El príncipe y el mendigo (The Prince and the Pauper, 1937) de William Keighley

Errol Flynn, uno de los alicientes para acercarse a El príncipe y el mendigo.

Miles Hendon (Errol Flynn) es un personaje secundario de esta película de aventuras de William Keighley. Es un joven vividor, aventurero, dinámico, ligón, anárquico y libre, que no sucumbe ni a las riquezas ni al poder. Muchas de las características que coronaron la vida vertiginosa, escandalosa y de película que tuvo un Flynn a punto de alcanzar ya, en el momento de protagonizar este largometraje, la gloria absoluta en la meca del cine con Robin de los Bosques. Esta película de Keighley tiene el encanto de ser una adaptación cinematográfica de una de las novelas de Mark Twain (esta novela ha sido varias veces adaptada al cine y a la televisión, al igual que otras novelas de Mark Twain) y por otra por conservar todos los ingredientes de una entretenida película del Hollywood clásico.

Son varios los elementos que hacen que uno disfrute de dicha historia en la pantalla grande. Por una parte, se desarrolla el argumento universal del cambio de roles de dos personas con semejanza física. En este caso, el niño mendigo, Tom Canty, y el príncipe Eduardo son interpretados por unos populares gemelos de los años treinta que alcanzaron la cima con esta película: Billy y Bobby Mauch. Ambos se enamoraron del cine, pero más de sus aspectos técnicos. Abandonaron su carrera de niños prodigio, pero continuaron unidos al mundo del cine y de la imagen: uno fue experto en el departamento de sonido y el otro en edición.

Los dos están perfectos en El príncipe y el mendigo como unos niños despiertos, divertidos y vulnerables. Billy, que es Tom, se maneja como un muchacho humilde, noble y bueno, pero también lleno de imaginación y con ganas de aprender, despierto. A pesar de vivir con una familia envilecida por la misera (tanto su padre como su abuela lo maltratan), no guarda rencor y trata de sobrevivir en el día a día. Por otra parte, el príncipe Eduardo (que lo interpretó Bobby) también es un muchacho inteligente e imaginativo, que tiene el don de observar, escuchar y que sabrá ponerse en el lugar del otro (no sabe hasta que punto tendrá que hacerlo), pero también está acostumbrado a vivir con una protección continua, aislado del mundo real, y esta situación hace que se muestre excesivamente orgulloso y altivo.

Los dos al final son niños solitarios que cuando se encuentran sienten que son complementarios, que pueden ser grandes amigos. Ambos han vivido bajo la opresión de padres con personalidades fuertes y negativas y con la ausencia de unas madres que fueron desgraciadas. A pesar de todo lo que viven ambos una vez intercambian los papeles en un inocente juego, la amistad prevalece siempre.

En ese cambio de roles los dos sufren lo suyo, pero también aprenden de los mundos que les toca experimentar. Ninguno se salva de la jungla que puede ser el mundo, de las malas personas que se cruzan en el camino, pero también valoran y se dan cuenta de que las cosas se pueden hacer mucho mejor. Tom y Eduardo también encontrarán en la senda de la aventura personas nobles, aunque no les crean. Uno verá cómo desde el poder se pueden hacer bien las cosas y cómo es fácil caer en la corrupción y la cantidad de máscaras que hay que arrebatar. Y el otro se dará cuenta de la importancia de crear unas leyes más justas y lo difícil que es gobernar bien.

Por otra parte, Keighley (en algunas fuentes también se señala, que aunque no acreditado, también estuvo detrás de la cámara William Dieterle) rueda una película divertida, amena y con mucho ritmo. Siempre está pasando algo. Sus personajes secundarios enriquecen la propuesta. En una historia de este tipo tiene que haber un malvado y un héroe. El malvado es un elegante y caracterizado Claude Rains, noble de la Corte que quiere aprovechar el cambio de rol entre los niños y la muerte del monarca para hacer con el “falso” príncipe lo que le viene en gana, además de planear deshacerse del príncipe. El héroe, como no, es un divertido Errol Flynn que se encariña de ese niño mendigo que se cree un rey. Primero le sigue la corriente y poco a poco no solo irá creyendo su historia, sino que se convertirá en su principal protector.

No falta el sentido del humor en todo el relato cinematográfico. La película se disfruta con una sonrisa, sobre todo sus minutos finales. No faltan durante el metraje lucha de espadas, persecuciones, malentendidos, injusticias y siempre sin un segundo posible para el aburrimiento. Hay una secuencia que resume la cantidad de emociones que contiene la película y que muestra lo bien que puede hacerse: y es la detención del príncipe vestido de mendigo por el capitán de palacio, con el cometido de eliminarle, en la posada.

