Cuando escribí un breve artículo en el blog con motivo de la muerte de Doris Day (el 13 de mayo de 2019), varios lectores y amigos mencionastéis una película que aún no había visto, Quiéreme o déjame. Y se me quedó la copla. Ya sabéis que pienso que hay películas que nos llaman y llegan hasta nosotros por diferentes caminos. Esa fue la primera llamada que tuve con la película de Vidor.
Hace poco en una de mis vueltas por una librería, no pude resistir la tentación de comprarme una nueva edición de un libro de cine de François Truffaut, Las películas de mi vida (Cult Books, 2021). Curiosamente en esta recopilación de críticas de Truffaut se encontraba una sobre esta producción. Y en un momento del texto, el crítico y cineasta francés recuerda una frase de Jean Renoir para explicar su mirada sobre Quiéreme o déjame: “No hay realismo en el cine americano. Nada de realismo, sino algo que importa mucho más: una gran verdad” y entonces añade que en el musical sobre la cantante Ruth Etting se narra la historia de una pareja con “una crueldad desgarradora y tiene una sonoridad más trágica, más atroz. En definitiva, suena a más real y toca más el corazón”.
No hace mucho acudí a una tienda de DVD, que para todo amante del cine clásico es una gozada. Y cuando me puse a mirar películas, escogí a voleo una de sus múltiples torres hasta arriba de carcasas. Y, de repente, al retirar la primera película me topé con el dvd de Quiéreme o déjame. Y no perdí ni un segundo, cogí el dvd y me lo llevé. No podía ser de otra manera.
Ya la he visto dos veces, y sé que no será la última. Su análisis no es fácil. Efectivamente, hay una verdad que sobrecoge, y que se convierte en totalmente creíble gracias a cómo se construye y se refleja la relación que establecen Ruth Etting (Doris Day) y el gánster Martin Snyder (James Cagney). Pero además James Cagney consigue un milagro con su interpretación, pues nos sobrecogemos al empatizar con un hombre con todas las características para tacharlo sin ningún escrúpulo: chantajista, matón, violento, machista, maltratador, capaz de humillar al otro una y otra vez… Pero a la vez se dibujan otros aspectos del personaje que nos hacen entender cómo es (que no justificarlo) y también destaca la energía indestructible que tiene para lo bueno y para lo malo.
Vidor y sus guionistas (Daniel Fuchs y Isobel Lennart) toman como punto de inspiración una historia real, pero la convierten en un elegante melodrama musical en cinemascope con una trabajada psicología de sus personajes principales. De una historia real que coparía las páginas de la prensa sensacionalista, nace una película que trata de entender a sus personajes.
Cagney es un antagonista de oro para varios de los personajes que pululan a su alrededor. Por una parte, es el antagonista de Ruth Etting con la que construye una compleja relación que se alarga a lo largo de los años. Los intereses de ambos se van mezclando en una red tóxica que los convierte en una pareja que choca desde el primer momento que se encuentran. Primero, son matón y protegida; luego establecen una especie de extraña amistad; y, más tarde, él obliga y somete a Ruth para que se convierta en su esposa y ser su único y absorbente mánager; se separan de manera tormentosa y trágica para dar una vuelta de tuerca y llegar finalmente a un raro respeto mutuo.
También es el antagonista de Johnny Alderman (Cameron Mitchell), un pianista que también bebe los vientos por Ruth y que además se complementa maravillosamente con ella en el terreno profesional. Entre los tres conforman el triángulo amoroso que complica más la trama. El personaje de Cagney le tratará primero como un empleado hasta que va siendo consciente de que este no solo no le respeta en absoluto como persona, sino que también quiere a Ruth. Los dos tienen los mismos orígenes complicados en las calles de Chicago, pero ambos siguen caminos distintos.
Y, por último, su personaje establece otras dos relaciones que nos dibujan algo más su personalidad: con su guardaespaldas particular (Harry Bellaver), un amigo de la infancia, fiel y leal, que aguanta todas las humillaciones posibles a su lado, y que nunca le abandona. Y con un representante de Nueva York (Robert Keith) que consigue ganarse la amistad y la confianza del gánster y de la artista.
