Superproducciones a la española. Palmeras en la nieve (2015) de Fernando González Molina/La sombra de la ley (2018) de Dani de la Torre

Cuáles son los ingredientes de toda superproducción que se precie, además de un gran presupuesto. Una gran historia con épica y amor. Puede ser una adaptación de la última novela de éxito o una historia de creación propia (con guion original). Si tiene varios escenarios, ambientación de lujo y bella música de fondo…, mejor que mejor. Una historia particular e íntima enmarcada en grandes acontecimientos…, por ejemplo. En el reparto no pueden faltar las estrellas ni los buenos secundarios que creen personajes inolvidables. La búsqueda de la emoción, que el público se enganche a cada una de sus secuencias y que no importe verla una y otra vez. Una superproducción clásica por antonomasia es Lo que el viento se llevó de Victor Fleming. Contiene todos los ingredientes. Por otra parte, una buena superproducción es una historia muy bien contada que desarrolla todo un universo alrededor de ella, que tiene alma.

En estos últimos años hay dos superproducciones españolas, una actualmente en cartelera, que muestran un buen envoltorio, pero en las que faltan unos cuantos ingredientes para crear obras totalmente compactas. No existe el alma de la superproducción… o ese toque de varita mágica que hace que todo funcione.

Palmeras en la nieve (2015) de Fernando González Molina

Palmeras en la nieve

Amor en tiempos difíciles en una Guinea convulsa.

Palmeras en la nieve tenía el atractivo de un tema que no ha sido muy tocado ni en la historia de nuestro cine ni en la de la literatura: Guinea Ecuatorial como colonia española (1885 a 1968). La película transcurre en la isla de Fernando Poo en una finca donde se cultiva cacao durante los últimos años de la colonia, de 1959 hasta 1968. La película es una adaptación de un best seller de Luz Gabás, del mismo título, donde la autora ficcionaba recuerdos familiares.

Palmeras en la nieve juega en dos tiempos: presente y pasado para indagar en la vida y en los secretos de dos hermanos: Kilian y Jacobo. El pasado se construye alrededor del personaje de Kilian (Mario Casas) y el presente gira en torno a su sobrina (Adriana Ugarte). El principal escollo que no supera Palmeras en la nieve es su estructura: que pasado y presente fluyan, que ambos tiempos muestren un cierto equilibrio e interés. Que se viese cómo la huella del pasado, tiene consecuencias en el presente, y las maneras de curar las heridas. En la película el mayor atractivo es el pasado…, y el presente queda en un planteamiento pobre y poco atractivo, que solo sirve como excusa para abrir la puerta a tiempos anteriores. El personaje de la sobrina carece de evolución psicológica y su investigación, de emoción. El azar le pone todo en el camino. A pesar de la cantidad de minutos que se toma para contar la historia (la película dura casi tres horas), quedan cabos sueltos en ambos tiempos. E incluso corre el riesgo de que los personajes protagonistas y la trama romántica principal queden eclipsados por varios personajes secundarios, que tristemente también son desaprovechados: el padre de Kilian y Jacobo (Emilio Gutiérrez Caba) o el amor imposible entre Jacobo (Alain Hernández) y Julia (Macarena García).

Palmeras en la nieve cuenta también con unos escenarios naturales atractivos además de una buena ambientación, pero prefiere sacrificar todos los ingredientes que podían haberla convertido en una superproducción genuina e interesante que indagase en un pasado del que poco hemos analizado y adornarla, sin embargo, con el confeti de una telenovela que sí logra uno de sus cometidos: enganchar al espectador hasta el final.

La sombra de la ley (2018) de Dani de la Torre

La sombra de la ley

Tiempos convulsos en la Barcelona de los años 20.

La sombra de la ley también viaja a un tiempo pasado convulso y revuelto: a la Barcelona de los años 20. Su historia gira alrededor de un hombre con un pasado sobre sus hombros y mucho misterio alrededor de su figura: Anibal Uriarte (Luis Tosar), el Vasco, un policía que envían desde la central de Madrid para investigar el robo de armas a un tren militar. De pronto Uriarte se ve envuelto en un cuerpo de policías corrupto y violento; en un mundo de apariencias que esconde un universo mafioso, de poder, dominación, violencia, corrupción y sumisión dentro de un cabaret nocturno; y en una sociedad convulsa donde los trabajadores son injustamente tratados por los empresarios, donde las mujeres luchan por la igualdad y sus derechos y donde los anarquistas se plantean si el camino es la resistencia pacífica o la lucha armada. Todo enmarcado en un país a la deriva a punto de un golpe de Estado (el de Primo de Rivera) y con heridas sin curar del desastre de Annual.