El niño es separado de su protector, de su compañero de aventuras (Errol Flynn), al que también encierran. El capitán y sus secuaces llevan al príncipe a un lugar apartado del bosque para matarlo. Mientras, el héroe que lo protege, que ya se ha dado cuenta de que el niño no se inventa nada, trata de huir y de ir a socorrerlo. En ese intervalo hay persecuciones, lágrimas, emoción, pelea de espadas, caballos, miedo, risa, picaresca y un precioso reencuentro…

Como película de la Warner Brother no podía faltar ese cierto sentido de la justicia social que tuvieron varias de sus producciones en los años treinta y cuarenta. Ni tampoco la profesionalidad de todo aquel metido en el proyecto: más buenos actores secundarios como Henry Stephenson, Alan Hale o Barton MacLane. Un personaje con bastantes matices es el del rey Enrique VIII (Montagu Love), pues la historia ficticia parte de este rey de la casa Tudor y su hijo Eduardo VI. No faltan profesionales como el director de fotografía Sol Polito o el compositor que puso banda sonora a más de una película de Errol Flynn: Erich Wolfgang Korngold.

El director William Keighley no es de esos cineastas del cine clásico de los que se hable mucho, pero sin embargo tiene en su filmografía varios títulos a tener en cuenta, que apetece descubrir. No fue la última vez que trabajó con Errol Flynn, además de contar con una interesante serie de películas pre code.

El príncipe y el mendigo es de esas películas que se ven con gusto y que claramente te están contando un buen cuento no solo con buenos personajes, sino también con una ambientación adecuada de los dos mundos que habitan el príncipe y el mendigo. No puede verse de mejor manera que en esa primera secuencia que escenifica el nacimiento de los dos niños en dos hogares totalmente distintos. Además tiene el aliciente de ver cómo un personaje secundario como Miles Hendon, con el carisma de Errol Flynn, puede ser la puerta de entrada a un largometraje con diversas virtudes.

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16 comentarios en “El príncipe y el mendigo (The Prince and the Pauper, 1937) de William Keighley

  1. Una vez más Hildy me sorprendes y alucinas con tu extenso conocimiento de todos los múltiples y variados aspectos que encierra una película. Cada vez que te leo desearia entrar inmediatamente en una oscura sala de cine y disfrutar y comprender, gracias a ti, todos los matices y aspectos de la película elegida.
    Está de hoy, tan brillantemente analizada por ti, tengo que verla como sea.

  2. Hola Hildy
    Pocos escritores tan cinematográficos como Mark Twain (¡Oscar honorifico YA!) y no sólo por los primos lejanos de Tom y Eddy; los inolvidables Tom y Huckly.
    Yo, y seguro que no soy el único, prefiero que los efectos especiales sean el guión, las interpretaciones y las sorpresas. Pero hoy son el ruido y el trampantojo. Mucha distancia entre el cine de aventuras y el cine espectáculo, aunque no tanta como entre Mark Twain y los copistas de argumentos de hoy.
    Bueno, me voy a ver «La Dama y el Vagabundo» ahh, no que es «El Principe y el Mendigo» que buena interpretación de Mickey Mouse. Un saludo, Manuel.

  3. Jajajaja, queridísima María Rosa, no veas lo que veo, leo y me informo para ir enterándome de todo esto que me vuelve loca. Te digo una cosa, esta es una de esas películas que hay disfrutar solo por el placer de verlas y pasarlo bien con una historia. El placer de mirar, el placer del cine. Uno se lo pasa bien con esta versión cinematográfica de El príncipe y el mendigo.

    Beso
    Hildy

  4. Queridísimo Manuel, las historias de Mark Twain ahí están siempre para disfrutarlas, ¿verdad?
    En esta película del 37, no hay ni un solo efecto especial digital… ¡y es tan divertida y entretenida! Tiene tantos personajes, pasan tantas cosas, cuenta tanto de la vida también, como los buenos cuentos… En fin.
    Yo, te confieso, hace mucho que no leo a Twain, pero recuerdo con gran cariño un pequeño libro de este autor que me divierte profundamente: Los diarios de Adán y Eva.
    Ayyyy, sí, hay un mediometraje de Mickey Mouse sobre El príncipe y el mendigo. Qué buen actor es, jajajaja. Yo nunca he dejado de ver animación, me gusta mucho.

    Beso
    Hildy

  5. No conozco esta versión, ni he leido el libro. Guardo muy buenos recuerdos de la version de richard fleischer, más cruda y fangosa de lo que comentas de esta. De William Keighley guardo tambien buen recuerdo de El hombre que vino a cenar, por si la puedes ver por ahí . Saludos

  6. Hola Hildy!
    Hace relativamente poco que la volví a ver y disfrute de lo lindo. Cada vez es mas grande la distancia que separa aquella forma de hacer películas del cine como hoy lo entendemos. Como bien apuntas se ve con gusto.
    Estupenda reseña.
    Besos;)