El logro de este gánster vulgar que encarna Cagney es que al lado de su brutalidad y falta de sensibilidad, se dibujan sus vulnerabilidades, remarcadas en esa cojera que arrastra el personaje. La forma que tiene de andar representa ese personaje oscilante, capaz de ser un tirano, y, a continuación, convertirse en un hombre que no quiere ser aplastado (“o dominas o te dominan”), que no soporta la burla, que arrastra varios complejos y que sobre todo no sabe ni amar ni retener a la mujer que realmente quiere, solo sabe hacerlo de una forma muy dañina.
Quiéreme o déjame dibuja también las sombras de la pareja de amantes. Ruth ve en Snyder la última oportunidad para triunfar, y accede a ir aceptando las distintas puertas que le va abriendo el gánster. Es más, incluso le sugiere cómo hacer para que ella vaya consiguiendo lo que realmente quiere: cantar en solitario. Lo que pasa que llegará un momento en que el juego se le vaya de las manos y se sienta atrapada, humillada y sometida a una relación que no quiere. Y el pianista, como le señala Ruth, se comporta al principio con ella como todos los hombres que la rodean, como Snyder: solo quieren aprovecharse de ella. Sin embargo, se enamora de la cantante y se da a entender que sí sabrá quererla bien, además de complementarse ambos profesionalmente.
Lo curioso de Quiéreme o déjame es que los guionistas y el director también terminan empatizando con Snyder hasta el punto de que le regalan un final feliz a un tipo con dudosas actividades y comportamientos nefastos. Es como si ganase la humanidad y vulnerabilidad oculta del personaje. Y James Cagney y su interpretación logran hacer creíble ese final. De pronto, Ruth Etting da un giro muy loco a su comportamiento en el momento clímax, justo cuando Snyder pierde totalmente los estribos, trata de terminar de manera drástica con su verdadero amor y termina con sus huesos en prisión. Del terror, el desencanto y el maltrato que vive pasa a convertirse en su salvadora.
Quizá es la única manera que se la ocurre de recuperar su libertad y hacer desaparecer el sentimiento de culpa que la acompaña, le devuelve el favor a Snyder (él la dio el empujón hacia la fama, ella hace que no se hunda como empresario), y finiquita así una relación tormentosa. De hecho ella misma está sorprendida de lo que va a hacer y le dice a su representante que ha cometido tantos errores en su relación con Snyder, que qué más da uno más. Puede ser un final incomprensible, pero ¿quién ha dicho que la vida no sea compleja y llena de comportamientos y actuaciones contradictorias?
Charles Vidor va encadenando con lógica cada una de las canciones originales de Ruth Etting (menos dos de ellas que se crearon exclusivamente para la película), versionadas para la voz de Doris Day, que tiene momentos bellísimos e inolvidables como cantante, mostrando su profesionalidad y versatilidad. Las letras de las canciones acompañan también el momento que están viviendo los personajes y reflejan sus sentimientos. Además van dibujando la historia de su ascenso como cantante, sobre todo por los escenarios donde van teniendo lugar cada una de sus actuaciones: en los tugurios de Chicago, en la radio, en escenarios importantes de Nueva York y de todo EEUU, en una película de Hollywood y en sus estudios de grabación…
Quiéreme o déjame no solo tiene buenas canciones, una historia que atrapa y momentos de buen cine, sino un personaje poderoso excepcionalmente construido por el actor que lo representa y que termina comiéndose todo el metraje. James Cagney, una vez más, se queda grabado en la memoria.
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Qué alegría verte otra vez por aquí! mi querida Hildy tras unos días de silencio.
Me ha dado tanta alegría que te contesto sin leerte aún…solo para transmitirte que te echaba mucho de menos
Querida Hildy, ahora me siento tentada a revisitar esta película que como bien decís resalta perfectamente las luces y las oscurísimas sombras de la relación en el centro de la historia (a simple recuerdo, tiendo a olvidar el personaje del pianista y es que Day y sobre todo Cagney ocupan casi todo el espacio).-
Qué época interesante esta en MGM ¿no? Bajo el reinado de Louis B. Mayer esta película no hubiera podido hacerse y sin embargo tiene ese inevitable aura de final feliz (que por otro lado, según leí superficialmente, no es contrario a la verdadera historia de Etting).-
Umm… creo que voy a volver esta película más temprano que tarde, justamente por estos días estuve pensando en hacer una pequeña maratón de musicales sombríos y si bien no diría que esta película pertenece a ese género, vamos, cualquier excusa es buena.-
Un beso enorme, Bet.-
Muchas gracias, Mariarosa, por tu fidelidad y por echarme de menos. Sé que esta película te gustaría mucho.
