El pasado sábado fui a la Filmoteca Española con mis sobrinas a ver Gremlins 2. La nueva generación (Gremlins 2: The New Batch, 1990) de Joe Dante. Y aunque la película está ya en el inicio de la siguiente década marca, sin embargo, todo lo que supone el cine de los 80 en EEUU. Un cine para la nostalgia; un cine que predica sin tapujos un amor desmesurado por el propio cine (referencial); un cine con un abanico de rostros, cuerpos, vestuarios, peinados sin tapujos ni complejos; un cine que tiene muy en cuenta que está contando una historia para entretener y pasarlo bien: empieza el espectáculo; un cine que no es políticamente correcto, sin prejuicios; un cine que muestra la radiografía de la sociedad de aquellos años (política, ideológica y sociológicamente); un cine que no tiene miedo a ser desmesurado en la risa, en la lágrima, en lo sensible, pero también en lo violento, en lo explícito; un cine ecléctico, sin miedo a sesiones dobles impensables hoy en día… Y un cine que no está envejeciendo en muchos casos mal, sino que muestra que se corrían muchos más riesgos y había mucha más imaginación en aquel momento. Aun así los 80 ha sido también una década denostada y negada por muchos cinéfilos, pues supuso el final total y definitivo no solo de los estudios tradicionales, sino el nacimiento de otras fórmulas empresariales menos preocupadas por el cine y más por otros asuntos, y también porque con La puerta del cielo supuso el fin de la etapa dorada del nuevo cine americano, de películas y realizadores que mostraban el dominio del cine como arte, que cuidaban fondo y forma, la elección de las historias, su tratamiento y sus puntos de vista. También porque es el cine de la era Reagan, un presidente que tuvo muy en cuenta la política audiovisual y el poder, entre otras cosas, del cine. Así hay muchas películas se pueden analizar desde un punto de vista ideológico, donde surgen cuestiones sobre la economía, el trabajo, las relaciones sociales, la guerra… afines al pensamiento conservador del Gobierno durante aquellos años. Lo que queda claro es que es una década llena de contrastes y con un análisis apasionante.
Sin embargo, muchos cultivamos nuestro amor al cine durante la infancia y la adolescencia con ese cine americano de los años 80 y los 90, que obviamente era el cine de estreno. Así yo reconozco que tengo películas de cabecera que no puedo evitar dejar de ver cuando se emiten por televisión o que tengo en mi colección de dvds y siempre encuentro la oportunidad de echarles un vistazo. Me recuerdo de niña yendo a las sagas de Regreso al futuro o Karate Kid. No me perdí Los Goonies, pero jamás olvidaré lo que me entusiasmó El secreto de la pirámide o cómo me quedé ante Starman. Otra película que me marcó totalmente en los 80 fue Birdy. Estas tres últimas películas no he parado hasta que las he visto otra vez o las he conseguido en dvds. El otro día vi por televisión de nuevo El color purpura, y me vino a la cabeza cómo me gustó ya en su momento junto a otra de los 80 de Spielberg, El imperio del sol. Hay comedias, tragicomedias, cine de aventuras y musicales que forman parte de mi memoria y que siempre vuelvo a sus imágenes con placer. Si bien disfruté con Indiana Jones, no olvido, sin embargo, cómo me lo pasé de bien con Tras el corazón verde o con Las minas del rey Salomon, con Richard Chamberlain. No me avergüenza decir que si pillo Dirty Dancing, sigo viéndola con placer. Una película que me hace llorar una y otra vez siempre que la veo y me llega al alma es Magnolias de acero. Y hay dos comedia imprescindibles en mi colección: Hechizo de luna y Cuando Harry encontró a Sally. Podría seguir citando títulos y más títulos de aquellos años…
También me ha ocurrido que últimamente estoy volviendo a este cine, porque en su momento me perdí muchos fenómenos, pero siempre supe que estuvieron ahí, los viví. Los conocía, pero no entré en su día en la sala de cine. Así es ahora cuando he visto la saga de La jungla de cristal, con Bruce Willis; o la de Terminator, con Arnold Schwarzenegger. Y siempre tuve muy presente a Sylvester Stallone, aunque nunca me metí a muchas de sus películas. Sí recuerdo con cariño y diversión Tango y Cash, donde también salía otra estrella de los 80, Kurt Russell. Igual me ocurre con los grandes éxitos del cine de terror, que estoy empezando a ver ahora, tipo Viernes 13.
