Sesiones dobles para tardes de verano (6). El tiempo: Tiempo (Old, 2021) de M. Night Shyamalan / La verdad (La vérité, 2019) de Hirokazu Koreeda

Una de las posibilidades que más me gusta en el cine es la representación del tiempo y sus múltiples variantes. Y cómo este puede convertirse en argumento central para construir una historia. En diversos largometrajes, el tiempo tiene reglas diferentes a las que conocemos y estamos acostumbrados, y eso permite no solo giros inesperados, sino la magia de otras existencias posibles. Esta vez, en esta sesión doble, vamos a dos obras cinematográficas muy recientes (una en sala de cine todavía) donde dos directores a los que siempre suelo seguir juegan con el concepto de tiempo. Ellos son M. Night Shyamalan y Hirokazu Koreeda.

Shyamalan se va al relato cinematográfico fantástico. ¿Qué pasaría si toda una vida se condesara tan solo en unas horas? Y Hirokazu Koreeda realiza una maravillosa reflexión del cine dentro del cine y juega como quiere con el tiempo, la realidad, la ficción, la memoria y la verdad.

El tiempo en el cine da para todo un ensayo cinematográfico apasionante. Hay géneros que suelen flirtear más con el concepto, sobre todo la ciencia ficción y el fantástico. Pero tampoco es fácil para un cineasta manejar el tiempo real: el paso de los minutos, las estaciones o las distintas etapas de una vida. Captar el instante…

Tiempo (Old, 2021) de M. Night Shyamalan

Tiempo…, toda una vida familiar en unas horas.

M. Night Shyamalan es un contador de historias. Se le nota que disfruta con la narración cinematográfica. En sus imágenes se cruzan cuentos de hadas, cómics de superhéroes, historias de fantasmas o leyendas lejanas. Le gusta el cine de género: el terror y el fantástico. Maneja la intriga y el suspense. Después, esos finales que para muchos son su gran hándicap y para otros ese momento en que todo toma sentido.

El realizador sabe jugar con la atmósfera y sus personajes siempre están atrapados en universos especiales. Esta vez en Tiempo parece, en una primera impresión, que la protagonista de la película es una familia en crisis por la posible separación de los padres. No obstante, han encontrado por internet un lugar paradisiaco y ven la posibilidad de vivir un breve paréntesis antes de tomar decisiones que cambiarán el rumbo de sus vidas. Es tiempo de vacaciones. Además, la madre acaba de recibir una noticia preocupante respecto su salud.

Sin embargo, la gran protagonista de la función es una cala donde van a parar esta familia con otras personas del hotel. Lo que es un día de relax en un sitio precioso se va transformando en una auténtica pesadilla… El increíble paisaje, el mar, la arena, las formaciones rocosas, los corales se convierten en una enorme cárcel.

Desde el primer fotograma, sientes una cierta incomodidad. No aciertas a saber qué es lo que ocurre. Todo conduce a sentir la inestabilidad y fragilidad familiar. Pero uno se da cuenta de que lo “anormal” no tiene nada que ver con lo emocional (que también contribuye), sino que los derroteros van por otro lado. Hay algo en ese hotel perfecto que causa repulsa, que chirría, pero no se sabe el porqué.

¿Y qué es lo que pasa en esta cala, en esa especie de paraíso? Pues que poco a poco se van dando cuenta de que el tiempo se acelera sin control, y que toda una vida se reduce tan solo a unas horas. Los niños crecen cada segundo, y, de pronto, ya son adolescentes. Los más mayores, en un principio no van notando tan rápido el paso del tiempo, hasta que van perdiendo facultades o desarrollando otras problemáticas.

Al final, en tan solo unas horas acontece, en un curso acelerado, muchas cosas que ocurren en toda una existencia, con el pánico añadido de no poder salir de la cala y de ver cómo no pueden detener el tiempo.

La premisa es brillante. Al igual que el desarrollo, con gotas de fantástico y terror, además de una lluvia de notas existenciales. Luego el desenlace inesperado ofrece una explicación a lo que está ocurriendo, que es el punto final al cuento narrado (su origen es un cómic). Disgustará a los que no necesiten explicación alguna y prefieran lo inexplicable; lo disfrutarán, aquellos que busquen una lógica al relato. La historia está bien contada.

Shyamalan suele jugar con el tiempo en sus relatos cinematográficos: no hay más que echar un vistazo a El sexto sentido, El bosque o a La joven del agua. Con esta cala deja al descubierto otro de esos “lugares físicos” donde el tiempo juega de otra manera como en Horizontes perdidos (Lost Horizon, 1937) de Frank Capra o Brigadoon (Brigadoon, 1954) de Vincente Minnelli.