Beso
Hildy
Queridísima Bet, qué película más interesante y qué complejo y apasionante es su análisis. Es difícil encontrar el género: ¿musical melodramático?¿Melodrama con canciones? ¿Drama musical?
Volví a leer tu texto en un maratón interesantísimo que elaboraste en un tu blog. Y cómo lo disfruté.
La película además resalta ese prodigio de Cagney, que recrea un hombre nervio, explosivo, lleno de defectos…, pero hasta arriba de vulnerabilidades. Acostumbrado a construir gánsteres en pantalla, va dando pasos en cada uno de ellos. No hace dos gánsteres iguales…
Y es una película que cuida la psicología de los personajes y la complejidad de las relaciones humanas.
Beso
Hildy
Hola Hildy
Durante los setenta rara era la semana que no pasaban por la «tele» una película con Doris Day o Ginger Rogers; seguramente las dos actrices de la época mas «recatadas»… y, tal vez por ello, más infravaloradas.
Entre las muchas anécdotas de «Love me or Leave me» leo que Miss D.D. (otra ilustre representante de la inicial repetida) tuvo serios problemas con los estrictos guardianes de la moral ajena: la acusaron (y acosaron) por salir demasiado «descocada». Una actriz interpretando a otra de veinte años atrás y, lo que no causo mayor problema la primera vez, causa escándalo más tarde (no sé de qué me suena todo esto).
Un saludo, Manuel.
Jo, había olvidado que escribí sobre esta película ♀️
Manuelllll, ¿sabes que Ginger Rogers, sin embargo, fue una de las musas del cine pre code? ¿Curioso, verdad? La Rogers es una actriz con muchísimos registros. Sí, hay un momento magnífico en la película de Vidor que juega con la sensualidad del cuerpo de Doris Day mientras canta. La verdad es que tanto Rogers como Day son dos actrices para analizar por muchos motivos, y para hacer descubrimientos sobre la imagen que proyectaron y sobre cómo eran ambas.
Beso
Hildy
Sí, querídisima Bet, escribiste, como siempre un buen texto sobre esta película.
Pero ¡en ese nuevo visionado que vas a hacer seguro que revelas más cosas!
Beso
Hildy
Hola de nuevo Hildy,
Llevaba unas semanas desconectada de tu blog a causa del trabajo y cuando lo recupero escribes sobre una película que te recomendé en entradas anteriores. Me alegra que hayas podido encontrarla y que te haya gustado.
No la tengo en la memoria tan fresca como quisiera, pero recupero las palabras que escribí sobre ella respecto al personaje que interpreta James Cagney “compone un personaje al que detestas, compadeces y temes a un mismo tiempo” Actor de baja estatura que resulta siempre gigantesco.
Rompo una lanza también por Doris Day, esa actriz que sé que también reivindicas. Puso toda la carne en el asador con ese personaje, que los productores creían que no era para ella y pretendían dárselo a Ava Gardner. Day luchó con unas y dientes para conseguirlo. Pero el hecho de que no fuese el éxito de taquilla esperado y no conseguir la nominación al Oscar, hicieron que decidiera no volver a hacer películas que no fueran del agrado de su público. Una pena. Por ese mismo motivo rechazó protagonizar “El graduado”
Finalmente rompo otra lanza por el director Charles Vidor. Uno de esos artesanos de estudio que se despacha con rapidez cuando se escribe de cine y que realiza una obra sólida y potente con la que, advierto ahora que escribo sobre ella, guarda paralelismos su obra más famosa, “Gilda”. Mezcla de géneros: musical, cine negro y melodrama en “Gilda”. Musical, melodrama y cine de gánsteres en “Ámame o déjame”. Triángulo amoroso complicado y peligroso. Personaje femenino de gran sensualidad, que se dedica al mundo del espectáculo, que decide casarse con un hombre poderoso. Marido dominante y obsesivo. Hombre más joven que empieza despreciándola acusándola de interesada por su matrimonio (bueno en Gilda, por mucho más…). Claro que la fotografía en blanco y negro, tan apropiada para comportamientos ambiguos y tan rica en sugerencias gana a ese cinemascope en technicolor poco apto para sutilezas. La misma esencia del formato es querer abarcarlo todo No sé qué piensas de esta analogía que me he sacado de la manga.