Demasiados frentes que tocar en una única película, aunque consigue que todos confluyan al final de ella. Aunque la realidad histórica queda superficial y libremente contada, logra construir una estructura sólida. El problema es que el amor de Dani de la Torre hacia un determinado tipo de cine convierte La sombra de la ley en un envoltorio bien hecho, que es un homenaje continuo, sobre todo, a aquellas películas a las que Ennio Morricone puso música de fondo o a directores muy concretos como Brian de Palma, Francis Ford Coppola, Sergio Leone, Martin Scorsese e incluso Michael Cimino, y se olvida de regalar un alma propia y genuina detrás del homenaje. Esto también afecta a los personajes que son meros estereotipos y donde no hay evolución o profundidad psicológica (a pesar de que hay muy buenas interpretaciones, sorpresa total ante un matón donde cuesta reconocer a Ernesto Alterio)… y también perjudica a esa historia de amor que solo se intuye pero que no cristaliza, que se queda fría…, sin aliento.

Así La sombra de la ley parece una manta enorme hecha de retazos de cine de gánsteres (con un poco de sombra de cine negro), con luchas violentas y callejeras a lo Gangs of New York, con estética a lo Los intocables de Eliot Ness, con ecos a las secuencias paralelas de El Padrino, con un poco de la ambientación de Érase una vez en América con gotas de ¡Ágachate, maldito!, las sábanas de La puerta del cielo y con una música de fondo que todo lo envuelve con la voz de Ainhoa Arteta. Pero uno se pregunta ¿dónde queda el alma y lo genuino de Dani de la Torre en la película, después de disfrutar del homenaje? ¿Y detrás de esos violentos años 20 a la americana, no queda en segundo plano nuestra propia historia con mucho que contar?… Algo es evidente: sabe narrar, tiene mirada, entretiene en todo momento… Ahora le queda solo encontrar su propia voz, además de su amor infinito hacia el cine.

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14 comentarios en “Superproducciones a la española. Palmeras en la nieve (2015) de Fernando González Molina/La sombra de la ley (2018) de Dani de la Torre

  1. ¡Sí, querido Fernando, gracias por el enlace! ¡Siempre te leo!
    … falta la superproducción española más allá del envoltorio, con alma y puro cine. A La sombra de la ley le faltó poco para poder tener alma.
    Las superproducciones en todos los sitios suelen no arriesgarse en exceso por el tema de no estrellarse con el presupuesto… Pero las clásicas demuestran que se pueden aunar las dos cosas: ¿os acordáis de las de David Lean?¿Y de Quo Vadis?¿O Espartaco?… Incluso las que fueron un fracaso ahora son miradas con otros ojos como Cleopatra…

    Beso
    Hildy

  2. Dos bodrios como dos castillos. Es lo que pasa cuando dejas la producción en manos de las televisiones privadas. Tal vez convenga, «industrialmente», que el cine español se permita tirar el dinero con estas cosas, no lo sé (tampoco creo que en número de espectadores fueran muy boyantes), pero, desde luego, si este es el futuro del cine patrio, estamos apañados.

    Besos

  3. Jajajaja, sabía, mi querido Alfredo, que esa iba a ser tu opinión sobre estas dos superproducciones.
    Yo sé que no tienen alma, pero también veo lo que podrían haber llegado a ser…, porque en ambas había buen material de partida. Por eso creo que ambas superproducciones tienen una de cal y otra de arena. Y en eso resulta interesante su disección.

    Beso
    Hildy

  4. 39 escalones: coincido en que los grandes proyectos cinematográficos no pueden fiarse al criterio (a golpe de cheque) de las tvs. No recuerdo ya qué gobierno las obligó a invertir y por eso, desde entonces, el neolandismo (pero, ay, sin Landa), va comiéndose poco a poco la taquilla.

    Pero hablando de taquilla, te diré que Palmeras en la nieve hizo un pastizal. Fue uno de los grandes éxitos de su año, no sólo entre las españolas, en el conjunto del cine estrenado en el país. Creo que esa es la prueba de que Hildy no anda desencaminada: cada vez que nuestro cine abre el foco y se vuelca en temas y escenarios poco tratados de nuestra historia, el público lo agradece, aunque los intentos no acaben de cuajar.