Me recreo ante un cineasta que también es un buen cuentacuentos. Lo disfruto.

La verdad (La vérité, 2019) de Hirokazu Koreeda

Un puzle familiar en La verdad donde se juega con el tiempo, la realidad y la ficción.

Otro buen contador de historias es Hirokazu Koreeda, además de ser también un realizador especial, con un sello concreto en la delicadeza de sus imágenes y en el tratamiento de los temas que va desarrollando. Hay dos elementos que se repiten a lo largo de muchas películas de su filmografía (aunque también de vez en cuando pega giros sorprendentes como Air Doll): las relaciones familiares y el mundo de la infancia.

Koreeda sale de su Japón natal y filma a dos divas del cine francés: Catherine Deneuve y Juliet Binoche. Hacen de madre e hija. No falta una niña, que es nieta e hija (Clémentine Grenier) de los personajes de Deneuve y Binoche. Y dentro de este universo femenino -siempre muy presente en su filmografía- narra un cuento delicado con notas realistas con una bruja, una princesa herida, un hada madrina ausente y un hombre convertido en tortuga. También hay un Peter Pan y un cocinero real. ¿O nos está contando otra cosa?

Hirokazu Koreeda sabe emplear el tiempo en sus películas (ese paso de la vida y de las estaciones), así como la importancia de la memoria, el pasado y la dificultad de un concepto: cuál es la verdad de una historia. La verdad es una bella película sobre cine dentro del cine que cuenta el reencuentro de una madre, que es una diva del cine francés, con su hija, una guionista afincada en Hollywood. Y en ese encuentro surge todo lo que las une y las separa. Todo a raíz de unas memorias que ha escrito la madre. También se refleja lo que significa el cine para ambas. La realidad y la ficción se dan la mano, y permiten avanzar en la vida.

Cada uno se la toma de una manera. Cada uno interpreta un acontecimiento desde su mirada. Cada uno siente de manera diferente. ¿Qué es la verdad? Madre e hija caminan como funambulistas entre la realidad y la ficción para seguir siempre hacia adelante, incluso a pesar de las ausencias y las carencias. La niña va aprendiendo el poder de la fábula para la existencia de cada uno. Lo importante de creer en brujas y en seres humanos convertidos en animales o cómo se puede embellecer la verdad de una realidad que hiere. En ese sendero que recorren las tres les acompañan los hombres, también frágiles, que las aman: un actor fracasado, totalmente consciente de sus límites (maravilloso Ethan Hawke); un amante cocinero (Christian Crahay), que está siempre en segundo plano; y un fiel y dulce asistente (Alain Libolt), que se cansa de ser invisible.

La madre, esa diva que ya ve que la vida y la memoria se le escapa de las manos, está realizando una película de ciencia ficción que precisamente juega con el tiempo. Sobre una madre y una hija. La primera tiene que ir al espacio para frenar una enfermedad y nunca envejece, pero nunca deja de visitar a su hija. Esta última sí va notando el paso de los años en cada encuentro con su madre. Por supuesto, esa película y la dinámica con las otras actrices cuenta muchas cosas y ayuda a interpretar la realidad que están viviendo.

Hirokazu Koreeda crea un puzle apasionante porque La verdad es de esas películas que piden más de un visionado, precisamente por el delicado juego que realiza con el tiempo y la memoria. Este realizador tiene la maravillosa facultad de contar cosas tremendamente complejas de manera muy sencilla.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

6 comentarios en “Sesiones dobles para tardes de verano (6). El tiempo: Tiempo (Old, 2021) de M. Night Shyamalan / La verdad (La vérité, 2019) de Hirokazu Koreeda

  1. Hola Hildy
    El tiempo es muuuy importante en el cine (de hecho el cine es una especie de «tiempo muerto» en si mismo, se apagan las luces, tú tiempo deja de correr y empieza a «contar» el tiempo de la película).
    Sobre Shyamalan no voy a discutir que sabe contar la historia pero, me parece, a veces tiene más interés en el «cómo» contarla que en el «qué» cuenta. Curiosa traducción de «Old» porotraparte.
    Y «La verdad» destacaría de la otra que una persona que, a todas luces, parecía estar venciendo al tiempo es capaz de reírse un poco de si misma; esa Deneuve «eternamente» bella y esa leyenda de que estaba interiormente recorrida por kilómetros de cable de oro.
    En el tandem cine/tiempo creo que mi medida patrón sería ¡Olvidate de mi!(Eternal Sunshine of the Spotless Mind, 2004) Winslet como siempre, Carrey como nunca y Gondry como Shyamalan o lo amas o lo odias.
    Un saludo, Manuel.