Un abrazo Hildy ¡Qué estupendo es descubrir películas, especialmente clásicos!
Hola Hildy!
Imperdonable pero no la he visto, y mira que tengo fascinación por Cagney, la buscare.
Siempre un placer pasar por tu blog, disfruta del puente, besos;)
Pues queridísima Lilapop, pienso que esa analogía entre Gilda y Quiéreme o déjame es superpoderosa y cierta. Vamos, para una sesión doble explosiva. Efectivamente Charles Vidor tiene películas bastante interesantes en su filmografía. Además de las dos que nombramos, me encanta «El misterio de Fiske Manor» y tengo cariño a su versión de «Adiós a las armas». Y hay varios títulos de este director que aún no he visto y me apetecen mucho.
Jajajaja. ¡Es que yo os hago mucho caso cuando me decís que una película os ha gustado y si tengo ocasión la veo! Sí, James Cagney es una maravilla cuando compone un buen personaje, como es este el caso. Y yo, sí, soy defensora también de Day, ya lo sabes.
Sí, me encanta descubrir cine clásico y también ir al cine y ver cosas que disfruto o, por lo menos, que me hagan pensar. Ahora en cartelera he visto Minari o Nomadland, dos películas que no te dejan indiferente. Y recomiendo fervientemente El agente topo.
Beso
Hildy
Querido, querido Fran, si tienes fascinación por Cagney te va a gustar aquí. Hace un auténtico milagro, de verdad.
Beso enorme
Hildy
Querida Hildy!
como todo lo que hay que decir ya lo has explicado muy bien y la peli esté estupenda y más que prolijamente recomendada, solo me asomo para lanzarte un besazo, saludar al tocayo y demás comentaristas, y decirte que Cameron Mitchell tiene un parecido más que razonable con un ciclista ya retirado: «Purito» Rodríguez.
https://www.tradebike.es/revcms_render_image.aspx?date=20141211&id=bd61962f-d725-4886-9def-587d7ccfa9da&mode=1&width=698&height=441
Y lo de Cagney es extraplanetario, cómo se puede ser tan bueno siendo siempre igual. Va en contra de la naturaleza de las cosas.
Un beso fuerte
Jajajaja, querido Manuel, me encanta el mundo de los parecidos. ¡¡¡Es todo un arte!!! Y respecto a Cagney, es cierto, siempre es él mismo, pero nunca es el mismo personaje, ¡¡¡extraplanetario!!!!
Beso
Hildy
Mi querida Hildy, esta me falta, pero después de leerte ya no tuve más excusa para hacerme con ella. La veré en «breve» (teniendo en cuenta la pila de títulos pendientes que tengo sobre la mesa, que es ahora mismo de varios centenares…; ya sabes, hay que alimentar a la «bicha»…).
Ya sabes que, a priori, musical y melodrama es para mí como ponerle una cruz a un vampiro delante de las narices. Pero está Cagney. Con eso basta.
Besos
Mi querido Alfredo, creo que esta película es especial por muchas cosas, pero entre otras, por la construcción del personaje que realiza Cagney. Es increíble lo que hace. Tanto es así que creo vas a soportar muy bien este oscuro musical y melodrama.
Beso
Hildy
Querida Hildy
me hice un lío y dejé mi comentario sobre LOVE OR LEAVEME en la sección correspondiente a tu semblanza de Marylin Monroe…no sé como reparar el error( no domino el copy paste o como se llame)
Agradezco de antemano tu comprensión.
Besos,IVÁN
Querídisimo Iván, no te preocupes. Ya te he contestado en la semblanza de Marilyn.
Miles de gracias por pasarte siempre.
Beso
Hildy