Por eso una de las lecturas más refrescantes y que más he disfrutado este verano ha sido sin duda la del ensayo de la periodista Hadley Freeman, The time of my life, que repasa las películas que la marcaron durante esos años y qué reflejaban y lo que la transmitieron. De hecho el subtítulo de la edición en castellano es: “un ensayo sobre cómo el cine de los 80 nos enseñó a ser más valientes, más feministas y más humanos”. Así deja un interesante trabajo de análisis y cómo estas películas abordaban temas ahora mismo impensables o mostraban personajes femeninos y masculinos (y sus relaciones) de una manera mucho más rica y compleja que en muchos estrenos de cine americano actual. Por ejemplo, cómo se representaba la amistad masculina, la femenina, la variedad de personajes y sus formas comportarse o de vestir, cómo se trataban algunos temas como la adolescencia, las relaciones familiares, de pareja o temas aún conflictivos como el aborto. Por las páginas de este ensayo pasan desde Dirty Dancing hasta la película favorita de la autora, que lo confiesa sin tapujos, Cazafantasmas, sobrevolando por las películas de adolescentes de John Hughes y su musa, Molly Ringwald u otro clásico de la época como La princesa prometida. También analiza cómo las primeras películas de Eddie Murphy abordaban el tema racial en el corazón de Hollywood. La periodista Hadley Freeman emplea un lenguaje periodístico cercano y ameno, pero que proporciona unas reflexiones complejas y profundas, además de proporcionar una interesante radiografía de este cine, sin tampoco obviar los puntos oscuros de la filmografía de la época. Así cuenta también a través del cine y las películas la radiografía sociológica de EEUU: qué momento político y social se estaba viviendo y qué aparecía reflejado (tanto lo bueno como lo malo).
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Ja, ja, qué horror, todas las que mencionas que no fuiste a ver entonces al cine, todas esas, no me perdí ni una. Pero tampoco las que sí viste. Cuánto iba al cine, que por entonces era un remanso de paz donde no se permitía hablar ni comer, donde lo único que rompía el silencio eran las risas o los gritos contenidos de terror. O las lágrimas. Inmersión absoluta en la acción desplegada en la pantalla. Que vuelvan los tiempos del acomodador, por favor. ¡»Birdy»! El gran Alan Parker. Todas, las vi todas, ay. Ahora casi no tengo tiempo, y cuando lo tengo me da pereza ir a una sala a padecer las palomitas del de al lado (palomitas si hay suerte: el otro día un anónimo compañero de butaca se puso a comer cortezas: simplemente yo era incapaz de escuchar los diálogos de la película). Las salas de cine se han convertido en una bacanal repugnante de futuros diabéticos e hipertensos. Ay, ir al cine.
Saludos.
Ayyyy, qué bueno, querido Licantropunk. ¡Y lo que disfrutamos! Pero ¿tú viviste las sesiones dobles donde íbamos con la merienda, no? Latas o agua y bocadillo envuelto en papel Albal. Jajaja, era más sano q las patatas y las cortezas, ¿no?. ¡Recuerdo la figura del acomodador y del que se pasaba con una bandeja, vendiendo chuches!
Yo vi Birdy en sala de cine y no sabría explicarte el porqué, pero no solo me dejó marcada sino que no la olvidé. Y cuando la he vuelto a ver otra vez me ha fascinado. Otra película q me encantó en el cine y me sigue fascinando de aquellos años es Tootsie.
Beso
Hildy
Hola de nuevo Hildy. El cine de los 80 ¡Ay! No, aquí no puedo compartir tu entusiasmo. Me parece una de las décadas más pobres en auténticas obras maestras cinematográficas de la historia.
Desde que los grandes estudios cayeron para ser adquiridos por corporaciones financieras allá por los años 70, Hollywood pasó a ser dirigido por Wall Street. Estos tiburones de las finanzas se basaron en estudios demoscópicos que demostraban que el público mayoritario que llenaba las salas tenía entre 12 y 22 años (si no recuerdo mal). Ansiosos de recuperar espectadores, los estudios desde finales de los 70 empezaron a producir cine para un público adolescente. “Tiburón” y “La guerra de las galaxias” serían las películas que empezarían esta tendencia que llega hasta nuestros días y que en una década tan conservadora y hedonista (un hedonismo devaluado, ligado al triunfo social y la acumulación material más ostentosa) como los 80, alcanzó el paroxismo. Todo tenía que ser “entretenido”. De hecho es lo que los entusiastas de los 80 siempre destacan del cine de los 80, lo “entretenido” que eran.
