Los hermanos Sisters (Les frères Sisters, 2018) de Jacques Audiard
Las huellas del universo de Audiard siguen presentes en este western crepuscular. La violencia unida irremediablemente a la naturaleza humana, la importancia de los lazos de sangre y el anhelo de un hogar como utopía. El director francés lleva a la pantalla un tono melancólico que a veces hace caída libre hacia un humor sutil (que últimamente no aparecía por su filmografía). Toma como punto de partida una novela contemporánea del canadiense Patrick deWitt, y entre sus líneas está presente ya ese tono triste y divertido a la vez, que ha casado con la mirada de Audiard.
Pero si lo miramos con ojos de western clásico, la película se pierde entre las huellas de El tesoro de Sierra Madre, otros films que atrapan las odiseas de hermanos matones por el viejo Oeste y el regreso al hogar a lo Centauros del desierto. Y también sigue la estela de los nuevos western del siglo XXI que atrapan ese Oeste ya sin tanta leyenda ni épica sino que apunta más a lo emocional (a un punto de vista humanista y existencial), pero con vocación clásica, con dosis de realidad y unas gotas de poesía, tipo El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford o Valor de ley.
Los hermanos Sisters cuenta el viaje de dos hermanos, mercenarios asesinos, que llevan sobre sus mochilas un trauma del pasado que les hace huir continuamente y hundirse siempre en una espiral de violencia. Ambos llevan la carga de diferente manera y se complementan uno a otro. Trabajan para el comodoro, un hombre que domina todo con malas artes, que les da la misión de torturar y matar a un buscador de oro. Para encontrarlo y ofrecérselo en bandeja a los hermanos, antes ha enviado a otro buscador.
El conflicto surge cuando se descubre por qué el comodoro quiere matar en concreto a ese buscador de oro y qué es realmente lo que quiere de él. Pero además resulta que ese buscador en concreto quiere alcanzar a través del oro que encuentre una utopía, una sociedad idílica, y logra transmitir su entusiasmo e idealismo a sus perseguidores, como crear además unos lazos inesperados. Pero al final la ambición de unos, la violencia, la prudencia y la sincera amistad de otros hacen imposible esa sociedad ideal… e inevitablemente surge la tragedia.
Audiard cuenta además con cuatro actores (Joaquin Phoenix, John C. Reilly, Jake Gyllenhaal y Riz Ahmed) que se implican en sus personajes y les dota de una compleja personalidad que enriquece una película que oscila entre el realismo y el idealismo. Los hermanos Sisters regala, en realidad, una vuelta al hogar, un deseado alejamiento de la violencia en un final hermoso e inesperado.
Como pez fuera del agua (Come un gatto in Tangenziale, 2017) de Riccardo Milani
Como pez fuera del agua sigue la tradición italiana hacia una comedia popular muy cercana a la realidad social. Y, sí, de la mano de Milani y sus intérpretes (Antonio Albanese y Paola Cortellesi) nace una comedia divertida, inteligente y reflexiva donde se refleja esa brecha social cada vez más grande tras la crisis económica y muy evidente en distintos países de Europa.
Sus protagonistas son dos padres que quieren evitar a toda costa que sus retoños sigan juntos. Por una parte, el padre de ella; un hombre progresista que trabaja para un think tank en la Unión Europea sobre cómo mejorar la vida en los barrios de la periferia…, sin tener ni idea de cómo es la vida allí. Por otra, la madre de él, una mujer de la periferia que lucha cada día por la supervivencia, pero que desconfía totalmente de las instituciones, no tiene esperanza de salir de su situación y ya ni lo intenta.
El acierto de la película es mostrar los dos mundos opuestos de uno y de otro, con total respeto y con golpes muy divertidos (por ejemplo, las secuencias en las distintas salas de cine o playas o vecindarios que reflejan la existencia de esa brecha y las formas diferentes de vivir, cada vez más separados, a través de la comedia y el contraste), y cómo ese acercamiento o estrechamiento de la brecha podría ser posible si existiese más voluntad e interés político y un esfuerzo de unos y de otros para ello, para buscar lugares de encuentro y generar soluciones realistas juntos.
