Un último deseo. Buscando a Greta (Greta talks, 1984) de Sidney Lumet

Greta Garbo, muriéndose mejor que nadie en La dama de las camelias, hace llorar a Estelle a moco tendido.

Buscando a Greta es una de esas películas olvidadas en la abundante filmografía de Sidney Lumet. Es uno de esos largometrajes que, aun siendo imperfecto, le rodea un halo especial. No puedes evitar durante su visionado la sonrisa y la melancolía. Ya desde los títulos de crédito nos envuelve el tono tragicómico de la historia, la sensibilidad de la narración y el elaborado homenaje alrededor de Greta Garbo. Con una cuidada animación, se nos va narrando la vida de una mujer, mientras va imitando poses de fotografías de la gran diva, desde que es una adolescente hasta que alcanza la madurez.

Después, la primera secuencia que vemos es a la «aparente» protagonista de la historia, Estelle Rolfe (Anne Bancroft), en la cama, emocionada y llorando sin parar, viendo en la televisión la premonitoria última escena de La dama de las camelias (Camille. Margherita Gauthier, 1936) de George Cukor. Y aunque toda la película gira alrededor de Estelle, pronto pasa el relevo del protagonismo a su hijo Gilbert Rolfe (Ron Silver), que se llama así en homenaje a John Gilbert, pareja cinematográfica de la diva en cuatro ocasiones.

Este paso de relevo es porque la película se construye a través de un acto de amor: el esfuerzo de un hijo por conseguir el último deseo de su madre. A Estelle la diagnostican un tumor cerebral y que apenas le quedan unos meses de vida. Ella lo acepta, porque es lo que toca, pero no con alegría, pues es una mujer vital. Le hace entonces una petición a su hijo: quiere conocer a su ídolo, a la actriz que siempre la ha emocionado, a Greta Garbo.

Garbo se retiró del cine en el año 1941 con tan solo 36 años. Hizo verdad una frase de su personaje, la bailarina Grusinskaya, en Gran Hotel (Grand Hotel, 1932) de Edmund Goulding. En un momento, esta dice unas palabras que quedaron unidas a la actriz: «Quiero estar sola». Una vez se retiró, su leyenda no solo creció, sino que siguió alimentando su imagen de mujer inaccesible. Nada quería saber de Hollywood ni de la vida pública. Ni fotografías ni entrevistas. Solo ser una sombra. No era fácil acceder a la diva, de ahí la dificultad de Gilbert para cumplir el deseo de su madre.

Relación madre e hijo

Pero Buscando a Greta también cuenta una historia de amor entre una madre y un hijo. Y muestra un despertar. Desde el principio, intuimos la disparidad de caracteres entre uno y otro, pero también el tremendo amor y el respeto que se profesan.

Ella, una mujer madura, reivindicativa, que siempre dice que no hay que tener vergüenza de nada…, si se va detrás de un mundo mejor y más justo. No para de luchar en su día a día, puro nervio. Nunca se cansa de protestar, y, precisamente por eso, termina muchos días entre rejas.

Quien la rescata siempre de la cárcel es su hijo, todo lo opuesto a su madre. Un hombre tímido y trabajador, silencioso, conformista e infeliz. Gilbert es ante todo buena persona, pero deja pasar la vida dentro de un matrimonio que no le llena y un trabajo donde no se le valora, e incluso se le humilla. Su mujer sueña con una vida artificial en Los Ángeles; en la oficina le han cambiado sin motivo a un pequeño despacho sin ventanas.

Cuando la vida de ambos da un giro por la enfermedad de la madre, la primera apura sus últimos momentos desde la cama de un hospital, haciendo lo de siempre, tratando de disfrutar lo que le queda de vida (y si puede hacer que las enfermeras reivindiquen unas condiciones de trabajo dignas, no pierde la oportunidad). Y el segundo encuentra un motivo para levantarse por las mañanas: buscar por todo Nueva York a la Garbo y poder hablar con ella para pedirle que visite a su madre en el hospital.

