Nunca canté para mi padre (I Never Sang for My Father, 1970) de Gilbert Cates

Nunca canté para mi padre, una película sobre la vejez y la relación entre padres e hijos.

En Nunca canté para mi padre, título evocador, hay un momento en el que Gene (Gene Hackman) le dice a su futura esposa (Elizabeth Hubbard), cuando ha ido a buscarla al aeropuerto, que, por favor, le prometa que morirán jóvenes, que nunca serán una carga. En otro momento el protagonista le ha explicado a su amante que: «Odio odiarle». Gene no puede romper los lazos con su padre ahora indefenso y frágil, pero manteniendo todavía la personalidad fuerte y difícil que no hizo llevadera su infancia y dificulta encontrar en ese momento una buena solución a su situación.

En la pantalla de cine suelen reflejarse temas sobre la vida como, por ejemplo, que hacerse anciano es un camino sin retorno y muy duro. Si a esto unimos las relaciones familiares, entonces surge un cóctel que remueve por dentro. Una de las últimas películas que provoca herida, pero a la vez es tremendamente humana, es Vortex de Gaspar Noe, sobre los últimos y crudos días de dos ancianos. La vejez ha estado siempre presente en la pantalla con una tradición amplia. Por eso, no deja de ser un hermoso descubrimiento esta película de los años setenta (adaptación de un obra teatral del dramaturgo Robert Anderson, autor también del guion), donde el peso recae en Melvyn Douglas y Gene Hackman, protagonizando una relación paterno filial compleja.

En Vortex también está muy presente la relación entre padres e hijos y es algo que no falta en la mayoría de los largometrajes que abordan el dolor de convertirse en un anciano (por supuesto, es una de las maneras de abordarse, pues hay otras películas, también auténticas y verdaderas, que muestran la vejez como una etapa más en la vida llena de posibilidades). Si además la relación no ha sido fácil, y la madre o el padre (más este último) han hecho mella para bien y para mal en la vida de sus retoños, la riqueza de la propuesta crece.

Nunca canté para mi padre habla de un hombre maduro y viudo a punto de casarse otra vez y mudarse lejos de sus padres. Una circunstancia inesperada: el fallecimiento de su madre, que mantenía el equilibrio familiar, hace más difícil al hijo llevar a cabo su decisión. Más todavía porque el padre no admite ningún tipo de ayuda y solución, lo único que desea es que su hijo se mantenga cerca.

Nunca canté para mi padre es una película de personajes, los diálogos que van manteniendo Melvyn Douglas y Gene Hackman van contando y desarrollando toda su historia hasta el último que mantienen en el dormitorio del padre. Es una película dura, sin acudir a la sordidez. Los dos actores no solo mantienen el pulso y la emoción, sino que aportan información sobre sus formas de ser y comportamientos a través de sus relaciones con las mujeres de su vida (la madre, la hermana, la amante, la futura esposa…).

También se valen de los recuerdos y anécdotas familiares, varias veces repetidas (el padre tiene cada vez una memoria más deteriorada), y de las fotografías (uno de los momentos más hermosos de la película es cuando el padre comparte sus fotografías con el hijo). De hecho, el largometraje se abre y se cierra con una fotografía de los dos protagonistas. Al principio, poco sabemos de las dos personas que muestra la imagen…, al final sabemos todo, y la fotografía retoma un nuevo significado.

La película es de los actores. Son ellos quienes la sostienen con una dirección extremadamente sencilla, correcta. Además con Melvyn Douglas y Gene Hackman se consigue un cara a cara maravilloso entre un actor del Hollywood clásico y otro del Nuevo Hollywood. No es un enfrentamiento, sino la constatación de cómo dos actores de distintas generaciones pueden regalar momentos de intensa emoción.

Nunca canté para mi padre es un antecedente olvidado de películas posteriores sobre el mismo tema como Aflicción (Paul Schrader), Nebraska (Alexander Payne), Falling (Viggo Mortensen) o El padre (Florian Zeller). Pero también de esas otras películas que como Vortex (Gaspar Noé) o Amour (Michael Haneke) hablan sobre el inevitable deterioro y la condena de una triste soledad para un final sobradamente anunciado.