La corresponsal (A private war, 2018) de Matthew Heineman
El primer largometraje de ficción del documentalista Matthew Heineman cuenta con un personaje real muy atractivo y potente como protagonista: la corresponsal de guerra Marie Colvin, que murió en 2012 en la Guerra Civil Siria, en la ciudad de Homs. Unos minutos antes había denunciado la situación de la población civil. Colvin siempre llevaba un parche en el ojo izquierdo pues lo perdió por una granada en la guerra civil de Sri Lanka. En sus últimos trabajos como corresponsal siempre iba acompañada del fotógrafo Paul Conroy, al que conoció durante su trabajo como reportera en Irak.
Para encarnar a Colvin, Heineman ha contado con una entregada Rosamund Pike que logra con su interpretación mantener la atención del espectador. La pena es que el largometraje no logra equilibrar y complementar la tormentosa y compleja vida personal de Colvin y su trabajo adictivo como corresponsal. De tal manera, que queda un montaje desordenado que no construye bien los personajes secundarios ni sus relaciones con la protagonista, ni se ve adecuadamente la evolución cada vez más tormentosa de la personalidad de la corresponsal. Por otra parte se centra en tantos conflictos y guerras que no penetra en ninguno, no dejando ver el laborioso y valioso trabajo tanto de Colvin como de su fotógrafo (o de otros compañeros de profesión) ni tampoco una identificación total con las víctimas de esos conflictos, aunque son esas secuencias donde la película es más brillante y donde encuentra el ritmo y el tono adecuado.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Solo he visto la primera, mi querida Hildy, y me gustó mucho, un regalo inesperado, este western europeo, a estas alturas, tan de género y tan francés al mismo tiempo.
Besos
Sí, de las tres es la mejor. Aunque hubo algo que no he sabido todavía analizar que no me hizo vibrar del todo… Estuvo a punto.
Las otras dos tienen elementos de análisis que las hacen interesantes.
La menos redonda es La corresponsal, pero me da pena pues podría haber sido una buenísima película.
Y a la italiana no hay que subvalorarla o menospreciarla, es una comedia bastante inteligente y honesta.
Beso
Hildy
Me llama la atención el trasvase comercial de las comedias italianas a España, un poco como se ha estado haciendo con las comedias regionales francesas y, luego, con todo lo que oliera a potencial ‘Intocable’. Hasta ahora venían como remakes, como las recientes ‘El mejor verano de mi vida’ y ‘Lo dejo cuando quiera’, pero ahora esta ya viene a pelo… No sé qué posibilidades tiene en taquilla sin el respaldo «local» vía actores televisivos…
Pues, sí, «Como pez fuera del agua» viene a pelo, como dices, y para mí ha sido mucho mejor de lo que esperaba. Es una comedia que presenta perfectamente, con gracia y respeto, la brecha social más abierta aún desde la crisis económica.
Es muy interesante cómo planteas el «marketing» para que comedias francesas e italianas «funcionen» por aquí. Pero, a veces, qué bien sigue funcionando el decirnos y recomendarnos unos a otros (y yo no hablo de redes sociales, jejeje… Soy tan analógica).
Beso
Hildy
Hola, Hildy. A ti también te acabo de descubrir. Espero seguir leyendo este blog mucho tiempo. A continuación te paso a hablar de «Los hermanos Sister» que es la única de las que he visto de entre las que reseñas.