El intentar hacer realidad el último sueño de Estelle despierta a Gilbert. Merece la pena luchar por lo que se quiere alcanzar. No tener vergüenza ante nada, como le ha dicho siempre su madre. Merece la pena cumplir sueños, alcanzar una estrella.

Personajes pintorescos

Buscando a Greta tiene una estructura sencilla. Un prólogo donde presenta a sus personajes principales; un desarrollo, donde se produce la búsqueda del hijo; y un desenlace, donde se produce el encuentro entre madre y diva. Al final, unos minutos de colofón: el despertar total del hijo una vez se rompe totalmente el cordón umbilical con la madre, pero no así su recuerdo y legado de vida.

Estelle tiene una presentación reveladora como personaje durante los primeros minutos de la película: la conocemos totalmente, no solo su amor fiel a Greta Garbo, sino su reivindicación constante ante las injusticias de la vida así como el amor fiel hacia su hijo, sin sentimentalismo. Ella siempre ha estado ahí, a su lado.

Hay un personaje fundamental (y precioso) para la construcción de Estelle: el padre de Gilbert, su exmarido. Walter Rolfe (Steven Hill) ha reconstruido su vida al lado de otra mujer, pero cuando su hijo le pregunta qué le enamoró de Estelle, este recuerda con cariño su manera de bailar, con todo el cuerpo, y lo bien que se lo pasaban juntos. Pero un torbellino de mujer es demasiado para un hombre tranquilo y que desea una vida en calma…

Durante la búsqueda y el despertar de Gilbert se topa con una galería de personajes pintorescos: un fotógrafo frustrado, una agente artística rodeada de gatos, una compañera de oficina que quiere ser actriz, un estúpido jefe, un solitario y maduro homosexual, una vieja estrella de cine… Todos presentes en algún instante de un periplo con un único objetivo. Esos personajes pintorescos dan un tono extraño a la película, un humor reposado, melancólico y absurdo, con el que es posible que más de un espectador no conecte. Todo transcurre bajo la mirada y la sonrisa serena de un Gilbert que ve pasar la vida, nunca mejor dicho, como en una película. El secreto es que de estar en silencio en la sala de butacas, Gilbert decide levantarse y convertirse en espectador activo y participativo.

Madre e hijo, más unidos que nunca por Greta.

Un homenaje a Greta Garbo

Greta Garbo, la actriz que vino del frío con el director que la descubrió para el cine: Mauritz Stiller, murió en el año 1991 en Nueva York. Es bonito fantasear si vio alguna vez esta película de los ochenta, que pese a su fracaso en taquilla, denota un amor total hacia la diva. Estelle colecciona fotos de la actriz, y no solo eso sino que cuando acude a la habitación del hospital se lleva un retrato de la artista en un bonito marco. De hecho, en las secuencias de presentación de Estelle se la ve en un anticuario comprando una fotografía de Garbo en la película de Mata Hari (Mata Hari, 1931) de George Fitzmaurice, y manteniendo una discusión con el vendedor que le rebate la procedencia del fotograma.

O también en un momento dado, Estelle, rememorando el famoso reclamo de Anne Christie (Clarence Brown, 1930) de Clarence Brown, «¡Garbo habla!», demuestra cómo se sabe de memoria cada uno de los diálogos de las películas de su adorada actriz. Anne Christie supuso la entrada de Garbo en el cine sonoro. Es más, el título original de esta olvidada película de Lumet es precisamente este reclamo («Garbo talks»). Por otro lado, Gilbert acude a un ciclo de cine en su búsqueda de la actriz por Nueva York y en una sala, junto a un montón de espectadores, sucumbe a la risa en la maravillosa Ninotchka (Ninotchka, 1939) de Ernst Lubitsch. La búsqueda de la diva la inicia visitando varias librerías y acudiendo a la sección de libros de cine donde hace acopio de todo lo publicado sobre la dama, todo lo que le pueda facilitar una pista.