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10 comentarios en “Nunca canté para mi padre (I Never Sang for My Father, 1970) de Gilbert Cates

  1. Hola Hildy
    No recuerdo nada de esta peli, seguramente por la edad, pero no me cuesta nada imaginarme a Hackman y Douglas bordando sus papeles.
    Me he puesto a pensar en la cantidad de padres difíciles y poderosos -con escaso papel- que vimos en los cincuenta y como, seguramente desde «En el Estanque Dorado», el tema, también, ha derivado en películas más corales con un patriarca (o matriarca como Meryl Streep en «August») dando un recital.
    Otra variación que nació en los «despreciados ochenta» fue la unión de vejez y fantasía con «Cocoon». No todo va ha ser drama.
    Un viejo saludo, Manuel.

  2. Efectivamente, querido Manuel, no todo ha de ser drama. No todas las películas presentan la vejez igual, como digo hay también una galería maravillosa de largometrajes donde se muestra como para algunos, por ejemplo, es una etapa más de la vida a la que adaptarse hasta que llega plácidamente el final. No todos envejecemos o envejeceremos igual. Lo vemos también en nuestros seres queridos. Y los abuelos además están presentes en todos los géneros: en comedia, en el cine fantástico (como bien has dicho), en el melodrama, la tragicomedia, la comedia romántica, el cine de aventuras, incluso el cine de terror. Una de mis abuelas favoritas es la actriz Ruth Gordon en Harold y Maude de Hal Ashby.
    Pero «Nunca canté para mi padre» presenta el tema tal y como digo, como antecedente de esas películas que nombro. Y a mí me ha emocionado profundamente y es una gozada ver tanto a Melvyn como a Gene.

    Beso
    Hildy

  3. ¡Querida Hildy, hace mil años que quiero ver esta película y por algún motivo no me pongo con ella! Es más, había planificado una sesión doble que parecía perfecta con otra película que tampoco vi y ahora no estoy segura de que fuera «Strangers» con Bette Davis y Gena Rowlands. Qué mal estoy de la memoria, jaja. Voy a verificar y me reportaré nuevamente.-
    Volviendo a esta película, tiene una pinta fantástica y siempre quise ver a Douglas ya mayor y a Hackman midiéndose con él.-
    Te mando un abrazo enorme, Bet.-

  4. Queridísima Bet, la película es dura, pero por otra parte es gozoso ver lo inmensos que están Melvyn y Gene. Las miradas, los gestos, los silencios… ¡Sí la otra es Strangers y yo no la he visto, pero creo que sí haría una sesión doble perfecta!
    Beso
    Hildy

  5. Mi querida Hildy, esta me falta, y eres la segunda persona (fiable) que la menciona en pocos días, así que me animas a buscarla. La dupla protagonista promete, desde luego. Qué buena vejez la de Melvyn Douglas… Qué buenos títulos protagonizó o acompañó. Y Gene Hackman… ¿Alguna vez ha estado mal Gene Hackman, aunque la película pudiera no ser buena?

    Besos

  6. Mi querido Alfredo, es una película muy sencilla cinematográficamente y que deja todo el peso en los actores, la estructura y los diálogos que construyen la historia.
    A mí me conmovió profundamente.
    Sí, efectivamente Melvyn Douglas hizo películas maravillosas según iba haciéndose mayor, no hace mucho escribí sobre Hud… Otra película preciosa sobre relaciones paterno filiales complejas.
    Aquí Hackman hace tanto con los silencios… Es verdad que tiene una filmografía no solo interesante, sino que hace que sus personajes siempre tengan una presencia especial.
    Jajajaja, supongo que es uno de los elementos que salvas de una pelí de Wes Anderson (Los Tenenbaums. Una familia de genios). Con lo que me gusta el cine de Wes…, y lo poquito que lo quieres.

    Beso
    Hildy

  7. La tematica de esta pelicula me interesa mucho. Las relaciones con personas mayores o entre personas mayores y mas jovenes siempre me ha interesado mucho. Si puedo intentare verla.

    Un beso.

  8. Querido Luis, entonces creo que la vas a disfrutar muchísimo de esta película. Además en «Nunca canté para mi padre» los dos actores principales son una gozada verlos metidos en sus personajes. Solo por ver a Melvyn Douglas y Gene Hackman merece mucho la pena.
    Beso enorme
    Hildy

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