor que no es nadie (un crítico no es nadie, como debe ser; en cuanto el crítico se convierte en firma, es más personaje que crítico, y ya no me interesa, para mí no es nadie). Coincido con tu planteamiento, con las carencias y la falta de profundización en debates interesantes y en las ocasiones desaprovechadas. Podría hablarse, perfectamente, de la pérdida de influencia del cine en los debates públicos. O como Breton le decía a Buñuel allá por mediados de los cincuenta: «¡Qué triste, Luis, que el escándalo ya no exista!»

    No es exactamente eso, porque algún escándalo posterior ha habido, pero es cierto que el cine no impacta en la sociedad como antes, y cuando esto ocurre, normalmente es a golpe de agencia de publicidad o de medios de comunicación hambrientos de audiencia que lo que buscan es generar una bola de la que rascar unos cuartos. Un ejemplo, «Benedetta», de Paul Verhoeven. Una película con aciertos y carencias, pero tras la que despunta, sobre todo, el ansia de su director por provocar y escandalizar, como si el público y los medios de hoy fueran los de hace cuarenta o sesenta años. Y claro, pincha. En el otro extremo, las «películas-bandera», esas que tocan un tema del que pretende hacerse un mítin político continuo. Personalmente, estoy hastiado de la falsa politización del cine.

    ¿Qué decía? Ah, sí. Boyero. Me parece irrelevante. Él y la película sobre él. Dentro de X años nadie sabrá quién es, y el cine seguirá ahí.

    Besos

  14. Gracias por tu visión de varias películas de cartelera. Acabo de leer otra crítica de Argentina 1985 y la ponen muy bien.
    De Carlos Boyero, qué decir, sus criticas son más bien opiniones que parecen salirle de las vísceras más que análisis cinematográfico.
    Ni me gusta ni me deja de gustar: es así.
    Ahora mismo no voy mucho al cine porque estoy cogiendo carrerilla para lo que viene a continuación: el festival de cine europeo de Sevilla. Me falta solo recoger mi acreditación de prensa, seleccionar las películas a las que asistir y prepararme para el empacho de cine que me espera.
    Abrazos.

  15. Mi querido Alfredo, esta semana he logrado emocionarme de nuevo en una sala de cine: ¡con el documental sobre David Bowie! Moonage Daydream, qué manera más bonita de mostrar el proceso creativo y la filosofía de vida de un artista.
    Sí, las películas que reseñaba en este post no me hicieron vibrar. Todas ellas son correctas y bien contadas (en ninguna me aburrí), pero… La que más me hizo vibrar y volveré a ver es la de Miller. En cuanto los asuntos interesantísimos que comentas alrededor del documental sobre Carlos Boyero, a mí me gusta todavía pensar, que como puede hacer un libro, una canción, una fotografía o un cuadro, todavía una película puede influir y crear debates interesantes.

    Beso enorme
    Hildy

  16. Querido Ethan, la de Argentina, 1985 me resultó interesante de ver, pero cinematográficamente no me gustó mucho. Mira que a mí me gusta bastante el cine judicial, pero esta película no la reseñaría dentro del género por algo en concreto, solo por el tema que toca, pero no por cómo lo cuenta.
    Jo, Ethan, ¡qué envidia sana me da lo de ese empacho de cine que te vas a dar en Sevilla! ¡Disfruta mucho de las películas y ya nos contarás cuáles no tenemos que perdernos!

    Beso
    Hildy

  17. Me reincorporo a la conversación, querida Hildy. Ya he visto Argentina, 1985 y dejame decirte que cuanto más pienso en ella, menos me gusta. Una de las cosas que no me gustaron tiene que ver con algo que menciona Alfredo: la película es larga (y por momentos me pareció que se arrastraba como un caracol), por lo que podría haber cubierto el tema central con mucha mejor cintura y sin embargo se va por detalles secundarios que no aportan y que por otro lado, también se quedan a medio explorar. O sea que ni fu ni fa…
    Como sospechaba, es una lástima que se haya desaprovechado así la oportunidad sobre todo por el elenco. Comparto tu debilidad por Darín, para mí no puede hacer nada mal, si leyera la guía telefónica con una bolsa en la cabeza yo lo miraría igual. Pero aquí está muy desaprovechado (me repito, pero es la palabra que más me viene a la mente). Es más, yo diría que esta no es una «película de Darín» y cuando uno va al cine a verlo, quiere que la película sea suya.-
    En cuanto a Of Human Bondage, que veníamos también comentando, Paul Henreid con Eleanor Parker ¡guau! De Harvey sólo he visto The Manchurian Candidate y ahí me pareció que para el papel que hace, está bien (o sea, da la pinta de cerebro lavado, jaja), pero hace mucho que no la veo, debería repasarla.-
    Te mando un abrazo enorme y gracias por el piropo aunque no sé si mi comentario suena muy inteligente, jaja.-
    Bet.-

  18. ¡Betttttt, mil gracias por pasarte de nuevo!
    Entonces también te ha parecido que ni fu ni fa Argentina 1985. Y mira que yo creo que tenía muchos ingredientes para haber creado una de esas películas para no olvidar. Pero creo que no ha sido así.
    Yo la primera película en la que me fijé en Darín fue en El hijo de la novia… Ahí ya me cautivó.
    ¡Ay, a ver si veo las otras dos adaptaciones de Cautivo del deseo! Me apetece.
    Beso
    Hildy

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