Lo hermoso de Buscando a Greta es que se produce el encuentro, pero nunca veremos el rostro de la estrella de cine. Solo su silueta fantasma, su gorro y sus gafas de sol. Todo el encuentro lo vivimos a través de dos monólogos hermosísimos de Anne Bancroft, que se luce como actriz, porque ella es sin duda uno de los atractivos de este largometraje. Uno hablando sin parar con Greta y otro narrando a su hijo el evento íntimo, así como sus afinidades con la mujer que siempre ha admirado. A modo de anécdota para esa Garbo etérea, una sombra, se prestó una figura importante del Hollywood clásico y en concreto del cine musical: Betty Comden.

Al final, Gilbert se la vuelve a encontrar en el parque. Mientras el protagonista está reconstruyendo su nueva vida (de futuro incierto, pero con mucho más afán de aventura, sin vergüenza alguna), Greta continúa siendo una silueta solitaria, que disfruta de las flores de un árbol. Es una estrella inalcanzable que protagoniza e incluso hace realidad los sueños de sus espectadores.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

12 comentarios en “Un último deseo. Buscando a Greta (Greta talks, 1984) de Sidney Lumet

  1. Hola Hildy
    De entrada me he quedado colgado de esa simbiosis ¿involuntaria? que lleva el titulo (Greta Talks, 1984). Por un lado sabemos, hoy, que Greta tuvo problemas en su paso al sonoro pues tenía -o eso dicen- un marcado acento sueco. Los publicistas supieron hacer de la debilidad virtud e hicieron de ello su «marca personal»; cosa que enlaza con el Orwelliano concepto «1984». Los publicistas eran tan modernos que repitieron el «truco» con Greta ríe para Ninotchka. A una actriz «jovial» no le ponen ese eslogan.
    Viendo el desarrollo argumental parece que el hijo era digno descendiente de papá… hasta que le faltó mamá. Siempre añoramos lo que no tenemos: ¡Greta ilumina otravez la pantalla! (y no hace falta ni que rías ni que hables)
    Un saludo, Manuel.

  2. Mi querida Hildy,
    no tenía ni la más remota idea de la existencia de esta película, así que he enpezado a leer tu reseña en diagonal y me la he puesto antes de volver a ella con más tranquilidad. Aunque es una película demasiado azucarada y con un guion en su parte central un poco deslavazado, con personajes y conversaciones regularmente definidos, como el de Carrie Fisher, la verdad es que si uno se deja llevar es difícil que no se le menee la patata al final.
    Por otra parte, siempre que veo a Anne Bancroft (casualidad, ayer mismo reviviendo El hombre elefante) pienso la gran lástima que es que su carrera coincida justo con la época menos lucida de la historia del cine. Qué mujer. Solo la escena del bailecito silencioso y el largo plano final en el que la Garbo desaparece de cuadro, valen ver la peli a pesar de su ñoñería y de esa fotografía borrosa , como con gasa, de finales de los 70 y principios de los 80 que espero que alguien alguna vez me explique a qué se debe.
    Un besazo, como siempre, muy agradecido.

  3. Greta habla, Greta ríe, qué curioso que con dos fórmulas promocionales se puede contar la carrera de la Garbo y sus peculiaridades como estrella de cine, ¿verdad?
    Querido Manuel, sí, no hay duda el hijo tiene una personalidad de hombre tranquilo como la del padre y los dos se sienten atraídos por mujeres torbellinos.

    Beso a lo diva
    Hildy

  4. Creo que lo has contado muy bien, no es una película perfecta ni está entre lo mejor de Lumet, pero tiene un encanto especial, que es su acierto en la forma de captar eso que puede llamarse memoria sentimental cinematográfica. En resumen, cómo el cine, partiendo de una invención técnica y edificado sobre la base de la industria americana, llegó a ser el arte más importante del siglo XX por algo diametralmente opuesto como es la percepción del espectador y la emoción, el recuerdo, el sentimiento, la nostalgia. Porque, como decía Alexander Mackendrick, el cine no es algo que ocurre en la pantalla, sino algo que sucede en el cerebro. Y cabría añadir, en el corazón. Eso sí, sensibilidad, sí, pero sin sensiblería.