A mi la fama entre los aficionados de Jacques Audiard me resulta un tanto misteriosa. O quizás no tanto. Porque está claro que su ascendente entre la crítica y cierto público especializado se debe a la efervescencia de ciertos festivales (sobre todo el de Cannes) y al del entusiasmo de cierta crítica muy concreta (la francesa. muy en particular). Su primer verdadero pelotazo entre nosotros fue «Un profeta», una película muy apañada pero terriblemente sobrevalorada. En ella se narra el proceso de pérdida de la inocencia y de ascenso dentro de un reseñado grupo mafioso de un mindundi de orígen magrebí. La película, más o menos se deja ver, pero tiene una duración desmesurada, aunque resulta completamente inverosímil. El que un tipo así, más bien aislado logre ascender desde la cárcel a la cúpula de un círculo tan cerrado como la mafia corsa no se lo cree nadie. Salvo alguno de los críticos franceses que llegó a comparar esta película nada menos que con «El padrino» Pero ya sabemos que en ciertos ámbitos de la crítica gala se nos pretenden vender escobas como si fueran reproducciones auténticas del mismísimo Toisón de Oro. Aupado por esos mimos, Audiard logró nada menos que la Palma de Oro en 2015 por “Dheepan”, un ladrillo absolutamente insoportable e infumable que no merecía semejante galardón. Ese mismo año, sin ir más lejos, le quitó el premio a “El hijo de Saúl”, una película un tanto efectista pero que a su lado es una obra maestra (la película húngara, por cierto, al final ganó el Oscar). De todas sus películas, la que más me llega es “De oxido y hueso”, sobre todo porque es más sobria y se beneficia del magnetismo y la inteligencia de Marion Cotillard (no es Audiard un cineasta, por lo que le hemos visto, muy dado a hacer buenos retratos femeninos), inmersa en una extraña relación de “amor fou” totalmente atípica.
Y ahora nos llega “Los hermanos Sister.” Si alguna conclusión podemos sacar de esta película es que el western no es un género demasiado francés. En Francia tienen demasiado sentido de la trascendencia como para sacar partido de un género que, en el fondo, incluso en su vertiente desmitificadora, tiene unas reglar bastante elementales, que no admiten demasiados matices sentimentales. En Italia (con los spaghetti) western) e incluso en España (con los denominados “chorizo” westerns) pudimos aportar cierta mirada irónica y algo desmañada de un género que ya mostraba signos de cansancio en Estados Unidos con la llegada de Peckinpah y sus westerns crepusculares. Pero ¿en Francia? No. Cierto es que los franceses hicieron un buen acercamiento a ese mundo con el personaje de Lucky Luke, una acertada visión bienhumorada y desenfadada de un vaquero tranquilo, y carente más bien de épica. Pero siempre desde el cómic (ámbito en el que surgió también Blueberry, una aportación al parecer más bien marciana y poco tenida en cuenta).
Está claro que los franceses inventaron esto del cine, pero a veces demuestran no haber aprendido muchas de sus lecciones esenciales. Por eso tuvo que venir Hitchcock y contárselas directamente a Truffaut (alumno, ese sí, aventajado). Por ejemplo, cuando el orondo maestro del suspense le habló de la importancia esencial de la presencia de un buen antagonista en toda buena película para dar entidad a la narración cinematográfica. En “Los hermanos Sister”, Audiard nos escatima lamentablemente esa vertiente que hubiera dado mucho vuelo a su apuesta. Desconozco completamente la novela de Patrick Dewitt en la que se basa el guión, pero lo que está claro que lo que pide a gritos esta historia es una mayor presencia del comodoro, el desencadenante de toda la acción. Porque la casi anecdótica presencia de Rutger Hauer (unos treinta segundos, en plano contrapicado si no recuerdo mal), es casi lo más memorable de esta película. Un Hauer al que casi todos echamos de menos en la primera línea del cine europeo y americano en los últimos años (apenas recuerdo en la última década haberle visto en “Il Villagio di Cartone” de Ermanno Olmi, dentro del cine, digamos, importante). Un desarrollo adecuado de ese papel (incluso al margen de lo que pudiera contar la propia novela) hubiera dotado de entidad y cuerpo a toda la narración. Porque, por mucha honestidad o complejidad que aporten las nada desdeñables presencias de Reilly, Phoenix y Gyllenhaal, figuras respetables y en ocasiones muy admirables dentro del cine americano contemporáneo, yo echo en falta un poco (o un mucho) la malicia, la pimienta que pudiera aportar un carismático malvado europeo de la talla del que hubiera podido encarnar Rutger Hauer. Porque está muy bien todo ese afán de dotar de realismo, profundidad y complejidad al género, pero no hay que olvidar también que el Oeste Americano era un ámbito áspero e incómodo, y para dotar de textura a ese mundo tan difícil y complicado a mi juicio siempre es necesaria la presencia de un buen malvado que dote de credibilidad al relato.