Yo que fui una niña en los 80 nunca acabé de encontrar tan entretenido el cine de mi época. De hecho prefería con mucho el cine anterior al que tenía acceso por la televisión (¿quién diría ahora que Tve en los 80 fue la mejor filmoteca? Eso sí que me hace echar de menos esa década) Las películas que comentas “Gremlins”, “Los Goonies”, ”Regreso al futuro” despiertan mi simpatía y salen ganado si las comparo con el hipertrofiado cine de evasión actual pero no forman parte de mi corpus personal. En cuanto a “Dirty Dancing” no me cabe en la cabeza la consideración de “clásico del cine romántico” que ostenta esta película para mucha gente. Pocas veces he visto una pareja de intérpretes con tan poca química y tan absolutamente anodina. Y que dos de las mayores estrellas de la década fueran Schwarzenegger y Stallone, dos ¿actores? absolutamente nefastos (y solo me refiero a su calidad interpretativa, no entro en la imagen política de América que proyectaban) ya nos dice mucho, a mi juicio, del cine de la época. Incluso creo que los Oscar empezaron a perder su prestigio en esa década. Repasando las películas ganadoras del Oscar, palidecen respecto a muchas de las décadas anteriores. La que me parece mejor de todas ellas, “Memorias de África”, no deja de ser un (buen) melodrama romántico en país exótico como los que se hacían en los 50 y 60.
Me convenza o no, es una evidencia que los 80 gustan y están de moda. Es más, son una referencia tanto para parte del público como para muchos creadores. Tiene sentido, muchos de esos creativos están entre los cuarentena y la cincuentena y fueron niños o adolescentes en esa década. Por ello los 80 son fuente de inspiración y la principal referencia estilística. Hay en ello un efecto nostalgia que embellece el pasado y a la vez en esos tiernos años se configura la identidad y una parte de ella la conforman los gustos musicales, cinematográficos…Puedo entenderlo, aunque me cansa un poco tanto “revival ochentero”. Lo que me convence menos es que se pretende otorgar a la producción cinematográfica una consideración y una calidad que creo que no tiene. Por ejemplo el libro Time of my life
(¡ madre mía! la canción de “Dirty Dancing”!) que comentas con un subtítulo cuando menos excesivo, creo yo “un ensayo sobre cómo el cine de los 80 nos enseñó a ser más valientes, más feministas y más humanos”. Pues ¡ahí es nada! Tendría que leer el ensayo para entender tan entusiasta declaración pero creo que pretendería hacerme comulgar con ruedas de molino. Lo de valientes y humanos…Si la referencia de valentía y humanidad son los héroes de acción tales como Awarzenegger, Stallone a los que podría añadir otro” humanista de marras” como Steven Seagal no se yo si me convence,
Y lo de feminista empieza a cansar…No el concepto en sí, desde luego, sino con que se califique de feminista a todo aquello que se quiera legitimar y ennoblecer aunque tengo poco o nada de feminista. Precisamente creo que el cine de los 80, y la década en sí, tienen poco de feminista. Más bien supone un notable retroceso respecto a la muy activista década anterior. Y si los ejemplos que pone de heroínas feministas son Ripley y Leia estos son personajes de películas de los 70.
Y por último respecto a la diversidad otro concepto estrella actualmente. Que Eddie Murphy y Bill Cosby protagonizaran películas o series de éxito, no pone en valor la diversidad racial. O lo hace de una manera superficial. Lo importante, creo, es la imagen que estos proyectaban de la realidad de su comunidad. Y era esta una imagen amable y tranquilizadora, para la comunidad blanca a la que iba dirigidos sus productos, sin duda mucho más confortable que la de los antihéroes y antiheroínas del género “blackexplotation” de los 70, que mostraban un sistema excluyente y que si se realizaban para la comunidad afroamericana.
Para acabar quiero decir algo positivo sobre los sobrevalorados, a mi juicio, años 80. Son una década con una estética propia muy marcada. Tienen un carácter y un estilo definido y eso los hace muy identificables y por ello imitables. Desde los 90 y no digamos con el nuevo siglo diría que todo es más difuso, más amorfo, más liquido, quizá por ello se vuelve tanto la mirada a los 80. Para volver a un tiempo que se puede reconocer.
Gracias por tu texto Hildy, me haces reflexionar.
Querida Lilapop, tu lectura y reflexiones sobre el cine de los 80 muestra la riqueza y los contrastes de esta década. Por eso creo que su cine tiene un análisis apasionante. Es una década con un nivel alto de luces y sombras.
Yo tengo de algunas de sus películas muy buenos recuerdos (jajaja, incluso de la pareja imposible de Dirty Dancing). Y me vienen a la mente muchas sesiones de cine en las que fui feliz.
Me encanta otro asunto que apuntas y es cuando, efectivamente, la televisión actuaba como una gran Filmoteca. Qué ciclos brillantes.
Decirte que el ensayo es un estudio serio, pero abordado con un sentido del humor inteligente. No elude ninguna de las sombras del cine de los 80, pero sabe mostrar muy bien sus luces.