    Siguiendo con taquillas e intentos, mi opinión sobre la otra que la bloguera anfitriona comenta en el post: La sombra de la ley.

    https://fernandomaranon.blogspot.com/2018/10/la-sombra-de-la-ley.html

    Saludos y besos

  5. Hola, mi querida Hildy. Hace tiempo que no te comento pero no quiere decir que no te lea. Lo cierto es que ya no voy al cine y todos estos estrenos no los conozco. Fui un gran apasionado del cine desde niño, pero ahora me he centrado más en la literatura. No quiero criticar. No quiero decir en este espacio que el cine ha muerto, o que es ya otra cosa que necesita ponerse otro nombre. Todo evoluciona, se transforma, ya sabes, las nuevas tecnologías, las nuevas psicologías, las nuevas generaciones, en fin, que uno se ha hecho viejo de golpe. Lo que sí hago es ponerme cada noche en mi reproductor de DVD un clásico, sobre todo, cine negro o film noire, que queda más refinado. Después de la cena, apagas la luz, te sientas cómodamente en el sofá y en la mesita un posa vasos robado en un pub y sobre él un whisky. Recién duchado y con el pijama ya estás dispuesto para saborear por centesimodecimaprimera vez Casablanca, Perdición, Ciudadano Kane o Centauros del desierto, por poner algunos ejemplos. Sí, amiga mía, uno se da cuenta que ha envejecido de repente cuando ya no entiende nada, ni tan siquiera la cartelera actual. No, no estoy criticando la cartelera actual. Hay madres con sus hijas que disfrutan de Mamma Mia! o del musical Grease o Dirty Dancing ¿Y quién soy yo para criticarlo? En fin, ya ves mi comentario. Que sirva de excusa para darte un beso de cine.

  6. Qué gusto leerte, querido Francisco, pero ¡qué plan más maravilloso! Noche, salón de casa, televisión… y una película de cine negro. Pues es maravilloso. Cada uno vibra con el cine a su manera. Igual que con la literatura. A ti te hace vibrar el buen cine clásico… y ¡es que hay tanto bueno y tanto que explorar! Pero alguna vez, si puedes y te apetece, escápate a la cartelera, te prometo que hay cosas también que sé que te harían vibrar.

    Beso
    Hildy

  7. Miguel Marías, que, para mí, y no estoy solo, sigue siendo el más grande, ha escrito que el director de Palmeras en la nieve es un director más que interesante. Lo digo por si alguien comparte mi criterio y tiene más tiempo que yo para ver cine.
    Yo aún no he visto nada de este hombre, pero tengo anotado su nombre.
    Penosa rima me ha salido.

  8. ¡¡¡Luis, qué bueno leerte otra vez!!! A mí también me gusta Miguel Marías (pero le he escuchado más hablar que leerle). ¿En qué película le ponía bien? Pues verás yo el único largometraje que he visto de Fernando González Molina ha sido Palmeras en la nieve. Así que no tengo todavía una opinión construida sobre él. Está realizando la trilogía de Baztán, adaptando al cine las novelas de Dolores Redondo (que no las he leído). Y de sus trabajos en televisión he visto capítulos sueltos de sus distintas series, pero no me enganché a ninguna (y de estas series solo dirigió algunos capítulos, no todos). De Palmeras en la nieve lo único que te puedo decir es que me interesa el tema que toca y que sabe cómo enganchar al espectador en su manera de contar, pero no es una película ni buena ni redonda, y en algunos momentos plana, sin riesgo visual, solo correcta.

    Beso
    Hildy

  9. En su listado en de grandes películas de 2017 (no necesariamente estrenadas ese año), MM incluía «Palmeras en la nieve» en el puesto 4 y «El guardián invisible» en sexta posición. Para hacernos una idea: ambas películas españolas estaban rodeadas por cintas de Sang-soo, Sattler, Adolfo Arrieta, Reybaud, Ropert, Kaurismaki o Lanzmann (varios de estos directores, desconocidos para mí). En fin, que me pica la curiosidad. Tu crítica, Hildy, no parece muy negativa, en todo caso.
    https://letterboxd.com/lobo_lopez/list/miguel-marias-world-poll-2017-very-good-movies/

  10. Gracias, Luis.
    Sí, ya te digo que a mí me enganchó y me interesó el tema. Aunque no es una película, como digo, redonda ni que aproveche tampoco todo el material con el que cuenta de partida.
    Pasa lo mismo con otra película que vi ayer: El fotógrafo de Mauthausen. Lo que le ocurrió a Francesc Boix y a los españoles que ahí estaban es un material valiosísimo y un punto de partida genial. Y la película creo que tampoco lo aprovecha.

    Beso
    Hildy

  11. Tenemos muy poca práctica en cine épico.
    Y épica es la que falta en todas las aquí mencionadas, Palmeras, La sombra y El fotógrafo. El envoltorio es perfectamente solvente (no vamos a descubrir ahora la pericia técnica y artística de los españoles en grandes producciones cinematográficas), el escenario tiene muchísimas posibilidades, los personajes son muy interesantes,.. pero el soplo épico que requieren este tipo de historias para convertirse en grandes de verdad, ese no llega o se queda corto y en barniz.

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