Bienvenido Deckard, y gracias por pasarte por aquí.
A mí Audiard es un director que reconozco que me llega. De lo que he visto de su filmografía me quedo con Óxido y hueso y De latir mi corazón se ha parado. Me interesa seguirlo, me gusta cómo me cuenta sus historias y cómo se va dibujando una filmografía con un universo propio (violencia, familia y sus complejos lazos, el hogar como utopía…, etcétera). Sí te reconozco que no me gustó Dheepan, pero creo que tengo que darle otra oportunidad y es fiel a claves que se repiten en cada una de sus películas.
Efectivamente se desaprovecha el personaje del antagonista, el comodoro, pero creo que se deja llevar por las imposibles y complejas relaciones que se establecen entre los hermanos con los buscadores de oro… y ahí hay una antagonismo interesante obligado a convivir, unos queriendo alcanzar la utopía, otros queriendo sobrevivir, pero logran un curioso «idilio» que termina en fracaso y tragedia, pero dejando un poso. Y el final, ese regreso al hogar, que es una firma Audiard es una preciosidad inesperada (como pasaba en Dheepan).
Ay, esos recuerdos cinematográficos que nos ha dejado Rutger Hauer…
Beso
Hildy
Quizás Hildy, tu seas de los que ves el vaso medio lleno y yo medio vacío (o en mi caso, completamente). Lo cierto es que a mi «Los hermanos Sister» me aburrió completamente. Quizás es un defecto de mi sensibilidad, pero yo a películas de este tipo las suelo criticar globalmente y cuando fallan en tantos aspectos estructurales, no me suelo fijar en aciertos parciales. Supongo que si un día alguien me pone la banda sonora de Alexander Desplat, a lo mejor me resulta fascinante (porque el es de los grandes compositores de la actualidad) pero lo cierto es que yo no suelo disfrutar de películas de este tipo salvo que funcionen muy bien los componentes esenciales (dirección, guión, interpretación y montaje) Te he leído por ahí algún que otro comentario y coincido contigo en que yo rara vez salgo disgustadisimo del cine porque en casi todos los casos hay una chispa, un destello, algo que te lleva a pensar: «Claro. Esto es. Por eso hicieron la película. Esto es lo que me querían contar o transmitir» independientemente de que la película no sea redonda o muy imperfecta. Pero con esta y con otras muchas películas europeas actuales, me cuesta mucho hasta ver ese chispazo. En ese aspecto, el cine europeo tendría que aprender del americano. Incluso hasta en los peores truños de Hollywood hay una replica, un chiste, una frase o un momento afortunado que te compensa el precio de la entrada. Es lo que tiene tener siempre en mente al público. En Europa por eso del «autor» hay una concepción más ombliguista y hermética del cine. Se nota que los productores ahora no se juegan su dinero (eso no siempre fue así) Y te aseguro que yo no tengo una versión frentista del cine del tipo Cine Americano VS Cine Europeo VS Cine del Resto del Mundo. Como decía Pumares yo disfruto igual de «Escenas de caza de la Baja Baviera» de Peter Fleischmann que de «La jungla de cristal» (bueno en este caso me decanto por la segunda, que es muy buena, pero ya me entiendes no?) me gusta lo mismo Bergman que Spielberg, cada uno en lo suyo. Pero observo mucho en el cine europeo una preocupante falta de rigor en los guiones, cada vez más desaliñados y carentes de interés, que lo fían cada vez más en la presunta genialidad de directores que cada vez me resultan más anónimos. El guión es la piedra angular de toda buena película. De nada me sirve un edificio de tres plantas con unas vidrieras de colores acojonantes, si la estructura está torcida como la torre de Pisa. Como decía el irrepetible Billy Wilder «Se pueden hacer películas sin guión.de la mima manera que se pueden hacer casas sin planos ni un buen arquitecto, pero desde luego, a mi no me gustaría vivir en ellas.» El, como demostró a lo largo de toda su brillante filmografia, lo tenía muy claro, y ni por el forro se lanzaba a una piscina vacía arriesgando el dinero ajeno. Por eso era grande entre los grandes. Todo un ejemplo. Pues eso. Lo dicho.