Un placer reflexionar contigo, Lilapop
Beso
Hildy
Sin duda fue aventurado por mi parte criticar un libro que no he leído y que solo conocía por tus comentarios pero los aspectos enaltecedores a los que hice referencia ya los he leído o escuchado otras veces. Por supuesto que en los 80 se hicieron buenas películas. La mejor etapa del prolífico Woody Allen (parece que ya no lo será más) a mi juicio pertenece a esa década. Hay rarezas fascinantes como “Terciopelo azul”, (después llegarían los imitadores de David Lynch…)Coppola filmó la hermosa “La ley de la calle”. Scorsese rodó “Toro salvaje”, “Jo qué noche” y “El rey de la comedia”. Disney resurgió con la luminosa “La sirenita”. Y hay películas de culto que son un puro “divertimento” que me encantan como “Calles de fuego”. En cuanto a la fantasía prefiero “Cristal oscuro” a “La historia interminable” (que me aburrió) y “Lady Halcón” a “La princesa prometida” aunque considero entrañable a esta última inició esa tendencia del distanciamiento irónico que ahora es habitual y que me cansa. En fin, no todo fue malo en los 80 pero no creo que sean ni mucho menos esa década brillante que algunos dicen y me aburre que sean la referencia principal del cine y del audiovisual actual.
Por cierto, así como los gremlins no podían comer después de medianoche, es mejor que yo no escriba pasada esa hora porque contemplo con rubor los errores gramaticales que cometí. Sobre todo de concordancia. Repaso el texto pero a determinadas horas los ojos no leen lo que hay en la pantalla sino lo que hay en el cerebro. En fin, te pido disculpas.
Personalmente dudo que el cine de los ochenta nos enseñe a ser más feministas o cualquier otra cosa -creo que es una de las etapas ideológicamente más contaminadas de la historia del cine y por una vertiente política con la que no comulgo absolutamente nada, aunque precisamente las de Gremlins son muy gamberras y la segunda parte ataca directamente a un trasunto de Trump-, pero sí que defiendo siempre que las sensaciones que estas películas han despertado en nuestra infancia son dignas de reseñar en un análisis crítico. Y de reivindicar. Esa capacidad de fascinación puede ahora que ya no la pueda convocar ninguna otra obra. Y es una de las grandes impresiones que puede provocar el séptimo arte.
Queridísimo crítico abúlico, ese es el misterio de esta década de cine americano: sus grandes contrastes. Efectivamente es la era Reagan y se reflejaron en un montón de películas la ideología política de ese Gobierno. Pero también hay tantas otras películas críticas y muchas otras que marcaron a los espectadores. O como bien dices que provocaban sensaciones que no se olvidan.
En cuanto a lo del feminismo, en el ensayo, explica muy bien su autora las luces y las sombras de la representación de la mujer en la pantalla americana durante esos años. No obvia que había películas con mensajes tan antifeministas como, por ejemplo, Atracción fatal, pero explica cómo había películas que reflejaban perfectamente la amistad entre distintos tipos de mujeres con personajes muy bien construidos como, por ejemplo, Magnolias de acero.
Beso enorme
Hildy
Mi querida Hildy, entiendo el factor nostalgia, pero vistas hoy, la gran mayoría de esas películas juveniles (entre las que incluyo la saga original de Star Wars pese a no empezar en los ochenta) son de un reaccionario y de un propagandístico que lo flipas. Hoy, para mí al menos, el componente diversión queda diluido bajo la constatación de que se trataba más bien de una maniobra ideológica de la que los pobres espectadores del «cine de entretenimiento» éramos víctimas. La perplejidad, para mí, ha dado ya paso al rechazo. No unánime, no cabe en todos los casos, pero sí, invariablemente, en los más populares. Los ochenta son, probablemente (al menos antes del siglo XXI) la peor década del cine americano. Cuando Hollywood pudo ser libre, eligió ser esclavo. Eso no tiene perdón.
Besos
Pero mi querido Alfredo ¡ya estás de vuelta! Qué alegría. ¿Has podido descansar, desconectar, llenar la batería y empezar con toda la fuerza? Fíjate, aparte de la nostalgia, creo que también lo que está pasando con el cine americano de los 80 es que ya hay la suficiente distancia temporal como para poder realizar análisis apasionantes y ser más conscientes de lo que veíamos en esos tiempos (aunque creo que ya se era bastante consciente y ya había una crítica constructiva si se leen textos de análisis de aquellos años). Creo que fue una década bastante ecléctica y muy interesante para estudiar y analizar desde un punto de vista ideológico, social y cultural.
Beso
Hildy
Este artículo me ha hecho reflexionar. Yo también crecí con «El secreto de la pirámide», etc, pero nunca he visto «La jungla de cristal» o «Viernes 13». Es hora de reparar el error.
Gracias por abrirlo los ojos.
Alberto Mrteh (El zoco del escriba)
¡Qué buena El secreto de la pirámide! El recordar aquellas películas o ver aquellas que no vimos es una manera de indagar en aquellos años y bucear en la memoria. Una manera de saber lo que se cocía, cómo se pensaba, que temas se movían… Debatir, analizar, conocer…
Beso
Hildy