    Besos

  5. Fíjate, querido Manuel, que yo no diría azucarado, sino más bien lo que has expresado muy bien con una palabra: la parte de la búsqueda llena de esos personajes pintorescos avanza deslavazada, aunque con momentos lúcidos (de nuevo, esa visita del padre al hospital).
    Es como si todos nos metiéramos en esa mente alucinada del hijo, que de dejar la vida pasar está participando un poco, pero todo lo ve con ojos de marciano, de alguien que no comprende el mundo pero vive en él.
    Sí, una de las bazas maravillosas de esta película y que hace que la película llegue a la patata es sin duda Anne Bancroft como Estelle.
    … Ese baile.
    … Esos monólogos finales.
    Ay, querido Manuel, yo la vi con una sonrisa todo el rato.
    Me pareció además que era un precioso retrato sobre la Garbo y la relación que se establece entre los espectadores y las «estrellas de cine».

    Beso con bailecito
    Hildy

  6. Mi querido Alfredo, sí, efectivamente para mí la película tiene también un encanto especial por lo que comentas tan bien en el comentario.
    Y añado lo mismo que tú a la frase de Alexander Mackendrick.
    ¡¡¡Lo que sucede en el corazón cuando ves una película también es importante!!!
    Yo empecé con los créditos y la película ya me atrapó, a pesar de su imperfección.

    Beso
    Hildy

  7. Una película que no vi en su momento, ni había oído hablar de ella…pero ahora que la he visto me ha prendado y emocionado…y todo gracias a tu maravilloso blog de cine, siempre lleno de sorpresas.
    Muchas gracias por estos felices encuentros.

  8. Querida María Rosa, ya sabes lo que me gusta contar aquello que me ha llegado de alguna manera o lo que he disfrutado.
    Me hace feliz.
    Por otra parte, para mí «Buscando a Greta» es otra película que forma parte de una colección que a mí me apasiona (ya lo sabéis): toda la filmografía que trata el tema de el cine dentro del cine.

    Beso
    Hildy

  9. Hola Hildy!
    Desconocía el titulo, me has despertado la curiosidad. Me he quedado un rato contemplando esa foto de Garbo, hay bellezas imperecederas y luego esta ella. Poco mas que decir…
    Besos;)

  10. ¡Eso es la película de Lumet, querido Fran, curiosa! Te deja con una sonrisa en la boca, aunque no sea perfecta. Y es un homenaje total a la Garbo. Sí, poseía una magia especial.
    ¡Qué Dama de las camelias más especial!
    Beso
    Hildy

  11. ¡Querida Hildy, que pinta de joya perdida que tiene esta película! He hecho, como dice Manuel, una lectura en diagonal de tu texto para volver a él cuando logre dar con esta película. Lumet me interesa muchísimo (y no, aún no he visto su última película que llevás años recomendándome estoy atrasada con mis deberes jaja).-
    Me llama mucho, por lo que he leído de tu bello texto, esta relación madre-hijo unidos por un proyecto que al principio no parece tener ni pies ni cabeza (¿conocer a la evasiva Garbo? Ni soñarlo) y ese amor sin límites por el cine. Y también el recuerdo de aquellos años en los que todavía podías soñar con tropezar en la calle (si estabas en la ciudad correcta, claro) con Garbo o Astaire o Gene Kelly o Cary Grant o tantos otros que aún deambulaban entre nosotros.-
    Te mando un abrazo y volveré a reportarme tras el visionado de esta película, Bet.-

  12. Sí, a mí Lumet es un director que me gusta mucho, y con una carrera de lo más variada. Esta es una de sus olvidadas, pero para mí tiene un encanto muy especial.
    La relación madre-hijo está tan solo perfilada, pero con unos matices que nos dicen muchísimo, de tal manera que podemos construir toda una historia. La parte central de la peli es sobre la búsqueda de Garbo por parte del hijo, teniendo muy presente esa promesa que le ha hecho a su madre.
    Sí, qué años los ochenta donde podías efectivamente tropezarte con tantas viejas glorias del Hollywood clásico.
    ¡¡¡Espero que la disfrutes y me reportes en cuanto la veas!!!

    Beso
    Hildy

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