  2. Querido Manuel, ¡¡¡qué importante es el tiempo en el cine!!!! Me encanta tu reflexión del principio sobre la sala de cine: «se apagan las luces, tu tiempo deja de correr y empieza a «contar» el tiempo de la película».
    Sí, también soy fan de «¡Olvídate de mi!», cómo juega con los conceptos de tiempo y memoria.
    Yo amo en este tándem 12 monos…
    Y expresas algo muy interesante: ciertos directores con una estética o forma de contar muy definida, que consiguen que se les ame para siempre o un odio eterno. Directores como Wes Anderson, Tim Burton, Shyamalan o Michel Gondry…
    Los cuatro que he nombrado a mí me pueden hacer ir a la sala de cine. Gondry tiene una película que me chifla (Rebobine, por favor)

    Beso
    Hildy

  3. Que tal Hildy!
    He leído criticas dispares sobre la película de Shyamalan, sin haberla visto tengo la sensación de que le han dado algunos palos injustificados. Leo con atención e interés tu reseña que no hace otra cosa que aumentar mis ganas de verla.
    Por Ethan Hawke tengo especial debilidad, es un actor que me gusta y sus papeles los suele bordar, tomo nota de esta pelicula.
    Besos y feliz semana!

  4. Frannnnn, qué alegría leerte. Pues Shyamalan sabe contar historias. Yo con «Tiempo» me lo he pasado muy bien (final incluido, jajaja).
    A Ethan Hawke le descubrí por primera vez en un cine de verano, en tiempos lejanos, con El club de los poetas muertos. Y desde ese momento le he seguido. A mí también me gusta, además tiene una filmografía con títulos muy interesantes.
    Beso
    Hildy

  5. Mi querida Hildy, ya de vuelta, y comprobando que no paras, y que te ha dado lo mismo por el bélico con sustancia que por el intimismo japonés de época, entre otras cosas. A mí, en cambio, con los excesos de pantallas y teletrabajos de estos últimos tiempos, me ha dado por dejar de lado pantallas y teclas de manera severa. Vamos, que no he tocado ni el botón…

    Shyamalan sabe contar, no hay duda. Su problema, tal vez, está en que necesita que alguien con criterio le escriba los guiones a partir del tratamiento que le interese(como a tantos directores ahora, por cierto, que quieren ser «autores» pero cuya manera de escribir o de enfocar los asuntos no les da para tanto, en la línea de Ridley Scott; de estos hay muchos ahora, desde Nolan a Shyamalan, pasando por Cameron, Villeneuve y similares). En cuanto a Koreeda, ya sé que está de moda, también me parece que sabe contar, pero a mí me deja particularmente frío e indiferente, no me apasiona. Con todo, probablemente «La verdad» es la película suya que menos me gusta, que menos me interesa. Me parece banal y poco sustanciosa, más aparatosa que real. Un poco en la línea de los directores asiáticos que trasladan, o lo intentan, su forma de contar historias «locales» cuando encaran proyectos en Occidente. Lo digo por casos como Farhadi, cuyas películas iraníes son mucho más importantes que la traslación foránea de su fórmula.

    En cuanto a la relación de cine y tiempo, es crucial. Bueno, es que no se puede entender uno sin otro. Pero en el tratamiento de esta cuestión yo no me quedaría en superficialidades más o menos efectistas acerca de la descomposición o desordenación narrativa, sino a la esencia del asunto tal como la trató el más grande en este campo, Tarkovski, o a la magnífica plasmación del juego de tiempos y miradas que implica «El año pasado en Marienbad» de Resnais. En esta cuestión, fuera de estos ejemplos y de otros más o menos contemporáneos, los demás me parecen simples becarios.

    Besos de vuelta

  6. Pero mi querido Alfredo, ¡ya has regresadoooo! Jo, yo no te he abandonado,pero es que tu sección de fotos, que por los títulos y textos sé que es alucinante, ¡no logro verla! Y soy tan pava para estas cosas. He pensado que quizá sea por el navegador.
    Yo a Shyamalan le tengo cariño, me divierto mucho viendo sus pelis. Y Koereeda lo que he ido viendo, ha ido conectando conmigo. Me gusta mucho cómo refleja a los niños.
    A mí «La verdad» me gustó bastante. Es más creo que pronto voy a volver a verla. Me resultó muy interesante para peli de cine dentro del cine y como película de relaciones familiares, con diversas capas.
    Cine y tiempo, una combinación clave como dices para entender la esencia de este arte. Tengo que volver a ver «El año pasado en Marienbad» y voy regresando poco a poco a Tarkovski.
    Un beso
    Hildy

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