  7. La de Richard Fleischer tengo que verla. Yo pienso que la vi de pequeña. Me apetece por Oliver Reed, pero también el niño que hace los dos roles es un actor infantil con películas que no se olvidan como A las nueve cada noche o Oliver. Pues, querido Ricardo, William Keighley tiene títulos para no dejar escapar. Juraría que «El hombre que vino a cenar» la he visto alguna vez, pero al repasar su filmo no me importaría ver «Cerca de mi corazón» de 1951 sobre el tema de la adopción.
    La verdad, me han entrado ganas de leer a Mark Twain. Tanto las leídas alguna vez como las que nunca han caído en mis manos.
    Beso
    Hildy

  8. Sííí, querido Fran, es una película para disfrutarla a tope y no aburrirse ni un poco. Es una gozada ver una película tan solo por placer, con ritmo y sentido del espectáculo. Y, mientras, en el viaje cinéfilo has conocido otros lugares y gentes.
    Beso
    Hilsy

  9. Querida Hildy
    Hace tantos años que vi esta versión que apenas la recuerdo, pero sí que me resultó entetenida sin más, que no es poco, aunque yo no la eligiría para mi Panteón personal. Tampoco es una mala película.
    La maravillosa literatura Mark Twain ha dado mucho juego al cine, sin duda. Ni qué decir tiene que es uno de los grandes de la literatura universal. ¿Te imaginas una versión cinematográfica de «Diario de Adán y Eva»? Bueno, hoy mejor que no, dada la falta de imaginación creativa que nos invade.
    La novelita (o relato corto) es sensacional, muy recomendable y divertida. Y hasta tuve la oportunidad (allá por el 2003, creo) de ver la obra de teatro, ¡por dos veces!, en mi ciudad natal, Madrid, que protagonizó el actor argentino Miguel Ángel Solá y su esposa Blanca Oteyza. También de Mark Twain una recomendación si me la aceptas: «Reflexiones contra la religión»
    Un basazo.

  10. Por supuesto te acepto la recomendación del libro de Mark Twain, querido nuncaelolvido. Qué interesante. Mil gracias.
    Yo disfruté El príncipe y el mendigo como si me estuviesen contando un buen cuento. Me lo pasé muy bien y eso lo agradezco. Jajaja, a veces solo pido eso a una película.
    Además puede disfrutar de un bonito personaje secundario por parte de Errol Flynn.
    Beso enorme
    Hildy

  11. La he visto hace bastante tiempo, pero la recuerdo con agrado, como una película muy entretenida y divertida, con emoción y acción a raudales. Claro está Flynn, pero también me encanta Claude Rains, ya haga de bueno o de malvado. Un pedazo de actor.
    Excelente post, Hildy, como siempre.
    Abrazos.

  12. Eso es, querido Ethan, una película que se recuerda con agrado, entretenida, divertida y con mucha acción. Sí, a mí también me fascina la filmografía de Claude Rains y la cantidad de maravillosos personajes que ha llevado a cabo. Totalmente de acuerdo, pedazo de actor.

    Beso enorme
    Hildy

  13. Una gozada, mi querida Hildy, la película y la narración original. Qué demonios, todo Mark Twain es estupendo… Prefiero, sin embargo, la versión de Fleischer, un pelín más oscura, y más allá de la anécdota del doble que origina la historia. Al final, como en Twain, la semejanza va acompañada de una moraleja ciertamente obvia, aunque eficaz, y de una advertencia con retranca que es donde está el meollo del asunto. Creo que en ese sentido Fleischer es más agudo, repartazo aparte.

    Besos

  14. Mi querido Alfredo, tengo que volver a la de Fleischer. No recuerdo nada. Yo creo que la vi de niña. Sí, exacto una gozada disfrutar de esta película y, por supuesto, de Twain. A ver si veo pronto la de Fleischer.

    Beso
    Hildy

  15. Querida Hildy, yo leí la novela de Mark Twain en mi adolescencia y meentretuve y me emocioné como casi ningún otro libro.
    Por eso cuando ví la versión de Fleischer la encontré bastante mediocre a pesar de un elenco de estrellas como Oliver Reed,Raquel Welch,Rex Harrison,Ernest Bornigne y varios más.Me gustaría ver la versión con Erroll Flynnque cuadra más con mi imagen ental de Miles Hendon.
    También me produce curiosidad una versión fílmica de «Un yanqui en la corte del rey Arturo» que sé que existe pero no tengo ningún dato.
    Ypara los interesados en Twain recomiendo un cuento excelente,»El caso ejemplar de Edward y George» una obra aestra de ironía y sarcasmo,váiido incluso en nuestra época.
    Besos,IVÁN

  16. Querido Iván, me apunto el cuento de Twain que compartes. Mil gracias.
    Hay dos versiones de Un yanqui en la corte del rey Arturo, una en los años 30 y a otra finales de los 40 con Bing Crosby, que yo creo que es la que he visto alguna vez y en forma de musical, pero apenas recuerdo.
    Con El príncipe y el mendigo me lo pasé de miedo con Errol Flynn y me ha entrado curiosidad por ver la de Fleischer.
    Beso
    Hildy

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