¿Sabes?, Deckard, hace muy poco vi por primera vez toda la saga de La jungla de cristal, que me perdí en su día. Y la verdad es que me lo pasé de miedo. Además siento un cariño especial por Bruce Willis, ya que es protagonista de una de mis películas, «Doce monos».
A mí hubo algo de Los hermanos Sisters que me ató a esa película, además, como digo, veo coherencia en la filmografía de este director. Y, bueno, siento debilidad por las historias donde aparecen hermanos o hermanas… Pero lo cierto es que a veces se conecta con las películas y otras no, independientemente de su estructura perfecta o su irregularidad o su procedencia. O mejor dicho las películas se miran con ojos diferentes, con emociones distintas. Por eso se pueden realizar análisis tan interesantes o comentarios tan dispares, o apasionados debates… ¡Y eso es otra riqueza!
Beso
Hildy
De acuerdo en casi todo lo que dices de la corresponsal…pero es que Rosamund Pike a mi me tapa todos los defectos, no soy imparcial con ella…un abrazo
Y es que la Pike está de miedo, querido Víctor, por eso lástima que la peli no fuera redonda. También es una actriz que me gusta y especialmente tengo cariño a una película donde aparece: «Nuestro último verano en Escocia».
Beso
Hildy
A mi también me parece una mujer guapísima y carismática. A mi me atrapó en una película de la que se habla poco pero que me resulta muy entrañable y de calado: «El mundo según Barney» dando la replica a uno de los mejores papeles de Paul Giamatti. La has visto, Hildy?
En cuanto a «Nuestro último verano en Escocia» siempre me ha dado un poco de pereza verla porque a simple vista desprende un cierto tufillo a «feelgood movie» No es que no me gusten ese tipo de películas, pero, al menos en mi caso, necesito estar de un determinado humor muy receptivo para verlas. Me la recomiendas?
Besos.
Querido Deckard, sí Nuestro último verano en Escocia tiene algo de feelgoodmovie, pero con presencia de un buen humor negro suave. A mí me gusta mucho.
Me gusta Giamatti y, sí, me gustó El mundo según Barney.
A Giamatti le descubrí y lo adoré en «A dúo», una película que dirigió Bruce Paltrow (sí, padre de Gwyneth). Es una película super, super, super coral alrededor del mundo del karaoke, pero su historia es la que más me gusta. Es básicamente un hombre bueno y trabajador, que se harta de todo y se va de casa, y se pone a cantar en los karaokes con un tipo al que recoge porque está haciendo autostop (un magnífico André Braugher). Hay un momento en que los dos cantan «Try A little tenderness» que me chifla.
Beso
Hildy
Bueno, bueno, bueno. Estamos entrando en territorio muy sensible, Hildy. Las poderosas razones que me llevaron a enamorarme platónicamente de Gwyneth Paltrow fueron básicamente dos. Una ,su poderosísima, magnética y fascinante presencia en «Shakespeare enamorado» (merecidísimo Oscar a la mejor actriz), y dos, (pese a que no he visto «A dúo») el maravilloso dueto que hizo con Huey Lewis en esa película (la canción me la pasó un buen amigo) interpretando increíblemente «Cruisin together», demostrando también que no solo tenía presencia de ángel sino también voz de ángel.
Besos.